viernes, 24 de septiembre de 2021

Benítez, Lacalle y los líderes regionales o mundiales

Andrés Manuel López Obrador presidiendo la CELAC

Por muy complejas que parecen haberse vuelto las definiciones de derecha e izquierda, no hay que perderlas de vista.

Básicamente, es de izquierda defender la libre autodeterminación de los pueblos, la carta de la ONU, el derecho internacional, repudiar las “sanciones” unilaterales, los bloqueos, la injerencia en asuntos internos de otros países, el uso de la fuerza para imponer políticas económicas colonialistas y, por supuesto, las invasiones militares y las ocupaciones militares imperialistas, porque desde una óptica revolucionaria de los siglos XVIII y XIX, que dio origen al término, es izquierda hacer política republicana, igualitaria, fraternal, solidaria, liberal y virtuosa, en tanto la verdadera política es la política internacional, desde que el mundo es mundo, cada vez más global y, desde una óptica revolucionaria de los siglos XX y XXI, es de izquierda el antiimperialismo, que suscita el desarrollo, en última fase del capitalismo, de todas las característica de la izquierda fundacional, desarrollo que incluye, desde la revolución rusa de 1917, el feminismo, la defensa de la diversidad sexual, la legalización del aborto y, poco después, la Nueva Política Económica, fundamentalmente democrática antioligárquica.

La derecha es todo lo contrario, la monarquía, el colonialismo y el imperialismo en todas sus formas, desconocer la carta de la ONU y el derecho internacional, obligando manu militari a que naciones debilitadas acaten “normas” y “reglas” unilaterales al uso de la OTAN, de USA, porque la derecha es contrarrevolucionaria, oligárquica, plutocrática, conservadora de la opresión social feudal o capitalista, imperialista.

La cumbre de la CELAC (mecanismo para la integración regional) del fin de semana pasado fue, independientemente de ideologías, un gran triunfo de la izquierda, objetivo, en los hechos, porque fue un golpazo al imperialismo. Dos presidentes de derecha, Lacalle y Benítez, quisieron morigerar ese triunfo (visitados previamente por Caronte –el presidente del BID Mauricio Clever-Carone, el barquero del infierno– a tal efecto) y cumplieron en la medida de sus posibilidades. Es importante que Paraguay y Uruguay hayamos estado representados por nuestros presidentes, en una cumbre que alcanzó el éxito de 17 presidentes presentes y 30 países representados, en 33 de la región, porque, entre otros motivos, los líderes de derecha regionales, Bolsonaro, Uribe y Piñera, decadentes e incluso terminales sus respectivos gobiernos, pero líderes regionales al fin, estuvieron ausentes.

Nicolás Maduro, el más notable y notorio actual líder regional americano de izquierda, junto a Andrés Manuel López Obrador, a ciencia cierta, desideologizó la cumbre y entre ellos y Miguel Díaz Canel encaminaron la CELAC a sustituir a la OEA, en el reconocimiento mayoritario internacional. No fue menor que el único líder mundial que participó de la cumbre (virtualmente) haya sido Xi Jinping, de izquierda.       

Lo nuevo de esta cumbre CELAC, en comparación con la fundacional de 2010, son, entre otras cosas, las distancias geográficas. Aquella frase insignia de Lázaro Cárdenas, “pobrecito México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, está empezando a perder vigencia, con la Cuarta Transformación de López Obrador. Va de suyo, Cárdenas fue protagonista de la Tercera.

Aunque cuatro de los cinco principales recursos económicos mexicanos están relacionados con USA, el chantaje militar yanqui, omnipresente en todas las épocas anteriores a la actual (en México se iniciaba el “patio trasero” del imperio y se inició su atropello expansionista) ha perdido potencia por el alcance misilístico supersónico de Rusia. Eso importa en términos de soberanías nacionales en el mundo tripolar actual, que tiende a la multipolaridad.

Cuando Vladimir Putin (líder mundial de centro; los 9 de mayo ocupa un pequeño estrado adornado con un águila bicéfala, junto a un anillo de seguridad sin medalla alguna, mientras los veteranos de guerra desbordan de galardones, junto a una multitud con banderas rojas, con la estrella roja, con la hoz y el martillo y el uniforme soviético, acaparan Moscú) presentó el misil supersónico de 18 mil kilómetros de alcance y velocidad mach 8 (8 veces la del sonido) cambió la noción de cercanías, porque además los yanquis y los chinos no se quedan muy atrás. La ventaja rusa en desarrollo militar es de diez o cinco años, según qué fuentes.

Falta 5 mil 800 kilómetros para abarcar el contorno de La Tierra con misiles supersónicos, el vértigo de Howard Hughes hecho trizas. Desde Vladivostok, por el Este, el misil ruso llega hasta Washington o Nueva York y desde Moscú, por el oeste, hasta Los Ángeles o San Francisco.

 

AUSTRALIA NO ESTÁ MÁS LEJOS DEL PENTÁGONO QUE FRANCIA

 

Entonces, cando el líder mundial de derecha, Joe Biden, mexicaneó (término de candente y positiva actualidad) al líder regional de derecha, Emanuel Macron, derribándole el negocio de la venta de 12 submarinos franceses diesel a Australia, por unos 145 mil millones de dólares en total y acto seguido, le vendió Biden a Australia 12 submarinos nucleares, asegurándose una base naval en Pearth, en el oeste de Australia, estaba tomando medidas. No importa ya que Francia esté próxima al otro lado del charco atlántico. Pearth está a 17 mil kilómetros de Washington. Da igual.

Es incierto que Macron vaya a retirarse de la OTAN por un quítame de ahí esos submarinos (De Gaulle lo hubiese hecho, y de hecho lo hizo por bastante menos, en su momento), pero lo va a presionar la líder nacional de derecha Marine Le Pen, que es opción de gobierno y el líder nacional de izquierda Jean-Luc Mélenchon, gran amigo de Nuestra América, quien no olvidó saludar a la CELAC, el mismo fin de semana en que estalló el escándalo y la furia francesa por el choreo yanqui del negocio de los submarinos, pero más lo va a presionar Alemania, si, tal cual predicen las encuestas (parece que en Alemania sí son serias) gana el socio socialdemócrata de Merkel, Olaf Scholz, el próximo domingo las elecciones. La socialdemocracia alemana, desde Willy Brandt y Gerhard Schröder, quien se opuso a los bombardeos de la OTAN a Belgrado y es socio de Rusia en el Nord Stream 2, no es socialimperialista, es de izquierda (aparte de La Izquierda, partido radical que obtendría un 6 % de los votos, dando mayoría categórica en cuestiones trascendentes al bloque SD-DC), en las antípodas de los socialimperialistas ingleses, “laboristas” (desplazado Jeremy Corbyn, y españoles (“PSOE”), y del Partido Demócrata yanqui (desplazado Bernie Sanders). Scholz en cuanto asume Canciller, ya es líder regional europeo.

Se puede deslizar la hipótesis de que Biden está entregando la Europa continental a Rusia para abrir la posibilidad de un G-2 Washington-Moscú contra China, pero Xi Jinping y Putin no se reunieron presencialmente treinta veces en los últimos ocho años nada más que para saludarse. También se puede decir que es sensato que el Pentágono de a Europa por perdida. La geoeconomía así lo manda, aunque siga teniendo 9 mil soldados yanquis en Alemania. No de gusto, ni a gusto, produjo el Brexit.  

China, por su parte, puede aprovechar la oportunidad para alinear la ASEAN aislando a Australia (que geográficamente ya es una isla, no pequeña, pero irrelevante ante la gran “isla global” (proyección Mackinder) que hoy estarían consolidando las rutas de la seda desde Vladivostok a Ciudad del Cabo y, cada vez más cerca, el Caribe y América Latina.

Australia era la sexta potencia económica planetaria antes de los trágicos incendios y los estragos del COVID, por mal manejo del gobierno, en contraste con el buen manejo y crecimiento ejemplares de Nueva Zelanda, su vecina isla de la anglo esfera.

En definitiva, las alianzas militares de USA en Asia oriental son más humo mediático que avance concreto. Porque ya las tenía (los “cinco ojos” –de información, que incluye a Nueva Zelanda, Australia, Reino Unido y Canadá–, los “tres gendarmes” –Japón, India, Australia, que han aumentado su comercio con China, pese a diferendos políticos–), y porque son alianzas, en el papel, defensivas, y China nunca va a atacar a esos países, no es una potencia militar expansionista. Nunca lo fue. Y, cuando chocan la geopolítica con la geoeconomía –en un marco militar de disuasión mutua–, ya se sabe cuál sale ganando.

 

DOS NUEVOS PRESIDENTES DE IZQUIERDA

 

Luis Arce y Pedro Castillo se integraron a la CELAC haciendo los planteos más relevantes de la cumbre. Arce (centro territorial de la región, Bolivia) anunció el ultimátum a Luis Almagro y a la OEA. Es probable que, en la próxima reunión del “Ministerio de Colonias, OEA” (dijera Raúl Roa, ex canciller de Cuba), USA sacrifique a Almagro para preservar el organismo amenazado rotundamente por López Obrador semanas atrás. Castillo, en sintonía con Maduro, definió la nueva política exterior de Perú, en el campo democrático, sin exclusiones, con respeto a la ONU y al derecho internacional.

Lo no previsto fue que México tuvo que hacerse cargo de la presidencia pro témpore por dos años más, ya que Argentina no pudo, por su crisis política nacional, enviar ni al presidente Alberto Fernández ni a ninguno de sus cancilleres (Felipe Solá, que renunció en vuelo a México, haciendo escala en Ecuador y Santiago Cafiero, que asumió el día siguiente a la cumbre). Fue un verdadero regalo de la providencia, porque es México factótum de este relanzamiento del mecanismo regional, porque tiene una cancillería potente conducida por Marcelo Ebrard, porque es una garantía de cumplimiento de las resoluciones acordadas en la cumbre para el próximo bienio y porque no está permeable al topeo gringo, tal es caso del albertismo.

Debo rectificar una apreciación. Más que regional, ahorita mismo y al final del día, Andrés Manuel López Obrador es un líder mundial. Su planteo de negociación con Estados Unidos y Canadá desde la unidad de Nuestra América, “autónoma”, al igual que explícitamente con Rusia, China, la UE y otros, dio a la cumbre 2021 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, carácter histórico, de amplísimas proyecciones de inserción con protagonismo en la multipolaridad.    

Nuevo líder mundial de izquierda, junto a Xi y a Lula: mi cuate Obrador.

viernes, 17 de septiembre de 2021

No temas por Milei Argentina

Alberto Fernández tenía los días contados. Lo publiqué y lo reprodujeron tres medios en octubre del año pasado. No pasa las PASO. En el discurso del domingo descartó, por transitiva, aspirar a un nuevo mandado en 2023.

Magnetto (el CEO de Clarín) lo sabía, la embajada yanqui lo sabía, el pueblo lo sabe y, por su puesto, lo sabe Cristina Kirchner. Alberto Fernández es el Kérenski-Chiang Kaishek-Campisteguy perfecto. Cuando Cristina lo jugó de candidato presidencial –“yo puedo ganar las elecciones sola pero hoy no puedo gobernar” dijo, después del lawfare y el Cóndor 2–, uno de los motivos era que en el “Frente” sin exclusiones que tenía que proponer contra Macri para mal menor, cargaba lastre gordo de clarinistas, menemistas irredimibles, empezando por los traidores que rompieron la unidad del gobierno de Néstor y de Cristina ante el latifundio oligárquico, oponiéndose a la resolución 125, trancando la ley de medios y, luego, apoyando el lawfare macrista.

Alberto fue la figura que con mayor saña salió en los medios de Magnetto promoviendo el lawfare, calificando de “idóneos” y “probos” a los dos camaristas que puso Macri por DNU y diciendo de Cristina, con aires de don Corleone, “que no se enoje; que explique”.

Pensaron que la táctica 2019 de Cristina, al proponer a Alberto presidente en un “Frente” con ella de Vice, había sido una jugada de Táctica Uno. Sin embargo, es de “Dos tácticas…” y nada fácil. A Mao le llevó años con Chiang Kaishek. Y Batlle y Ordóñez no pudo, desde que lo detuvo Viera, ni con Sosa ni con Serrato y tampoco con Campisteguy.

Voy a explicar las similitudes, advirtiendo que son más las diferencias. Una fuerza política mayoritaria y popular, decisiva, no es suficiente para alcanzar y mantener el gobierno sola, por las circunstancias, y tiene que pactar con una fuerza menor y palaciega, provisoriamente decisiva. Cuando le ocurrió a Lenin en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, resumió y proyectó su línea en un folleto llamado “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática”. El mascarón de proa de aquella revolución terminó siendo Aleksándr Kérenski, pero los bolcheviques eran la fracción mayoritaria del partido decisivo, el POSDR.

También los comunistas chinos fueron la fuerza más combativa, popular y mayoritaria en el frente de resistencia a la invasión japonesa de 1931, donde se aliaron al “nacionalista” Chiang Kaishek, un obstáculo que Mao pudo remover recién el 1 de octubre de 1949.

Batlle y Ordóñez sufrió, cuando su aparente correligionario Feliciano Viera, junto a otros antibatllistas y anticomunistas (“Batlle quiere transformarnos en un partido de soviets”, bramaba Viera), le detuvo las transformaciones en sentido nacional y popular, una traición muy parecida a la que padeció Néstor Kirchner cuando le trancaron la 125. A aquella se le llamó “el alto de Viera”; a ésta “el voto no positivo”, porque un tonto pudor acomplejado que no llegaba a tener vergüenza, llevó a Julio Cobos, el radical vicepresidente de entonces, el 17 de julio de 2008, a votar por la oligarquía diciendo “mi voto no es positivo”. Fue en vida de Néstor Kirchner, Presidencia de Cristina Kirchner y Jefatura de Gabinete del melifluo Alberto Fernández.

Batlle tuvo, desde “el alto”, y aún disputando palmo a palmo hegemonía mediática gracias a su diario El Día, que remar una correlación de fuerzas que le obligaba, por muy poco, a pactar candidatos con los sectores minoritarios del Partido Colorado. Las “Dos tácticas…” de Lenin mejor leído por Batlle que por muchos otros de sus contemporáneos dirigentes, excepto Deng Xiaoping y Antonio Gramsci, su modo plebeyo de avanzar sobre los intereses palaciegos de la reacción, luego de contemporizar con Sosa (otro escindido; ya había vierismo y sosismo aparte) y con Serrato, en semejante complejidad, le hizo aceptar la candidatura del riverista Campisteguy, pero Cristina no tiene tanto tiempo. Así, no resiste tres períodos presidenciales.

En una guerra de resistencia, lo primero es enviar el armamento decisivo a la profundidad. El hombre de la embajada (revelado por los cables en WikiLeaks) Sergio Massa, a la cabeza con su ex jefe de campaña, Alberto Fernández. En la profundidad están los presos políticos, quienes no fueron elegidos al azar por la represión macrista. El tiempo no para, ya hace un par de meses que Julio De Vido (Ministro de Planificación de Néstor y de Cristina, preso político del lawfare macrista) dijo “Alberto Fernández se está kerénskizando”.

Máximo Kirchner había propuesto candidato por Provincia a Santiago Cafiero (le hacía exponer a Alberto su jefe de gabinete de confianza), pero Alberto tuvo una idea aún más rendidora, la esposa de su mejor amigo, Victoria Tolosa Paz. Y en CABA un radical, Leandro Santoro. Resultó un desastre electoral excesivo, incluso para las PASO, que no son decisivas. Para noviembre el peronismo va a tener que ponerse media pila.

Porque el peronismo todavía no empezó a movilizarse. Pandemia mediante y no, prácticamente no movió nada. “El hombre práctico”, que decía Perón, en este caso la mujer práctica, Cristina, cuando movilice no va a ser para sostener a Alberto ni al PJ ni al gobierno. Cuando el peronismo se movilice se desarma el tinglado, Milei incluido.

La única calle opositora es el Frente Izquierda de los Trabajadores, que obtuvo en estas PASO la mejor votación de toda su historia.

 

DOS TÁCTICAS DE LA JEFA

 

Cristina kIrchner no ha hecho en estos años otra cosa que señalamientos puntuales identificatorios acertados. En general, resuena aún mañana el resumen de su Plaza de Mayo de diciembre 2015: “les dejo lo más importante: les dejo el poder popular”.

El macrismo tuvo en estas PASO los mismos votos que en las presidenciales de 2019. El voto al poder en sí.

Más allá de duro, blando, económico, político, mediático… el poder es que se puede y Alberto, si algo demostró es que no puede. Ni contra Vicentín, ni contra la Corte, ni contra nada de lo que, en su contrato electoral, firmó combatir.

De Cristina sabemos que su gobierno y el de Néstor pudieron, que el kirchnerismo pudo ganar elecciones solo y mejor que mal acompañado y gobernar contra la oligarquía. Lo que define las “Dos tácticas…” es el modo plebeyo contra el modo cortesano, todo al poder popular. La definición todavía no empezó, pero se están dando condiciones para que sea una verdadera definición. Es mentira eso de que en política todos son empates. Una condición es la derrota de Sergio Massa-Alberto Fernández-Felipe Solá, tras la derrota de Macri.

Téngase en cuenta que Massa perdió en Tigre y donde el kirchnerismo marcó tamaño, Lanús, ganó y ganó el FdT.

El sosías de Macri ya es Larreta. El símbolo del pueblo, Milagro Sala, lejos de Casa Rosada, Secretaria General de la Tupac Amaru y diputada Parlasur por el FPV, de Cristina Kirchner, hoy presa política en Jujuy, donde el FIT obtuvo el 24 % de los votos.

Y sí, el modo plebeyo requiere también simbología. Cuando la miseria periodística de Lanata instaló el tema de la cartera Buitton de Cristina, ella dijo muy bien, “la moda me puede, pero la política me puede más”. Bueno, mi amor, si la política te puede más, meté dos mudas por año y listo, preciosa. Con un 40 y pico % de pobres y las jubilaciones en la línea de indigencia, cualquier exhibición innecesaria de riqueza es ostentación, aunque la culpa la tienen los milicos, Menen, De la Rúa, Macri, Alberto y su ministro de Economía, el neoyorquino Guzmán (que cubre todo el cupo de moda existente). La Jefa no lo necesita. Es linda por su praxis y discurso políticos. El miércoles sus ministros y funcionarios en el gobierno le presentaron renuncia a Alberto y el jueves, ella escribió una carta esclarecedora, marcando los tantos y pidiéndole que haga honor a la voluntad del pueblo.

 

“LA DERECHIZACIÓN” Y “EL EFECTO PANDEMIA”

 

Las dos excusas que presentó el albertismo para justificar la derrota del domingo son falsas.

No es verdad que todos los oficialismos hayan perdido en epidemias. Primero, porque los oficialismos que perdieron elecciones, igual que los que están menguando en apoyo popular, ya estaban perdiendo y menguando antes de la pandemia. Después porque la más importante de las elecciones postpandemia, la ganó por muerte López Obrador, en México, pasando de una gobernación a diez y sigue creciendo. Y aquí mismo, en Uruguay, el oficialismo ganó las departamentales en pandemia.     

Y también es mentira que el mundo se está derechizando. Basta mencionar la alta estima con que el Partido de Chicotazo saludó el Centenario del Partido Comunista de China, más los 150 partidos de izquierda, progresistas, obreros y populares, con gobierno u opción de gobierno y de poder, que enviaron sus principales figuras a Beijing, al congreso internacional del PCCH.

El gobierno argentino perdió porque tiene un ministro de Economía con un semestre de superávit fiscal con el pueblo más pauperizado que nunca, una Arbeleche cualquiera, en plena campaña electoral.

Y la respuesta popular fue votar a los extremos (esa sí es tendencia global); en toda Argentina, principalmente a la Izquierda, que se consolidó tercera fuerza política nacional, pero si el 70 % de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires vota a la derecha (desde casi siempre) es porque un bloque histórico de poder cipayo a la vez que centralista porteño (incluido el PJ Capital), no lo arregla una charla del gran Felipe Pigna. Si son sarmientistas, mitristas, sarrateístas, o sea: antiartiguistas viscerales, si miran la televisión que miran (la que ANDEBU nos hace ver a nosotros, en original o en réplica) es lógico que sean gorilas neoliberales macristas, versión Heidi, versión Larreta o neoliberales “libertarios” fascinados por las puteadas supremacistas de Milei y por su estética, más europea que la del “europeísta” porteño Alberto Fernández (además, ¿qué es ser “europeísta”, Alberto? ¿hinchar por el París Saint Germain en una Intercontinental? Porque en todos los otros ámbitos se trata de ganar-ganar o colonialismo e imperialismo).

El pueblo argentino es muchísimo mejor que la expresión electoral de estas PASO y que su establishment. Incluso el pueblo porteño es algo bastante mejor que su 13 % a Milei. El viejo topo de la historia hincha por Nacional y Peñarol contra el PSV y el Real Madrid.

viernes, 3 de septiembre de 2021

Lo sedante hacia el referéndum








Estremece oír ahora a Sanguinetti decir que somos adversarios y no enemigos, porque al enemigo se lo aplasta. Orgullo de haber juntado las firmas y un poco de miedito, porque Sanguinetti galvanizado por el inminente referéndum, no es menos temible que el mismo Sanguinetti cuando ganaba el balotaje por tres votos, y algún politólogo trasnochado, ochentista-noventista, proponía “acuerdo nacional dada la escasa diferencia electoral”, y Sanguinetti le contestaba, “no; el que gana, gana todo”. O sea, empieza a aplastar (¿al adversario?, ¿al enemigo?, llamále como te convenga). Ése era el verdadero y único programa de gobierno de la coalición que Sanguinetti engendró y encabezó Lacalle Pou, aplastar al Frente Amplio. 

El resto no era programa de gobierno. Era plan de negocios. Incluyendo el ahorro en distribución social de la riqueza para que acapare el “malla oro”, el puerto, la tierra, las privatizaciones mechadas en Presupuesto, LUC, ley de medios, Rendición de cuentas… y cuanta oportunidad de negocio se presentase y presente. Otro cantar es que no pudo aplastarnos en las departamentales, que juntamos las firmas y vamos a derogar los 135 artículos perniciosos de la LUC.

Sanguinetti dijo en ambos momentos la verdad, sólo que ahora la dice el impostor, porque quien corre el riesgo de ser aplastado es el gobierno y el Frente salió de la incómoda posición de resignarse, “no te rindas”, alertó el Taba. Es mucho el enojo de la ciudadanía. Con todos, pero los opositores tenemos más perspectiva de votar enojados que los oficialistas.

El aparato mediático hegemónico necesita ponerse a hacer política-política (para eso la arenga melosa de Sanguinetti), cuando ha dedicado años a la política-antipolítica cuasi sallesca (bueno, sacando eso de que Messi se puso la 30 por emblema del comunismo chino).

El reclamo del hegemón es que lo ayudemos a repolitizarse “dialogante” poniéndole paños tibios ideológicos a la situación desesperada del país. “Salgan del gueto” nos dicen, después que nos ningunearon la recolección de firmas un año entero, vengan acá, jueguen acá…

El FA asume la ofensiva, postula a su Presidencia al principal portavoz de las firmas, Fernando Pereira. Es momento de consolidar primero el territorio y denunciar que el mensaje es el medio, porque lo demás es intercambiable y porque el carácter de esta época está desgastando incluso las encuestas y la publicidad agenciera.

Somos tantos los que no contestamos encuestas, que las encuestadoras no pueden proyectar un perfil del “no contesta”, algunos porque estamos en contra del sistema mediático actual, otros porque no consideran útiles ni las encuestas ni la política.

El gueto mediático alegórico en que nos han metido, es un fracaso en un momento de fracaso y con eso, y contra eso, lo único que puede hacerse es luchar. No hay relato que valga, ni siquiera de derrota.

La utilización de la alegoría del gueto para referirse a los medios propios y “salir del gueto”, a ir a legitimar y darles rating a los medios enemigos, es aporofóbica, además de pelotuda. Es decir: “los pobres son pobres porque quieren, porque se quedan en los cante y en los asentamientos, en los “guetos”, en vez de irse a pasear por La Tahona. ¿Quién tuvo la culpa del gueto de Varsovia? Los judíos, porque se quedaron en el gueto. ¿Por qué no salieron?”

El gueto es en principio el territorio, “las paredes” que dijo Maduro (estoy hablando de comunicación de masas). Tenemos territorio, pero necesitamos levantarlo, armarlo (estoy hablando de redes, de medios propios en plataformas, ya que no pudimos o no quisimos disputar televisión al aire), en la radio (allí se está trabajando), pero el mayor gueto no virtual de la actualidad es la franja de Gaza. El mes pasado impidió que Israel siguiera expulsando palestinos de sus casas en Jerusalén Este y “se quedaron en el territorio”. El gueto es la resistencia. De la resistencia a la ofensiva, se pasa consolidando el territorio.

Juntamos las firmas para el referéndum porque las papeletas son más territorio que las paredes, fue el modo plebeyo y el patria o muerte, firmar or not to be, pero el cerco que nos impuso el ninguneo de los medios, ahora nos va a abrumar con cantos de sirena, van a hacer política sectorial del “todos son lo mismo”, “todos son iguales”, con todas las dificultades que la política-política les conlleva, “que se vayan todos”, la antipolítica.

No les queda otra, gracias a que tomamos la decisión de juntar las firmas, todo cambió, hasta el discurso de Sanguinetti. Cuando la coalición que él armo iba a ganar el balotaje por tres votos dijo que nos iba a aplastar, pero resistimos puerta a puerta, voz a voz, y ahora dice que nos considera adversarios porque si nos califica de enemigos nos tiene que aplastar. coherente y sedoso. La mentira está en postura (o impostura), no en el argumento. Tienen que hacer política porque para el referéndum la antipolítica los aplasta a ellos. La gente está enojada. Los opositores y los oficialistas, pero el enojo de los opositores vota, no es boludo.

Cuando los medios alientan, soterrados o a voces, ¡que se vayan todos! ¿Quién realmente quieren que se vaya?

Se sabe que no se refieren a todos los banqueros ni a todos los dueños de la televisión, ni a todos los monopolistas de las distribuidoras de alimentos, ni a todos los jueces, ni a todos los militares, ni a todos los estancieros, ni a todos los dueños de frigoríficos enroscados al capital financiero, ni a todos los servicios de espionaje imperialistas, no, no se refieren a todos ellos, porque todos ellos en definitiva son unos pocos y generalmente los mismos y porque simplemente son ellos mismos, los medios, sus monopolistas, sus inversionistas y sus supeditores publicitarios. Todos sabemos a quiénes se refieren únicamente, exclusivamente y puntualmente y por supuesto que se refieren, al barrer, a todos los políticos, es decir, a los únicos por ahora, que, de algún modo, vos podés votar...

Con tal de sacrificar a todos los políticos, sacrifican incluso a los suyos, pero para que te vayas vos, para que vos te desalientes, te desilusiones y te resignes y te quedes solito, aislado y en tu casa frente a la tele, a merced de ellos, sin nada que puedas elegir, sin que te importe el resultado… enojado y chau.

Pero el enojo de los oficialistas puede ser carne de encuestas y humo de votos. Ahora necesitan salir a defender hasta los desbordes de la LUC, a debatir, acarrear su tropa decepcionada de las mentiras de campaña, en carros a traer de no saben dónde.

El pueblo no contesta las encuestas, por antipatía, las hace inservibles. El carácter de época ha cambiado, pero los dirigentes políticos en general (incluídos muchos del FA) parece que no se dieron cuenta. En los ochenta “agencia de publicidad” era, para decirlo en chilensis concertista, el referente de la época, “super, super topísimo”. Hace año y medio Rosencof describió, “nos gobierna una agencia de publicidad” y dio en el clavo. Hoy “agencia de publicidad” es un insulto que ninguno de nosotros deja de proferir contra el gobierno.

Una buena agencia de publicidad debería considerarlo. Buscar otra estrategia.

"Sin el territorio, el casa por casa, el rostro por rostro y las paredes del territorio para nuestra expresión, perderíamos nuestro sustento, pero las paredes sin redes no bastan y las paredes y las redes sin medios tampoco”, dijo Maduro. Es un tema en el que Venezuela ha sido paradigma desde Chávez, quien, en su primera campaña electoral, pero más aún en su gobierno y desde su propio y personal “gueto”, “Aló, Presidente”, confrontó con el oligopolio mediático oligárquico plutocrático, apostrofando “los cuatro jinetes del apocalipsis”, a los cuatro canales privados al aire que lo adversaban. Cuando el pueblo chavista derrotó el golpe de PRISA-Carmona-CNN, Chávez retomó el gobierno quitándole la licencia a uno de los cuatro jinetes. Con VTV (canal 8, el potente canal público de Venezuela, cuya calidad y alineamiento resalté incluso ante críticas de compañeros cubanos, en aquel momento) contra tres de los jinetes, se ajustaba un poco a la realidad de la correlación de medios masivos: al menos un cuarto para la fuerza política que obtenía más del cincuenta por ciento de los votos y tres cuartos para la que obtenía menos. Después, Chávez fue fundador de Telesur y la comunicación se acercó a democratizarse, tres a dos para los oligarcas, bastante menos que en el resto del continente. Sin esa correlación de fuerzas mediáticas, medianamente aceptable, Venezuela no hubiese podido resistir el brutal asedio del imperialismo. Puede decirse que, sin semejante decisión política de independencia venezolana, el imperialismo yanqui no hubiese sido tan agresivo contra ella. Chávez gobernaba de verdad y eso es intolerable para el imperio, pero también puede afirmarse que, al final del día, los gobiernos progresistas supervivientes a la reacción del Cóndor 2, del lawfare y los “golpes blandos”, fueron los que atacaron la hegemonía mediática, avanzaron más en el territorio y, en otro aspecto, echaron a la DEA.

Hoy los medios disputan las redes y los plutócratas, pese a la compra de Big Data, las fábricas de trols y bots y fakes, la tienen más difícil, porque la resistencia accede a las redes más que a la televisión al aire y porque existen contradicciones importantes entre corporaciones mediáticas y plataformas de Internet.

Mitch Feierstein, autor del libro Planet Ponzi, considera que “Silicon Valley responde a China” (y no es ningún delirante estilo Gustavo Salle; es un operador teórico, muy calificado, de lobbies antifinancieristas, industriales, pero además antiglobalistas, adversarios o enemigos del de las tecnológicas), en un trabajo anterior a que las tecnológicas yanquis se negaran a seguir los lineamientos de Donald Trump contra Huawei. Un libro sobre economía que da pistas sobre la disputa en las redes. ¿Puede un invento militar del Pentágono (la Internet) derivar en armas propicias al antiimperialismo? ¿Puede una plataforma quemar las naves, tal cual hizo Twitter en Cuba cuando localizó, fraudulenta, en la isla direcciones de Miami y de España, sin arriesgarse a perder la hegemonía, tal cual podían las corporaciones antes de Internet?

Hagamos crónica. Niko Schvarz decía que un cronista es una birome y una tijera, es quien lee para los otros. Schvarz dedicó gran parte de su vida a fortalecer el armamento comunicacional del “gueto”. Cofundador de El Popular (destacó Aurelio González en alocución durante el velorio de Schvarz), consejero editor de la revista Estudios, editor en La República, colaborador constante de La Onda ya en la era digital, Niko Schvarz resumió en 1995, al regreso del “Congreso Marx Internacional de París”, al que concurrió junto al ingeniero José Luis Massera: “nuestros clásicos confrontaban a tal punto que, a veces, incluso, titulaban al eje de la confrontación, por ejemplo, Engels, el Anti Dhüring”.    

Democratizar radicalmente la propiedad de los medios masivos de comunicación no es “quedarse en el gueto”, es levantarlo, cual se levantó en Varsovia, pero con mejor perspectiva de éxito. Es romper el blindaje político al poder económico, plutocrático, oligárquico, del oligopolio mediático que nos cerca. Es imposible gobernar contra un noventa por ciento corporativo imperialista de los medios. Ayer mismo, en Perú, sacaron de aprete a un Canciller, pero bien dijo Orlenys Ortiz, influencer venezolana, entrevistada por el rapero y comunicador en canales de redes Daniel Devita, “cada vez son más las personas que se refugian en el YouTube para mantenerse al día, no sólo de lo que pasa en su país sino en el ámbito internacional, precisamente porque están hartas de todo el rollo de la televisión tradicional… ¿quién te dice que los que te mienten sobre lo que pasa en tu país, no te mienten además sobre lo que pasa en Venezuela?”

Y si te mienten sobre la internacional te están mintiendo sobre la verdadera política. Te llevan a un panel donde te duplican en número y te hacen consensuar, con el pretexto de los impuestos, que los ejemplares países del mundo son dos de la OTAN, del lado norte del comercio desigual, del colonialismo y el imperialismo (ése que después de veinte años de ocupación militar de la OTAN en Afganistán, salió cósmicamente derrotado), uno de ellos el mayor productor del aparato industrial armamentista transatlántico, ambos colaboracionistas históricos de Hitler (que, además, no son, ni por asomo, los que recaudan más impuestos a los ricos), mientras dejás que se burlen de un país africano dignísimo, revolucionario, al que los “europeístas” odian porque tuvo incluso la osadía de quitarse el nombre que Europa le había puesto, pretendiendo humillarlo por una hiperinflación inducida que no es indicador de nada trascendente.

Si consensuamos en eso, los enojados que voten a cualquiera, da lo mismo y los que votan obligados, van a votar lo que obliga el sentido común, creado e instalado por el discurso sedante, mientras nosotros apostamos a ser normales, iguales a ellos, livianitos, con las mismas fuentes, un poco graciosos, un poco idiotas, un poco imbéciles.   

Dicen que en política el que se enoja pierde. Puede ser si al enojo por las mentiras, por los aumentos de tarifas, de impuestos, de combustibles, de precios de alimentos, por las rebajas del poder adquisitivo de los salarios, las jubilaciones, las pensiones, por la entrega del puerto, por la traición al Estado-nación frente a Aratirí y tantos otros negociados, por las muertes por COVID evitables (en complicidad, en parte, con el FA, que no siguió la línea de Vázquez, dejó que el gobierno se equivocara al no plantear la eliminación del virus y después, es verdad que tenía un costo político alto volver a bajar la movilidad, cuando había pasado demasiado tiempo de distanciamiento exhortado por imprecisión, en la primera ola, a parte es cierto que el gobierno se demoró con las vacunas, por cuestión de negocio), por la LUC, por los cien mil nuevos pobres, por el voto a Almugre en el Ministerio de Colonias del imperialismo yanqui, se le suministra una buena dosis de humo, humedad y bastante nicotina, pastillas para dormirse y algún legado que salga a disputarle espacio a nuestro medio propio, en las redes, al propio territorio, con mensajes de cobertura política nuestra. Se sabe que a corto plazo el partido se juega en el streaming. Y el que se adormece y se entrega, es el que pierde.

No somos enemigos, no pretendemos aplastar al enemigo. Ni siquiera un 50% y 50 % de voz ya que somos 50 % y 50 % del electorado. Nos conformaríamos con un 15, bueno… un veinte, para perder un poco de necesidad de síntesis. Somos adversarios de clase, digamos. Y después sí, vamos a los programas de ANDEBU y nos fumamos todo y los ayudamos a entrarle fuerte a la televisión por Internet, y a subirles el rating para que cobren la torta publicitaria entera, además. Con un quince de medios nos alcanza. Si mantenemos la militancia en territorio y en redes.

El problema es que para ese 15 nos está faltando al menos un 7.

Como siempre, algo se nos va a ocurrir y algo va a ocurrir en nuestro entorno. No somos, ni de chiste de boliche, el faro de la izquierda mundial, pero, a diferencia de la mayor parte de nuestra dirigencia, nuestras bases sí son antiimperialistas. Fuimos gobierno sólo después que Lula en Brasil y Kirchner en Argentina. Lo perdimos inmediatamente después que lo perdieron ellos, pero el mundo no está para nuestros adversarios. Habría que saberlo para poder decirlo masivamente cuando tengamos al aire un medio masivo o, al menos, para darnos cuenta qué es lo que, ante cámaras, no nos dejan decir ni en susurro.