sábado, 5 de abril de 2014

Lorenzo y Calloia: la corrupción de los otros

El caso Pluna nos dejó, entre muchas cosas, muchas palabras. Entre éstas, las que revelan el alma de los hechos, son las de Pablo Ferreri: “en la izquierda no podemos tener gobernantes con miedo, que floten como corchos por no enfrentar responsabilidades”.

El problema, el verdadero problema del FA es que los hemos tenido en abundancia. No sólo porque han flotado como corchos sin hacer cosas que había que hacer, por miedo a terminar enchastrados en la tele (¡qué poco comparado a los riesgos que se corrieron y los costos que se pagaron para que el FA estuviera, como estuvo, en el centro de la derrota de la dictadura, para que llegase al gobierno!), sino aún más, porque en varios casos, por ganar tres votos sectoriales, se han sumado a los peores lugares comunes del "panamericanismo" mediático, de septuagenaria construcción.

LA PELOTA VOLANDO

En estos diez años de gobierno hubo gobernantes que se la jugaron y, seguramente, se la jugaron con más tino que Fernando Lorenzo y que Fernando Calloia (a Lorenzo lo conozco personalmente y sé que se la jugó siempre, también contra la dictadura; no me extraña que sea una de las insuficientes excepciones a la corrupción), pero, a juzgar por el poder absoluto que mantiene la derecha en los medios masivos de comunicación, Lorenzo y Calloia son dos tardíos ejemplos de lo que debió haber sido en todos estos años la anticorrupción del Frente Amplio.

Pongamos de muestra el propio caso Pluna. La empresa estaba fundida, necesitaba una inversión muy cuantiosa, había sido estafada por una transnacional (Varig, en “buen" negocio de la concertación) y era necesario sacarla adelante con capitales frescos. Los del Estado estaban comprometidos en políticas sociales y otros objetivos prioritarios. Entonces había dos posibilidades que implicaban la confrontación con el poder (con los medios masivos). Una, exponer la situación tal cual era, explicar que el Estado uruguayo es demasiado vulnerable para asociarse con una multinacional “panamericanista”, como los hechos acababan de demostrar y acordar con los vecinos gobiernos progresistas (ya estaba Lula en la Presidencia de Brasil y Kirchner en la de Argentina, desde antes que el nuestro), una salida mercosuriana al problema. Otra –a la que apostaron Lorenzo y Calloia, demasiado después y sin cambio de correlación de medios-, recurrir a alguno de los pocos y ya controvertidos socios capitalistas nacionales del FA.

En cualquiera de los dos casos, Tabaré Vázquez y Danilo Astori hubieran pagado en pantalla y al contado el atrevimiento. Entonces trajeron a Matías Campiani, en consonancia con el embajador que había puesto Tabaré en Buenos Aires (ni que lo hubiese soñado el Departamento de Estado, un blanco de segunda fila, ni siquiera del riñón del Presidente, aunque tuvo el contrapeso de Reynaldo Gargano en Cancillería). Se sabía que esa historia iba a terminar como había terminado la anterior, porque era la misma historia, pero ante los formadores de opinión y la tribuna, se tiró la pelota ocho años para adelante.

NO TODOS FLOTARON POR MIEDO

El Pepe Mujica es intachable –por ejemplo (y Eduardo Bonomi y León Lev, entre tantos gobernantes frenteamplistas austeros que conozco)-. “Yo con treinta mil pesos me arreglo; el resto lo doy”, dice y hace el Pepe. Lucía Topolansky también y nadie puede decir que sean miedosos. Sin embargo, Lucía se equivocó de fondo –no por miedo ni por interés personal, sino por inercia sistémica- cuando pensó que “en este país no hay medios de derecha ni de izquierda; sólo medios que operan algunas veces para la derecha y otras para la izquierda”. Eso es mentira.

Que Búsqueda, El País o El Observador, te lleven de vez en cuando algún chiquitaje sectorial y se lo lleven a algún otro sector contra el tuyo y que los canales les den existencia masiva, no quiere decir que no sean de derecha. Lo son. Y cuando se les confronta (aunque sea sin querer ni imaginar, como el Pepe contra Fox) o cuando ven la gran oportunidad para la derecha (como en el caso Pluna), te tiran con todos los misiles.

Porque son los dueños de las bases misilísticas y en este país, Lucía, a la hora de los hornos, la izquierda tiene cuatro escarbadientes (uno, La República, 7ª en el ranking), La Diaria, Brecha, Voces y Caras y Caretas que son dos escarbadientes partidos en cuatro y un cuarto escarbadientes: una red de medios virtuales, entre ellos Laondadigital. TNU se declaró neutral (“somos el Estado, no el gobierno”); declararse neutral en la lucha del león contra el cervatillo es llevar la parte del león. Adinet Noticias es France Press sobrevolando África en el globo de Julio Verne. Los cables no compiten con la televisión abierta (salvo por el fútbol) y si el Pepe se animó a cambiar ese panorama, incluyendo otros tres canales abiertos para el próximo período, es porque en el fondo sabe que Melchor, Gaspar y Papá Noel no existen.

Los verdaderos reyes magos fueron Federico de Prusia, José Alfredo Jiménez y Baltasar.

SENDIC SE LA CORTÓ

Cuando Matías Campiani, que ya nos había hecho un agujero multimillonario, entró al despacho de Raúl Sendic en Ancap, a meterle la pesada, apretándolo en su escritorio, “en este país a mí nadie me corta la nafta”, no nos enteramos en vivo y en directo como de cada llamada de López Mena o de Paco Casal. Vinimos a saber, cuando ya todo estaba en el juzgado, que Sendic le dijo: “Yo te la corto”. (todavía lo está pagando, incluso en la interna del FA, donde, como denunció Gerardo Caetano, el Frente Líber Seregni y el MPP lo están vetando).

Hace años recorté unas declaraciones del capo de la cámara industrial argentina, en TV Pública, defendiendo su adhesión a Kirchner: “Nosotros antes estábamos con el liberalismo (ese fue el término que empleó, Arismendi le hubiese contestado “eso no es liberalismo, ese es el capital financiero”), pero vimos que salíamos trasquilados y comprendimos que nuestro principal aliado es la clase obrera”. Si cuando Lorenzo y Calloia recurrieron a López Mena hubiesen tenido algún medio como tenía Kirchner para defenderlo, o para que él se defendiera solo, seguramente las diferencias con el sindicato de Pluna se hubieran superado, los medios hubiesen sido confrontados sin riesgos legales y no hubiese sido necesario el aval de Cosmo para intentar solucionar el problema.
Los medios masivos ya estaban bombardeando a López Mena antes de que llegara a un acuerdo y éste, viendo que la mano venía de linchamiento y quedaba más indefenso que Caperusita, se abrió. Lo bueno de todo el asunto es que finalmente no hubo más remedio que aceptar la vulnerabilidad de este Estado y crear Alas. ¿Pudo haberse hecho desde un principio?

Si Tabaré, Pepe, Danilo y los otros dirigentes del FA, hubiesen estado dispuestos a hacerse tajear la cara a tiritas en pantalla (como se la tajearon al Paco porque les quitó el fútbol) diciendo la verdad como un puño: “más del cincuenta por ciento del Pueblo es del Frente Amplio; no puede ser que los tres canales sean de colorados y blancos. No es libertad de prensa. Es censura masiva”.

El Che Guevara los hubiera entendido. Decía que lo que no se hace los dos primeros meses no hace nunca más y nosotros, a quienes estos tardíos, demasiado tardíos sacrificios al Dios de la verdad nos hacen sentir un poquitos dignos del Che, no tendríamos que estar agradeciéndoles ahora el coraje a Lorenzo y a Calloia, pero nunca está de más ser agradecidos: gracias Lorenzo, gracias Calloia.

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