sábado, 27 de mayo de 2023

Nos engañaron con el sesentismo

 


Se cumplen 55 años de mayo del 68. No tiene importancia. Nos engañaron con el mayo francés. Conh Bendit era tarzán en monopatín rojo. Annalena Baerbock es Jane en monopatín verde.


Un amigo mío escribió, en un muy buen libro, un pasajecito sin darse cuenta: “el combate estudiantil de fines de la década sesentista”. Se refería a la década de los sesenta “contra el autoritarismo, o la luz nueva del frenteamplismo”. No se dio cuenta que de tanto adjetivar otras décadas con el epíteto (generalmente peyorativo) de sesentistas, se lo adjudicó a la única que no puede serlo sin tautología.


Pero vamos a ver, ¿qué tan sesentista fue, al fin y al cabo, la década de los sesenta? Los Beatles (el alma de la década) se hicieron lores. Luego John volvió a hacerse beatle y se adelantó a todo el mundo yéndose hasta de bodas al extremo oriente (“¡get back, John!”, le gritaba el stablishment, nunca mejor traducido y él mismo y todos nos lo gritábamos).


La sensibilidad de una era puede estar unificada, aunque nunca sea uniforme. Aquellos que lo olvidan son esencialmente visionarios, románticos incurables, propensos a la melancolía, una cualidad inextricable del genio, según Aristóteles.


John Winston Lennon, autoproclamado héroe de la clase trabajadora, hijo pródigo de una familia fragmentada de clase media baja, puede calificarse como el unificador de la sensibilidad de una era: ese "pandemónium con una gran sonrisa" de los años 60, como Tom Wolfe lo acuñó.


Por primera vez en la historia, un grupo de músicos pop -liderados por un Nijinsky de la ambivalencia como Lennon- había hecho metástasis en un fenómeno social que simultáneamente reverberaba e influía en el inconsciente colectivo del planeta.


(...) John Lennon tuvo la capacidad de proyectar su propio psicodrama sobre todos sus contemporáneos. Vive, de nuevo, con esa sonrisa desarmante plasmada en Get Back, no como un mártir, sino como una idea flamígera, contribuyendo al autoconocimiento de todos los que vivimos en estos tiempos de angustia. Todos estamos volviendo a donde una vez estuvimos, John”. (Pepe Escobar).


Get Back de Peter Jackson, es una película de tres episodios lanzada el año pasado en Disney +, seleccionada de 57 horas de metraje. y 150 horas de audio grabadas allá por enero de 1969.


Los hippies se han hecho zombis con el fentanilo. Y Huracán Buceo se hizo Eugenio Fiigueredo y tardó dos vidas en volver a existir.


Nos engañaron con la primavera. Todo era geopolítica. Sólo querían cargarse a Rusia. Todo es geopolítica. Solamente quieren cargase a China junto a Rusia.


Cuando a la “primavera” le pusieron “árabe” ya estábamos todos muy viejos para que pudieran volver a engañarnos. Éste no es un milenio sesentista.


De pantalones anchos y de vincha, de camisa bordada color té y flores por doquier, algún día va a volver, o va a ir volviendo, la moda que hizo de los sesenta la década inconfundible en las fotos y en las cintas. Quizás entonces dejen de llamarles sesentistas a los buenos años de los peores tiempos.


sábado, 20 de mayo de 2023

¿Cristina prescindible?

 


Nunca un atentado fallido resultó tan eficaz para sus perpetradores. El 1 de septiembre de 2022, le gatillaron dos veces en la cara a Cristina Kirchner, la bala no salió de milagro y la movilización popular por la candidatura de Cristina, que había juntado pocos días antes dos millones de manifestantes, se frenó en la cresta de la ola. Fue la cresta de la ola para definir de modo plebeyo (Marx, “La guerra civil en Francia”, 1871*) las elecciones 2023. Quedó el modo palaciego.


Por supuesto que los perpetradores hubiesen logrado su objetivo mayor si el magnicidio no hubiese fallado, hundir a Argentina en un caos de difícil retorno, pero probablemente no esperaban, aquel 1 de septiembre cuando se enteraron de que el autor material había fallado, que el peronismo desmovilizara ante la falta de seguridad que daba el ministro de seguridad Aníbal Fernández, y que en respuesta a la sentencia en primera instancia del “juicio vialidad” que la condenó a cárcel y proscripción política, Cristina iba a declararse proscripta de hecho.


El motivo concreto de la proscripción (que Cristina ya sufría en potencia desde hace una década, desde el comienzo del lawfare y hacía ya tres años que ella había denunciado cuál sería la sentencia de ese juicio trucho a todas luces) era que si Cristina aceptaba su candidatura, casación primero y la Suprema Corte de Justicia enseguida, “dictan sentencia en firme en un, dos, tres...”. Así lo resumió el dirigente de la agrupación Cámpora Máximo Kirchner en enero.


Este motivo se vio aún más claro la semana pasada cuando a 62 horas de la veda electoral, la corte suspendió las elecciones provinciales en Tucumán y en parte en San Juan. Fue una advertencia por elevación a Cristina de que esa corte del partido judicial pondría en firme la sentencia contra ella, pocos días antes de las elecciones nacionales, si ella fuese candidata.


El martes, mientras el congreso del PJ (sus trescientos dirigentes congresales) cantaba a viva voz y por largos minutos “Cristina Presidenta” e iban a proclamarla (precipitadamente para el cronograma de Cristina), ella, en una carta dirigida “a compañeros y compañeras”, ratificó su no candidatura a nada por proscripción de hecho.


DESPUÉS DE MEDIR


Desde el 6 de diciembre, cuando Cristina declaró no se postularía a ninguna candidatura electoral, tras el dictamen de sentencia en primera instancia, hasta este martes 16 de mayo, las encuestas midieron a otros posibles candidatos del Frente de Todos y Cristina estaba, en las menos alentadoras, diez puntos por encima de cualquiera de ellos. En las más, duplicaba a todos juntos. Eso fue haciendo crecer la operación clamor por su candidatura, a la vez que crecía también la épica con perspectiva de retomar la tendencia de la movilización.


Para el 25 de mayo está convocada una concentración en la avenida 9 de julio, por la fecha patria pero, además, para escuchar definiciones sobre candidaturas del peronismo. Cristina se bajó, pero eso no quiere decir que el 25 no le levante el brazo a alguno de sus compañeros. Su conducción sigue vigente, aunque después del acto electoral, no tenga una atalaya institucional desde donde dirigirse a sus leales.


Tampoco va a tener la misma épica. Si la Corte actúa por persecución política al servicio de la derecha, tal cual hace, una vez fuera de las instituciones, Cristina no va a ser condenada en firme. No lo fue entre diciembre de 2015 y 2017, cuando estaba a la intemperie, y sí lo fue a partir de que asumió como senadora tras las elecciones intermedias de ese año, en causas que luego se cayeron por inconsistentes. Esta causa también es inconsistente y también puede caer si a la Corte (a la derecha) le conviene.


Evitado el peligro que significa para el poder concentrado Cristina Presidenta, se evita además cualquier lugar desde donde ella pueda pronunciarse con mayor peso político y épico. Hoy habla desde la Presidencia del Senado. Mañana desde la legitimidad que le otorgan sus leales. Cristina, de hecho proscripta, renuncia, de hecho, en su carta, a la cárcel o el exilio y a la proscripción formal, tres extremos que Juan Domingo Perón padeció.


Se asume proscripta para que no proscriban con ella al peronismo, pero sin ella en las boletas de votación, le va a ser muy difícil transferir sus votos a quien ella decida, sin un imprescindible y enorme esfuerzo militante de su parte.


DOS FECHAS


Todavía no está todo dicho, aunque ya nadie lo diga. La presentación de listas a la Corte Electoral se cierra el 24 de junio.


Néstor Kirchner, igual que Tabaré y Lula, se sacaron el FMI de encima. Ganaron en soberanía. Con Macri volvió la coyunda de los saqueadores del FMI, que las vacilaciones de Alberto Fernández, terminaron avalando en un acuerdo de sometimiento.


La única salida real para Argentina en un sentido antimperialista, de progreso social se llama: Cristina Fernández de Kirchner.


Cristina dijo que no piensa dedicarse al cuidado de los nietos. Cuanto más demora en decir que va a ser candidata, más aumenta la necesidad de su liderazgo indiscutible en el bloque nacional y popular.


Es la única que puede evitar el triunfo de la derecha y la ultraderecha en Argentina. Es la única que les puede ganar a los que dicen que hay que dinamitar todo o casi todo.


A prepararse porque el 25 de mayo próximo millones de argentinos se movilizan para escuchar a Cristina. Esta compañera perseguida, sabe de los tiempos políticos y de lo simbólico, como pocos. El 25 de mayo de 2003, Néstor asumía la presidencia. Se cumplen 20 años. En igual fecha pero de 1973 asumía la presidencia de lArgentina, Héctor Cámpora. Se cumple medio siglo.


Cristina anunció su candidatura a senadora en 2005 desde el Teatro Argentino de La Plata, ciudad donde nació, hija de un colectivero. En el mismo lugar, anunció en 2007 su candidatura a presidenta de su país. En 2009 habló Néstor en el cierre de campaña, en el mismo teatro, en las elecciones de medio término.


Luego anuncia Cristina desde Casa Rosada, el 21 de junio de 2011, su candidatura a un segundo mandato. Ella misma, dice en la página 273 de su libro, “Sinceramente”: “Decidí esperar hasta unos días antes del vencimiento del plazo electoral de inscripción para anunciar mi candidatura.”


Pienso que:


El 25 de mayo habla ante un acto de masas, más allá de lo que diga en televisión en estos días.


Y el miércoles 21 de junio unos días antes del sábado 24, fecha límite para presentar candidatura, anuncia su candidatura para su tercer mandato como presidenta, desde el histórico Teatro Argentino de la ciudad de La Plata.


Y más allá de los improbables resultados de posibles arduas negociaciones con el partido judicial (no descartables), Cristina se va a presentar. Lo que dice al respecto en la carta, ya lo había dicho en diciembre. Lo nuevo es un mayor marcaje al ministro de economía Sergio Tomás Massa con el tema del Fondo, que es el tema de fondo.


Mario Santucho, de la revista Crisis, afirma que el de la carta de Cristina es un análisis marxista*, que parte de la economía para ir a lo social y a lo político con una fuerte crítica a “la democracia realmente existente”.


Es verdad la de Santucho y es verdad la de Cristina, pero allí donde tenés elecciones, tenés que ganarlas. Estamos todavía en “el reino de la necesidad”.

viernes, 5 de mayo de 2023

¿Conspiranoico Kennedy?


 

Nunca hice teorías conspirativas para explicar los hechos, porque el alma de los hechos está siempre más honda que las conspiraciones que puedan ocasionarlos, pero esos “expertos” que hablan con desdén de las teorías conspirativas –y son muchos, son casi todos los que posan de analistas de prestigio y trabajan en los grandes medios–, muy sueltos de cuerpo con el consabido "Robert Kennedy Juniors es un conspiranoico”, entre despreciativos y cansadamente enojados o decepcionados de la condición humana tan ficcionadora ella, esos “sensatos”, han de estar muy seguros de que al Maine lo hundió España, de que a John Fitzgerald Kennedy lo mató Oswald, de que al Reichstag le prendieron fuego los comunistas, de que el 15 M fue ETA, de que, entre tantas otras, la de Girodano y Galileo fue una teoría conspirativa sin el menor asidero en la realidad...


Pero da la causalidad, que, salvo aquellos hechos incontrovertibles, como que la batalla de Las Piedras fue en Las Piedras, o que el caballo blanco de Napoleón era blanco, hechos que nadie controvirtió, muchos sucesos pasibles de crónica han sido controvertidos por "teorías de la conspiración" y resultó años, a veces décadas, a veces siglos después, que eran la realidad de la conspiración. Lisa, llana, sencilla, simple y contundente.


En este mundo se opera, se conspira, se encubre mediáticamente y se hacen campañas propagandísticas constantes. Cientos de miles de profesionales lo hacen. Están para eso y no son el Superagente 86. Juegan de verdad con caballos de Troya, quintas y sextas columnas, información, desinformación, contrainformación, en algo más oscuro que gris a lo que llaman servicios de información e inteligencia. Cobran sueldos por hacerlo, viven de y para eso y algunos se hacen millonarios cobrándolos, o vendiéndose a otro postor. El que lo oculta haciéndose el superado de las "teorías conspirativas" es generalmente un periodista conspirador, menos o más consciente de que lo es, que pretende que la gente no dude de las versiones de sus medios.


Pero el público tiene suficientes motivos y nunca suficiente tino para dudar de todo.


¿QUIÉN NO MATÓ A KENNEDY?


Podría escribirse más libros documentales sobre conspiraciones que todas las novelas de espías que se ha escrito y si faltaba algo para demostrarlo, ahí están los cables de Wikileaks y el tormentoso proceso de difusión que tuvieron.


No más, por citar un caso cercano, el caso Nisman, en Argentina, evidenció últimamente el cajoneado de los cables importantes que ocultaron los medios "alternativos" a los que en primera instancia recurrió Assange (El País, Le Monde… (¿alterna… qué?) e incluso de algunos de los medios “de izquierda”, más creíblemente alternativos, a los que recurrió después (Página 12 entre ellos), cuando vio que los medios más prestigiosos son los que esconden más.


Y también se conspira con los relatos de la historia. Tal lo demuestra genialmente Osvado Soriano en "El ojo de la patria".


Conspira el canciller polaco cuando dibuja que a Auchswitz lo liberaron los nazis ucranianos del Banderastán, no el Ejército Rojo con rusos, bielorrusos y ciudadanos de otras naciones, que respondían todos al Estado soviético.


Conspira la FIFA cada vez que organiza un Mundial.


Conspiran los conspiranoicos cuando acusan de conspiración a todo lo que les perjudica.


Por eso ante todo, empiezo por declarar mi respeto por la realidad de las conspiraciones y por los teóricos que las estudian, por aquellos a los que les llevó cuarenta años demostrar de forma fehaciente la vasta red de mafias y servicios estatales yanquis que estuvo detrás del asesinato de John Kennedy y de Robert Kennedy (tío y padre, respectivamente, del actual candidato demócrata Robert Kennedy Junior), mi respeto por aquellos que a mensajes de textos en las concentraciones de Puerta del Sol derrumbaron las patrañas del gobierno de Aznar, por los que reunieron las pruebas para demostrar que el Reichstag fue una operación de Hitler con bandera falsa, porque todos ellos y Galilei y Bruno y tantos otros, antes de documentar necesitaron formular la teoría, luchar contra sus descalificadores y soportarles las burlas.


El 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas, la mediática gringa que señaló al solitario Oswald, debió preguntarse en realidad, ¿quién no conspiró? Y al nombre que encontrase probablemente JFK le hubiese hecho el mismo reproche agónico que, en la antigua Roma, Julio César hizo al recibir del menos pensado de los conspiradores la última puñalada, ¿tú también, Brutus?


Hasta Manuel Vázquez Montalbán confesó que mató a Kennedy.


Si el sobrino de JFK, hijo de RFK, heredero de dos magnicidios probadamente conspirativos, a los que, además, la conspiración mantuvo treinta años ocultos en su verdadera trama, no fuese al menos un poquito conspiranoico, no sería normal.


Y en tanto y en cuanto se presenta a las internas del Partido Demócrata que su padre ganó y fue asesinado en 1968 a nada de la Presidencia que a su hermano le había costado la vida, que sea un poco conspiranoico le va a ser útil. No hay paranoico mejor que el que de verdad está siendo perseguido.


Sobre todo si accede a su “viejo gobierno de difuntos y flores”.


ISIS Y AZOV


Que le reconozca a Robert Francis Kennedy Junior derecho a ser conspiranoico, no significa que concuerde con su teoría de la conspiración acerca de la génesis de la COVID-19. Sobre ese tema recuerdo que Donald Trump reiteró en dos tuits que el COVID-19 “no lo llevó el ejército de Estados Unidos a Wuham, como sugiere la cancillería china”?


Convengamos que, si alguien en el mundo no se había enterado de las declaraciones del portavoz de la Cancillería china Shao Lijian al respecto, con dos tuits de Trump no quedo nadie sin enterarse.


En comunicación la palabra “no” al principio de una frase, sirve principalmente para llamar la atención sobre lo que le sigue en la frase. Lo aprendí de niño, mucho antes de fungir de columnista, en el viaje de egreso de la escuela Venezuela de Montevideo a Santiago Vázquez. Todos mis compañeros y compañeras iban jugando a las cartas o charlando. El único que iba concentrado mirando por la ventanilla era yo. Vi un caballo montando una yegua al costado del camino y grité “¡No miren!”. Todos miraron. Si hubiese dicho “miren” no hubiese mirado nadie, hubiesen seguido con las cartas y las charlas. Lo mismo cuando Martínez le dio a El Observador el título 1 de tapa "no soy un baba fría".


Pero sobre la conspiración que señaló Kennedy en Boston en su acto de postulación a la Presidencia, que reiteró en con entrevista de Tucker Carlson en Fox News y que éste, el periodista de más raiting en USA, de alguna forma avaló y luego fue despedido, “nosotros creamos ISIS”, también estoy de acuerdo con que existió su corolario lógico, la preparación de una yihad neonazi por si Putin cometía el error de avanzar hacia Kiev en lugar de hacia Odesa.


Debemos terminar con la guerra perpetua”, dice Kennedy y, ésa, la guerra perpetua, es la mayor conspiración de nuestra época.


El tufillo despectivo contra la "teorías de la conspiración", puede llevarte a creer que el alma de los hechos no está bastante más honda que la realidad y, ni que hablar, bien alejada, de los mentideros de falsimendia. Antecedentes conspiratorios vigentes sobran. El mundo está en guerra, en guerra irregular (supramilitar), Toda guerra es una conspiración contra la paz, y las guerras en curso son de urdimbre múltiple.


Treinta años después del asesinato de John Ftzgeral Kennedy, la película de Oliver Stone JFK acumuló pruebas irrefutables de que el informe Warren –de la comisión nombrada por el presidente Johnson para investigar el crimen– mintió. Y aunque Galilei y Bruno se tomaron siglos para imponerse, hoy sigue tratándolos de teóricos de la conspiración el terraplanista Jair Bolsonaro, pero los pueblos saben que a Olof Palme, a Torrijos, a Arafat y a Chávez (por ejemplos), los mataron igual que a Rabín, a Allende y a Gadafi, por mucho que tarden o nunca aparezcan las evidencias. Y son demasiados antecedentes todos en la misma dirección. ¿Querés agregar el de Nisman? Agregálo.