sábado, 9 de mayo de 2020

Dos mundos: salido y no de la epidemia






El nuevo desorden mundial tiene dos polos inesperados, inauditos, no imaginados.

 

No es entre países ricos y pobres, ni entre izquierdas y derechas, ni entre Oriente y Occidente.

 

Es entre los países que salen de la pandemia, a la que, por lo tanto, no se puede seguir llamándole pandemia, por un lado; y por el otro, es epidemia que persiste en los países que no pueden salir.

 

El desorden es dinámico pero contundente. No me refiero a los que pretender poner a funcionar a pleno, “prender los motores” dijera poéticamente Arbeleche, la economía. De esos el mundo está lleno. No se diferencian en absoluto. Aludo al desorden dinámico de los que actuaron drásticamente dos o tres meses y se sacaron el virus de encima; por ejemplo, Singapur; y un mes después, por rebrote, tuvieron que volver al grupo 2. La contundencia del desorden está en que si un país que se libró del virus no puede abrir fronteras porque sus vecinos no se libran, debe procurar una autarquía que va contracorriente de siglos globalizadores, para la que casi ninguno está capacitado.

 

En todo este quilombo con distanciamiento corporal, este desfile de sonrisas con tapabocas, no es natural ni es lógico pero algo es, que el macrismo haya hecho –o haya convocado, porque parece que mucho no logró hacer–, una manifestación “contra el gobierno comunista”. A falta de mayor precisión, uno debería pensar que fue contra el gobierno chino o vietnamita o cubano o, a lo sumo, contra el gobierno de la bolivariana Venezuela, pero no; fue contra Alberto Fernández –contra Cristina Kirchner, por supuesto, pero el Presidente es Alberto Fernández–.

 

En el grupo 1 está China. El pequeño rebrote en Wuham ya es fácilmente detenido y el brote en la frontera con Rusia le encuarentena nada más que a sesenta millones de personas, menos de la mitad que en enero-marzo y sólo por muchísima precaución; no registra ni de lejos la gravedad de entonces. Los otro mil trescientos cuarenta millones de chinos ya están a full y sin alarmas. Las fronteras con Rusia, Singapur y Japón (grupo 2) están cerradas, pero sacando totalmente a Australia (hecha un desastre y a las órdenes de Trump), en parte los tres antes mencionados y algunos más, la mayoría de los socios comerciales de China (Vietnam y Nueva Zelanda ejemplares, Venezuela también, un par de decenas con cercanía), integran el grupo de los que están saliendo de la epidemia.

 

Venezuela tiene el problema –problemas, por suerte, no le faltan, pero me ciño al atinente a los dos mundos del nuevo desorden–, de que todos sus vecinos fronterizos sufren la catástrofe del COVID-19 con virulencia –para redundar–. Destaca Brasil, bolsonaramente y Colombia.

 

En Uruguay tenemos fronteras temibles y brote sin picar, pero el daño económico es tan terrible y alentado por “al gran capital no se lo toca” del gobierno, que la LUC para destruir los bienes públicos y afanárselos, podría llegar a concretarse cuando no quede casi nada. La epidemia le está haciendo en parte, y en parte robando, el plan de negocios al gobierno.

 

En Argentina tampoco se toca al gran capital. Existe un proyecto de ley de Máximo Kirchner y Carlos Heller, para darle un tiquiñazo en la oreja. Uno por ciento de impuesto por única vez. Está muy bien, simbólicamente es muy importante, pero sin una buena patada en las bolas no lo doblás al imperialismo.

 

Por eso las “masas” oligárquicas no están protestando contra el peronismo. Al gobierno de Fernández no lo visualizan peronista. Sería señalar en falso, porque todos saben qué es el peronismo. En cambio el comunismo no saben lo que es. Podría ser Alberto tratando de sacar en la guitarra canciones de Viglietti.       

 

¿ALBERTO KERENSKY CHIANG KAISHEK FERNÁNDEZ O COMPLEJAMENTE COBOS PRIMERO?

 

Perón fue muchas cosas. Fue colimba de Mussolini, fue caudillo militar, fue líder de los trabajadores argentinos, fue el primer Presidente de Argentina que puso de Ministro de Economía a un comunista, fue el segundo Presidente de Argentina que puso de Ministro de Economía, más de veinte años después, a otro comunista. Fue represor brutal de Partido Comunista argentino (y de casi todos los que no fueran peronistas) desde que lanzó la campaña “Braden o Perón”. Fue aliado del Partido Comunista argentino y de casi todos, veinte años después, fue idólatra del Che Guevara, fue el que echó a los imberbes guevaristas de la plaza, fue el que meó a los montoneros, fue el que tuvo de mano derecha al fundador de la triple A (Alianza Anticomunista Argentina), fue huésped de Franco, fue el enemigo principal de la CIA en el continente, según documento desclasificado del Pentágono y fue todo lo peronista que vino después de su muerte, fue la envidia de todos los catch all de la política del mundo…. Lo único que Perón nunca fue, es socialimperialista, eso que los socialimperialistas españoles llaman “socialdemócrata”.

 

Para ponerlo en nombres argentinos, Perón fue Perón, fue Eva, fue Cooke, fue Balbín en más de un abrazo, fue Cámpora, fue Gelbard, fue López Rega, fue Menem, fue Kirchner, es Cristina… Lo que Perón no fue ni es ni puede llegar a ser, se llama Alberto Fernández, aunque lo pongan de Presidente del Partido Justicialista.

 

Que el Presidente argentino esté rodeado de peronistas de todo espectro (y de algún gorila propio, como supo estarlo Perón) no lo hace peronista. Por eso la oposición no convoca contra el peronismo. Convoca contra “el comunismo” que, cantó Silvio Rodríguez, “nadie sabe qué cosa es el comunismo y eso puede ser parte de la aventura”.

 

Por supuesto, convocan contra Cristina Kirchner, en la mira, pero si matan a Cristina está el Cuervo, si matan al Cuervo está Máximo, si matan a Máximo está Pedro, Si matan a Pedro está Amado, si matan a Amado está Fernanda... A todos no pueden matarlos. Ya probó Harguindeguy  (General de la dictadura, Ministro del Interior, que dijo que iba a matarlos a todos) y se le escapó un pingüino.

 

Alberto Fernández no va a retomar para el Estado los servicios públicos, no va a estatizar los sectores estratégicos empezando por YPF, no va a devolverles nunca a los trabajadores el 25% de descuento del salario nominal que tranzó la CGT, ni mucho menos el salario real con el dólar paralelo a 120 y la inflación desbocada. No va a intervenir los bancos ni la distribución de bienes ni la “Justicia”. No va a imponer ley de medios; por el contrario, va a los programas de Magneto-Goldman Sachs. No va a expropiar nada, ni a Vicentín ni a nadie. No le va a dar la patada en los huevos al capital financiero. No va a hacer nada que Kerensky y Chiang Kaishek no hayan hecho.

 

Va a seguir diciendo, como el ex vicepresidente radical de Cristina, Julio Cobos, “mi voto no es positivo”. La complejidad de la situación consiste en que Cobos era el segundo y Alberto es el primero.

 

El “neoliberalismo” (no liberalismo) en la epidemia queda en flagrante fuera de juego. Si el juez no lo cobra, pedimos el VAR.

 

Los países del Primer Mundo (olvídese de USA, España, Italia, Reino Unido, Francia, Alemania, Bélgica… ése no es el Primer Mundo en el nuevo desorden mundial, porque entraron a la pandemia con gobiernos neoliberales –políticamente de “ultraderecha”, “derecha”, “liberales”, “conservadores” o “socialdemócratas”, pero todos económicamente “neoliberales” y no van a salir de las epidemias incólumes), están en la tendencia estatista de “derecha” a “izquierda”, de Nueva Zelanda o Checa a Islandia, pasando por China o Vietnam o Venezuela, entre otros, pero estatista.

 

Alberto Fernández dijo en campaña que la salida de la crisis argentina iba a ser a la uruguaya. Bueno… a la uruguaya es con el noventa por ciento de la telefonía celular en manos del Estado, con toda la telefonía fija, wifi, fibra óptica, transmisión de datos, el 94,4 % de tráfico de red fija, todo el servicio eléctrico, sanitario, luz, agua, monopolio de la distribución de combustibles, todo del Estado y salimos de la crisis de 2002 porque, preservando todo lo público en el plebiscito de 2003, ganamos el gobierno en 2004 y cambiamos el comercio exterior. Rompimos dependencia de USA, Argentina, Brasil y abrimos cien países más a nuestro comercio, especialmente China, sin pedir permiso a Netanyahu ni a Trump y fortalecimos aún más el Estado con el Sistema Nacional de Salud y los avances en educación, Plan Ceibal y, muy especialmente, UDELAR, tecnología, innovación.... Parecía sincero Fernández, pero de esta crisis Argentina no está saliendo a la uruguaya ni a lo Perón y Néstor. No está saliendo.

 

Y Uruguay se está hundiendo en la Argentina de Macri, tal cual era previsible y lo anunciamos, si ganaba Luis, admirador de Macri.

 

Los oligarcas mentales pelotudos que votaron este gobierno uruguayo, ya se están dando cuenta que tienen que apagar el televisor, salvo que sea smart y esté conectado al Primer Mundo actual, y preparar en las redes a todo el pueblo, para salir a juntar firmas, en cuanto nos impongan inconstitucionalmente la LUC y la Corte actúe cortesana…

 

…hayamos salido o no de la epidemia.


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