miércoles, 17 de junio de 2020

Del Imperio del Caos al caos del Imperio






 

Una tabla de cortar pescado. Contaminada.

 

Salmón noruego contaminado.

 

Mercado central de Beijing. Otra vez un mercado central. En diciembre de 2019 fue en el mercado central de Wuham, una ciudad central, ambas densamente pobladas.

 

El mismo virus o el mismo virus “mejorado”, aún más contagioso. El 11 de junio, tras más de cincuenta días sin casos de COVID-19 en Beijing, se detectó uno en el Mercado Central y se hicieron al 14 de junio más de setenta mil test relacionados al Mercado. Se hallaron poco más de cien positivos, pero también se está tras la pista de un producto alimenticio, importado agente de contagio. Esto permitiría destrabar una investigación que estaba en punto muerto desde que no se encontraron en el mercado de Wuham pruebas de alimentos contaminados.

 

Esta detección encuentra a China aún mejor preparada que en enero. Hace más de una década que el Ejército Popular de Liberación trabaja en la doctrina de “guerra irrestricta lanzada por USA con el ‘pivot hacia el Este’” y sabe que el umbral de la guerra ofensiva de USA, una vez que la disuasión nuclear le neutraliza otro Hiroshima u otro Nagasaki, es fósforo blanco, agente naranja, napalm (en Vietnam) gas Sarín de la OTAN, uranio empobrecido (en Irak), Operación Mangosta, fiebre porcina, dengue hemorrágico (en Cuba), guerra bacteriológica, biológica, laboratorios en las bases de ocupación (Rusia señaló al conjunto pero particularmente al de Georgia, cuando es bastante extraña la prevalencia de COVID-19 en el sur de la Federación respecto a Moscú, con su densidad poblacional y tránsito turístico).

 

China ya había sorteado el Sars 1 en 2003 y estaba preparada para el 2, lo mismo que Vietnam y los otros países orientales con gobiernos propios (el mejor preparado, Vietnam), guerra híbrida de ataque regular e irregular, en desarrollo decreciente respecto a la guerra defensiva (movilidad, trenes bala, baterías antiaéreas, túneles, sistema de salud integral público y potente, biotecnología de punta, inversión estatal al tope en innovación, capacidad de respuesta contraofensiva, etc, etc).

 

Para este pequeño efecto de reimplante (poco más de cien casos, reitero, en zonas acotadas de Beijing), el alerta fue inmediato. El Ejército Popular cerró la zona del Mercado, fue declarada “zona de guerra”. Desinfectada. El gobierno puso en cuarentena sesenta torres que la rodean (cuarentena menos estricta que la de enero en Wuham porque ya se sabe más sobre la epidemia), llamó al voluntariado del Partido Comunista para atender puerta por puerta todos los daños a evitarles a los encuarentenados (la misma Operación Wuham pero sin demora, más veloz, flexible y precisa). Ahora sigue las pistas de todos los que estuvieron en el Mercado desde el 30 de mayo y del salmón noruego.

 

El brote va a ser contenido antes que se produzca, pero en EEUU y Europa titulan “China contiene el aliento”. El muerto y el degollado se asustan del susto que no alcanzan a darle al rozagante.

 

TRES PORTAAVIONES Y UNA REUNIÓN

 

En provocación de guerra regular, USA trasladó al Indopacífico tres portaaviones a jurisdicción filipina. China responde con maniobras en su mar. “El Imperio del caos”, según denominó Pepe Escobar, del Asia Times, al despliegue de obstáculos militares que desde tiempos de Obama puso EEUU a La ruta de la Seda, a la vez que amenaza con los portaaviones, pide una reunión en Hawai, de Mike Pompeo con el gobierno chino.

 

El caos reinante en el Imperio, donde los generales no obedecen al Comandante en Jefe Trump, su Ministro de Defensa lo contradice y su anterior Ministro de Defensa, el famoso “Perro” Mattis (“Perro” le llama Trump) lo vitupera, hace que China no se tome demasiado en serio estas reuniones, a juzgar por el nivel no recíproco de sus delegados.

 

En enero, ya en pandemia, con toda la bronca por haber organizado esos malditos Juegos Olímpicos Militares en Wuham, China no envió a la “fase 1 del pacto comercial” en Washington, a firmar con Trump, ni al Presidente ni al Vice ni al Canciller ni a la Vicecancillera portavoz, sino un viceministro. Ahora no va a reunirse con el Jefe del Departamento de Estado USA (Canciller, Pompeo) ni el Canciller chino ni la Viceministra de cancillería, ni ministro alguno, pero por ahora todavía el que asiste es un miembro del Comité Central del PCCH. Según la agencia norteamericana AP, “el principal diplomático del Partido Comunista”, pero la República Popular China tiene autoridades estatales del nivel de Trump y de Pompeo, respectivamente, e incluso inferiores que también deciden no desgastarse.

 

A la próxima reunión con Trump, le van a pedir que vaya al Chino Recoba. Seguramente se niegue y también el Chino Peralta, porque Trump ya tiene el jopo hecho. 


Así que va a terminar yendo algún japonés. Da lo mismo. Los acuerdos con USA son golondrinas de ningún verano.

 

MIENTRAS TANTO EN USA…

 

Los milenials y las minorías étnicas superan las movilizaciones del mítico 68 y los “republicanos” le buscan la vuelta para que el 3 de noviembre, el resumen electoral tenga síndrome Nixon, pero los tiempos y el tiempo no son los mismos de antes.

 

Falta sólo cinco meses para las elecciones (no tres años como transcurrieron entre el apogeo de las protestas del 68 y la elección de Nixon).

 

Además, la todavía mayoría WASP (blanca anglosajona protestante), a la que Trump había favorecido con cierto crecimiento económico, restado al potencial estratégico de USA en el mundo, está perdiendo vertiginosamente sus beneficios, por el espantoso manejo de la pandemia de Trump (y de los poderes económicos que condicionan), por el caos transversal desde las calles hasta las más altas esferas del Pentágono (si se permite el oxímoron geométrico) y porque China no piensa, de momento, comprarle la cosecha.

 

Cuando vuelva Obama, ¡Agarrate, Catalina! Con alivio, van a alinearse de vuelta los astros del stablishment desde Wall Street hasta la Casa Blanca, del Pentágono al Complejo Industrial Armamentista. Todo país pasible de ser destruido (amigo, por supuesto; con los enemigos no pueden), va a ser destruido.

 

Obama vuelve en forma de Biden, con Michelle Obama de Vice para recordarle aquello de “vimos, vinimos, murió” sobre el gran amigo político de Mandela en África, Muhamar Gadafi, el que gobernaba para África en un país de minoría afro, de cultura mayoritaria árabe y sobreviviente laicismo musulmán, hasta que sus hijos se amigaron con “occidente”.

 

Pero el caos del Imperio no tiene marcha atrás, ni tratado de libre comercio transpacífico ni transatlántico, ni cinco más uno, ni organismo multilateral alguno (van a tener harto laburo los “demócratas” para recomponer ofensiva sin aislarse de la inexorable globalización).

 

Los antiglobalistas (sin necesidad siquiera de puestos claves en el bloque de poder anglosajón; cualquier agencia terrorista pudo hacerlo y el Imperio rezuma contratistas mercenarios de agencias terroristas) le estropearon el pastel al mal menor para USA, el Imperio del Caos global.

 

Acusan a Silicon Valley de “haber creado el Sars-2 (y colaborar con China, por supuesto), para luego vender las vacunas de Bill Gates”. Es una narrativa de ultraderechas oportunistas y extemporáneas. No comete China los errores de la URSS; ni valen las centrales nucleares hiperseguras de Gates, lo que valieron los mapas de la bomba atómica que Einstein, los Rosenberg y Fuchs desmonopolizaron. 

 

En realidad les molesta la big data que le permite a China defenderse de los virus fácilmente y que Bill Gates fabrique vacunas para colaborar con China, igual que centrales que en USA terminarían con el fracking y sistemas de saneamiento para África, y así avanzar hacia un mundo de cooperación, conexión, menos desigualdad y más salud y contraofensiva sanitaria a la guerra biológica, pero sin lucro, porque lo más probable es que a la vacuna llegue primero China, que ya la puso a disposición como “bien público de la humanidad” sin cobro de patentes y con dos mil millones de dólares de donación a los países en desarrollo para implementarla.

 

En fin… Michelle Obama no es Bolsonaro. Xi Jimping le atiende el teléfono y puede que ella encuentre algo paliativo para decirle. Por lo pronto todos nos dimos cuenta que la “amenaza inusual y extraordinaria” para Estados Unidos no es “Venezuela” que decretó Obama. Es Estados Unidos.

 


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