viernes, 30 de abril de 2021

Las señales de Joe y las de Luis

Los líderes mundiales están empezando a tener desavenencias. 

“Nosotros, los líderes mundiales, tenemos que hacernos cargo”, dijo Luis, dándose a conocer al mundo el año pasado, pero ahora resulta que a Joe, otro líder mundial, Presidente de USA, tal vez un poco más influyente que Luis, le dio por poner impuestos “draconianos” a los “malla oro” , para paliar los efectos de la pandemia, mientras aquí, Luis insiste en que el camino es “la libertad responsable” (libertad exclusiva de los “malla oro”, por su puesto) y dice más, el miércoles 28 dijo para la posteridad, “si la libertad responsable fracasa, fracasa la humanidad”. 

Si Luis tuviera las armas de Jon-Kim-Un, ya los pondría en vereda a todos esos lidercitos que se cagan en la libertad responsable de los “malla oro”, incluyendo a Joe, a Jinping, a Ángela, a Vladimir y al propio Un, carajo. 

 Y a algunos meros presidentes también los alinearía, incluyendo a Sebastián, que le ha dado por imitar a su jefe Joe en eso de ponerle impuestos al “malla oro”. 

Y a los simples mandatarios de los otros 186 países del mundo, que no le hacen caso a Luis, con la excepción de su hermano mayor, Jair, supongo que “líder regional”, los pondría a temblar de sólo oírlo filosofar. 

 ¿Por qué se llegó a esta desavenencia crucial en el liderazgo mundial? ¿Por qué la humanidad entera es responsable del fracaso de la “libertad responsable” del “malla oro” en Uruguay? Japoneses, neozelandeses, mozambiqueños, saudíes… y la mismísima CNN que informa que Uruguay tuvo en abril la mayor cantidad de muertos con COVID por cada 100 mil habitantes del planeta. 

Básicamente porque el líder mundial Luis no le dio bola a Tabaré en marzo del año pasado, ni al Sindicato Médico, en abril, ni al GACH nunca, ni siquiera en diciembre, ni siquiera en febrero, ni siquiera ahora, porque las vacunas llegaron muy tarde, porque Luis se durmió, porque ni a sus socios les da bola, porque no se arrepiente de su fracaso humano, para que el blindaje mediático le evite un fracaso político inminente. 

Y asumo. El blindaje mediático de Luis es un fracaso político mío, del Frente Amplio y de todo el movimiento popular, pero ante la pandemia le pedí a Luis públicamente y les pedí a todos mis compatriotas que ayudaran a convencerlo para que acertara. Humanamente no quise que Luis fracasara. De esto prefería que Luis saliera con una victoria política sostenible. 

Luis podría decir, si lo pensara, si pensara, que Joe la tiene fácil. Joe hace los dólares. Dice el yanqui premio Nobel de Economía Paul Krugman que, ellos, cuando se endeudan, se endeudan con ellos mismos. No es fundamentalmente así, pero podría decirlo. 

También podría decir que Joe es “demócrata”, o sea: “progre” en el ámbito nacional y más agresivo imperialista aún que los “republicanos” en el ámbito global, que la economía yanqui no se puede medir por lo que distribuyen entre ellos, porque explotan la desigualdad entre naciones, con el comercio desigual, el comercio de deuda, sus “transnacionales” y, entonces, cuando Joe les saca a los dueños de las grandes compañías, es para garantizarles inserción extractiva en otros mercados, con los 750 mil millones de presupuesto militar que en mayo le aprueba el Congreso. 

En USA, el establishment usa a Joe; no al revés. 

En cambio, en Uruguay, lo único que puede garantizarle Luis al “malla oro” es que no lo va a tocar con impuestos para el Fondo COVID. También podría decirlo, aunque 40 millones en dos Hércules dados de baja del bando requeté, a escala uruguaya ponen a Luis a la par de Joe entre “los líderes mundiales”. 

Y podría decir más aún. Podría decir que Joe es un vende humo, que está engrupiendo a su oligarquía con espejitos de colores, que le hizo decir a Vladimir el miércoles 21 de abril, ante el parlamento ruso, que va a responder a Joe de manera asimétrica, si cruza las líneas rojas de Rusia. O sea, por ejemplo, si la OTAN invade el Donbass, Rusia no va a responder entrando en Ucrania. Rusia tiene, lo afirmó Vladimir en ese mismo discurso, un misil hipersónico imperceptible, ocho veces más veloz que el sonido, mach 8, con alcance desde Moscú a cualquier sitio de USA, 18 mil kilómetros de alcance y, dos días después, Dimitri agregó, “estamos en el mismo punto que en la crisis de octubre de 1962”, cuando los misiles no eran tan rápidos ni llegaban tan lejos, pero estaban en Cuba, a 90 millas de USA.  

Y le hace decir a Jinping que va a responder severamente si continúan las provocaciones yanquis en el Mar de China. 

Bien fuerte ambos, para que el establishment los escuche y no le exija a Joe demasiado a cambio de sus impuestos. 

Pero todas estas banalidades no caben en tu pensamiento, Luis. Tú eres un filósofo. Tus desavenencias con Joe son metafísicas. Y tienes de dónde heredarlas. Eres una unidad de destino de la humanidad en lo universal.

domingo, 25 de abril de 2021

Los errores que no volvería a cometer en La Onda

 



Mil números son una tentación. Si uno los compra todos tiene alta probabilidad de sacar la lotería. Si usted abre con afán científico el archivo de La Onda, con sus mil números que éste completa, va a ver que el azar puso de título 1 del número 3, el primero que aparece por antigüedad en el archivo, porque el viejo servidor borró los dos primeros números, “Decenas de uruguayos mueren cada año de gripe”, firmado J.C. Rossi.

 

En el número mil, mueren decenas de uruguayos cada día de una enfermedad que Bolsonaro dijo que es una “gripecita”, pero no sale en título uno de ningún medio masivo.  Nos consta.

 

Revisar los archivos veinte años después puede resultar una tarea bastante ingrata, incluso a quienes hemos vivido con ellos de hígado para digerir información. Me gustaba visitarlos presencialmente más que hoy a Google. El periodismo tiene ése, entre sus pocos encantos -esto es personal-, ése y escribir contra reloj, adrenalina a tope, porque los sucesos hacen así, se suceden. Uno pronostica el domingo y el diario del lunes cubre nuevos sucesos o explora viejos archivos, que ratifican o desmienten para mayor adrenalina, para mejor estima de cuánto ignoramos.

 

Veinte años después, cuando infinitos sucesos se sucedieron para marcarnos los errores de pronóstico, nos reconocemos ignorantes sin remordimiento, porque dice bien Jaliffe, siempre se trata de no escribir lo que pasó, sino lo que va a pasar.

 

Yo escribí con años de antelación que iba a ganar Tabaré en 2004 y que para eso teníamos que hacer una campaña hacia el centro. Conocía de buena fuente la anécdota de que Chávez, ya Presidente de Venezuela, le había dicho, “cuenta conmigo para lo que necesites, ya sea que hable bien de ti o que hable mal de ti”. Supuse que algo similar le había dicho Fidel y Vázquez lo utilizó, pero cuando llegó 2005 y vi que la estrategia de campaña se transformaba en programa de gobierno, lo denuncié y advertí contra la falta de audacia, contra el abandono de canal uno, contra “la patria forestal” que eran negocios de la oposición atados y bien atados, en fin… contra la falta de vocación de poder y de política, a cuenta de la gestión administrativa del gobierno.

 

Hoy pienso que opinaba equivocado, que no se trataba de una coyuntura nacional, que nuestros vecinos tampoco alcanzaban el punto de resolución política, precisamente por aquella campaña que, más allá de la arenga sobre “hacer temblar las raíces de los árboles”, no proponía en concreto un horizonte de cambio de poder. Porque la prensa opositora, apabullante y aplastante en su hegemonía, respondía a nuestras críticas con un muy razonable, “…nos perdimos el capítulo en que el pueblo votó hacer la revolución”.

 

Hoy pienso que, de nuestros presidentes progresistas en América del Sur, el único que hizo todo bien fue Hugo Chávez, haya dicho lo que haya dicho en público y en privado sobre sus pares.

 

Fue el único que previó que la disyuntiva era confrontar o resignarse y que, para confrontar, había que prepararse ante cualquiera de las posibles respuestas del enemigo.

 

Su más cercano seguidor fue Evo Morales, en el centro territorial del Sur de este continente isla. Ambos, Chávez y Evo, se proclamaron marxistas, definieron a sus partidos socialistas, sin dejar por eso de integrar a todas las religiones, los movimientos sociales, las tradiciones, pero con un proyecto de futuro, que iba más allá de un “postneoliberalismo” incierto.

 

Hoy pienso que no importa tanto cuán utópico sea el proyecto. Importa más nuestra diversidad, qué peso tan diferente ponemos en nuestro plato de la balanza, qué tan nuestro es el negocio que debemos defender.

 

Ser la “democracia plena” del New York Times y del Washington Post no es un éxito nuestro, el forestal y las tierras extranjerizadas no es un negocio nuestro; a la hora de las campañas pautan para el statu quo y prestigian la plutocracia. Excitan muchísimo a “nuestros” politólogos televisivos, pero no excitan a nuestro pueblo ni le convienen.

 

La cuestión se presenta con candente actualidad si atendemos las recientes declaraciones del maestro rural Pedro Castillo, candidato favorito a Presidente de Perú en el balotaje del 6 de junio próximo, según todas las más recientes encuestas. Castillo ganó sorprendiendo en la primera vuelta con un margen que ninguna encuesta previó, representando a Perú libre, un partido que se define marxista-leninista e, incluso, es tipificado por la prensa hegemónica “marxista-leninista-maoísta, continuador del brazo político de Sendero Luminoso”, la guerrilla rural que condujo Abimael Guzmán en los años ochenta. Castillo dobló la votación, en primera vuelta, de la candidata de centro izquierda Verónica Mendoza que aparecía favorita con un discurso desmarcado del chavismo porque, según los politólogos, su afinidad chavista le había hecho perder las elecciones de 2016 en las que estuvo a un punto de pasar a balotaje. Castillo criticó duramente los tacticismo electoreros de los otros tres candidatos de izquierda, se declaró amigo del gobierno venezolano y les ganó a todos por paliza, pero ahora, que disputa el balotaje con Keiko Fujimori, adopta el discurso de sus “parientes ideológicos” vencidos, ahora aliados a él. El 22 de abril dijo que “el señor Maduro no se meta a hablar de Perú y venga a llevarse a los delincuentes venezolanos…” en referencia a los inmigrantes que son mal vistos por la población peruana, según las encuestas.

 

La frase fue un claro mandato de asesores de imagen, porque viene a responder a muy antiguas referencias de Maduro a que muchos venezolanos emigrantes son maltratados en los países de acogida, Perú, Ecuador y Colombia.

 

Tiempo después de mis errores sobre lo inocuo de una imagen electorera bajo el principio de ganar, leí un trabajo del español Javier Ortiz, que profundiza en el concepto leninista “contemporizar es la muerte”. “Si la vida me diera de nuevo la oportunidad -escribió Alberto Mastra-, de volver a vivirla otra vez…” no contemporizaría por campaña electoral, porque, además, el principio de ganar se ha vuelto de aplicación demasiado controvertible, con los desempeños de campaña blanda de Martínez, Arauz y la propia Mendoza, a contrapelo de los de Luis Arce y el propio Pedro Castillo y el costo del pensamiento débil a la hora de gobernar se está reiterando en Argentina con síndrome Uruguay 2005. Apaguen a Zuasnábar y escuchen bien los recientes resultados electorales. Estos pueblos están hartos de eufemismos, sucedáneos y conciliábulos.

 

Por supuesto, es mejor Pedro Castillo que Keiko Fujimori, Alberto Fernández que Mauricio Macri y lo hubiesen sido Daniel Martínez que Luis Lacalle y Andrés Arauz que Guillermo Lasso y, de aquí a Marte, Luis Arce es muchísimo mejor que Carlos Mesa, pero sigue vigente la cuestión de las grandes ideas fuerza de la izquierda.

 

El 10 de abril oí el discurso de apertura de Raúl Castro al octavo congreso del Partido Comunista de Cuba.  Más de dos horas que dan para más de cien de discusiones, acuerdos y discrepancias, pero no puede pasarme desapercibido que más de una vez dijo “el socialismo y por lo tanto la independencia nacional”.

 

“Salvando las distancias”, dijo antes de referirse a “las experiencias de China y Vietnam”. Bueno, “salvando las distancias”, digo yo al referirme a Cuba, pero pienso, desde filas sectoriales que nunca fueron la suya, que Vivián Trías cada día le acierta mejor. Y lo dejo con los perfiles del estrado: Martí, Baliño, Mella, Fidel. En nuestro país, tan raro, lo pongamos junto a quienes lo pongamos, siempre el más avanzado va a ser Artigas. Siempre y cuando no lo reduzcamos, José Gervasio Artigas alcanza, con su reglamento de tierras y los perros cimarrones, para no quedarnos nunca cortos de propuestas y para desarrollar capacidad de confrontación que permita concretarlas y sostenerlas.  

lunes, 12 de abril de 2021

Lasso ganó a lo Jorge Batlle; Pedro Castillo a lo Kirchner

 

Pedro Castillo

Esta columna no se dedicó a las elecciones en Ecuador en ningún momento de la campaña electoral, por dos motivos. Estaba a favor de Andrés Arauz sin mayores bemoles y no las consideraba claves.

 

Daniel Devita, el rapero argentino de La Patria Grande, que todos los días tiene encuentros en las redes con miles y miles de ciudadanos de nuestro continente, admirable el gran artista también en su faceta periodística de hecho, insistió en que un triunfo de Arauz sería el golpe de gracia al Imperio, tras las victorias de México, Argentina, Bolivia, Chile y Venezuela. Soy asiduo oyente de sus charlas y compartía su esperanza, pero ya había escrito en varias entregas de esta columna, anteriores a las elecciones bolivianas, que la clave era Bolivia, “la fecha boliviana”, el centro territorial del Sur de nuestro continente isla.

 

Cuando en la primera vuelta quedaron técnicamente empatados en el segundo lugar para pasar al balotaje, el banquero Guillermo Lasso y Yaku Pérez, un dirigente indigenista igual de neoliberal que el banquero pero impresentable en rol de candidato presidencial, temí que la elección de Lasso por parte del Consejo Nacional Electoral, fuese acertada a los intereses del establishment.

 

Lasso era la cuarta vez que competía por la Presidencia. Sabe hablar bien, agendar sus temas, tiene carpeta, era conocido y la insistencia no deja de ser un factor de encanto. En suma Jorge Batlle y con ventaja, porque el lawfare proscribió a Rafael Correa, quien ni siquiera podía ser nombrado por Arauz ni utilizada su imagen en la campaña, ya de por tanto fraudulenta.

 

Contaba además, el viejo insistente, con el asesoramiento de Durán Barba, el mismo que asesoró a Macri, y con el voto nulo de Yaku Pérez, un auténtico topo en las organizaciones indígenas, CONAIE.

 

Mis temores se acrecentaron viendo y reviendo el debate televisivo entre ambos candidatos al balotaje. Arauz hizo un buen papel (mejor incluso que Scioli en su debate con Macri de 2015), pero en la dinámica de preguntas sin responder en que se transforman esos debates, el mayor golpe fue de Lasso, al comparar su trayectoria de trabajador pre bancario, sacrificado y local, con “los colegios más caros de Ecuador y de Estados Unidos que tu padre pudo pagarte” de Arauz. Durán Barba llegó a tiempo para indicarle a Lasso que no dejara pendiente la pregunta de qué elige entre el país y la banca, pero los asesores de Arauz no prestaron debida atención a un tema en ese caso mayor, de imagen.

 

Después, todo el desgaste restante lo hizo el monopolio mediático, identificando a Correa con su ex vicepresidente Lenin Moreno y a éste con Arauz, mostrando a Lasso como el cambio, cuando Lasso fue en rigor quien  le dio los votos a Moreno en el Congreso para su espantoso programa neoliberal y es quien lo continuará hasta dejar a Ecuador tirado, a la manera en que Jorge Batlle dejó a Uruguay.

 

Fueron muchos los errores del correísmo, desde un lobbies neoyorquino que es al revés (de Washington en Ecuador, con incidencia PSOE de Baltazar Garzón, a esta altura yeta endémica de sus clientes), hasta la insuficiencia de fidelización de sus cuadros (no puede ser que tantos te traicionen, tu vicepresidente, gobernadores, alcaldes, legisladores… ), pero no perdió en términos absolutos. Es la principal fuerza política de Ecuador, hizo Arauz una intensa campaña virtuosa, similar a la de Haddad en Brasil y se posicionó hacia el futuro, junto a su candidato a Vice, Carlos Rabascal, haciéndose conocer con experiencia temprana de amplia proyección.

 

Tampoco me referí en extenso a Perú, cuyo panorama político fue incierto hasta que comenzó a crecer decididamente el candidato sindicalista, socialista, amigo de Venezuela, sin sucedáneo proselitista de sí mismo, tal suelen fallar los candidatos de izquierda, ni eufemismos de agencia publicitaria, para esa antigualla de “ganar el centro”, que en todos los comicios desde hace décadas, se demuestra falaz.

 

Así, con un programa radical antiyanqui que incluye un “Perú socialista”, Pedro Castillo le ganó con luz la posición de representante de la izquierda a la candidata más mediática Verónica Mendoza, con su agenda Soros de adular al imperialismo y hablar de cuestiones accesorias, con un spot Micky Vainilla de pop divertido.

 

El 6 de junio Pedro Castillo disputará la Presidencia con los derechistas, Hernardo De Soto, Keiko Fujimori o Johny Lezcano, técnicamente empatados en el segundo lugar, a cinco puntos del candidato de la izquierda, quien ahora debe lograr el apoyo de otros cuatro definidos izquierdistas entre los dieciocho que participaron de la primera vuelta. Juntos por Perú, de Mendoza obtendría un 8 %, en el sexto lugar, luego de haber encabezado las encuestas de los medios durante semanas, y un poco menor porcentaje obtendría el Frente Amplio de Marco Arana. La unidad de estos tres grupos le daría buena chance a Pedro Castillo después de cincuenta años de gobiernos de derecha o de “centro” en Perú, desde tiempos de Velazco Alvarado.

 

La posición de la que arranca el dirigente magisterial Pedro Castillo se parece bastante a la de Néstor Kirchner en 2003. Viene a llenar el vacío producido por la ruina neoliberal en que Perú ha quedado, similar a Argentina después de De la Rúa.

 

 

sábado, 10 de abril de 2021

El cuento de Luis que se creyó su propio cuento

Había una vez un presidente que era una agencia de publicidad. No lo dijo el Frente Amplio; lo dice El País en titular y nota uno de tapa: “Lacalle Pou se aferra a la aprobación popular ante el ataque de la oposición”. Para analizar la situación y tomar medidas, el gobierno “revisa a diario reportes detallados sobre la percepción de la gente”.

 

A ver, Luis, supongamos que los números de Zuasnábar podrían llegar a haber sido ciertos alguna vez. Eso quiere decir que existe un porcentaje de uruguayos, que Equipos dibuja mayoritario, que se creyó que lo que hiciste el año pasado respecto a la epidemia, alcanzó, que estuvo bien, que no se pudo hacer con recursos y medidas suficientes para librarnos de la epidemia con sólo seguir controlando las fronteras, igual que una tercera parte del mundo ya se libró desde hace un año. 

 

El problema es que tú creas que alcanzó y estuvo bien sólo porque puedes dibujar que la mayoría de los uruguayos lo creyeron.

 

Si tú lo crees, allá tú. Zuasnábar puede seguir dibujándote mayorías hasta que tú creas que no tomando medidas, “aferrado” a tu propio cuento, la realidad no cuenta, nadie se da cuenta de la realidad, pero un día, o una noche, alguien lo va a decir.

 

Porque ocurre, Luis, que perciba lo que perciba la gente, algunas cosas no son objeto de percepción. Son hechos. Y son hechos políticos, no de mercadeo publicitario. No hay blindaje mediático que te salve de tu propio autoengaño. Al contrario. Todos los medios van a seguir diciendo que Luis va vestido cuando todo el pueblo vea que Luis va desnudo, aunque no lo diga.

 

Ese cuento es tuyo pero no lo inventaste tú. Es el famoso rey del cuento, desenmascarado y desnudo.

 

A esta altura, está difícil hacernos creer que te importa otra cosa que tus banqueros que extraen plusvalía para llevársela en transatlántico. Tan difícil es que no lo percibamos que ni siquiera intentas ocultarlo. No hablas más del “malla oro” (dicho sea, de paso, Luis, está visto que ni siquiera miraste alguna vez el resumen de una etapa de ciclismo: el malla oro no tira del pelotón; va en medio del pelotón protegido por su equipo).

 

Estás jugado a la admiración que le haces sentir a los trabajadores que generan la riqueza por aquellos que se la afanan para llevársela en transatlántico. Los expertos comunicadores que nos gobiernan deberían advertírtelo. Muchas veces se dice: “hasta un niño se da cuenta”. Bueno, hasta un niño se da cuenta que si hubieses tomado medidas según la realidad (desde hace un año) y no según la percepción dibujada por tu agencia, hoy no estaríamos en la catástrofe que estamos.

 

Y cuando un niño se da cuenta, lo dice y cuando lo dice, Luis, ni siquiera tú puedes seguir creyéndotelo y va a taparte un caceroleo que te va a sorprender. 


Porque ya nadie va a querer oír tus cuentos. Y no vamos a ser los frenteamplistas. Va a ser “la aprobación popular” que hoy le haces a Zuasnábar batir errada.