miércoles, 2 de mayo de 2007

Bartolomé de La vereda

El 31 concurrí a la entrega de los Premio Bartolomé Hidalgo en el salón Azul de la Intendencia. Me convocaba la premiación pero también, con especial afecto por mi conocimiento de esas obras desde sus orígenes, La vereda del destino de Tato López, que estaba nominada al Hidalgo revelación y Hola, Che, de Taco Larreta que lo estaba al de narrativa.

Para mi satisfacción ambos resultaron ganadores y pudimos festejar con la trouppe de Tato un premio que ni soñamos cuando emprendimos el proyecto de La vereda.... Taco no pudo concurrir por hallarse en función teatral.

El politólogo Adolfo Garcé y la historiadora Ana Frega se adjudicaron respectivamente. los Premios Bartolomé Hidalgo en Ensayo Político Histórico y en Ensayo Histórico.
Garcé por Donde hubo fuego, una minuciosa investigación en torno al proceso de inserción política del Movimiento de Liberación Nacional, luego de la recuperación democrática. Ana Frega, por su obra Pueblos y soberanía en la revolución artiguista. En tanto, el poeta Mario Benedetti recibió una distinción por su trayectoria.

Hola, che tiene en esta página un comentario específico. La vereda del destino además de Bartolomé a la revelación es un éxito de ventas sin precedentes en su género. La sexta edición del libro del Tato López ya está agotada en depósitos. Suceso sin par en autobiografías de deportistas uruguayos, con el agregado de que no es estrictamente una autobiografía sino una novela autobiográfica y más, un libro de viajes, un testimonio político, por momentos una humorada, en definitiva un género muy sui generis (valga la comparación con el primer grupo de Charlie García, porque el Tato nos cuenta tanto una etapa gloriosa de nuestro básquetbol como sus confesiones de invierno).

Pero el motivo de esta columna no es hablar de literatura (que bien valdría; sólo un par de cosas me gustan más que hablar de novelas: tratar de hacerlas y el amor), sino compartir un par de características personales que comenté sobre Tato en la presentación del libro. Porque tiene fama de problemático, de zarpado y de soberbio.

Problemático lo es por contradictorio, es decir propiamente humano. Zarpado por sus adicciones y más ahora que ha dejado atrás tantas otras para terminar metiéndose en la peor (este dulce vicio de novelar, no penado por la ley porque no es negocio). Pero niego categóricamente que Tato sea soberbio. Tal infamia se ha levantado sobre algunas guarangadas que ha dicho en la cancha. Por ejemplo aquella vez que llevaba más de cincuenta tantos convertidos y su marcador lo fauleó golpeándolo toscamente, entonces Tato, para terminar de desmoralizarlo, lo alentó: “convencete, sí, tocame que soy real”. Capaz que eso mismo le dijo Michael Jordan al Tato cuando le tocó marcar al genial afro en Los Ángeles. Son cosas que trascienden y hacen fama pero yo, que trabajé con Horacio López (le arrimé algunas teorías para que se encerrara a escribir con la misma disciplina que lo llevó a ser el tremendo basquetbolista que fue), doy fe de que es uno de los tipos más humildes que conozco. Al punto de que yo –con soberbia– me sentí Ruben Bulla (el primer técnico que tuvo en primera división, el uruguayo que él reconoce que lo marcó en su carrera), por la avidez y la pasión con que discutió hasta hacerme caso las más de las veces y que yo se lo hiciera a él las otras, siempre por convicción y por el esmero pródigo que puso, en cuanto estuvimos de acuerdo, en cada ejercicio de cada práctica, sin desaprovechar ni una sola indicación. ¡Aguante La vereda!

Merece el Bartolomé a la Revelación, que es un premio muy justamente denominado en homenaje al “poeta de la patria”, el de los cielitos de la revolución oriental, encargado del teatro patriótico de Montevideo durante el gobierno de Otorgués. Bartolomé murió en Buenos Aires, luego de un penoso exilio al no aceptar (fue uno de los pocos que entonces no traicionaron la causa artiguista) los ofrecimientos lusitanos cuando ocuparon la capital de la Banda Oriental.

La ceremonia de la entrega de los Hidalgo fue el momento cumbre de la 30ª edición de la Feria Internacional del Libro.

La tradicional muestra retornó este año al centro de nuestra capital, localización que resultó determinante en la masiva concurrencia del público y el éxito de las ventas. Según estima la Cámara Uruguaya del libro, organizadora del evento, la asistencia de público, que pudo ingresar en forma gratuita a la muestra instalada en el atrio de la IMM, superó largamente las 100.000 personas.