miércoles, 21 de mayo de 2014

Una bota al cuete

Recién recibí en Facebook una invitación a indicar que me gusta una página, creada hace cinco horas, de un ciudadano que combina un apellido con el slogan "un candidato "al cuete". Obvio que no es candidato más que a un chiste, pero ¡Momentito...!

Ni en la Alemania de Hitler, ni en la Rusia de Stalin, ni en los EEUU republicano-demócratas, ni en la España PPSOE ni en la sociedad más apática, ni en el sistema político más indiferenciado y menos matizado, para mal o para bien, el voto nunca fue ni es al cuete, en ningún país, en ningún lugar y en ningún momento.

Todas las derrotas y las victorias, los avances y los retrocesos, se dieron o se consolidaron por la vía electoral, desde fines del esclavismo hasta la fecha.

Tampoco las botas militares fueron nunca al cuete. Tampoco las que en Uruguay impidieron votar durante once años: fueron para eso.

Sin embargo, esa invitación me hace recordar una nota que García Márquez escribió en diciembre de 1980, a propósito de Uruguay: "El cuento de los generales que se creyeron su propio cuento", que terminaba contando como, en definitiva, para lo único que les servían las bayonetas era para sentarse en ellas. Creyeron que en Uruguay votamos al cuete.

Con el voto, también los generales cambiaron pero, por lo visto, todavía queda algún partidario de aquellos que sigue sentado en su bayoneta ideológica, exhibiendo una bota inútil, esa sí al concreto cuete, porque el voto del pueblo, para bien o para mal, bastante o bastante poco, sigue incidiendo.

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