domingo, 13 de septiembre de 2020

El golpismo tan mentado



Elon Musk, magnate candiense estadounidense, de origen sudafricano, CEO de Tesla, operador del bronce y el litio, se jactó del golpe del Pentágono y la OEA en Bolivia. “Sí, dimos un golpe en Bolivia (lo afirmó en particular por el litio) y vamos a dar golpes donde sea necesario”.

 

Eduardo Duhalde, ex presidente de Argentina, afirmó categórico, “no va a haber elecciones en 2021 porque va a haber golpe de Estado. Argentina tuvo 14 golpes militares. Somos los campeones de los golpes de Estado”.

 

La señora de Manini, al votar en noviembre dijo, “tal vez esta sea la última vez que votemos”.

 

El propio Bolsonaro amenazó ya cien veces con darse a sí mismo un golpe de Estado duro en toda regla (es Presidente por el golpe blando de Temer –O Globo, Moro– a Dilma, a la candidatura de Lula, al PT), y ¿qué decir de Venezuela? El golpe y la invasión a  Venezuela fueron los más anunciados de la historia. Trump, Pompeo, Abrams, Pence y todos los Guaidó, repitieron más de mil veces que estaba sobre la mesa.

 

No es que no lo hayan intentado o no lo estén intentando o no están tratando de crear las condiciones para intentarlo, pero andar diciéndolo a pata suelta no era la manera en que procedía Henry Kissinger.

 

Todos sabíamos que era Kissinger quien le daba el golpe a Salvador Allende y a todos, pero no porque él ni los suyos lo dijesen. Desde su célebre orden contra Allende tras la victoria electoral de éste en 1970, “hacerle aullar de dolor la economía”, hasta la participación de sus servicios en el atentado contra el general René Schneider, en el magnicidio y luego en el asesinato del general Carlos Prat, todo lo supimos por documentos desclasificados.    

 

“El mensaje es el miedo”, dice Sandino Núñez parafraseando a MacLuhan, quien decía “el mensaje es el medio”. En este caso el miedo del mensaje no es sólo del mensajero, sino además del medio del mensaje. Temen perder la hegemonía, la Reserva Federal, el Wall Street (vocero: Musk), Clarín (vocero: Duhalde), El País (voceros varios). El que no les teme es Kirchner. “No les tengo miedo”, les dijo cara a cara Néstor, cuando les bajó de los cuarteles el retrato de Videla.

 

Ahora el medio y sus mensajeros (Clarín, Duhalde, en el caso argentino) miden su miedo en tiempos políticos. Todos están desesperando la fecha boliviana, que ya se fijó inalterable 18 de octubre, la misma fecha del plebiscito en Chile. Necesitan destituir pronto al gobierno del Frente de Todos; entonces Magnetto (Clarín, en lo decisivo financiero Goldman Sachs) puso a Alberto Fernández en un brete insalvable. Éste estaba dispuesto a aceptarle un aumento de las tarifas ahora a cambio de un congelamiento hasta enero. Clarín no le aceptó el congelamiento. La respuesta de Alberto fue de supervivencia. No había alternativa a defenderse, se recostó a Cristina para regular las telecomunicaciones. Les tocó el bolsillo. El innombrable (cuando lo tachó de monopólico, Alberto no se animó en su mensaje a nombrar a Clarín) desató su ira jupiterina, todos los hechos políticos a su alcance y el resumen de fuerzas posibles.

 

La realidad es que las correlaciones de fuerzas no dan para que los golpistas ejecuten todo su deseo pero tampoco para que callen sus ilusiones.

 

Entre tanto compran Hércules. 22 millones de dólares en dos aviones del 80 que los nacionales españoles tenían para desechar de su flota. Mi mensaje es precavido: el bombardeo gorila, de Branden-Isaac Rojas, a Plaza de Mayo y el bombardeo de Davis-Pinochet a La Moneda, los hicieron con aviones aún más antiguos y las instituciones armadas que participaron del plan Cóndor de Kissinger, las armas las usaron para reprimir a los pueblos. 

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