También es verdad que puestos a buscar cinco temas de éxito perdurable en la canción uruguaya, además de Río de los Pájaros, Rompan todo (break all de Los Shakers), Príncipe Azul de Eduardo Mateo y Horacio Buscaglia, “A redoblar de Mauricio Ubal y Ruben Olivera y Brindis por Pierrot de Jaime Roos, debería estar probablemente antes El Violín de Becho de Alfredo Zitarrosa, De Cojinillo de Ruben Lena popularizada por Los Olimareños, A mi Gente (“sentados al cordón de la vereda), de José Carbajal y alguna otra, pero lo importante no es lo que falta en la película sino lo que contiene y esto es por demás valioso como testimonio, como acerbo cultural y resulta muy entretenido, porque las autoras encontraron en el montaje y en el subtitulado, una forma de narrar que, a la vez, preserva los tonos nostalgiosos y muy uruguayos del rodaje más espontáneo, y organiza una lectura sin obstáculos de la historia que nos cuenta la película.
Tiene el valor añadido de conceptos precisos de Fernando Cabrera y de Manolo Guardia (el de Camerata) quien recuerda con justicia que el castellano y el candombe “olían mal” en los años 60; verdad que me consta y que hoy resulta sospechosa para cualquier gurí. Y, muy especialmente, la película tiene el plus del humor desfachatado de Ruben Rada, la sinceridad bien sencilla de los hermanos Hugo y Osvaldo Fattorusso y la vitalidad empedernida del flaco Raúl Castro.