martes, 25 de febrero de 2020

Cuando Enrique Ortega se viene al carajo




En Caras y Caretas, Enrique Ortega titula “el Oscar y cuando el feminismo se va al carajo”. Afirma que tener cuotas “a la hora de buscar candidatos es un verdadero disparate antidemocrático, ya que a quienes nos van a representar, o administrar ciudades o países, hay que elegirles por su capacidad, trayectoria, honestidad y propuestas, dejando de lado su sexo, sexualidad o color de la piel (…) la discriminación no se combate estableciendo cuotas, sino con educación. En cuanto al machismo, lo detesto desde lo más profundo; pero me alarma ver que el feminismo radical es lo que mejor alimenta a aquel”.

“Las feministas radicales –prosigue– tienen un poder tal que la mayoría de los políticos les temen y les aprueban lo que sea, incluyendo normas inconstitucionales; todo para no perder su respaldo electoral o por miedo a ser tildados de machistas. Están tan enceguecidas que ni siquiera se toman un segundo para analizar por qué ni las mismas mujeres las votan. (…)

Empecemos por el final. “¿Por qué ni las mismas mujeres las votan?” a quienes Ortega llama “feministas radicales”.

No hay nada más cerca de la verdad que una buena cronología. Hace cien años, “feministas radilcales” se les llamaba a las sufraguistas, que impulsaban el derecho de la mujer al voto y al divorcio, dos vindicaciones que hoy nadie cuestiona fuera de la cabeza de una ministra de Bolsonaro, pero hace cien años ni las mismas mujeres las votaban. Es menos, organizaban marchas multitudinarias de mujeres por Montevideo para oponerse a las feministas. Por eso José Batlle y Ordóñez, siendo ferviente feminista, no aprobó antes el voto femenino, porque hubiera perdido las elecciones y no hubiese podido legislar el divorcio primero y el divorcio por sola voluntad de la mujer después.  

Que “ni las mujeres las votan”, por mucho que lo analicen, no las invalida. Por siglos, a los socialistas ni los obreros nos votaban, pero me pregunto, ¿si ni las mujeres las votan, cuál es el temor a “perder respaldo electoral” que dice Ortega tienen la mayoría de los políticos ante el “poder tal” de las “feministas radicales”?

Sigamos por las cuotas: Recién en 2011 me enteré, leyendo un discurso de Wen Jiabao en Xinxiang, donde citó a Jiang Zeming, “las cuestiones de las minorías son siempre de la mayor importancia”, que desde 1982 y quizás desde antes de Jiang Zeming, quien fue el sucesor de Deng Xiaoping (1978) y de Mao Zedong (1949), en Xinxiang existen cupos para la minoría iugur, ante continuos reclamos en contrario de la mayoría Han (etnia mayoritaria en china en un 92 % pero no tanto en Xinxiang, la región más occidental de la República Popular China).

El argumento de los reclamos de la mayoría en Xinxiang era el mismo de Ortega, establecer cuotas “a la hora de buscar candidatos, es un verdadero disparate antidemocrático, ya que a quienes nos van a representar, o administrar ciudades o países, hay que elegirles por su capacidad, trayectoria, honestidad y propuestas, dejando de lado su sexo, sexualidad o color de la piel”. (…) “la discriminación no se combate estableciendo cuotas”

Uno podría pensar, enterado de esto, que el Partido Comunista de China cometió este “disparate” porque siempre tuvo miedo de que los iugures, por lo general musulmanes, les armaran mucho bardo si no se les daba y se les mantenía cuotas, pero el temor que movía a Jiang Zeming y a sus predecesores a considerar “siempre de la mayor importancia la cuestión de las minorías” no era a los iugures sino a los han, a la creencia de superioridad racial en capacidad, trayectoria, honestidad y propuestas.

Aun cuando esta creencia pudiese ser coyunturalmente cierta (en su libro "China en el siglo XXI: el despertar de un gigante", Rodríguez Gelfenstein constata que Deng Xiaoping entre otros privilegios, exceptuó a las minorías al imponer la planificación familiar,... "sólo se aplicó a la etnia Han, mientras que todas las otras etnias estaban sujetas a una política especial... Un estudio realizado por el investigador Zhang Tianlu en 1989 arrojó que tras 40 años desde la fundación de la república popular, un total de 26 etnias habían superado a la Han en varios índices de crecimiento:vegetativo, disminución de la mortalidad infantil, esperanza de vida al nacer, alfabetismo, educación general promedio, nivel de urbanización, calidad de vida" entre otros).. 

El mismo criterio tuvo Josip Broz en Yugoeslavia, donde abandonarlo resultó fatal.

La Guerra de los Balcanes la proyectó la OTAN al ver que Yugoslavia no caería por efecto dominó desde Moscú, pero la propició Milosevic cuando por fin hizo lugar a las antiguas quejas de la mayoría serbia en Bosnia (a la que Tito nunca le había dado bola) para quitar las cuotas a los árabes, que los serbios consideraban privilegios. Y eran privilegios, leyes privadas o “discriminación positiva”, como le dicen los yanquis.

Lo cierto es que mientras toda Europa central y oriental y toda Asia central se deshizo en secesiones étnicas, en Xinxiang se convive sin más desastres que los que sueña Borrel.

El problema nunca fue la cuota de una minoría débil, sino el abuso de una mayoría fuerte, sin cuota ni coto que la contrarreste. Librar a la creencia (ideológica) es librar a la ley del más fuerte. Resultan abrumadores, muy superiores (más honestos, capaces, etc) los blancos que los negros, los han que los iugures, los eslavos que los árabes, los arios que los judíos, los judíos que los palestinos y así en cada lugar y época, según correlación de fuerzas no legisladas. ¿Qué raro, no?

¡Ni qué decir en la cuestión de género! Con el agravante de que a medida que crece el activismo femenino, se acerca el día, por tendencia histórica estadística fácil de constatar, en que tendremos que legislar cuotas para los varones, pero dejemos para el final eso de “me alarma ver que el feminismo radical es lo que mejor alimenta (al machismo)”.

Vayamos al lenguaje inclusivo. En ese tema coincido parcialmente con Ortega, pero se viene al carajo.

CON “A” DE “SIRVIENTA” PERO NO DE “PRESIDENTA”

Escribe: “El “lenguaje inclusivo” ha cruzado los límites de lo racional para sobrepasar los umbrales de la estupidez, como cuando se propone incorporar la vocal e; o sea, ya no alcanza con abandonar generalizaciones como “los niños” y decir “los niños y las niñas”, “vecinos y vecinas”, sino que pretenden que digamos “les niñes” y “les vecines”. ¿Qué sigue? ¿Periodistes y policíes? Ya basta”.

No, Enrique, no basta. Nunca basta. El lenguaje está siempre en permanente mutación. No bastó cuando se decía “reuníos a son de tañida campana de ferro” ni va a bastar jamás.

Porque si vas a ponerte inmovilista vení a hablarme como el Amadís de Gaula, vení a hablarme en el más raigal de los castellanos. Si no, aceptá que para el idioma no hay “¡basta!” si nunca lo hubo.

De todos modos, me gusta tu despótico “Ya basta”. Es una reacción elocuente y sintomática.

¿Qué tan fantasma era el fantasma que recorría el mundo según Marx cuando escribió el Manifiesto Comunista? Lo suficiente como para que reaccionaran con esa elocuencia sintomática, con ataques, con escándalo, con burlas, con temor, las fantasmas del estatu quo.

A juzgar por las reacciones, el asunto del feminismo es semejante fantasma. Yo mismo voy a reaccionar contra el lenguaje inclusivo que algunas feministas impulsan, pero voy a acusarlo de bastante inútil y fundamentalmente ridículo por su intención neutral, sin la menor pretensión de mi parte de decirle “basta” ni de que cada cual deje de inventar las palabras que quiera. Ya que hemos hablado de Marx, quien inventó más palabras que Cortazar, el genio de los neologismos. Cuando Marx define al valor como trabajo socialmente necesario, encuentra que el que los capitalistas roban a los obreros es “plus valor”. No le llama “ganancia”, porque “¿ganancia de quién?”, preguntaría Lenin. Cuando una palabra le juega en contra (las palabras también toman partido) Marx inventa otra para designar una categoría política que sustituya a la perimida.

La ley física llamada de la curvatura de la vara, dice que para enderezar una vara curva flexible (nosotros podríamos ejemplificar con una cartulina, que es de uso cotidiano) es necesario curvarla hacia el lado opuesto (enrollarla hacia el lado opuesto) durante un tiempo suficiente que compense el que estuvo curvada, enrollada en el mismo sentido. Igual ocurre con la política o el lenguaje. Lenin argumentó su consigna "todo el poder a las soviet" con que "para enderezar un bastón es necesario doblarlo hacia el otro lado". De hecho, si ponemos derecha la cartulina o la vara o el bastón, cada vez que lo hagamos, en cuanto lo soltemos volverá a curvarse en el sentido en que estaba antes de nuestro inútil intento de enderezarla poniéndola derecha. Con el llamado "lenguaje inclusivo" pasa lo mismo. Sus practicantes lo que hacen es tirar de los bordes del lenguaje, intentar aplanarlo a la fuerza sobre una mesa con piedras que lo sostengan, pero apenas lo sueltan vuelve a su rollo anterior, un poco más arrugado, un poco más lento cada vez y un poco menos enrollado, pero en el mismo sentido siempre.

Lo necesario para emparejar en eje de género el uso del castellano, no es el "inclusivo", sino el exclusivo femenino, empezando, muy especialmente y, para ir graduando (derrotando paso a paso, diría Ho, genio de la táctica), sería mejor exclusivamente, por las plurales mixtas. Y una vez consolidado ese paso, con el cambio en sensibilidad y consideración que nombrar distinto determina, saltemos a saludar "el día de la niña" por niñas y niños y "la obra de la mujer" en la naturaleza, que plausiblemente resulte menos insensata que "la obra del hombre".

La culpa la tiene la "ética". Las reformistas no se animan a ser revolucionarias porque eso no es "moral" (tiene el sentido común en contra). Quieren ser "justas" y atienden al "equilibrio" en las formas. Por ejemplo, como "presidente" viene de "ente" que dicen que no es masculino sino inclusivo y por lo tanto no deberíamos decir "presidenta" aunque lo sea una mujer y tienen razón, por lo menos en la forma, pero durante siglos dijeron "la sirvienta" y ni se les pasó por la cabeza la pulcritud gramatical de diccionario académico ("real" de monárquico, además), simplemente -y porque son simples-, que lo femenino no puede dejar de distinguirse en lo subalterno y viceversa, por eso ahora ponen el grito en el cielo cuando Cristina Kirchner dice "presidenta" o “vicepresidenta” y distingue a la mujer en primera magistrada y sucesiva. Ortega se queja: “…”ente” es un sufijo que se refiere a “la persona que ejerce”, de tal manera que quien ejerce la presidencia o intendencia será presidente o intendente, independientemente de que sea hombre o mujer. La Real Academia Española acepta estos términos…” Y… viejo, es una cuestión de clase; sirviente también termina en “ente” porque es un sufijo que se refiere a “la persona que ejerce”, pero vos nunca te quejaste de que si era mujer se le dijera sirvienta. Te molesta que Cristina se diga Presidenta porque te molesta que saque a la mujer de lo subalterno, en un aspecto de valor simbólico trascendente y a la Real Academia, ¿sabés? me la paso por donde siempre me pasé a los borbones. ¡Txakurra kampora!

Las feministas inclusivas no encuentran la forma de no resultar ridículas y objeto de burlas lingüísticas (burlas no necesariamente expositoras de machismo) tratando de ser "justas" y "equilibradas" repitiendo palabras en uno y otro género, homogeneizando con el "@" o la "x" impronunciables o con la "e" que tiende a confusiones y a cacofonía, porque el mayor ridículo es la pretensión de ser neutral. No se puede ser neutral entre Goliat y David, ni entre el zar y los obreros ni entre el patriarcado y la libertad. Por eso desde aquí saludo a la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarias del Uruguay), que en su convocatoria a la más reciente marcha en conmemoración de nuestras mártires fijó el femenino en las plurales mixtas. Nadie pudo burlarse sin exponerse machista. ¡Va paí!

También saludo a la eurodiputada valenciana Sira Rego, de Unidas Podemos, que sin titubeos ni furcios, usa el femenino exclusivo a la perfección, resultando implacable e irrefutable.

INSULTOS Y GÉNERO

En la misma nota dice Ortega, “personas negras (no me gusta el término afrodescendiente, por considerar que termina de reconocer como insulto al que utilizo)”.

Desde hace siglos hasta hace veinte o diez años era de sentido común absoluto reírse de los gays, de los afros, de las personas con capacidades diferentes, de los indigentes y usar las palabras negro, puto, atorranta, mongólico, muerto de hambre, como insultos o calificativos peyorativos que redundaban para los referidos en desventajas sociales y económicas que a su vez determinaban ese tratamiento. Ahora estamos avanzando, ahora hasta las palabras están cuestionadas y los que reían siempre de los mismos e insultaban siempre a los mismos, se defienden, nostálgicos, acusando de "corrección política" a quienes los cuestionaron. Ladran, Sancho, señal que cabalgamos.

Hace treinta o cuarenta años los que ponían en cuestión esas costumbres éramos menos y teníamos menos fuerza, entonces a los que defendían la costumbre les bastaba con acusarnos de "hacer política". No necesitaban agregar la palabra "corrección" para encubrir que siguen siendo ellos los del pensamiento único hegemónico, cuando todo es y siempre fue hacer política.

Ahora necesitan recurrir al ambiguo "políticamente correcto" o "incorrecto", lo que no quiere decir en sí mismo nada en absoluto. Lo que es incorrecto en un ambiente restringido de intelectuales puede ser lo más correcto en el ambiente general de una sociedad. Suele ocurrir.

A Ortega le molesta la palabra "afro" porque devuelve simbólicamente un territorio, una historia, demasiadas redenciones. Dicen (no es él sólo) que ellos dicen "negro" en forma cariñosa, por ejemplo, "Negro Jefe", pero la verdad es que durante siglos fue una palabra para constatar una posición subalterna, de esclavo o de liberto empobrecido, y para insultar. Y hasta en el caso de Obdulio Varela: si en vez de Negro Jefe hubiera sigo Kaiser, habría pasado de capitán de la celeste a Presidente de la AUF o alguna empresa asociada, pero al negro jefe lo marginaron, llegaron a prohibirle la entrada al estadio. Era un cariño políticamente perverso. 

Tratan de ridiculizar la alternativa burlándose del académico "afrodescendiente", pero ¿por qué "descendiente"? A mí nadie me llama "Vascodescendiente", muchos me llaman “el Vasco”, “el Blanco” ninguno. Y Vasco connota directamente un cielo irredento (dicho así por Unamuno), en tanto Afro, la gloria irreversible de la batalla de Cuito Cuanavale ganada al colonialismo.

Sí, ya sé. Esto último es lo que les parece verdaderamente incorrecto a los que acusan de "políticamente correcto", que la historia haya cambiado y que se pretenda expresarlo. En mi escuela les llamaba por sus nombres, porque si no, era imposible distinguir a cuál o a cuáles me dirigía, ni por afros ni por negros, pero hoy saludo al afro Amilcar Cabral con su continente. ¡Y ya no puede prohibírmelo tan fácil el sentido común!

Ahora hemos seguido cabalgando también mejor que antes con el feminismo y cabalgamos al galope. Ladran más fuerte y más desesperados. Cargan de insultos machistas por cualquier cosa que los enfurezca. Eso también es genérico. ¡Chupame el clítoris!, ¡Hijo de fiolo!, ¡Andá a la verga de tu padre!

Ah… ¿viste cómo cambia? El lenguaje no determina pero opera dialécticamente desde la superestructura. Es mejor que guardes tu "ya basta", porque vas a necesitar usarlo muy a menudo. El lenguaje va a seguir cambiando.

Y AHORA SÍ… “EL FEMINISMO QUE ALIMENTA AL MACHISMO”

No es casualidad que en 2019 haya habido 0 femicidio en Euskadi, fronteriza con España que bate record de femicidios. En Euskadi opera un idioma sin género y aunque no todos lo hablen influye incluso en el castellano que allí se habla, que es bien distinto al del Sur, como demostró Telésforo Monzón.

Por cierto, todos los movimientos revolucionarios (y el feminismo lo es por excelencia) cuando se vuelven masivos, reciben la afluencia de los sectores medios en el conflicto que sea, que llegan al campo revolucionario radicalizados (falsamente) en algún detalle, fundamentalistas, maximalistas, con rémoras de Tradición, Familia y Propiedad, sexófobos o asexuados o con los mismos objetivos que ya no les es eficaz perseguir desde el campo opuesto. Bienvenidos todos, pero como decía Loyola: “los conversos a la cola”. No vaya a ser que terminemos como los cristianos de las catacumbas, cooptados por Constantino.

A la cola de Alexandra Kollontai, de Clara Zetkin, de Inessa Armad y de Wendy Goldman, entre tantas otras genias en verdad radicales, de raíz. Lo opuesto del femicidio es el amor libre y el sexo libre, aunque no dé el coraje para decirlo contra tanto sentido común construido por el machismo sexófobo, del que se alimentan algunas vertientes de conversión al feminismo, que no al revés.

Dos atavismos muy patriarcales que vienen portando son la consigna “la infidelidad es maltrato” y el reclamo de “responsabilidad afectiva”

AMOR LIBRE, son dos palabras inmensas que fueron en su génesis consigna del feminismo y que es, sin dudas, el objeto obsesivo del odio de los femicidas. Las matan por celos, por intolerancia al placer y a la felicidad de ellas.

Nadie se mete en los medios hegemónicos con la institución familiar burguesa porque esas vertientes son sexófobas precisamente para no confrontar con el sentido común que construyen esos medios y las instituciones patriarcales. Es el viejo “le serás fiel hasta que la muerte los separe” y si la muerte no termina con la fidelidad (convendría antes definirla), que el hombre mate la infidelidad en la mujer costilla, irresponsable afectiva, como si la afectividad pudiese ser una opción responsable, como si se pudiera elegir en el amor, como si  no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio... Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto"”.




jueves, 20 de febrero de 2020

Himnos partisanos y geopolítica




Algunas veces me pregunto qué se preguntan algunos compañeros cuando se preguntan por qué el fascismo está medrando de territorios sociales y políticos de izquierda. ¿Se están preguntando sobre política internacional (“la única política verdadera”, Perón dixit) o sobre vuelos de cabotaje?

“Si quieren polarizar, lo van a lograr”, advirtió Mujica acerca de la LUC multirreacción, del gobierno multirreacción de los cinco fragmentos reaccionarios antifrenteamplistas. Es cierto, aunque ganaron por nada, van a polarizar porque para eso están dadas las condiciones, empezando por la verdadera política: a Venezuela, Nicaragua, Cuba (Rusia, China, Irán, etc) ni invitación al cumpleaños de Luis (bien dijo Gonzalo Civila: “están confundiendo la transición con el cumpleaños de Lacalle Pou”).

Están dadas las condiciones porque la política es de respuesta, como el fútbol según Tabárez, como todo desde el big bang y Trump la está polarizando para ganar la reelección, aún a costa de poner a todo lo más potente del resto del mundo en el polo opuesto a Washington. Desde que Trump ganó el reality show, a Brzezinski y a Kissinger se les agotaron los ayes para expresar sus lamentos por la unipolaridad tan torpemente perdida, por la oportunidad de dominio de espectro total desperdiciada desde la deriva finisecular novecentista.

No coincidimos con el cipayo alineamiento del multirreacción, pero debemos reconocer que va de la mano de la destrucción de lo público que se propone y es requisito ineludible para ésta. “Lo que no se hace los dos primeros meses, no se hace más”, dijo el Che y Sanguinetti, el titiritero de la coalición multirreacción desde su génesis, en las antípodas del Che, igual lo sabe. Treinta mil votos de escasísima diferencia, a él le alcanzan para venir por todo. Cuando las fuerzas empiecen a medirse en el terreno, algo de quinientos artículos va a quedar instalado hasta nuevo gobierno.

En cambio Alberto Fernández no lo sabe y tiene la ventaja de que su temor al qué dirán (default, presos políticos y otras realidades tan anteriores a su asunción presidencial como inocultables) le ha impedido empezar a gobernar. No viene al cumpleaños de Luis (le sobran los motivos). Quizás ésta sea su señal de arranque, tal vez el primero de marzo sea el día en que empiece a llamar a las cosas por sus nombres.

La que no parece tener fecha de inicio, sumida en una inercia difícil de explicar, es Europa “occidental”. Ayer oí un discurso de Sira Rego (representante de Izquierda Unida de España) en la euro cámara. Me encanta su lenguaje exclusivo femenino en los plurales, pero ni siguiera ella, de clara voluntad emancipada, plantea la centralidad de la contradicción de Europa con el imperialismo yanqui. Se la deja a cierta derecha viejo y centro europea radical y después se pregunta por qué el neoliberalismo genera fascismo como alternativa.

CABILDO ABIERTO Y ANCAP

Es como si el Frente Amplio no defendiera el monopolio de ANCAP (cuestión internacional clave desde su establecimiento, al punto de que en Uruguay la gasolina se llama nafta, en ruso, porque las cinco petroleras imperialistas hegemónicas nos boicotearon la refinería, obligándonos a ponerla en funcionamiento con crudo del Cáucaso) y le entregáramos esa posta a Cabildo Abierto, sólo porque en plena dictadura fascista hubo un Brigadier al frente del ente, que defendió el monopolio contra Ramón Díaz.

Por el contrario, a los gorilas se les caen las caretas “patrióticas” y votan la LUC contra el ente. Aún más al servicio de intereses extranjeros que cuando gobernaron la dictadura de la embajada de “el gobierno americano” (como le llama al de USA Fernández, abducido por la Doctrina Monroe).

En Europa “occidental” es al revés.  Rego limita los referentes antifascistas a partisanos franceses e italianos, cuando Zhúkov también era europeo y sin su ejército, todo bien con “La casa de papel”, pero el “Bella Ciao” estaría tan olvidado como los propios partisanos italianos.

Se entiende, queda bien referirse a los franceses y a los italianos, es chic, y silenciar a los serbocroatas que fueron los partisanos más decisivos y potentes y sobre todo a los partisanos soviéticos, pero sin estos no habría quedado nada, tierra arrasada por los nazis.

“Partisanos del río Amur” decidió más que el “Bella Ciao”. Si vamos a decir la verdad, no es según cómo cotice en el mercado de la alta rotación difusora. No sólo por una cuestión de prestigios (que cuentan) sino de praxis.  La única salida avanzada de Europa es rompiendo la dependencia del imperialismo yanqui y planteándose, con De Gaulle, de Brest hasta Vladivostock. Orbán lo dice. Sánchez no, pero por supuesto, es impertinente pedirle al partido que, con Javier Solanas al frente de la OTAN, ordenó el bombardeo a Belgrado, que reivindique a los partisanos de Tito.

Aparte que el “Bella ciao” es originario serbocroata, no italiano. Los partisanos de Josip Broz recuperaron ellos mismos sus territorios, también por eso ellos y los rumanos pudieron no ser estalinistas luego, en parte, pero los italianos no hubiesen ocupado el edificio en Roma sin el quiebre que significó para los fascistas Stalingrado y “el apoyo de Luchy Luchiano” (USA) desde el sur y terminaron con bases de la OTAN. A los fascistas nombráles mejor a quienes los derrotaron antes que a los derrotados por el fascismo. Si no, después, lloran en tu velorio.

Ese discurso usa occidentalista de la izquierda no es una solución al problema de la economía de Europa, no beneficia a su clase trabajadora por mucho que se la invoque y a ninguna clase popular del mundo.

EL MEJOR CUENTISTA URUGUAYO Y UN DESFILE MILITAR

Mario Arregui fue el mejor cuentista uruguayo, quizás después de Onetti. Era de Flores, estanciero como Enrique Amorín, conducía la audición del Partido Comunista en una radio de Trinidad. Todos lo conocían en el cuartel de Flores donde lo encarceló en un principio la dictadura fascista. Lo puso en una celda pequeña con un ventanuco alto abarrotado. Mario tenía que trepar y colgarse de los barrotes para mirar por el ventanuco. Desde allí veía el patio del cuartel donde un día las tropas se pasaron ensayando para un desfile.
Desde muy temprano el golpeteo de los pasos de ganso y los gritos de “¡March…!, ¡Media vuelta, march…!, no lo dejaron dormir, hasta que se le ocurrió colgarse de los barrotes y gritarles. “Vo, oiganmé, oiganmé, es importante: ¡cuando lleguen a Stalingrado, paren!”.

¿Vos lo viste a Cristi llorando en el velorio de Mario?

martes, 18 de febrero de 2020

El político César Vega





Cuando a la gente le hacen decir ¡que se vayan todos!, se sabe que no se refiere a todos los banqueros ni a todos los dueños de la televisión, ni a todos los monopolistas de las distribuidoras de alimentos, ni a todos los jueces, ni a todos los militares, ni a todos los estancieros, ni a todos los dueños de frigoríficos enroscados al capital financiero, ni a todos los servicios de espionaje imperialistas, no, no se refiere a todos ellos, porque todos ellos en definitiva son unos pocos y generalmente los mismos y porque simplemente son ellos mismos, los medios, sus monopolistas, sus inversionistas y sus supeditadores publicitarios. Todos sabemos a quiénes se refiere únicamente, exclusivamente y puntualmente y por supuesto que se refiere, al barrer, a todos los políticos, es decir, a los únicos que vos, Juan Pueblo, podés votar...
...Pero el imperialismo tiene sus propios políticos (y sus propios militares), que hasta hace menos de veinte años años eran la gran mayoría de los políticos (y militares) en América la nuestra, neoliberal imperialistas, social imperialistas, eco imperialistas, antipolítico imperialistas. Cuando el imperialismo juega a que se vayan todos es para que se vayan los que lo están molestando y casi siempre tiene una muestra de “corrupción” de cada palo y si no la tiene, la fabrica (lo hemos visto en cada caso). Con tal de sacrificar a todos, sacrifica incluso a los suyos, pero para que te vayas vos, ciudadano, para que vos te desalientes, te desilusiones y te resignes y te quedes solito, aislado y en tu casa frente a la tele y la soledad de las redes (que son como el silencio, tanto atan como desatan), a su merced, sin nada que puedas elegir, sin que te importe que el resultado sea volver al “consenso de Washington”, con el que estabas bastante peor en realidad hace quince años, pero el imperialismo sabe que tampoco va a importarte la realidad porque lo único que permite que te importe es la posverdad que arma en los juzgados y las productoras para sus sets televisivos en todo tipo de pantallas.
Escrita por ellos la palabra corrupción sería un chiste para reír a carcajadas, si no fuera trágico tal como el chiste de que César Vega, político, diputado, que se dedica a la política, vive de la política, eco televisivo, que corre el albur de ser el nuevo Pablo Mieres en la sobrerrepresentación mediática con que intentan ubicar en “centroizquierda”, cualquier opción de gobierno que no sea el Frente Amplio. .
Vamos a verlo todos los días en todos los canales y en todos anda repitiendo el sonsonete “los políticos”, con el oportunista desdén del sonsonete con que construyó sentido el imperialismo. Para el targuet de humo donde esconder el sistema económico e ideológico que no te dejan elegir ni a vos ni a tu perro ni a los monos.
Un consejo a los canales. Sobrerrepresenten todo lo que quieran pero mídanle un poco la exposición. El exceso de hipocresía termina haciéndose evidente y Mieres no hay uno solo.

lunes, 10 de febrero de 2020

Bukele y otra resistible ascensión de fuerzas armadas



Imaginen que a Lacalle Pou, Vázquez hubiese ido con las fuerzas armadas a buscarlo a La Tahona cada vez que aquel debió concurrir al parlamento a sesionar y no lo hizo. Nuestro déficit fiscal hubiese aumentado considerablemente, pero además era una tarea que a las fuerzas armadas no les correspondía ni tampoco a su Comandante en Jefe Tabaré Vázquez.

En cambio, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, dice que la Constitución salvadoreña le autoriza a hacer algo parecido a lo que hemos imaginado.

Bukele no tiene un partido político fuerte, apenas tiene un pequeño rejunte de ex dirigentes del derechista ARENA con ex guerrilleros del Frente Farabundo Martí (al cual perteneció), pero tras treinta años de gobiernos de los partidos fuertes, sumidos en el desprestigio de la política, Bukele, de 39 años, ganó el año pasado las elecciones presidenciales con mayoría absoluta, pero gobierna con parlamento opositor que recién podría cambiar, legalmente, en 2021, con las elecciones del legislativo.

El viernes conminó al Parlamento a aprobar el domingo, en reunión extraordinaria, un préstamo de 109 millones de dólares para “seguridad” (su caballito de batalla electoral, ¿les suena?).

Dice que es una ley de urgencia (¿también les suena?)

El domingo se apareció flanqueado por militares y policías en un Parlamento casi vacío. No había quorum y amenazó con ir a buscar a la casa, con las fuerzas armadas, a cada parlamentario para que concurriese y votase afirmativamente.

Luego se dirigió a sus simpatizantes llamando a “la insurrección popular” contra el Parlamento (¿les suena a Idi Amin Dadá; no, se llama Bukele y es blanco, aunque su intención se parece bastante a lo que los yanquis llaman “revolución de color”).

HELICÓPTERO, BUQUE Y MARAS

El dinero que Bukele requiere es para armamento de policías y fuerzas armadas e inversiones en territorios de maras (bandas), incluido un helicóptero y un buque guardacostas. Algo así como un mini micro plan Mérida, una iniciativa de Bush y el cipayo Calderón, causante de más de doscientos mil muertos y ninguna prosperidad, un negociado de la industria armamentista, del cual los grandísimos mexicanos se abrieron hace poco más de un año, cuando asumió López Obrador.

Las maras exigen esas inversiones para mantener cierta tregua a su violencia (que le permitiría a Bukele una plataforma propagandística para ganar las legislativas). Ya le habían dado tregua al FMLN una vez, en 2009 y la extrema dependencia económica de El Salvador a USA, que el Frente no supo o no pudo sortear, impidió avances. El mayor problema es que esa dependencia se agrava con más endeudamiento y compras al aparato industrial armamentista, en tiempos muy turbulentos para la región norte y centroamericana.

López Obrador, el Presidente de la Cuarta Transformación de México, país decisivo en el vecindario de El Salvador, inició un camino de soberanía política que sabe tendrá reacciones del imperialismo y se preparó para contrarrestarlas.

Obrador creó una Guardia Nacional, que no sustituye a las Fuerzas Armadas, sino que les quita la mochila de la falsa “guerra contra las drogas” para abocarlas a la defensa nacional y este fin de semana su canciller, Marcelo Ebrad, firmó con Seguéi Lavrov, su homólogo ruso, sendos acuerdos en materia militar.

La cuestión no es especialmente contra Trump –a quien Obrador ha sabido sobrellevar con paciencia tabasqueña–, sino en general. El reciente invento demócrata contra Bernie Sanders, Pete Bitiggief, a quien se está volcando el apoyo del stablisment, anunció que si los Le Barón se lo piden, enviará el ejército a México.

En cuanto Pete dijo que él ganó Iowa, los mexicanos invitaron a Lavrov.

“¡RENUNCIÁ FMLN!”

La movida del poder oligárquico en la “Pulgarcito” de Centroamérica, puede tener visos de respuesta a la visita de Lavrov, pero fundamentalmente se dirige a ganarle posiciones parlamentarias al FMLN (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional), al que el año pasado El País de Madrid pronosticó dividido y destruido para estas fechas (es coherente, El País cree que el Presidente de Venezuela es Guaidó).

No es que las maras sean inderrotables. Hace tres años varias maras salvadoreñas anduvieron de misión en Nicaragua, consiguiendo un par de choques que a Mujica le alcanzaron para pedir la renuncia del Presidente Ortega (Moreno, Piñera, Añez, Duque, Santos, Uribe y unos cuantos presidentes haitianos, hondureños, entre otros, van a morir haciendo méritos sin que Mujica llegue a tanto), pero en El Salvador son más poderosas que el Presidente y lo condicionan.

Mientras Soros paga migrantes salvadoreños, hondureños y guatemaltecos para que le compliquen los planes de paz a Mëxico, Trump se los complica directamente con nuevas guerras y resistibles ascensiones de fuerzas armadas.

Sin embargo, en El Salvador, el regreso de las fuerzas armadas es el retorno a la guerra prolongada explícita, porque la unidad de la fuerza se logró en el proceso de paz y de él depende. Los territorios están bastante demarcados.

Se anuncia el apoyo de Almagro a Bukele. Va mejorando. Éste, al menos es un Presidente electo.