lunes, 13 de abril de 2020

El descrédito del aislamiento




Si bien es verdad que “grandes tradiciones de solidaridad y compromiso social de nuestro pueblo están permitiendo que la respuesta que se está dando a la pandemia sea positiva” (Diego Alonso, Resistencia), también lo es que varias pitucas y pitucos y chetas y chetos, se destacaron por ir contra esas tradiciones y compromiso desde siempre y con COVID-19 además, pero no faltan los compañeros que cumplen sin convicción el aislamiento, porque creen que es una trampa del gobierno. Y el razonamiento es muy lógico, quinestésico y basado en la experiencia, mientras que el resultado no es decididamente positivo.

¿Cómo explicarles a los compañeros que el aislamiento que estamos haciendo no sólo es necesario sino que es insuficiente y cómo explicárselos, digo, si a todas luces tienen razón en que el gobierno hace trampa precisamente utilizando el aislamiento?

Hoy todos los gobiernos de este lado neoliberal del mundo buscan en la pandemia su “Malvinas” y la encuentran con total exactitud, pero ésa es sólo la primera fase de una de las trampas, mientras el problema se agrava porque quieren evitar la solución que acarrea costos económicos y políticos al capital financierista.

“MALVINAS” EN INVIERNO

Primero decretan aislamiento. Nos mandan a la guerra por una causa justa con un escarbadiente y está bien, porque con una 45 aguanta cualquiera; el asunto es aguantar con un escarbiente y si la causa es justa alcanza.

Pero nos mandan para distraernos de una causa aún más justa, la causa determinante de la democracia, que estábamos aguantando con el mismo escarbadiente (los mismos escasos recursos populares en estos países) contra los gobiernos neoliberales represores y golpistas. De todos modos la causa de aislamiento para proteger la salud de la nación ante la pandemia sigue siendo justa.

Teníamos un plebiscito en Chile, elecciones en Bolivia, a Moreno, Piñera, J. Añez y Duque cercados por las movilizaciones (Fernández se había instalado en la ilusión del Purgatorio y allí sigue) y en Uruguay una LUC privatizadora,  cercenadora de conquistas populares, que íbamos a resistir con fuerza, pero todos los gobernantes se transformaron en Galtieris, cambiaron el sempiterno blindaje mediático por cadenas o conferencias televisivas y la “unidad nacional” nos marcó la cancha. Todos menos Bolsonaro que sigue siendo el mismo psicótico trágico.

Por supuesto, ninguno de estos gobiernos piensa realmente en ganar “Malvinas”, lo que quieren es seguir con Martínez de Hoz y en eso consiste la similitud con la historia de Galtieri (aunque Galtieri ya tenía de ministro a Roberto Alemann, otra impostación). La COVID-19 es una enfermedad. No lucha contra nadie. Los conflictos se razonan en sociedad. 

Son iguales a Leopoldo Galtieri porque ninguno planificó para ganar, todos van contra el invierno (a quien no le ganó Galtieri ni Hitler ni Napoleón; sólo Moby Dick), todos esperaban ayuda de USA, que si la causa es justa está siempre a favor del enemigo.

Y todos llegan tarde a pedirle ayuda a Rusia, a China, a Keynes y al populismo (¡qué manera de humillarse después de tanta acusación!).

Pero son diferentes porque esta vez Malvinas es ganable y la democracia popular también.

Y el motivo de esta doble posibilidad es el aislamiento imprescindible y las imprescindibles condiciones socio económicas que lo hagan practicable y sustentable durante todo el tiempo necesario.

Dos imprescindibles que en China, Rusia o Venezuela van juntos y hasta Francia, aunque demasiado, demasiado tarde, quiere juntarlos, pero que estos gobiernos neoliberales sin gerente de Rochild, no pueden ni siquiera imaginarlos juntos. Son para ellos simplemente una contradicción insuperable, inabordable e inconcebible.

Ni a Fernández ni a lacayito, por poner dos ejemplos contiguos y diversos, se les pasa por la cabeza hacerse cargo de tarifas, impuestos, alquileres e ingresos de economía de guerra, bienes y servicios esenciales, de logística de guerra imprescindible para aislamiento practicable.

Uruguay tiene todas las de ganar, por el tamaño de su Estado y las grandes tradiciones de solidaridad y compromiso social de nuestro pueblo, pero su gobierno está absolutamente decidido a perder. Hoy todo indica que Fernández en Argentina tomó la misma decisión de Galtieri, con otras palabras, con palabras de izquierda.

Esta “Malvinas” es ganable porque en el ámbito universal ya está ganada. China abre y abre el mundo. La democracia es ganable porque el fracaso del neoliberalismo a nivel global ya es inevitable. USA (“el gobierno americano” le llama Fernández, inoculado de Doctrina Monroe) se cae y se cae su “los mercados”.

Pongo el ejemplo “progresista” de Argentina para que los compañeros entiendan. No es una cuestión de etiquetas. A todos los que “malvinizan” el conflicto les va a llegar la “desmalvinización” invernal. No hay nada más volátil que lo que dicen las “encuestadoras” que dicen “las encuestas”.

LA FASE 2: MALVINIZACIÓN CON BORIS JOHNSON

Aquí y allá, si al gobierno le abrimos la mano pierde la banca especulativa (ya está perdiendo en todo el planeta; le va a llevar un tiempito reacomodarse), gana el pueblo, ganan los trabajadores, los obreros y todos los sectores de la burguesía que el imperialismo trasquila (todos menos el capital financiero imperialista con su aparato industrial armamentista que todavía es el único respaldo de la divisa dólar).

Si mantiene la mano cerrada, el gobierno pierde la conducción del Estado, porque los estados nacionales y populares combaten a las corporaciones diseñadoras de pandemias (por eso los detestan los neoliberales) y viceversa, quienes combaten a las corporaciones diseñadores de pandemias conducen en los hechos y en derecho el Estado Nacional y Popular. Y el Estado ha de ser. “A pesar de usted…” dijera Chico Buarque.

Nunca había habido en esta región tanto olor a acorazado Potemkin. La calma chicha, la mar serena, los más altos dirigentes políticos haciéndose los bobos…. Y hambre. Si el capital finacierista no se toca, hambre y virus da lo mismo.

Porque es mentira que “el capital no se toca”. Al capital productivo, de la soja para abajo lo están confiscando. Especialmente al de la mediana empresa, las PYMES, los monotributistas y los informales. El gobierno, con la precisión exacta de que el que no se toca es el capital financierista, está confiscando el ahorro y aumentando la desigualdad.

No es el escenario que ningún gobierno hubiese elegido, por supuesto. Está desesperado. Las presiones plutocráticas son pesadas y no hay la menor convicción para pensar algo distinto que pueda salir del marco de catástrofe.

Entonces aparece la fase Boris Johnson. En medio de “Malvinas”, la tesis de un inglés imitador de Trump, que empezó “por abrir de a poco el grifo para que nos fuésemos inmunizando” y terminó en CTI por coronavirus y retractándose, pero después de todo, en la Malvinas literal por ahora están ganando los ingleses, ¿no?

El “poco a poco” es selectivo. En Uruguay, las zonas rurales, maestras y gurises, los trabajadores de la construcción, en Chile el área metropolitana, en USA exactamente las mismas ciudades que en 2019 tuvieron casos atribuidos a “cigarrillos electrónico” que Robert Redfied, del CDC, dijo que pudieron ser coronavirus, Nueva York, Los Ángeles, Chicago… aunque en el pandemónium europeo y usamericano todo está sucediendo con aislamiento rebalsado por las carencias estructurales en servicios públicos y de capacidad estatal de sustentar cuarentenas.

En China volvieron a poner una zona de medio millón de personas en cuarentena sólo porque aparecieron tres casos y asintomáticos. Y aun considerando que en China sólo se constató una cepa del virus. Medios japoneses y taiwaneses suponen que en USA se desarrollaron cinco y las de Italia e Irán son diferentes a la que se constató en China tras los juegos olímpicos militares en Wuham.

A cuidarse y a obligar a cuidarnos entre todos, de verdad. Si un gerente de Rochild abrió la mano, no hay que descartar que la abran los de Goldman Sachs de Magneto para abajo y hacia la banda oriental. La fase 2 lleva rumbo de retractación. La fase 3 es la “desmalvinización”.

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