martes, 17 de abril de 2018

Que te vayas vos

Cuando los medios alientan, soterrados o a voces, ¡que se vayan todos! ¿Quién quieren realmente que se vaya?

Se sabe que no se refieren a todos los banqueros ni a todos los dueños de la televisión, ni a todos los monopolistas de las distribuidoras de alimentos, ni a todos los jueces, ni a todos los militares, ni a todos los estancieros, ni a todos los dueños de frigoríficos enroscados al capital financiero, ni a todos los servicios de espionaje imperialistas, no, no se refieren a todos ellos, porque todos ellos en definitiva son unos pocos y generalmente los mismos y porque simplemente son ellos mismos, los medios, sus monopolistas, sus inversionistas y sus supeditores publicitarios. Todos sabemos a quiénes se refieren únicamente, exclusivamente y puntualmente y por supuesto que se refieren, al barrer, a todos los políticos, es decir, a los únicos que vos podés votar...

...pero cuidado: ellos tienen sus propios políticos, que hasta hace quince años eran la mayoría de los políticos en América Lanuestra (en la de ellos, en la autodenominada Estados Unidos de América, son casi todos de ellos). Los medios juegan a que se vayan todos para que se vayan los que los están molestando (a ellos y a la autodenominada) y siempre tienen una muestra de cada palo y si no la tienen la fabrican. Con tal de sacrificar a todos, sacrifican incluso a los suyos, pero para que te vayas vos, para que vos te desalientes, te desilusiones y te resignes y te quedes solito, aislado y en tu casa frente a la tele, a merced de ellos, sin nada que puedas elegir, sin que te importe que el resultado sea volver al neoliberalismo (del consenso de Washington), con el que estabas bastante peor en realidad hace quince años, pero tampoco te va a importar la realidad porque lo único que permiten que te importen es la posverdad que arman en los juzagados para los sets televisivos y la llaman, con una palabra que escrita por ellos es un chiste para reír a carcajadas, "corrupción".

Siempre tienen una muestra de cada palo, te decía, porque es estadísitico (siempre tenés un caso para mostrar entre cien que no muestran) y si no la inventan. Recuerdo cuando Valenti era un objetivo de los servicios (se supo mucho después, tarde, como todo), que trabajaba a comisión para entregar el hotel Carrasco, que había hecho una matufia con diamantes de Angola, que se había ido al exilio de capa media para volver millonario y comité ejecutivo PCU, que coleccionaba objetos suntuarios y se jactaba del mejor auto, la mejor vida, los fetiches del consumo y anécdotas de guarangadas afines. Recuerdo que dijo, "si te condenan los medios, no te absuelve ni el Rey de Borgoña".

También le tocó a Astori, Bengoa, Lorenzo, Banco Central y alguna cosita fuerte que quizás no sacaron porque les perdonó la vida de El País y les refinanció la deuda con el BROU. Después a Mujica, que parecía invulnerable, le dieron a su entorno, más o menos lejano, sin entrarle al MPP, pero sí a la gestión en ANCAP, Alur, ni que hablar Sendic; ahora Tabaré (también tocado por el caso Sendic) y el "Perro" Vázquez, acusados de nepotismo por motivos de seguridad y entre blancos y colorados tuvieron para elegir casitos suficientes para que la campaña pareciera más o menos pareja. "Todos son iguales", pero no tan iguales. Eligieron qué de quiénes y tuvieron todas las cartas del maso. En 1995-96 trabajé en lo que Lacalle llamó “embestida baguala”, coordinando por las nuestras con colegas de Posdata, Brecha, El Diario de la noche y La República, corroborando fuentes como corresponde. Entonces aprendí que la agenda de la corrupción es la que mayor margen de maniobra les da a los dueños de los grandes medios (que monopolizan el derecho a la censura o casi) y a los servicios de las gendarmerías (que suelen ser el noventa por ciento de las fuentes). En la cortita cualquiera puede sacar ventaja de una agenda "moralista" pero, a mediano plazo a la izquierda le conviene que la agenda sea programática.

Así que andate vos, que los votaste, porque a alguno votaste. No votes más. Hacé como en Europa occidental y en EEUU, donde ya la mayoría se abstiene y les va cada vez peor. Al pueblo, se entiende. El 1 % acumula cada vez más. La deigualdad es cada vez mayor y cuando la gente explota, los medios la sacan a la calle un ratito, a gritar "que se vayan todos", a que pierda un poco más la poquita posibilidad de poquitísimo gobierno que tiene, a que se autosuicide un poco más y las ganancias de la oligarquía plutocrática, cada vez más "selecta", sigan creciendo a costa de los televidentes.

Pelo a pelo, si se le reconoce a la plutocracia la potestad de comprar directamente el gobierno ejecutivo y el gobierno legislativo y se cambia este reconocimiento por que la tv abierta, el poder judicial y las fuerzas armadas sean electas total y directamente por el pueblo en las urnas, el pueblo sale ganando con el negocio. Ese gobierno ejecutivo-legislativo desenmascaradamente de mercado, plutocrático, no dura más de dos años. En dos años y un mes tenemos socialismo. Seguro.

Por eso los medios que nadie vota, que los compran los ricos para construir el sentido común que a ellos les conviene o para fundirlos o inmediatamente cerrarlos si alguien en algún medio se les escapó de la línea editorial y les hace alguna ronchita, machacan con que los políticos mienten y son todos iguales de corruptos. Corrupción es el capitalismo y corrupción es no hacer nada contra el capitalismo con tal de que no te escrache en la tele o te meta preso.

Lo que nunca nadie dice es lo que mienten los medios que digitan a los políticos, cuando esos medios mienten todos los días, a toda hora, a cada momento. Los políticos mienten todos, como los actores (a veces, como muchos actores, mienten diciendo verdad o para decir verdad), porque en eso consiste el oficio de político como producto de mercado electoral controlado por las agencias de publicidad, encuestadoras, de desinformación, desinteligencia o, sin eufemismos, represivas militares, llamadas servicios, a su vez controladas por el capital financiero especulativo y buitre que las armó en su interés. Los políticos deben dedicarse a decir lo que la gente quiere oír y la gente quiere oír lo que el sentido común impone y el sentido común lo construyen los medios hegemónicos, unánimemente imperialistas, de pensamiento único imperialista. Los políticos son un blanco fácil, no porque se hayan vuelto vulnerables sino porque fueron construidos por los medios precisamente para desviar el descontento señalando un poder sucedáneo, el gobierno de los políticos. Y cuando la política se escapa de los políticos y hace algún estrago, los oligarcas decididamente los sustituyen por sus propias personas, banqueros, rosqueros de latifundios y frigoríficos, riñoneros de Wall Street, como lo hicieron en el gobierno de Bordaberry en 1972 o como están haciéndolo ahora mismo en Brasil y Argentina (y les llaman "figuras de afuera del sistema"; en cualquier momento agregan a Petinatti).

¡Que paren de estafarnos!. Corrupto es el imperialismo y de sus verdaderos jefes ni siquiera nos dejan conocer sus nombres, los invisibilizan. Sólo el canciller cubano, Bruno Rodríguez, les sacó la máscara en la reunión de Perú y sólo lo vimos por Telesur.

Para O`Globo y Netflix (desde el vacío moral que son los EEUU, como bien dijo Bruno Rodríguez) es corrupto un revolucionario brasileño que sufrió cárcel y tortura bajo el fascismo y luego ha logrado evitarle sacrificios de sangre a su pueblo, financiando leyes para sacar millones de niños de la pobreza, sin dudar en volver a pagarlo con cárcel, condenado por la televisión con sus jueces de telaaraña.

Algún día vamos a filmar El verdadero mecanismo. Bastarían diez minutos de comunicación masiva sin censura para echar abajo las patrañas de los medios yanquis, ingleses y franceses -incluidas sus películas sparring, de bandera falsa; primero te matan para que después empatices con ellos porque algunos se cuestionan por haberte matado-, pero nos tomaremos un par de horas. Y algún día llega. Cuando le preguntaron al Che qué pretendía del imperialismo yanqui, contestó sin vacilar, "nada, nada a favor y nada en contra, nada".

domingo, 15 de abril de 2018

Zuckerberg, Assange y Snowden, los tres






Los congresistas yanquis sentaron a Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, en "el banquillo de los acusados" (una silla con electrodos). Ya era hora.

A fines de los 80 se polarizó la discusión sobre la conveniencia o no para la humanidad del disco interactivo, reciente innovación de entonces. De un lado, el mejor relato de sus detractores lo hizo Paul Virilio y del otro, el más interesante para mí fue el de Félix Guattari.

Guattari en El devenir de la subjetividad predijo que el desarrollo del disco interactivo como redes sociales sería un factor democratizador. Todavía no existía Facebook. Zuckerberg, con sus tres añitos recién cumplidos, cursaba jardín de infantes. Internet no era otra cosa que un proyecto militar del imperialismo que su inventor miraba con recelo, como doctor Jekill a mister Hyde si hubiese leído a Stevenson.

Zuckerberg creció (no muy alto pero bueno para los negocios y la tecnología), creó la aplicación del disco interactivo más democratizadora al día de hoy, la que le devuelve la imagen a miles de millones de personas cumpliendo así uno de los derechos humanos que La Enciclopedia prefiguró, acumuló unos setenta mil millones de dólares en ganancias de Facebook y, lógicamente, expuso la Internet a que los chinos crearan sus propias redes sociales, desarrollándolas "con características chinas" y controladas por ellos mismos (ya se sabe, mister Trump, que los chinos dedican su paciencia a "robar" transferencias tecnológicas).

Imagen siempre tuvimos todos, pero a las masas nadie se las devolvía individualizada. Hollywood en las películas de romanos los ridiculizó (a las masas, a los romanos y a todos los latinos, casi tanto como a los indios y a los rusos; todos éramos Dimitri). El derecho a la devolución de la imagen, a que alguien en la vida te diga lo que vio de vos, de tu propia, personal y singularísima imagen, que te lo diga en tu propio muro, un "me gusta", un comentario, empezó a universalizarse junto con la irrupción en política de miles de millones que antes no participaban. Zuckerberg jugaba en su jardín inocente y doctor Jekill ya no podía destruir a mister Hyde porque ¿algo puede serle peor que dejar libre también ese espacio para que los chinos desarrollen su propia red en otros idiomas?

Entonces los congresistas yanquis sientan a Zuckerberg en el banquillo-silla con electrodos y le dan una devolución para que tenga.

Zuckerberg cada vez se les parece más a Julian Assange y a Eduard Snowden. Estos le entregaron al mundo información discernida. Aquel saturó a la CIA de contrainformación (siguiendo la metáfora de Chesterton, Facebook es donde jamás se encuentra una aguja). No sé cuál de los tres les rompió más las bolas, pero sospecho que Zuckerberg.