martes, 16 de septiembre de 2008

Dos historias de amor

El único punto de contacto entre ellas es que a una la vi hace un par de semanas en su avant premier montevideana (aquí se llama El sabor de la noche, su verdadero nombre es My blueberry nigth: la cantante Norah Jones protagoniza el primer film en inglés del cineasta chino Wong Kar-Wai -Con ánimo de amar, 2046) y anteayer vi en DVD, Cleopatra, una película argentina. Dos obras que contaron con desiguales recursos, pero más allá de eso, dos historias de amor muy diferentemente encaradas.

La del chino es cine de autor en perfecta sucesión de Con ánimo de amar. Tiene un tratamiento del color y de la forma que evoca a Chagall por sus tonos y a Klimt por su delicado erotismo. Su música es el perfecto correlato de blues y jazz de tres historias encadenadas por una espera. La de una chica que tras un desengaño amoroso viaja de Nueva York a Las Vegas pasando por un par de trabajos de camarera, en bares donde ocurren las otras dos historias, la de un policía que se suicida por un amor turbulento y la de una timbera profesional que devuelve a Norah Jones en su coche al restobar donde se inicia la película. Los personajes son creíbles y el trabajo del director es completamente artesanal, las secuencias están bien resueltas, no solo formuladas, con poco diálogo y mucho contenido.

En cambio en Cleopatra prevalece el cliché. Es una de esas películas que parecen escritas por el productor. Cada personaje está hecho para interpelar a un determinado sector del público y el guión avanza exponiendo fórmulas que resuelve superficialmente. Cuenta con la actuación de Norma Aleandro, que por momentos construye y sostiene buenas miniaturas pero el resultado final es insuficiente. Natalia Oreiro casi nunca está al nivel de su coprotagonista y tampoco Alterio ni Sbaraglia resultan convincentes. Demasiados efectos. Una película que de tan comercial no ha de haber resultado buen negocio.

La diferencia no está en los recursos sino en las intenciones. Aunque ambas son películas de amor, la del chino está hecha con más amor que la otra.