viernes, 3 de septiembre de 2021

Lo sedante hacia el referéndum








Estremece oír ahora a Sanguinetti decir que somos adversarios y no enemigos, porque al enemigo se lo aplasta. Orgullo de haber juntado las firmas y un poco de miedito, porque Sanguinetti galvanizado por el inminente referéndum, no es menos temible que el mismo Sanguinetti cuando ganaba el balotaje por tres votos, y algún politólogo trasnochado, ochentista-noventista, proponía “acuerdo nacional dada la escasa diferencia electoral”, y Sanguinetti le contestaba, “no; el que gana, gana todo”. O sea, empieza a aplastar (¿al adversario?, ¿al enemigo?, llamále como te convenga). Ése era el verdadero y único programa de gobierno de la coalición que Sanguinetti engendró y encabezó Lacalle Pou, aplastar al Frente Amplio. 

El resto no era programa de gobierno. Era plan de negocios. Incluyendo el ahorro en distribución social de la riqueza para que acapare el “malla oro”, el puerto, la tierra, las privatizaciones mechadas en Presupuesto, LUC, ley de medios, Rendición de cuentas… y cuanta oportunidad de negocio se presentase y presente. Otro cantar es que no pudo aplastarnos en las departamentales, que juntamos las firmas y vamos a derogar los 135 artículos perniciosos de la LUC.

Sanguinetti dijo en ambos momentos la verdad, sólo que ahora la dice el impostor, porque quien corre el riesgo de ser aplastado es el gobierno y el Frente salió de la incómoda posición de resignarse, “no te rindas”, alertó el Taba. Es mucho el enojo de la ciudadanía. Con todos, pero los opositores tenemos más perspectiva de votar enojados que los oficialistas.

El aparato mediático hegemónico necesita ponerse a hacer política-política (para eso la arenga melosa de Sanguinetti), cuando ha dedicado años a la política-antipolítica cuasi sallesca (bueno, sacando eso de que Messi se puso la 30 por emblema del comunismo chino).

El reclamo del hegemón es que lo ayudemos a repolitizarse “dialogante” poniéndole paños tibios ideológicos a la situación desesperada del país. “Salgan del gueto” nos dicen, después que nos ningunearon la recolección de firmas un año entero, vengan acá, jueguen acá…

El FA asume la ofensiva, postula a su Presidencia al principal portavoz de las firmas, Fernando Pereira. Es momento de consolidar primero el territorio y denunciar que el mensaje es el medio, porque lo demás es intercambiable y porque el carácter de esta época está desgastando incluso las encuestas y la publicidad agenciera.

Somos tantos los que no contestamos encuestas, que las encuestadoras no pueden proyectar un perfil del “no contesta”, algunos porque estamos en contra del sistema mediático actual, otros porque no consideran útiles ni las encuestas ni la política.

El gueto mediático alegórico en que nos han metido, es un fracaso en un momento de fracaso y con eso, y contra eso, lo único que puede hacerse es luchar. No hay relato que valga, ni siquiera de derrota.

La utilización de la alegoría del gueto para referirse a los medios propios y “salir del gueto”, a ir a legitimar y darles rating a los medios enemigos, es aporofóbica, además de pelotuda. Es decir: “los pobres son pobres porque quieren, porque se quedan en los cante y en los asentamientos, en los “guetos”, en vez de irse a pasear por La Tahona. ¿Quién tuvo la culpa del gueto de Varsovia? Los judíos, porque se quedaron en el gueto. ¿Por qué no salieron?”

El gueto es en principio el territorio, “las paredes” que dijo Maduro (estoy hablando de comunicación de masas). Tenemos territorio, pero necesitamos levantarlo, armarlo (estoy hablando de redes, de medios propios en plataformas, ya que no pudimos o no quisimos disputar televisión al aire), en la radio (allí se está trabajando), pero el mayor gueto no virtual de la actualidad es la franja de Gaza. El mes pasado impidió que Israel siguiera expulsando palestinos de sus casas en Jerusalén Este y “se quedaron en el territorio”. El gueto es la resistencia. De la resistencia a la ofensiva, se pasa consolidando el territorio.

Juntamos las firmas para el referéndum porque las papeletas son más territorio que las paredes, fue el modo plebeyo y el patria o muerte, firmar or not to be, pero el cerco que nos impuso el ninguneo de los medios, ahora nos va a abrumar con cantos de sirena, van a hacer política sectorial del “todos son lo mismo”, “todos son iguales”, con todas las dificultades que la política-política les conlleva, “que se vayan todos”, la antipolítica.

No les queda otra, gracias a que tomamos la decisión de juntar las firmas, todo cambió, hasta el discurso de Sanguinetti. Cuando la coalición que él armo iba a ganar el balotaje por tres votos dijo que nos iba a aplastar, pero resistimos puerta a puerta, voz a voz, y ahora dice que nos considera adversarios porque si nos califica de enemigos nos tiene que aplastar. coherente y sedoso. La mentira está en postura (o impostura), no en el argumento. Tienen que hacer política porque para el referéndum la antipolítica los aplasta a ellos. La gente está enojada. Los opositores y los oficialistas, pero el enojo de los opositores vota, no es boludo.

Cuando los medios alientan, soterrados o a voces, ¡que se vayan todos! ¿Quién realmente quieren que se vaya?

Se sabe que no se refieren a todos los banqueros ni a todos los dueños de la televisión, ni a todos los monopolistas de las distribuidoras de alimentos, ni a todos los jueces, ni a todos los militares, ni a todos los estancieros, ni a todos los dueños de frigoríficos enroscados al capital financiero, ni a todos los servicios de espionaje imperialistas, no, no se refieren a todos ellos, porque todos ellos en definitiva son unos pocos y generalmente los mismos y porque simplemente son ellos mismos, los medios, sus monopolistas, sus inversionistas y sus supeditores publicitarios. Todos sabemos a quiénes se refieren únicamente, exclusivamente y puntualmente y por supuesto que se refieren, al barrer, a todos los políticos, es decir, a los únicos por ahora, que, de algún modo, vos podés votar...

Con tal de sacrificar a todos los políticos, sacrifican incluso a los suyos, pero para que te vayas vos, para que vos te desalientes, te desilusiones y te resignes y te quedes solito, aislado y en tu casa frente a la tele, a merced de ellos, sin nada que puedas elegir, sin que te importe el resultado… enojado y chau.

Pero el enojo de los oficialistas puede ser carne de encuestas y humo de votos. Ahora necesitan salir a defender hasta los desbordes de la LUC, a debatir, acarrear su tropa decepcionada de las mentiras de campaña, en carros a traer de no saben dónde.

El pueblo no contesta las encuestas, por antipatía, las hace inservibles. El carácter de época ha cambiado, pero los dirigentes políticos en general (incluídos muchos del FA) parece que no se dieron cuenta. En los ochenta “agencia de publicidad” era, para decirlo en chilensis concertista, el referente de la época, “super, super topísimo”. Hace año y medio Rosencof describió, “nos gobierna una agencia de publicidad” y dio en el clavo. Hoy “agencia de publicidad” es un insulto que ninguno de nosotros deja de proferir contra el gobierno.

Una buena agencia de publicidad debería considerarlo. Buscar otra estrategia.

"Sin el territorio, el casa por casa, el rostro por rostro y las paredes del territorio para nuestra expresión, perderíamos nuestro sustento, pero las paredes sin redes no bastan y las paredes y las redes sin medios tampoco”, dijo Maduro. Es un tema en el que Venezuela ha sido paradigma desde Chávez, quien, en su primera campaña electoral, pero más aún en su gobierno y desde su propio y personal “gueto”, “Aló, Presidente”, confrontó con el oligopolio mediático oligárquico plutocrático, apostrofando “los cuatro jinetes del apocalipsis”, a los cuatro canales privados al aire que lo adversaban. Cuando el pueblo chavista derrotó el golpe de PRISA-Carmona-CNN, Chávez retomó el gobierno quitándole la licencia a uno de los cuatro jinetes. Con VTV (canal 8, el potente canal público de Venezuela, cuya calidad y alineamiento resalté incluso ante críticas de compañeros cubanos, en aquel momento) contra tres de los jinetes, se ajustaba un poco a la realidad de la correlación de medios masivos: al menos un cuarto para la fuerza política que obtenía más del cincuenta por ciento de los votos y tres cuartos para la que obtenía menos. Después, Chávez fue fundador de Telesur y la comunicación se acercó a democratizarse, tres a dos para los oligarcas, bastante menos que en el resto del continente. Sin esa correlación de fuerzas mediáticas, medianamente aceptable, Venezuela no hubiese podido resistir el brutal asedio del imperialismo. Puede decirse que, sin semejante decisión política de independencia venezolana, el imperialismo yanqui no hubiese sido tan agresivo contra ella. Chávez gobernaba de verdad y eso es intolerable para el imperio, pero también puede afirmarse que, al final del día, los gobiernos progresistas supervivientes a la reacción del Cóndor 2, del lawfare y los “golpes blandos”, fueron los que atacaron la hegemonía mediática, avanzaron más en el territorio y, en otro aspecto, echaron a la DEA.

Hoy los medios disputan las redes y los plutócratas, pese a la compra de Big Data, las fábricas de trols y bots y fakes, la tienen más difícil, porque la resistencia accede a las redes más que a la televisión al aire y porque existen contradicciones importantes entre corporaciones mediáticas y plataformas de Internet.

Mitch Feierstein, autor del libro Planet Ponzi, considera que “Silicon Valley responde a China” (y no es ningún delirante estilo Gustavo Salle; es un operador teórico, muy calificado, de lobbies antifinancieristas, industriales, pero además antiglobalistas, adversarios o enemigos del de las tecnológicas), en un trabajo anterior a que las tecnológicas yanquis se negaran a seguir los lineamientos de Donald Trump contra Huawei. Un libro sobre economía que da pistas sobre la disputa en las redes. ¿Puede un invento militar del Pentágono (la Internet) derivar en armas propicias al antiimperialismo? ¿Puede una plataforma quemar las naves, tal cual hizo Twitter en Cuba cuando localizó, fraudulenta, en la isla direcciones de Miami y de España, sin arriesgarse a perder la hegemonía, tal cual podían las corporaciones antes de Internet?

Hagamos crónica. Niko Schvarz decía que un cronista es una birome y una tijera, es quien lee para los otros. Schvarz dedicó gran parte de su vida a fortalecer el armamento comunicacional del “gueto”. Cofundador de El Popular (destacó Aurelio González en alocución durante el velorio de Schvarz), consejero editor de la revista Estudios, editor en La República, colaborador constante de La Onda ya en la era digital, Niko Schvarz resumió en 1995, al regreso del “Congreso Marx Internacional de París”, al que concurrió junto al ingeniero José Luis Massera: “nuestros clásicos confrontaban a tal punto que, a veces, incluso, titulaban al eje de la confrontación, por ejemplo, Engels, el Anti Dhüring”.    

Democratizar radicalmente la propiedad de los medios masivos de comunicación no es “quedarse en el gueto”, es levantarlo, cual se levantó en Varsovia, pero con mejor perspectiva de éxito. Es romper el blindaje político al poder económico, plutocrático, oligárquico, del oligopolio mediático que nos cerca. Es imposible gobernar contra un noventa por ciento corporativo imperialista de los medios. Ayer mismo, en Perú, sacaron de aprete a un Canciller, pero bien dijo Orlenys Ortiz, influencer venezolana, entrevistada por el rapero y comunicador en canales de redes Daniel Devita, “cada vez son más las personas que se refugian en el YouTube para mantenerse al día, no sólo de lo que pasa en su país sino en el ámbito internacional, precisamente porque están hartas de todo el rollo de la televisión tradicional… ¿quién te dice que los que te mienten sobre lo que pasa en tu país, no te mienten además sobre lo que pasa en Venezuela?”

Y si te mienten sobre la internacional te están mintiendo sobre la verdadera política. Te llevan a un panel donde te duplican en número y te hacen consensuar, con el pretexto de los impuestos, que los ejemplares países del mundo son dos de la OTAN, del lado norte del comercio desigual, del colonialismo y el imperialismo (ése que después de veinte años de ocupación militar de la OTAN en Afganistán, salió cósmicamente derrotado), uno de ellos el mayor productor del aparato industrial armamentista transatlántico, ambos colaboracionistas históricos de Hitler (que, además, no son, ni por asomo, los que recaudan más impuestos a los ricos), mientras dejás que se burlen de un país africano dignísimo, revolucionario, al que los “europeístas” odian porque tuvo incluso la osadía de quitarse el nombre que Europa le había puesto, pretendiendo humillarlo por una hiperinflación inducida que no es indicador de nada trascendente.

Si consensuamos en eso, los enojados que voten a cualquiera, da lo mismo y los que votan obligados, van a votar lo que obliga el sentido común, creado e instalado por el discurso sedante, mientras nosotros apostamos a ser normales, iguales a ellos, livianitos, con las mismas fuentes, un poco graciosos, un poco idiotas, un poco imbéciles.   

Dicen que en política el que se enoja pierde. Puede ser si al enojo por las mentiras, por los aumentos de tarifas, de impuestos, de combustibles, de precios de alimentos, por las rebajas del poder adquisitivo de los salarios, las jubilaciones, las pensiones, por la entrega del puerto, por la traición al Estado-nación frente a Aratirí y tantos otros negociados, por las muertes por COVID evitables (en complicidad, en parte, con el FA, que no siguió la línea de Vázquez, dejó que el gobierno se equivocara al no plantear la eliminación del virus y después, es verdad que tenía un costo político alto volver a bajar la movilidad, cuando había pasado demasiado tiempo de distanciamiento exhortado por imprecisión, en la primera ola, a parte es cierto que el gobierno se demoró con las vacunas, por cuestión de negocio), por la LUC, por los cien mil nuevos pobres, por el voto a Almugre en el Ministerio de Colonias del imperialismo yanqui, se le suministra una buena dosis de humo, humedad y bastante nicotina, pastillas para dormirse y algún legado que salga a disputarle espacio a nuestro medio propio, en las redes, al propio territorio, con mensajes de cobertura política nuestra. Se sabe que a corto plazo el partido se juega en el streaming. Y el que se adormece y se entrega, es el que pierde.

No somos enemigos, no pretendemos aplastar al enemigo. Ni siquiera un 50% y 50 % de voz ya que somos 50 % y 50 % del electorado. Nos conformaríamos con un 15, bueno… un veinte, para perder un poco de necesidad de síntesis. Somos adversarios de clase, digamos. Y después sí, vamos a los programas de ANDEBU y nos fumamos todo y los ayudamos a entrarle fuerte a la televisión por Internet, y a subirles el rating para que cobren la torta publicitaria entera, además. Con un quince de medios nos alcanza. Si mantenemos la militancia en territorio y en redes.

El problema es que para ese 15 nos está faltando al menos un 7.

Como siempre, algo se nos va a ocurrir y algo va a ocurrir en nuestro entorno. No somos, ni de chiste de boliche, el faro de la izquierda mundial, pero, a diferencia de la mayor parte de nuestra dirigencia, nuestras bases sí son antiimperialistas. Fuimos gobierno sólo después que Lula en Brasil y Kirchner en Argentina. Lo perdimos inmediatamente después que lo perdieron ellos, pero el mundo no está para nuestros adversarios. Habría que saberlo para poder decirlo masivamente cuando tengamos al aire un medio masivo o, al menos, para darnos cuenta qué es lo que, ante cámaras, no nos dejan decir ni en susurro.

No hay comentarios: