martes, 25 de noviembre de 2008

Casi Visconti

Siete años después que en Italia y varios meses que en Argentina, se estrena en Uruguay Francesca e Nunziata de Lina Wertmüller, con Sofía Loren, Giancarlo Giannini y Claudia Gerini. Para los que amamos el cine italiano es una película imperdible.

De lo que conocíamos de Lina Wertmüller, Francesca tiene por el embrujo creciente de los primeros planos que envuelven la historia a la manera del Bergman más intimidatorio, la marca de su directora. Pero su clima es de inicial liviandad para adentrarse de a poco en la opresión de las determinantes sociales e históricas del Nápoles finisecular decimonónico y de primera mitad del siglo XX, con los sentimientos y la psicología de los personajes invadiendo los primeros planos. Y tiene, como novedad para nosotros, el estricto homenaje de la autora a Luchino Visconti. Solo algún toque del grotesco de Mimí metalúrgico.

Como en El fin del mundo en nuestra cama usual durante una noche de lluvia, Giancarlo Giannini atraviesa con sus tonos precisos y la fuerza a veces lánguida de su mirada no siempre azul, toda la película. Sofía Loren alcanza momentos de medida intensidad recién cuando su personaje llega a la edad que ella tiene. Antes hay un punto de falsedad en su interpretación. Ambos protagonistas jóvenes, Claudia Gerini y Raoul Bova, están magníficos, impecables. Ella, además, fantástica. Su cara más tierna y sugerente que la de Sharon Stone bajo las mismas cejas, nos recuerda sin embargo la mágicamente dirigida Laura Antonelli por Luchino Visconti en tandem con un mucho más joven e igualmente noble Giannini en El inocente.

También la elección de una novela con tema melodramático para adaptar a un símil impresionista de atmósfera crecientemente opresiva, emparenta este film de la Wertmüller con los del maestro lombardo. Es incalculable lo que han aportado al cine italiano esos alemanes.

La larga duración de las películas de Wertmüller -esta vez con título corto- no pesa en absoluto sobre la paciencia del espectador. Todas las secuencias están sabiamente fundidas o cortadas con la música cual engarce según el método de Luchino. El tema del grupo familiar y su decadencia, con la crítica del capitalismo y la represión de las pasiones, como en El Gatopardo, La caída de los dioses y por supuesto Grupo de familia, devienen en belleza sublimando los horrores de un mundo contradictorio y finalmente cruel.

Al cuidado de los detalles de época, de escenografía, vestuario y maquillaje, sólo escapan algunas incongruencias temporales, como un rostro de la criada demasiado menos avejentado que el de Francesca en las secuencias finales o la inmutabilidad de Paolina, un personaje secundario pero muy funcional a la trama (si la idea era subrayar la permanencia de este personaje como símbolo había formas de hacerlo sin cambiar el tono realista que da unidad al relato). Pero el plus de envolventes primeros planos con que nos asedia Lina Wertmüller desde este melodrama viscontiano alcanzaría para quitar el “casi” del título y agregar en su lugar “algo más que”.

Claro que no es una película de acción. Su correlato de decorados tiene una rica polisemia histórica e ideológica. Sus claves son la plástica y la música. Visconti en alto grado de pureza.