viernes, 17 de septiembre de 2021

No temas por Milei Argentina

Alberto Fernández tenía los días contados. Lo publiqué y lo reprodujeron tres medios en octubre del año pasado. No pasa las PASO. En el discurso del domingo descartó, por transitiva, aspirar a un nuevo mandado en 2023.

Magnetto (el CEO de Clarín) lo sabía, la embajada yanqui lo sabía, el pueblo lo sabe y, por su puesto, lo sabe Cristina Kirchner. Alberto Fernández es el Kérenski-Chiang Kaishek-Campisteguy perfecto. Cuando Cristina lo jugó de candidato presidencial –“yo puedo ganar las elecciones sola pero hoy no puedo gobernar” dijo, después del lawfare y el Cóndor 2–, uno de los motivos era que en el “Frente” sin exclusiones que tenía que proponer contra Macri para mal menor, cargaba lastre gordo de clarinistas, menemistas irredimibles, empezando por los traidores que rompieron la unidad del gobierno de Néstor y de Cristina ante el latifundio oligárquico, oponiéndose a la resolución 125, trancando la ley de medios y, luego, apoyando el lawfare macrista.

Alberto fue la figura que con mayor saña salió en los medios de Magnetto promoviendo el lawfare, calificando de “idóneos” y “probos” a los dos camaristas que puso Macri por DNU y diciendo de Cristina, con aires de don Corleone, “que no se enoje; que explique”.

Pensaron que la táctica 2019 de Cristina, al proponer a Alberto presidente en un “Frente” con ella de Vice, había sido una jugada de Táctica Uno. Sin embargo, es de “Dos tácticas…” y nada fácil. A Mao le llevó años con Chiang Kaishek. Y Batlle y Ordóñez no pudo, desde que lo detuvo Viera, ni con Sosa ni con Serrato y tampoco con Campisteguy.

Voy a explicar las similitudes, advirtiendo que son más las diferencias. Una fuerza política mayoritaria y popular, decisiva, no es suficiente para alcanzar y mantener el gobierno sola, por las circunstancias, y tiene que pactar con una fuerza menor y palaciega, provisoriamente decisiva. Cuando le ocurrió a Lenin en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, resumió y proyectó su línea en un folleto llamado “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática”. El mascarón de proa de aquella revolución terminó siendo Aleksándr Kérenski, pero los bolcheviques eran la fracción mayoritaria del partido decisivo, el POSDR.

También los comunistas chinos fueron la fuerza más combativa, popular y mayoritaria en el frente de resistencia a la invasión japonesa de 1931, donde se aliaron al “nacionalista” Chiang Kaishek, un obstáculo que Mao pudo remover recién el 1 de octubre de 1949.

Batlle y Ordóñez sufrió, cuando su aparente correligionario Feliciano Viera, junto a otros antibatllistas y anticomunistas (“Batlle quiere transformarnos en un partido de soviets”, bramaba Viera), le detuvo las transformaciones en sentido nacional y popular, una traición muy parecida a la que padeció Néstor Kirchner cuando le trancaron la 125. A aquella se le llamó “el alto de Viera”; a ésta “el voto no positivo”, porque un tonto pudor acomplejado que no llegaba a tener vergüenza, llevó a Julio Cobos, el radical vicepresidente de entonces, el 17 de julio de 2008, a votar por la oligarquía diciendo “mi voto no es positivo”. Fue en vida de Néstor Kirchner, Presidencia de Cristina Kirchner y Jefatura de Gabinete del melifluo Alberto Fernández.

Batlle tuvo, desde “el alto”, y aún disputando palmo a palmo hegemonía mediática gracias a su diario El Día, que remar una correlación de fuerzas que le obligaba, por muy poco, a pactar candidatos con los sectores minoritarios del Partido Colorado. Las “Dos tácticas…” de Lenin mejor leído por Batlle que por muchos otros de sus contemporáneos dirigentes, excepto Deng Xiaoping y Antonio Gramsci, su modo plebeyo de avanzar sobre los intereses palaciegos de la reacción, luego de contemporizar con Sosa (otro escindido; ya había vierismo y sosismo aparte) y con Serrato, en semejante complejidad, le hizo aceptar la candidatura del riverista Campisteguy, pero Cristina no tiene tanto tiempo. Así, no resiste tres períodos presidenciales.

En una guerra de resistencia, lo primero es enviar el armamento decisivo a la profundidad. El hombre de la embajada (revelado por los cables en WikiLeaks) Sergio Massa, a la cabeza con su ex jefe de campaña, Alberto Fernández. En la profundidad están los presos políticos, quienes no fueron elegidos al azar por la represión macrista. El tiempo no para, ya hace un par de meses que Julio De Vido (Ministro de Planificación de Néstor y de Cristina, preso político del lawfare macrista) dijo “Alberto Fernández se está kerénskizando”.

Máximo Kirchner había propuesto candidato por Provincia a Santiago Cafiero (le hacía exponer a Alberto su jefe de gabinete de confianza), pero Alberto tuvo una idea aún más rendidora, la esposa de su mejor amigo, Victoria Tolosa Paz. Y en CABA un radical, Leandro Santoro. Resultó un desastre electoral excesivo, incluso para las PASO, que no son decisivas. Para noviembre el peronismo va a tener que ponerse media pila.

Porque el peronismo todavía no empezó a movilizarse. Pandemia mediante y no, prácticamente no movió nada. “El hombre práctico”, que decía Perón, en este caso la mujer práctica, Cristina, cuando movilice no va a ser para sostener a Alberto ni al PJ ni al gobierno. Cuando el peronismo se movilice se desarma el tinglado, Milei incluido.

La única calle opositora es el Frente Izquierda de los Trabajadores, que obtuvo en estas PASO la mejor votación de toda su historia.

 

DOS TÁCTICAS DE LA JEFA

 

Cristina kIrchner no ha hecho en estos años otra cosa que señalamientos puntuales identificatorios acertados. En general, resuena aún mañana el resumen de su Plaza de Mayo de diciembre 2015: “les dejo lo más importante: les dejo el poder popular”.

El macrismo tuvo en estas PASO los mismos votos que en las presidenciales de 2019. El voto al poder en sí.

Más allá de duro, blando, económico, político, mediático… el poder es que se puede y Alberto, si algo demostró es que no puede. Ni contra Vicentín, ni contra la Corte, ni contra nada de lo que, en su contrato electoral, firmó combatir.

De Cristina sabemos que su gobierno y el de Néstor pudieron, que el kirchnerismo pudo ganar elecciones solo y mejor que mal acompañado y gobernar contra la oligarquía. Lo que define las “Dos tácticas…” es el modo plebeyo contra el modo cortesano, todo al poder popular. La definición todavía no empezó, pero se están dando condiciones para que sea una verdadera definición. Es mentira eso de que en política todos son empates. Una condición es la derrota de Sergio Massa-Alberto Fernández-Felipe Solá, tras la derrota de Macri.

Téngase en cuenta que Massa perdió en Tigre y donde el kirchnerismo marcó tamaño, Lanús, ganó y ganó el FdT.

El sosías de Macri ya es Larreta. El símbolo del pueblo, Milagro Sala, lejos de Casa Rosada, Secretaria General de la Tupac Amaru y diputada Parlasur por el FPV, de Cristina Kirchner, hoy presa política en Jujuy, donde el FIT obtuvo el 24 % de los votos.

Y sí, el modo plebeyo requiere también simbología. Cuando la miseria periodística de Lanata instaló el tema de la cartera Buitton de Cristina, ella dijo muy bien, “la moda me puede, pero la política me puede más”. Bueno, mi amor, si la política te puede más, meté dos mudas por año y listo, preciosa. Con un 40 y pico % de pobres y las jubilaciones en la línea de indigencia, cualquier exhibición innecesaria de riqueza es ostentación, aunque la culpa la tienen los milicos, Menen, De la Rúa, Macri, Alberto y su ministro de Economía, el neoyorquino Guzmán (que cubre todo el cupo de moda existente). La Jefa no lo necesita. Es linda por su praxis y discurso políticos. El miércoles sus ministros y funcionarios en el gobierno le presentaron renuncia a Alberto y el jueves, ella escribió una carta esclarecedora, marcando los tantos y pidiéndole que haga honor a la voluntad del pueblo.

 

“LA DERECHIZACIÓN” Y “EL EFECTO PANDEMIA”

 

Las dos excusas que presentó el albertismo para justificar la derrota del domingo son falsas.

No es verdad que todos los oficialismos hayan perdido en epidemias. Primero, porque los oficialismos que perdieron elecciones, igual que los que están menguando en apoyo popular, ya estaban perdiendo y menguando antes de la pandemia. Después porque la más importante de las elecciones postpandemia, la ganó por muerte López Obrador, en México, pasando de una gobernación a diez y sigue creciendo. Y aquí mismo, en Uruguay, el oficialismo ganó las departamentales en pandemia.     

Y también es mentira que el mundo se está derechizando. Basta mencionar la alta estima con que el Partido de Chicotazo saludó el Centenario del Partido Comunista de China, más los 150 partidos de izquierda, progresistas, obreros y populares, con gobierno u opción de gobierno y de poder, que enviaron sus principales figuras a Beijing, al congreso internacional del PCCH.

El gobierno argentino perdió porque tiene un ministro de Economía con un semestre de superávit fiscal con el pueblo más pauperizado que nunca, una Arbeleche cualquiera, en plena campaña electoral.

Y la respuesta popular fue votar a los extremos (esa sí es tendencia global); en toda Argentina, principalmente a la Izquierda, que se consolidó tercera fuerza política nacional, pero si el 70 % de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires vota a la derecha (desde casi siempre) es porque un bloque histórico de poder cipayo a la vez que centralista porteño (incluido el PJ Capital), no lo arregla una charla del gran Felipe Pigna. Si son sarmientistas, mitristas, sarrateístas, o sea: antiartiguistas viscerales, si miran la televisión que miran (la que ANDEBU nos hace ver a nosotros, en original o en réplica) es lógico que sean gorilas neoliberales macristas, versión Heidi, versión Larreta o neoliberales “libertarios” fascinados por las puteadas supremacistas de Milei y por su estética, más europea que la del “europeísta” porteño Alberto Fernández (además, ¿qué es ser “europeísta”, Alberto? ¿hinchar por el París Saint Germain en una Intercontinental? Porque en todos los otros ámbitos se trata de ganar-ganar o colonialismo e imperialismo).

El pueblo argentino es muchísimo mejor que la expresión electoral de estas PASO y que su establishment. Incluso el pueblo porteño es algo bastante mejor que su 13 % a Milei. El viejo topo de la historia hincha por Nacional y Peñarol contra el PSV y el Real Madrid.

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