martes, 13 de noviembre de 2018

¿Vale la pena impedir tropas yanquis en Uruguay?



El juegueo es bastante burdo. “El gobierno” (lo pongo entre comillas por aquella frase que Peloduro puso en boca de una caricatura que dibujó de Haedo cuando éste, integrante de la presidencia colegiada blanca del 59, había dicho, ante los primeros acuerdos con el FMI. “Azzini es el gobierno” –Azzini era el ministro de Economía, el que firmó esos primeros stand by de nuestra historia; con esa frase, el que se puso banda presidencial estaba supuestamente delegando su función en el Ministro; la frase que escribió Peloduro saliendo de la boca de Haedo fue: “así ni es el gobierno”; lo que Haedo había dicho tan textual como que no lo escribió, acaso para que lo sobreentendiera Peloduro). 

Desde aquel 1959 ni gobierno es el uruguayo y hubo que sumarle las instrucciones a militares uruguayos a torturar, recibidas en la Escuela de las Américas. No es el gobierno pero es algo y a veces algo lo bastante importante para valorarlo absolutamente como el mal menor posible. 

“El gobierno” -decía- envió dos proyectos al parlamento. Uno para que autorice tropas yanquis en Uruguay operando hacia Argentina, proyecto que no tiene todos los votos del Frente Amplio y necesita votos de la oposición que está dispuesta a dárselos (por los yanquis está dispuesta a entregar a la madre). 

Y el otro una cortina de humo, un pedido para autorizar tropas de otros países llegado el caso, pedido que no tiene fundamento, porque los que nos meten la pesada son los yanquis, no otros, pero sirve para que la oposición la vote en contra disimulando el contubernio, a costa de que el Frente no quede tan proyanqui o avasallado.

Por supuesto que si Vázquez pudiera evitarlo lo evitaría, pero tendría que pagar un precio. Uruguay es un país mucho más vulnerable de lo que parece a las presiones imperialistas. Entre las cadenas de medios y las de abastecimientos pueden dejarnos en dos días y con una sola llamada telefónica, sin el absolutamente valorable mal menor del Frente Amplio en “el gobierno”, si es que ya no lo decidieron.

¿Vale la pena pagar ese precio entonces? Para Guillermo Chiflet era una cuestión de principios. Lo señaló cuando el Frente aprobó las maniobras militares conjuntas con USA, la intervención en Haití y se fue del Senado para respaldarlo con el pellejo, como corresponde a un principio. 

Para mí los principios son tres (más de tres es imposible que no se contradigan, salvo que, como sugería Marx –Groucho-, se los pongas tan altos para pasarles fácilmente por abajo). 

El primero es la libre autodeterminación de los pueblos (la democracia concreta en esta fase de la historia, porque como acertó a decir Haddad en su campaña, la soberanía popular está indisolublemente ligada a la soberanía nacional y su libre expresión de todos los derechos humanos, conquistados o no, aunque una vez conquistados pasan a ser conquistas y deben ser defendidos como tales). 

El segundo es que la clase opresora recurre siempre a todo lo que tiene al alcance para no perder sus beneficios. 

Y el tercero es ganar.

En ese orden.

¿Vulnera la soberanía nacional la instalación de tropas extranjeras en nuestro territorio? Herrera decía que sí y Batlle (Luis) decía que le preguntaran a Herrera. “Yo gobierno la mitad del país, la otra mitad Herrera”, le contestaba al embajador USA y sometía la autoridad al parlamento, pero para que le votara en contra como finalmente ocurría, 

Hasta que en 1958 Batlle perdió por radio de Chicotazo y Herrera por muerte propia ganando las elecciones para que lo traicionaran al pie del cajón.

¿Por la patria todo vale la pena? La obra plástica más escandalosa del arte soviético, después de que fue censurado Melevich, se realizó y expuso terminada la que “occidente” llamó “segunda guerra mundial” y los rusos “la gran guerra patria”. Era una representación de los veintiséis millones de soviéticos que murieron para salvar al mundo del nazismo, bajo la leyenda: “¿valió la pena?” 

¿No era mejor resignarse a la derrota? Ahora que la resignación de los pueblos se ha vuelto desde el pensamiento único la principal estrategia del imperialismo, digo que en aquel caso concreto mis tres únicos principios estaban en juego punto por punto. 

1) La URSS había sido invadida por los nazis (alemanes, austriacos, polacos, ucranianos, croatas, húngaros, incluso unos cuantos rusos blancos que se habían replegado en 1923 y hasta la división azul del petiso mandón gallego con apoyo del fascio italiano, el imperio japonés y todas las potencias colonialistas del pacto de Munich, y los nazis habían ganado tiempo con el pacto Molotov, en vez de perderlo como pretendió Stalin –coincido con el análisis que de esa situación hizo el mando militar de la revolución cubana-. 

También digo, con Fidel, que sin los errores y horrores del stalinismo la victoria le hubiese costado a la URSS bastante menos. “Una tragedia del siglo XX –dijo Fidel- fue que Lenin no vivió veinte años más” o, como escribió Batlle y Ordóñez en enero de 1924. “No hay entre los dirigente de la revolución rusa ninguno de la estatura mental de Lenin que pueda sucederlo”. 

2) El imperialismo recurrió a la forma más terrorista de su dominio financiero, el fascismo, usando todo lo que tenía a su alcance para no perder sus beneficios y 3) había que ganarle.

No tomemos las cosas tan a la tremenda. Aquí ni siquiera tenemos poder popular dominante. El viejo Batlle no consiguió imponer los soviets. No lo hemos tenido nunca desde la derrota de Artigas, aunque nuestra democracia tuvo avances, retrocesos, quiebres y por largos períodos, avances muy avanzados. El actual es un período de mucho avance que se estrella ante una correlación mediática pésima para el pueblo. Al punto que con muy buenas gestiones, el FA puede el año próximo perder la mayoría, peligrando incluso su “gobierno”. 

Pepe Batlle definió a batllismo de él como “el pueblo contra la oligarquía”, porque la economía seguía imponiendo el gobierno real de unos pocos ante el batllismo que se plantaba como “el poncho de los pobres”. Y cuando así lo definía su principal dirigente fue cuando tuvo nuestro país mayor soberanía nacional que nunca desde que se “independizó”. 

Los yanquis no vienen por todo, pero vienen por lo mismo que en el plan Cóndor y vuelvo a citar a Chiflet: los golpes militares dirigidos por USA en el cono sur fueron para aislar a Argentina. 

Es grave que la historia se repita como farsa, pero es más grave aún en medio de la tragedia que está sufriendo bajo Macri el hermano pueblo argentino. 

Y, finalmente, no enfrentar las consecuencias de negarles a las tropas yanquis el voto en el parlamento, es perder. No tiene ganancia por ningún lado, ni para nuestra patria ni para el Frente Amplio y menos por el lado electoral, que es el que cuenta más de hoy a octubre.

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