domingo, 28 de octubre de 2018

Resistir y derrotar






El golpe lo dieron en 2016. Fue principalmente mediático como lo fue el mismísimo Plan Cóndor desde sus raíces, anteriores a 1964.

El panamericanismo mediático fue intocable e intocado incluso cuando se integró con mayor peso al partido militar en el bloque de poder fascista.

El plan militarizador de 1964 pudieron concretarlo en los años setenta, aislar a la Argentina para que no tuviera refugio cercano el peronismo, al que el imperialismo no había podido destruir como opción de poder. Perón, pese a la parte de su bagaje ideológico fascistoide, fue considerado por la CIA como su mayor enemigo americano del siglo XX, mayor como enemigo incluso que Fidel, por el potencial histórico y geopolítico de Argentina.

Cuando lograron aislar a Argentina casi completamente, en 1976, para golpearla hasta que no quedara vivo ni un solo revolucionario -"matar a todos" de Harguindeguy-, tras los golpes en Uruguay, Chile y Bolivia, seguían contando con el Paraguay de Stroessner, pero algo había cambiado en la dictadura de Brasil. El general Geisel fue una piedra en el zapato del imperialismo. USA respondió incluso con sanciones económicas a Brasil.

El gobierno militar de Geisel -1974-1979-, a contrapelo de Bordaberry, Videla, Stroessner, Banzer y Pinochet, viró del "neoliberalismo" a un modelo patriótico, desarrollista, con crecimiento estatal como palanca para la soberanía económica. Reconoció a los gobiernos revolucionarios de Àfrica, establecidos tras la revolución de los Capitanes de Abril en Portugal y paranoiqueó al Pentágono sobre las internas militares en nuestro continente.

Hoy ganó Temer, ganó Globo, ganó Trump, ganó el corrupto chantajista Sergio Moro, pero querían ganar con Alckmin, no con Bolsonaro, querían ganar con un partido político fuerza real, pero los partidos políticos que tuvieron fuerza real y apoyaron a Temer -el Socialdemócrata, el PMDB, el Socialista-, fueron percibidos como políticos, en tanto el casi inexistente como partido, PSL, de Bolsonaro, invocó al partido militar.

La resistencia al golpe de 2016 creció con el pueblo rodeando a Lula, con el martirio de Michelle Franco y con los actuales casi cincuenta millones de votos alcanzados por el candidato del PT en circunstancias totalmente adversas por antidemocráticas: Lula preso e impedido de cualquier tipo de participación, las fake news de la caja 2 de Bolsonaro y Moro.

Lo más detestado por el imperialismo y la oligarquía brasileña juntos es el PARTIDO DE LOS TRABAJADORES, que sigue siendo el de mayor bancada parlamentaria, el que tiene los gobernadores de las regiones más proletarias del país y el bastión para un nuevo avance de proyecto nacional y popular que derrote al fascismo golpista, pero lo más detestado no es exactamente lo más temido por el imperialismo y la oligarquía brasileña juntos, que lograron inculcar su odio en determinada categoría de masas, determinada por los medios de comunicación que, sin embargo, en estas elecciones -en ambas vueltas- demostraron, al quemar sus naves, que han perdido posibilidad de precisión.

Llegada esta situación, con cierta similitud a la que tuvimos en Uruguay cuando Bordaberry le robó las elecciones a Wilson, el imperialismo no teme una insurrección del PT, aunque el petismo resiste liberadas sus manos hasta de los medios masivos. En aquel momento el Frente Amplio hizo exactamente lo que tenía que hacer y tiene que hacer hoy el PT; resistir, movilizar, evitar un baño de sangre cuando no da a favor la correlación de fuerza entre gendarmes y unir y converger con todo lo antifascista.

El PT no pudo concientizar al pueblo de sus conquistas ni de la verdadera corrupción de lo humano porque no tuvo medios -tampoco pudo evitar organizar el nefasto Mundial de fútbol-, pero es posible un bloque de poder -e histórico ahora- que sí resista la censura mediática del imperialismo.

El proyecto nacional y popular del lulismo, que se consolidó tan históricamente indestructible como el peronismo, hizo a Bolsonaro amenazar a los militantes de Lula con una variante de la fórmula Harguindeguy: "vamos a destruir al PT; que sus militantes se vayan del país o irán presos", pero alguien le dijo al oído que no conviene que fuerzas armadas que estuvieron con Lula cuando fortaleció empresas del Estado y privadas que compitieron con las yanquis, anden en Planalto cuando vaya a consumar la línea Temer sobre el Presal, Petrobrás y la Amazonia.

La resistencia determina, marca plazo y Etchegoyen no ha de ser todo en las fuerzas. Ganó el fascismo, lo más terrorista del capital financiero imperialista, Globo y Sergio Moro -sin ellos Bolsonaro no existe-; es tremendo revés para toda nuestra América; pero al fascismo se lo resiste y se lo derrota.

domingo, 7 de octubre de 2018

Bolsonaro es Moro: Moro es Bolsonaro







Ambas identificaciones funcionaron en la primera vuelta: "Haddad es Lula: Lula es Haddad" le transfirió casi la totalidad de los votos de Lula a Haddad, casi un treinta por ciento del total, pero para la segunda vuelta, en su discurso inicial, Haddad nombró a Lula recién después que a Ciro, a Boulos y a Marina, su rostro mostró alivio y alegría al pasar a segunda vuelta, al poder señalar a tiempo la elocuencia del peligro fascista, al llamar a la unidad democrática con justicia social por la soberanía nacional "indivisible de la soberanía popular", en tanto que Bolsonaro, con cara de frustración, sólo nombró a Moro. "No van a tirar a Moro a la basura", prometió, a la vez que terminar con el Estado y el aguinaldo y la delincuencia, "aunque no será fácil" reconoció respecto a la delincuencia.

Moro Bolsonaro obtuvo con ese discurso permanente y sus muchas inflexiones: "si tuviera un hijo gay, preferiría verlo muerto", "no voy a violar a esa legisladora del PT porque no merece", casi cincuenta millones de votos. ¿Cincuenta millones de brasileños son enormes empresarios fascistas, preocupados por no pagar aguinaldos, eliminar gays, violar mujeres y blanquear la raza (como se jactó el compañero de fórmula de Moro Bolsonaro)? ¿O es que la plutocracia mediática ha logrado revertir el lema del 68, "la imaginación al poder", por "el poder a la imaginación" de las capas medias?

"Moro" no les promete a las masas neflixadas por o mecanismo mediático lo que no va a cumplir. No. Les promete que si tienen un salario no van a tener aguinaldo y ni siquiera les promete un salario. Les promete falta de Estado que las auxilie. "Moro" es sincero y Globo es convincente, hasta cuando maniobra con una filial de Murdoch para emitir a Bolsonaro como entrevista solista zafando del debate.

Y Bolsonaro tiene razón. Nadie va tirar a Moro a la basura. No es posible tirar a quien ejecutó la prisión-proscripción de Lula, el candidato que ganaba las elecciones caminando, sin ninguna prueba contra lula, a lo que ya es. Moro ya está en la basura porque Moro es la basura. Es Bolsonaro. Con un matiz de diferencia. Bolsonaro es completamente subsidiario. Sin Globo, Netflix y Moro, Bolsonaro no es nadie. Es la credibilidad del imperialismo su único fundamento y ya sabemos, la frase más importante de la historia la dijo el Che: "a los yanquis no hay que creerles ni un tantito así".

En Brasil es posible ver claramente el resultado de la dictadura de los medios, la influencia del sector de evangelistas poderosos y el trabajo de los jueces que han sido preparados en USA. Pero fundamentalmente los primeros, especialmente Globo, que cambió del PSDB a Bolsonaro como una variante posible de la sucesión del golpe a Dilma. El instinto primario fascista estimulado, el adormecimiento de la memoria, el ojo por ojo y diente por diente llevado a su máxima expresión violenta, el ejército sin preparación en la calle, el trabajo constante sobre el miedo... Las sociedades no están sometidas al fascismo sino que participan de este por imposición dictatorial de la plutocracia mediática.

De todos modos Haddad va a ganar la segunda vuelta. La decadencia del imperialismo es inexorable. Que su "opositor" como dijo Bolsonaro, sea el Partido de los Trabajadores lo está demostrando (porque el objetivo principal del golpe fue destruir al PT y no puede). Los demócratas brasileños, El norte de Brasil y el nordeste de Brasil van a poner los votos necesarios para que Haddad gane en segunda vuelta así como ya los pusieron para evitar que Bolsonaro ganara en primera.