sábado, 5 de noviembre de 2011

El dipló Sarckozy

El heredero de los flechas cruzadas y de los húngaros que recibieron a Hitler bajo palio en Budapest, el que hoy (vergüenza francesa para indignación universal) gobierna en París, Nicolás Sarckozy, se empeña en proyectar aquella frase de Carlos Marx en El Dieciocho Brumario, “la historia se repite al menos dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa”. Sarckozy es la tercera versión, satírica, de Napoleón Bonaparte.

Este año en un clínica de Ciudad Ho Chi Ming, le festejaron su cumpleaños número cien al general Vo Nguyen Giap, el jefe de los vietnamitas que derrotaron al colonialismo francés en la batalla de Dien Bien Phu en mayo de 1954, expulsando a los imperialistas franceses de Vietnam para siempre. Durante mi adolescencia, cuando estudié el idioma de Moliere, en la Alianza Francesa exhibían un mapa donde habían pintado todos los países de donde los han ido echando. No estaba Vietnam, pero eran un par de decenas. Ahora Sarckozy se ha propuesto recuperarlos y “echar a Uruguay de la Comunidad Intenacional”, nada menos que al primer país que la propuso, en 1907, como se reconoce en la posterior acta fundacional de la Sociedad de las Naciones. ¿Y esto por qué? Por hollywoodense ignorancia.

Ha de haber muerto en Pou, supongo, hace ya años, un francés que conocí en Uruguay, que fue vecino mío. Había sido prisionero de los nazis durante el gobierno de Vichy. El tipo no tenía hijos y no quería tenerlos, decía que no hay que traer niños a un mundo que dentro de pocas generaciones conocerá el holocausto planetario. Hoy pienso que aquel francés, aunque pasaba por excéntrico, no era ningún loco. La respuesta de la naturaleza a nuestras aberrantes agresiones (lo que eufemísticamente hemos dado en llamar “el cambio climático”) nos halla tan indefensos, que no podemos ni siquiera plantearnos el problema, porque la humanidad no se plantea los problemas que no puede resolver. ¿Para qué, si ni siquiera fuimos capaces de hacer cumplir el Protocolo de Kioto, que no proponía estacionar ni reducir ni mucho menos detener las emanaciones de gases de efecto invernadero, sino tan sólo desacelerar en parte su crecimiento? Pero la confirmación del resultado del balotaje presidencial en Francia, cuando, en mayo de 2007 con el neonazi Le Pen en su montura, Sarckozy hizo retornar la restauración a Europa, me recordó al francés vecino mío y me dí cuenta de otras razones que tenía, para no creer que La Esperanza fuese algo más que un título de Malraux.

Si le agregamos que faltan pocos días para que en España asuma nada más que Rajoy, como único consuelo me viene a la memoria aquello que le dijo Humphrey Bogart a Ingrid Bergman en Casablanca: “Siempre tendremos Beijing”.