jueves, 17 de abril de 2014

Cristina, Artigas y el maximalismo

Cristina Kirchner ha vuelto a referirse al testamento de Artigas: "Yo, Gervasio Artigas, argentino" y a manifestar su contrariedad por el rechazo de los porteños al ingreso de los representantes de Artigas al congreso argentino, cuando recién se estaba moldeando la Independencia de la región.

Con esas declaraciones ha vuelto a suscitar el freno, el recelo y prevención de muchos uruguayos. Entre ellos, la historiadora Marcia Collazo escribió:

“CRISTINA, ARTIGAS Y LA LÓGICA.

Artigas no quería ser argentino. Por más que canse tener que repetirlo, hay que repetirlo: Artigas no quería ser argentino. Artigas quería, en todo caso, seguir siendo lo que era: un oriental, nacido en una Provincia llamada Banda Oriental (primero) y luego Provincia Oriental. Además, Artigas quería una Federación o Confederación de Provincias dentro de las cuales se hallaba SU Provincia, la Provincia Oriental, actual Uruguay, DESDE la cual hablaba, sin desmedro del pacto o liga con las otras. Veamos qué dice al respecto el INDISCUTIBLE documento de las Instrucciones del Año XIII (entre centenares de los que podríamos citar sobre el pensamiento de nuestro Prócer):

Artículo 1º: "Que ESTA Provincia (refiriéndose a SU Provincia Oriental) entra SEPARADAMENTE en una firme liga de amistad con cada una de las OTRAS" (es decir, con las provincias que HOY forman la Argentina, y con otras que hoy NO forman la Argentina, todas las cuales eran OTRAS, o sea, NO eran SU propia provincia, por más pacto federal que hubiera). Perdón si suena muy obvio... continúo.

Artículo 2º: "No se admitirá otro pacto que el de la CONFEDERACIÓN para el pacto recíproco con las provincias que formen nuestro Estado". O sea: nuestro Estado (la Confederación) nace de un Pacto de la Provincia Oriental (a la que llama ESTA Provincia, porque es SU Provincia) y las OTRAS Provincias. En ningún lugar dice que esa Confederación deba llamarse Argentina, y mucho menos que él quiera ser argentino... Perdón de nuevo si suena demasiado obvio... y sigamos.
Artículo 16: "Que ESTA Provincia (o sea la Provincia Oriental) tendrá su Constitución territorial; y que ella tendrá el derecho de sancionar la GENERAL de las Provincias Unidas". O sea: el sistema de Confederación se llamará las PROVINCIAS UNIDAS, y a ese sistema concurre en pie de IGUALDAD la Provincia Oriental, conjuntamente con las otras. En ningún lugar dice que las Provincias Unidas se llamarán Argentina, y menos que él quiera pertenecer a otra provincia o conjunto de provincias. ¿Demasiado obvio? Sigo...

Artículo 12º. CAPITAL DE LA CONFEDERACIÓN: "Que precisa e indispensablemente, sea FUERA de Buenos Aires donde resida el sitio del Gobierno de las Provincias Unidas".
¿Por qué el sitio (o sea, la capital) de las Provincias Unidas debía estar F-U-E-R-A de Buenos Aires? Sencillamente porque Artigas conocía perfectamente bien (como lo conocieron sus padres y sus abuelos) las veleidades centralistas y dominadoras de Buenos Aires, que habiendo sido cabeza de virreinato se creía con el derecho natural de extender su mando sobre todas las otras provincias que habían formado parte de ese Virreinato. En los hechos, NADA de esto se cumplió: no existió la Liga Federal (obviamente Argentina no es más que un pálido remedo de lo que pudo haber sido la tal liga), y el final de este capítulo (y no digo historia, porque la historia no termina nunca) es de todos conocido: algunas provincias se nuclearon y formaron la actual Argentina; la Provincia Oriental pasó a ser, menguada y recortada, el actual Uruguay, etc, etc, etc. Pero de ahí a concluir que Artigas quería ser argentino, hay una distancia muy grande. El problema, como siempre, no es el término "argentino" (que sufrió una decantación histórica paralela a la conformación de las mentalidades nacionales) sino la despreciable MANIPULACIÓN que hoy se pretende hacer desde el gobierno del país vecino, respecto de ese término. Manipulación tan descabellada, y tan prevalecida de la ignorancia de las multitudes de allende el Plata, que no solamente se insulta la inteligencia de cualquiera que tenga dos dedos de frente y que haya leído algo de historia, sino que además viene a refrendar el freno, el recelo y la prevención que Artigas tenía contra Buenos Aires. Es decir que si la señora K pretende torcer el rumbo de la historia para donde a ella le sirve, que empiece primero por disolver la República Argentina, ver si puede crear la Liga Federal, en la que también deberá entrar Paraguay (bestialmente atacado por los argentinos en la guerra de la Triple Alianza, con la complicidad genocida del Uruguay), crear una nueva Constitución en la que deberán tener voz y voto TODOS los integrantes, ingeniarse para devolverle a Uruguay el pedacito de tierra que Brasil le robó (ya que para hacerlo, vamos a hacerlo bien, como decía el Negro Olmedo), y además MUDAR la capital de ese conglomerado político FUERA de Buenos Aires, a algún sitio como por ejemplo, Paysandú, que era donde Artigas tenía su cuartel general: Purificación. Ahí, recién ahí, señora K, podríamos empezar a hablar...”

La lógica maximalista siempre termina en un sofisma, porque “todo o nada” jamás es ni todo ni nada, siempre termina siendo “algo nuevo –de avance o de retroceso- o lo mismo que ya había, que nunca era nada”. Cuando Collazo dice “podríamos empezar a hablar” en realidad ya está hablando y está hablando en concreto de Cristina, Artigas y la lógica porque Kirchner empezó a hablar. Y si como Collazo propone, la Presidenta argentina disuelve la República Argentina, crea la Liga Federal, en la que también entra Paraguay (no entró en aquel momento porque no quiso, aún contra las recomendaciones de Artigas), crea una nueva Constitución con voz y voto de todos los integrantes de la liga, le devuelve a Uruguay el “pedacito” de tierra que Brasil le robó (no sé cómo, porque es la Presidenta de Argentina, no de Brasil y si es la Liga Federal de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en todo caso podría conseguir que Brasil se lo devolviera a la Provincia Oriental, no ya a Uruguay, pero pongamos por caso que sí lo consigue), y muda (o, digámoslo bien, establece, porque previamente no hay ninguna liga ni tiene capital que pueda mudarse) la capital de la liga a (en) Paysandú, no sólo no podríamos empezar a hablar porque ya lo estamos haciendo, sino que tampoco podríamos porque con el cumplimiento de ese programa maximalista no habría más nada de qué hablar. Quedaría el tema resuelto.

Lo que Collazo está diciendo con ese “podríamos empezar a hablar” es, en verdad, “que no se hable más” y es lo mismo que están diciendo los porteños a los que por primera vez en la vida desde la Presidencia de la República Argentina se les está contrariando la historia oficial mitrista y sarmientista.

Todos los anteriores presidentes de Argentina, TODOS, refrendaron con silencios el antiartiguismo de esa historia: "Artigas: bárbaro, incivilizado, segregador funesto" (presidente Mitre). "Artigas: Padre de la hidra de la montonera y del desquicio universal, patriarca de los caudillos del degüello y de la barbarie, fascinado por el genio del mal que le dice: os daré todos estos países si me adoráis" (Sarmiento). La primera que lo cuestiona, lo contraría, lo expresa reiteradamente y confronta, es Cristina Kirchner. No soy maximalista, valoro los avances, en este y en cualquier otro rubro. Tampoco Artigas era maximalista, por el contrario, era principista. El principismo es opuesto al maximalismo. Sus Instrucciones del año 13 fueron al Congreso para ser debatidas. Los maximalistas resultaron los porteños que le dijeron: “nada”. Aún cuando Artigas tuvo, tiempo después, cercada a Buenos Aires y pudo imponerle por la fuerza un planteo de “todo o nada”, su planteo, principista, fue el diálogo con otra provincia autodeterminada. Supo además medir correlaciones de fuerza para hacer y deshacer compromisos. También en las Provincias Unidas del Río de la Plata, que integró y en buen tiempo y medida dirigió (se le llamaba argentina por platense –“argento”, “plata”-). Se dijo -nos dijo- argentinos en más de una oportunidad, no porque quisiera serlo, no podía querer ser lo que por naturaleza ya era. Artigas ERA argentino. Argentino y, ante todo, ORIENTAL, no uruguayo. Lo que Artigas no quiso ser, no porque no haya podido sino porque NO QUISO –pudo serlo perfectamente, porque en varias ocasiones fueron a buscarlo al Paraguay para que volviese, aceptase la independencia del Uruguay y lo fuera; en una le contestó al general Paz, que lo que aquí había no era lo que él quería, precisamente eso, no lo que él quería-, no quiso ser uruguayo. Nos guste o no nos guste, les guste o no les guste a los blancos y a los colorados que lo traicionaron.

Eso importa, pero no es lo más importante. Importa más lo que queremos nosotros, ahora que ya no nos rige la constitución oligárquica de 1830 donde sólo podía votar el nueve por ciento de la población, la propietaria de hacienda, ahora que avanzamos una democracia un poco más parecida a la que Artigas quería, importa lo que quisieron quienes tras un siglo de leyenda negra lo pusieron de prócer (porque hubo reinvindicaciones desde la cultura –Ramírez-, desde la resistencia –los Gómez- y en parte desde las dictaduras militares de Tajes y de Santos, pero éstas, ignominiosas, derrotadas a fines del siglo XIX, no legitimaban nada ni a nadie. El que legitimó desde el poder democrático hacia el futuro la figura de Artigas como prócer de los uruguayos, fue José Batlle y Ordóñez, sabiendo que lo que más importa es que los uruguayos seamos artiguistas. Y aunque lo hizo transando, componiendo, ejecutando sin detenerse en maximalismos paralizantes, lo hizo sabiendo que -es verdad- la historia no termina nunca.

No me extraña que Cristina Kirchner tenga el valor de cuestionar la historia oficial del
Estado que preside, como ningún Presidente nuestro ha cuestionado, confrontándola directa, expresamente, la de nuestro Estado. Ni siquiera Batlle y Ordóñez. Después de todo, ella tuvo el valor de juzgar y castigar a militares fascistas que estuvieron y están en las antípodas del general José Gervasio Artigas. No es todo, pero es algo, como su reivindicación artiguista en sintonía con la de los más avanzados historiadores argentinos.

Si Marcia Collazo no quiere seguir hablando, que se calle. Nosotros seguimos, porque queda bastante por decir.

1 comentario:

rao dijo...

Artigas murió en Paraguay, años después de ser acogido por el Dr. Francia, agobiado por tantas traiciones, desilusionado, podría decir, hasta derrotado. Me pregunto desde que leí su testamento, su última voluntad, porque escribió de su puño y letra, esa frase, que seguramente debe haber pensado. En fin, seguiré escuchando interpretaciones varias de lo indiscutible.