jueves, 21 de mayo de 2015

Un artefacto con vuelo

A veces pensé que Tadeusz Kantor era un tirano sin suerte. Eso de preferir a actores muñecos que se comporten como máquinas y como máquinas que se portan bien es una gilada de doctor Jekill, pero lo que ocurre en la sala Hugo Balzo del Auditorio Adela Reta con la obra Una mujer Larga, que dirige Tamara Couto sobre texto de Raquel Diana, aunque refiere a kantor y emplea grandes muñecos, títeres, marionetas nada convencionales, máquinas y actores que son a la vez titiriteros, utileros, tramoyistas, es nuevo y distinto.

Para empezar Una mujer larga es una búsqueda entre algo y la nada, carece de la ambición de un tirano y le permite protagonismo a la poesía, homenajea a un humano mujer y encuentra lo que no busca.

Al trabajo técnico prodigioso y "de presos" y a la potencia que despliega en escena, sólo le quita posibilidades de explosión la selección musical.

Tamara Couto se parece a Tadeusz kantor en el comienzo de su nombre y en la entonación de su apellido, pero está lejos del prejuicio que me formé de Kantor leyendo su teoría, porque mucho más de él no conozco. Sin embargo creo que Una mujer larga es un trabajo impar que le abre a Couto un camino cierto. Puede afirmarse sin temor a precipitaciones que su equipo de trabajo y ella son verdaderos expertos en la puesta en escena de máquinas artesanales, muñecos, títeres y marionetas de todo tipo y tamaño y actores que son, a la vez o alternativamente, sus personas, sus personajes y los de sus artefactos.

Cuando la música dé más vida a sus telas y a sus luces, su vuelo puede ser infinito.

El texto dramático excelente.

No hay comentarios: