jueves, 25 de marzo de 2021

¿De qué hablan cuando dicen “libertad”?

 

 


Desapariciones, asesinatos, tortura, los gloriosos setenta... Por CX 50 derrapaba la moto de la excitación. “¡Oh!, me voy para Barbados; ¡Oh!, voy a ver a mi novia (en inglés, su único idioma con música)” y las tropas de USA desembarcaban en Granada y derrocaban a Maurice Bishop. En esos años ya no se hablaba de imperialismo, pero seguían hablando de “libertad”. Le Monde Diplomatique aludía a menudo a “los dos imperialismos” (refiriéndose a Estados Unidos y a la Unión Soviética), pero Le Monde se refería al “imperialismo político”, la capacidad de estados poderosos de determinar o influir conductas de otros más vulnerables o de ocuparlos militarmente. Esta acepción de la palabra “imperialismo” viene desde tan lejos como “el imperio asirio” o “el imperio persa”. Pero hacia fines del siglo XIX se observó que la concentración enorme de riqueza se había trasladado a las finanzas, después de haberse producido los grandes consorcios fabriles y los centros financieros estaban situados en los grandes países industriales. Entonces se desarrollaron los dos primeros estudios en profundidad del imperialismo capitalista, la teoría de Rosa Luxemburgo y la de Lenin. En ellos la libertad individual no se concibe sin la colectiva. “La libertad es siempre la libertad del otro”, dice Luxemburgo y Ulianov dice. “la libertad del imperialismo es la del zorro libre en el gallinero libre”. Los centros financieros, muy concentrados, interpretaban, según su exclusiva libertad, las necesidades del sistema económico e influían en los gobiernos, con la amenaza o acción militar de la guerra imperialista usando sus estados gendarmes.

 

Ayer un compañero me envió un whats upp preguntando si me había equivocado al subtitular PROGRESISTAS VERSUS NO LIBERALES, si no había querido decir “neoliberales”. Le agradecí, lo saludé y le respondí, “’eso no es liberal, ése es el capital financiero’ decía Arismendi”. Liberal era Voltaire, “la tolerancia predica mejor que los verdugos” pero también, “el señor Gillet no está demasiado al corriente de los negocios de este mundo. No sabe que cuando está uno encerrado entre zorros y lobos, hay a veces que ahumar a los unos y aullar con los otros” (carta de Voltaire a Villevielle, 1 de mayo de 1768). Cuando el Frente Amplio impuso desde el gobierno la consigna de Tabaré “que el que tiene más pague más y el que tiene menos pague menos”, la oposición -hoy gobierno- salió a pintar paredes con la leyenda “dictadura económica”, ¿se acuerdan? Salieron una vez más, a ahumar a los otros para defender la libertad de los zorros. Hoy imponen la consigna de Tabaré en reversa maximalista, “que los que tienen menos lo paguen todo y el que tienen más, el “malla oro” no pague ni un puto peso y encima se la lleve toda”, pero a esto no le llaman “dictadura económica”, le llaman “libertad”.

 

“No a la dictadura económica”, pintaron en varios muros de Montevideo, aquellos opositores que ahora son estos gobernantes, que cuando gobernaba la dictadura le llamaban “gobierno de facto”. Muchas veces olvidamos en general que las palabras son también cosas. Se gastan y se rompen como las otras cosas. Hay palabras que a fuerza de significar demasiado ya no significan nada, han perdido significación. "Democracia", "fascismo", "genocidio", "dictadura", "libertad", se generalizan de tal modo que sólo sirven para incomunicar. Ése, muy concreto, es además un objetivo de este gobierno, la incomunicación. Objetivo fácilmente alcanzable con el blindaje mediático que tiene.

 

La izquierda ha cometido muchas veces el mismo error con las palabras. Alfredo Zitarrosa, por ejemplo, se autocriticó un verso de Doña Soledad porque decía ¿qué es lo que quieren decir con eso de la libertad? En la lucha Alfredo aprendió que a la libertad es mejor tratarla sin sombra de desprecio y defenderla toda. También de las palabras.

 

Dictadura económica no fue para la derecha la disolución del parlamento y la violación de todos los derechos humanos a efecto de imponer una política monopólica del capital financiero (imperialista en cualquiera de las acepciones de la palabra), que condenó a la marginación y a la miseria a cientos de miles de uruguayos (economía que continuó, sin dictadura, con los gobiernos blanquicolorados, en alguna medida con los frenteamplistas también, pero hoy bate récord de extremismo dictatorial economicista).

 

Para este gobierno que subió el IVA, quitando dos puntos de descuento por pago con tarjeta, que subió las tarifas y el costo de vida en general por precios y política monetaria, que rebajó salarios y jubilaciones, “dictadura económica” era el impuesto a la renta, que además ahora lo subió al modificar las franjas de imponibles.

 

Sin embargo, conferencia de prensa tras conferencia de prensa, Lacalle Pou aumenta además sus repeticiones de la palabra “libertad”, mientras se frota las manos porque la epidemia le da pie, a obstaculizar la libertad de reunión para juntar firmas contra la LUC liberticida. “La historia de la libertad es la historia de las asambleas”, escribió José Batlle y Ordóñez, porque en definitiva la cuestión es ¿la libertad de quién?, ¿del colectivo, del pueblo o del “malla oro” (“la oligarquía”, le llamaba don Pepe a ese ubicuo “malla oro” de Lacalle Pou)?

 

Zitarrosa, cuando volvió al país, cantó Doña Soledad cambiada: ¿qué es lo que quieren decir con la palabra "libertad"?

 

miércoles, 24 de marzo de 2021

Se completa el pánico de la “falsa pandemia”

 

El tiempo es implacable. El 13 de marzo del año pasado, cuando Uruguay entraba en “aislamiento social”, hace más de un año, en bastante menos de dos meses de “pandemia” (así declarada por la OMS), China lograba librarse del virus SARS-2 y “Occidente” se hacía retóricamente la pregunta

¿podremos nosotros? Occidente estaba seguro que podría. Si China había podido….

 

En Uruguay había un plan que sin duda hubiese podido. El obsesivo médico Tabaré Vázquez hubiese podido. Pero no era ya el Presidente. Su plan, en Torre Ejecutiva, fue ninguneado, como pelillos al mar.

 

¿Qué nos pasó, Rabbit, para que ahora Lacalle Pou cada quince días, en nombre de la “libertad” pateé la pelota un poquitito más para adelante, mientras un tercio del planeta ya se libró de verdad completamente del virus?

 

PROGRESISTAS VERSUS NO LIBERALES

 

En otro tercio del planeta había sectores económicos dominantes que no estaban dispuestos a perder dos meses ni cuarenta días en la competencia de mercado con otros sectores económicos no menos dominantes pero además beneficiados por las circunstancias epidémicas.

 

En concreto, el sector narco y el armamentista, el contrabando en general, las corporaciones de medios analógicos, el sector energético, principalmente petrolero y del fracking, que ya estaba a punto de explotar una burbuja financiera antes de la “pandemia”, los sectores del transporte aéreo y terrestre y los industriales exportadores de bienes no primarios, junto a los menos dominantes del turismo y el comercio de medianas y pequeñas superficies, iban a perder ante las tecnológicas de la comunicación, las ventas online, las grandes superficies, los conmodities de alimentos y, por supuesto, siempre iba a arbitrar el sector financierista, el que nunca perdió en el juego imperialista, la banca de la banca.

 

Hoy el sector financierista se posiciona en corto y a descubierto con el dólar y en largo y a cubierto con Asia, especialmente con China. Wall Street se refugia en los conmodities y, además de la especulación, la demanda del tercio del planeta libre del virus, les sube el precio, a los alimentos y también al petróleo.

 

Pero en aquel entonces se empezaron a mover los lobbies, los CEOs que en China ni se habían atrevido a plantearle al Partido Comunista, “mantenéme abierta tal fábrica en Wuham”, porque ya sabían la respuesta: “volvé en dos meses cuando nos hayamos librado del virus”, en Occidente amenazaron con una catástrofe ambiental.

 

En un santiamén el precio del petróleo pasó de U$S 30 a U$S -30. Según las bolsas de valores, las petroleras tenían que pagar treinta dólares por barril a quien se los comprara, pero aun así nadie los compraba, porque las necesidades de energía de un mundo semiparalizado estaban cubiertas, aparentemente las refinerías no tenían más cupo, no tenían dónde guardar el petróleo y ni para especular se vendían sus acciones, porque la tendencia a la quiebra de la mayoría de las empresas del sector era anterior a la pandemia.

 

Cundió el pánico. Dijeron que ya estaban desbordadas todas las piletas existentes, que cerrar los pozos era costosísimo, lento y a explosiones sólo superables en catástrofe ambiental, por el desborde de combustible a los campos y ciudades. Había que reabrir las economías aunque todavía ni por asomo se hubiesen librado del virus en ningún país de la órbita imperialista.

 

Así fue que tuvieron que empezar a justificar por qué no podían librarse de la Covid y debían alternar confinamientos interminables con aventuras de infección masiva para tan sólo mantener o amortiguar la curva de contagios sin que se hiciese exponencial o para intentar descabellada “inmunidad de rebaño”, propia de la cabellera de Boris Johnson, o ir pateando, de ambos modos, la pelota hacia adelante estilo Lacalle Pou en el país más fácil del mundo para evitar la epidemia.   

 

En este tercio del planeta, lo más fácil era ocultar la verdad de la milanesa, que el capitalismo no es apto para la sobrevivencia de la especie humana (de ninguna especie, porque a ninguna otra especie se le ocurriría el absurdo del capitalismo).

 

Más de un año después seguirían hablando de “olas” y “casos” y eligiendo a quiénes atender en CTIs colapsados y a quiénes dejar morir, mientras en China, desde mediados de marzo del 2020, estuvieron ocho meses con un solo muerto por Covid en un rebrote rápidamente controlado y ahora ni distancia corporal ni mascarilla, normalidad normal…

 

En Vietnam murieron por Covid apenas cien, en Cuba apenas trescientos y en Nueva Zelanda, aún menos. Era fácil ocultar la diferencia entre el progresismo y el no liberalismo mal llamado neoliberal, porque entre el lobby presionante estaban las corporaciones mediáticas.

 

“EL NUEVO ORDEN MUNDIAL”

 

Sé lo útil que es para generar miedo mostrar la imagen de la muerte, especialmente de la agonía. Fui cronista de sucesos en la época de la campaña contra el SIDA. Mostramos la horrorosa agonía del SIDA en modo visual, en la tele, en el cine, en los diarios. El temor hizo que se admitiese el uso del condón para frenar los contagios.

 

No fue por el placer de usar condón. Fue por temor al sufrimiento propio y de los seres amados.

 

Además, vi el miedo usado de arma política, con la alta rotación  de sensaciones de “inseguridad”, mostrando las imágenes de las cámaras de seguridad en asaltos, rapiñas, arrebatos, la mujer cayendo al piso, los rehenes boca abajo con armas apuntando a las nucas, los disparos...

 

Cuando “occidente” resolvió que no podría librarse del SARS-2, porque las presiones de grupos económicos dominantes (los “malla oro” de Lacalle Pou) se lo impedían, nadie vio una sala de CTI, ni un enfermo de COVID agonizando, ni la última corrida de una camilla con ventilador por un pasillo de hospital…

 

No hubo pánico de la Covid. Se habló mucho de la “pandemia” pero en términos de pánico de la “falsa pandemia”, una supuesta conspiración global y globalista, a la que sí habría que temer, porque nos traería un “nuevo orden internacional”.

 

Si a la pandemia sanitaria no te la mostraban, si te daban los números estáticos en una epidemia cuyo peligro es matemático por el riesgo al contagio exponencial, si lo sometían a polémica cual jamás sometimos al cuidado con el SIDA ni dejaron que se sometiera la sensación de inseguridad, el resultado tenía que ser un montón de excusas ideológicas para discutir si “cuarentena” sí  o “cuarentena” no, que en ningún caso era cuarentena, ni por el modo ni mucho menos por la interminable duración o recurrencia.

 

La más exitosa de las coartadas ideológicas para el pánico de la “falsa pandemia” fue su direccionamiento político hacia la ultraderecha, la vieja teoría proto nazi de la conspiración judío-comunista-masónica. Ahora los judíos no eran los proletarios de Europa central y oriental, sino George Soros, un traidor a aquellos, un canalla que señaló a sus compañeros de barrio en Budapest para que los nazis los llevasen a los campos de concentración. Los comunistas no eran la vanguardia de aquel proletariado, sino el Partido Comunista Chino, supuestamente aliado de Rockefeller (¿?) desde que Nixon visitó a Mao (¿?) y el masón era Bill Gates (¿?). Y entre ellos habían “inventado” la pandemia para crear el famoso “nuevo orden mundial”. El pánico a ese supuesto “nuevo orden mundial”, fue el verdadero miedo que crearon con imágenes, los chips en el cerebro y la manipulación del ADN, tomados de series distópicas de Netflix, el temor al 5G, a la inteligencia artificial, a la robótica, la media verdad de los doce bancos de la Reserva Federal de USA que, es cierto, monopolizan gran parte del mundo y controlan el sistema SWIFT, y los “nacionalistas” vinieron a descubrir recién ahora, a causa de la Covid.

 

Pero lo más enigmático de la trama, es que parecen creer que en ese contexto alucinado, la reencarnación de nuestro salvador Señor Jesús Cristo es Vladimir Vladimirovich Putin.

 

En serio.

 

¡De Vladimir Putin pienso que se reveló un estadista eficaz, consistente y sensato, pero hubiesen avisado antes que Rockefeller es filo comunista!

 

¡Con lo bien que nos hubiese venido una contribución de él en La Habana o en Pionyang o en Hanoi, en vez de las bombas sobre Corea, donde los yanquis bombardearon más que toda la Segunda guerra mundial y la invasión a Bahía de Cochinos, que la segunda generación de los Rockefeller, entre otros, financió y la guerra biológica contra Vietnam, napalm, agente naranja, fósforo blanco, igualmente financiados por la Fed de los Rockefeller!

 

¿Ahora Soros, operador de la cuarta generación de Rockefeller financia el feminismo y la legalización de drogas? Llegó más de cien años tarde. Sherlock Holmes y Clara Zetkin se le adelantaron.

 

A China no le trasladaron ni un dólar ni un puesto de trabajo, nada. Esa es leyenda urbana de Wall Street. Todo el desarrollo de China es obra de los chinos al romper la traba de las relaciones de producción antiguas.

 

Por eso le plantan cara al imperialismo y no le dieron bola a Trump cuando les exigió por tuit que se abrieran a los bancos extranjeros, y toda la tierra de la República Popular China es propiedad comunista del pueblo chino, usufructuada en muy diversos modos e hipotecable hasta en un 99 %, sin embargos pero sólo con el Estado (no votaron en la Asamblea Popular y Nacional la extensión de las hipotecas al 100% para que nadie se crea terrateniente; son orgullosos campesinos que este año, en el centenario del Partido que los distingue con la primera de las estrellas que orlan la principal en su bandera roja, han salido todos de la pobreza. 700 millones de humanos. La mayor cantidad sacados de la pobreza en el más breve período histórico).

 

Me consta que muchos compañeros se inhiben de relatar la evidencia del éxito de la revolución china, porque “nos comimos el boniato de la infalibilidad de la URSS”. Este gurí, que vivió la circunstancia de leer a Reich desde chico y no comió ese boniato, les señala que hace nada, cuando el Instituto Gamaleya de Moscú impuso el prestigio de la Sputnik V, que Biden no puede tapar por mucho que le hagan llamar “asesino” a Putin, éste comentó, para mi sorpresa: “pudieron destruir la Unión Soviética, pero no pudieron destruir el sistema de salud soviético” (¡!) y la actual unidad de Rusia, actual primera potencia militar del mundo, con el gigante asiático conducido por Xi Jimping, actúal primera potencia económica del mundo, es el hoecho geopolítico más importante de la historia universal.

 

Todos los pueblos revolucionarios triunfantes aquí mencionados, pagaron para beneficio nuestro, los mayores precios en sacrificios por la liberación. Ahora que Venezuela inauguró las efectivas vías electorales hacia una construcción de poder socialista en América La Nuestra, hagamos que el menor costo que transitarlas les signifique a nuestros pueblos, no nos quite la vista de Neruda.

 

“Ya podemos mirar la torre cristalina de nuestra poderosa cordillera nevada, porque en el alto orgullo de sus alas de nieve, brilla el fulgor severo de una nieve lejana, donde están enterradas las garras invasoras”.

 

Hizo bien Beijing en invitar a Serguéi Lavrov para informarle sobre la cumbre sinoyanqui de Alaska, para compartir la respuesta a la prepotencia imperialista. Cuando eran todos comunistas y no había Internet, no estaban tan unidos ni se requerían tanto presencialmente.

 

Tampoco tenían un Canciller de la estatura diplomática de Lavrov, dicho sin desmerecer al camarada chino.

 

Por cierto, las conspiraciones existen. A eso se dedican cientos de miles de profesionales, muchos en laboratorios militares para guerra biológica. Hace un año arriesgué que Donal Trump era el destinario por elevación de lo que la cancillería china había señalado un posible plante del virus por el ejército yanqui en las Olimpíadas Militares precisamente de Wuham 2019,. Dio en el blanco (en el anaranjado). Si no lograban colapsar China en el año nuevo 2020 (febrero chino), la fecha de más movilidad interna, objetivo no alcanzado, la propagación del virus exasperaría la política antiglobalista de Trump, hasta su extremo indeseado por éste y le haría perder las elecciones.

 

El vaticinio se cumplió. Antes de la pandemia, Trump ganaba cómodo la reelección según las encuestas y por lógica de algunas metas económicas alcanzadas a costa de las alianzas estratégicas yanquis en Europa y Asia Pacífico a mediano plazo.  USA al fin había crecido un 3,5 % anual, al fin un Presidente protestaba por tuit contra el escandaloso presupuesto militar del Pentágono, por fin un Presidente que, aunque insultaba, bravuconeaba, disparateaba yendo y viniendo, sin pudor, de una posición a su contraria, gastaba en bombas y soldados muchísimo menos que los “demócratas” y, de paso, menos que los anteriores “republicanos”, pero llegó la pandemia con su obligación de cierre económico y Trump no podía de ninguna manera manejarse en ese escenario.

 

Imitado por Bolsonaro en Brasil, eran dos monos con metralletas, de esos que, cada pocos días, aparecen en USA disparando contra todo lo que encuentran, en un cine, en una escuela, en una iglesia, en una disco, en un supermercado, donde sea… Dos países llenos de armas en las calles. Un Presidente antiderechos aupado por reality show y otro, aún peor, por lawfare. Los dos batieron récord de muertes e infecciones por coronavirus.

 

En Uruguay, lo reconocimos, el Ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, supo paliar las inacciones del gobierno, con eficacia al integrar actores científicos a la gestión, colaborando con UDELAR y Pasteur, entre otros. La constitución del GACH fue un acierto que hoy se limita a dar testimonio de lo que se debió haber hecho y no se hizo y de lo que debería hacerse y no se hace, pero la verdadera política es internacional, y Lacalle Pou empezó a gobernar pretendiendo reunirse con protocolo borbónico en La Tahona con muebles del Palacio Santos y, en pleno desastre pandémico, fue a visitar a Bolsonaro en el avión privado del mayor oligarca brasileño dueño de tierras en Uruguay. Mientras tanto se permeaba la frontera para que entrase a nuestro país, el resultado virósico del genocida Bolsonaro.


Ha pasado más de un año. China, Rusia e Irán se solidarizaron con los países que carecían de recursos médicos, por bloqueo imperialista o por falta de desarrollo sanitario público, entre estos últimos se incluyen los europeos y USA. Enviaron mascarillas, ventiladores y luego vacunas y gasolina, mientras los viejos colonialistas e imperialistas se robaban entre ellos mismos los insumos y las vacunas y prohibían exportarlas e interferían el abastecimiento a países con gobiernos que no les gustan. En eso volvió Biden con sus bombardeos y amenazas. 


"El nuevo orden mundial" es el mismo viejo desorden, que simula poder hacer todavía alguna corridita, pero se tropieza.

 

lunes, 15 de marzo de 2021

Lacalle Pou compró según él las mejores vacunas, las más caras

 


 

“Se durmió con las vacunas”, dijo Mujica de Lacalle, pero éste había explicado claramente cuál era la dificultad para comprarlas. “Hay mejores y peores, más eficaces y menos eficaces y las mejores y más eficaces cuestan más caras y las peores y menos eficaces más baratas", dijo en perfecto castellano.

 

En ese momento las más caras eran las norteamericanas Pfizer (que además es alemana, Biontech) y Moderna, en el entorno de los 45 dólares la dosis, y las más baratas eran las chinas Sinovac y Cansino, en el entorno de los 8 dólares la dosis. O sea que las mejores para Lacalle Pou eran Pfizer-Biontech y Moderna. Las peores Sinovac (Coronavac) y Cansino. Tirando a peorcita estaba la rusa Sputnic V, que le fue ofrecida a Lacalle a unos 15 dólares la dosis, pero según versión de Página 12, Lacalle la rechazó. Fue coherente. Él quería las mejores, que son, segúl él, las más caras.

 

Y las consiguió.

 

Según La diaria del 11 de marzo, “informó este jueves el semanario Búsqueda, (que) el gobierno nacional ya pagó 35 millones de dólares a los laboratorios Pfizer y Sinovac por las vacunas que arribaron al país. Según datos del Ministerio de Economía y Finanzas a los que accedió el semanario, el 12 de febrero se autorizó el pago de 9.765.000 dólares a Sinovac Life Sciencies Co. Ltd., ubicada en China. Ese pago se realizó por las 192.000 dosis que llegaron el viernes 26 de febrero, lo que equivale a 50 dólares por dosis, un monto considerablemente mayor al que pagaron otros países”.

 

Muy sencillo: los chinos se aseguraron de que sus vacunas fuesen las mejores a criterio de Lacalle Pou. Supieron que éste había encargado Pfizer-Biotench a 45 dólares la dosis, por apenas 50 mil dosis de adelanto y le vendieron 192.000 dosis de Sinovac, a cinco dólares más que la yanqui por cada dosis, lo que en el mayoreo equivale, en realidad, a 10 dólares más por dosis. O sea, 10 dólares mejor y más eficaz cada dosis la de Sinovac que la de Pfizer..

 

Se terminaba febrero y Uruguay era el único país de Sudamérica que no tenía vacunas. Los chinos le habían vendido a 59 países y le habían regalado a otros tantos que no podían pagarlas, sin fijarse en colores políticos. En Sudamérica, hasta Chile y Colombia compraron Coronavac a precios normales. Uruguay quedó último y al mayor precio que se haya pagado una dosis de vacuna en el mundo y en la historia, especialmente una dosis de vacuna china, que si no son todavía las mejores, muy probablemente lo sean pronto, pero, de momento, están, en el mercado internacional, relativamente más en cuenta de lo que .Lacalle Pou las pagó.


¿En serio Lacalle Pou creyó que los chinos no saben traducir del castellano?

 

El lunes 8 de marzo se autorizó otro pago para Sinovac Life Sciencies Co. Ltd., ubicada en China, de 16.275.000 dólares por 1.558.000 dosis, por lo que el precio de la segunda tanda de vacunas bajó a 10 dólares la dosis. La semana anterior el diario El País había publicado un editorial: “China, amigo en la adversidad, amigo de verdad”. ¡Se han de imaginar con qué emoción lo escribieron!

 

Siempre según Búsqueda, “el 25 de febrero se emitió un pago por 9.009.000 dólares para el laboratorio estadounidense Pfizer”, por una primera entrega de 200.000 dosis, de las que 50.000 arribaron en fecha próxima. Esa transacción equivale a 45 dólares por dosis.

 

Según el relevamiento que hizo el semanario, Estados Unidos le pagó a Pfizer 19,5 dólares por cada dosis, mientras que la Unión Europea abonó 14,7 dólares y Costa Rica y Panamá lo hicieron por 12 dólares la dosis.

 

Unicef informó que las 13 vacunas aprobadas que América Latina puede comprar tienen precios muy diferentes según el país y el proveedor, y varían desde los 2,7 dólares hasta los 44 dólares por dosis.


También puede haber habido un problema de traducción: "Twelve". "¿45?". "No, douce". "Ah... perfecto, 45". "Bä". "¿50?" "No, otlo". "Perfecto, 50". Y algo por afuera quién sabe... 

 

Los cincuenta dólares por cada una de las casi 200.000 dosis de Sinovac, nos aseguraron tener entonces, a criterio de Lacalle, la vacuna topísima en el ámbito mundial, la Coronavac de Sinovac. China alcanzó así en Urugay niveles de calidad que la confirman despegada del resto de las naciones. Y, sin embargo, sólo un 40% de los uruguayos habilitados para recibir vacunas de esa partida, fueron a dársela,, propaganda mediante, mientras que ayer anunciaba El País en título 1 de tapa, a cuatro columnas “se agotan los cupos para vacunarse con Pfizer”. Claro, ¡habían dejado las apenas 50.000 para el sector Salud, el más necesitado!

 

Ya dijo Mauricio Rosencof que nos gobierna una agencia de publicidad, pero no únicamente el Ruso Rosencof se da cuenta, sino también todos los otros rusos y los chinos, que no se trata de una agencia de publicidad propia. Es una agencia de publicidad además de Pfizer, y ésa va por afuera. Y aunque invente cifras Cifra, también los uruguayos nos damos cuenta.