viernes, 4 de noviembre de 2022

¿Lula de izquierda?

 


Ni América es más de izquierda que nunca ni Europa más de derecha, pero la multipolaridad global que ya está siendo, se hace más zurda con Lula. No tanto así, Brasil.


Con la victoria de Lula vemos el mapa de América Latina casi todo pintado de rojo y esa impresión puede llevar a engaño. Hubo avances electorales evidentes de la izquierda en las más recientes elecciones y son en países decisivos, pero, en términos de poder, la derecha conserva espinas capaces de pinchar el panorama de la izquierda.


Por otra parte vemos el de Europa, cada vez más negro y lo mismo nos puede engañar. Que la derecha se ultraderechice no implica que se fortalezca.


Pero vamos a empezar por el principio, o, mejor dicho, por los principios.


1) ¿Qué vendría a ser hoy “la izquierda o la derecha”? ¿Están vigentes estas categorías?


2) Más importante que constatar la presencia es pronosticar la tendencia. Si están vigentes, ¿se presentan estas categorías desde la fortaleza o desde la debilidad? o, más precisamente, ¿desde el fortalecimiento o el debilitamiento? Porque las fuerzas no son. Van siendo a medida que se las pierde y se las gana.


No pretendo caracterizar hoy a los partidos políticos ni a los gobiernos por el lugar que ocuparon otros en una asamblea de 1789 en Francia o un poco antes en Inglaterra, pero sí por los valores que dijeron entonces decantar: “libertad, igualdad, fraternidad” la izquierda; “tradición monárquica, nobleza, aristocracia” la derecha. Aunque no necesitaron que corriera el tiempo para desdecirse unos y enmascararse otros.


Ya en 1791, mientras en la metrópoli los franceses hacían su revolución, en la entonces colonia francesa (hoy neocolonia yanqui) Haití, los mismos que en París la proclamaban, ahogaban en sangre a la revolución liberal, igualitaria, fraterna, primera de América Latina anticolonial y antiesclavista. Ya la cuestión de la libertad, la igualdad y la fraternidad, era, sí y sólo sí, el antiimperialismo y anticolonialismo, la libre autodeterminación de los pueblos, la soberanía.


Y ya entonces los tradicionalistas monárquicos, nobles y aristócratas empezaban a fungir de “demócratas”. Digamos que hoy van un poco más allá: “libertarios”, cual si fueran anarquistas y no el gobierno global del capital financiero.


El 2 de octubre hubo parlamentarias en Bulgaria, en las que pagó precio todo el oficialismo y el Partido Socialista cayó poco menos que a la mitad. El gobierno del primer ministro, Galab Donev, que asumió en agosto tras la caída de Kiril Petkov, es parte de un ciclo que se reproduce con variantes en casi toda Europa Oriental y Central y, más lento, además, en los países bálticos. El 1 de octubre las hubo en Letonia, donde el Partido Socialdemócrata “Armonía”, descrito prorruso, que durante tres períodos parlamentarios fue el más votado, colapsó. Sin embargo, esta caída puede explicarse por el auge de pequeños partidos que representan mejor los intereses de los rusoparlantes, entre ellos Unión Letona Rusa, a la “derecha” de la “socialdemocracia”. Las “socialdemocracias” y los “liberalismos” (en economía todos “neoliberales”) tuvieron su quinto de hora, con un ligero rebote, tras las reformas de los 90, pero ya vieron que sus fantasías con las luces de New York eran “pompas de jabón” (Cadícamo), “el mate lleno de infelices ilusiones” (Celedonio) y están reincursionando en sus atavismos fascistas de los años 30 y 40 (Suecia, Italia, Hungría, Polonia... con variados objetivos, también hay que decirlo; no todos de la vieja usanza).


Cuando se les pase el ciclo de la búsqueda identitaria, quizá comprendan que la vida está, precisamente, más allá del occidente colectivo. Lo mismo para todas las extremas derechas que ya están en gobiernos nórdicos o, de palabra, en Italia, o en Reino Unido (aunque en Reino Unido ya ni se sabe quién está. Dicen que un Sartori hindú, Rishi Sunak).


ESPINAS DE LA DERECHA RESTANTES EN AMÉRICA


Ninguno de los más recientemente electos presidentes en América Latina, tiene mayoría parlamentaria, ni Castillo en Perú, ni Boric en Chile, ni Petro en Colombia, ni Lula en Brasil; tampoco mayoría de gobernadores y alcaldes, y de hecho, Xiomara Castro en Honduraas perdió su mayoría porque su coalición se dividió. Tienen más poder y estabilidad Luis Arce pese a la gobernación de Camacho en Santa Cruz y sus intentos golpistas, Maduro, Ortega Saavedra, Díaz Canel y el creciente Manuel López Obrador. Pero mientras Petro utiliza los cien primeros días para plantar banderas y sostenerlas, Boric los desperdició en incumplimiento del pacto electoral, a la manera de Fernández (ejemplos de caídas abruptas de aprobación popular).


Lawfare, fake news, radicalización, polarización, grieta, discursos y prácticas fascistas o fascistoides. Todo eso perdió el domingo ante Lula, pero no desapareció.


El lawfare empezó a perder cuando el hacker brasileño Walter Delgatti, de 31 años, filtró el chat privado entre fiscales y el entonces juez Sergio Moro, que se complotaron con el FBI para condenar a Lula en la Operación Lava Jato. Delgatti era un estudiante de Abogacía que vive en Araraquara, en el interior del estado de San Pablo. Detenido desde 2019, estuvo seis meses en la cárcel de Brasilia y luego en domiciliaria, por haber filtrado millones de archivos de conversaciones de personalidades públicas, entre ellos la familia de Jair Bolsonaro.


En cuanto descubrió el complot, Delgatti logró contactarse con la periodista Manuela Dávila, dirigente comunista y excandidata a vice de Fernando Haddad en 2018, la fórmula que reemplazó a Lula en esa elección. Ella le recomendó informar a Glenn Greenwald, el periodista estadounidense que reveló las filtraciones de Snowden. Greenwald está casado con un diputado brasileño, David Miranda. Greenwald recibió el material y comenzó a producir notas en The Intercept sobre las filtraciones, todas demoledoras sobre la intimidad de cómo se cocinaba a fuego lento o rápido las acusaciones y sentencias en Lava Jato.


Institucionalmente, las filtraciones más graves involucraron las operaciones ilegales de los fiscales, con aval de Moro, para investigar a posibles testigos, extorsionar a acusados para ser delatores y usar a periodistas para publicar operaciones de prensa.


Perdiendo el lawfare, la derecha pierde una herramienta para disciplinar a políticos y empresarios, para que no haya obra pública ni desarrollo, para primarizar cada vez más a los países financierizados por Wall Street.


En un pliegue ideológico devenido de la falta inducida de economía real para dar respuestas a las urgencias materiales de los pueblos, el imperialismo autorizó a la “izquierda” un menú que incluía un “nuevo liberalismo”, una “nueva agenda de derechos”, un “nuevo consenso (de Washington)”, pero ningún nuevo plan Marshall ni Alianza para el Progreso. La innovación fue el agujero del mate más pequeño y la bombilla más tapada.


Nosotros, los izquierdistas históricos, que somos liberales desde Voltaire y conquistamos derechos con cada revolución, feministas, diversos, igualitarios seculares, consensuando los intereses de clase y sectores de clase de todo el pueblo, ganamos con Lula un Mandela en nuestro continente, pero nos falta bastante, todavía, para cobrarle al fascismo el asesinato de Marielle Franco.


Volvimos al gobierno en Brasil con una convergencia antifascista de izquierda hasta centro derecha, pero Lula, cuya obra fundamental en sus dos primeros gobiernos fue la política exterior, también para sacar de la pobreza a 30 millones de brasileños, hazaña que ahora tendrá que repetir, es BRICS y es ahí, por fuera de este pequeño lugar llamado occidente colectivo, donde avanzan más los valores de la solidaridad, la equidad y la soberanía entre naciones.


Lula vuelve para la multipolaridad, la integración de la Patria Grande de América Latina con el Caribe y relaciones con EEUU y UE, “sobre nuevas bases” (así dijo en los festejos del retorno). ¿Querés llamarle centro? En cierto sentido Lula es EL centro, incluso del mundo, por su llegada definitoria a todos los líderes mundiales, porque es Brasil, pero también porque es Lula.


Ahora bolsonaristas se aglomeran en las puertas de los cuarteles pidiendo golpe de Estado, cuando el pueblo ya se manifestó en las urnas y en la movilización celebratoria, mientras, aliviados de no tener que seguir tratando con Bolsonaro, los líderes mundiales felicitaron a Lula de inmediato, sin esperar reconocimiento opositor ninguno, con la excepción del “líder mundial” Lacalle Pou, que se tomó su tiempo apenado para apenas saludarlo.


DÉBIL PERO FORTALECIÉNDOSE


Lula vuelve al gobierno (tres veces presidente electo ante el único presidente que no logró reelección en la historia de Brasil, Bolsonaro) relativamente débil, pero en tendencia a fortalecerse (hace un par de años estaba preso). En cambio Bolsonaro perdió buena parte de la máquina del Estado con la que había construido su ejército pírrico (¡a ver qué le queda cuando Lula empiece a negociar!), mientras el de Lula es el más fidelizado de los bastiones electorales, el nordeste, con 20 años de construcción de lealtad. Y cuenta, determinante, con el “nuevo orden mundial”.


La respuesta de la derecha al nuevo orden multipolar es el estrechamiento ideológico por debilitamiento de su competencia económica, política e incluso militar cualitativa.


La ultraderechización de la derecha, no es, en el contexto geoestretégico actual, mucho más que un cangrejo retrocediendo cuando alzamos la piedra donde se ocultaba.


En definitiva, desde que las garras invasoras están enterradas en las nieves de Volgogrado, el imperialismo no ha hecho otra cosa que retroceder no lineal ni maniqueo y esto porque la historia no es lineal ni maniquea.


¿Y qué no decir hoy de las derechas europeas, que fueron entonces metropolitanas y ahora son colonias yanquis?


Embozado, dice Sánchez Castejón que el Borbón puede huir tranquilo porque “no se juzga a la institución sino a la persona”. Tendencia: la derecha del PSOE felipegonzalezco se institucionaliza monárquico por debilidad, “otra cosa no, pero datos tenemos un montón”, dijo, “en nuestro jardín francés acosado por las junglas”, le asiste su jefe pesoeísta canciller de Europa, Joseph Borrel.


¡Ah, si vivieran Largo Caballero, Arniches o el mismo Indalecio Prieto del PSOE republicano antiimperialista, cuántas buenas puteadas proferirían a estos monárquicos constituyentes, enmascarados del siglo de las luces!


Llegó a conocerlos José Bergamín. “Los del chapucero consenso monárquico constituyente –dijo– nos lo quieren imponer por la trampa, llamándolo democrático, como si entre democracia y monarquía no hubiese contradicción en sus propios términos definitorios… ‘el difunto era mayor’ que dijo el otro… y habrá que tener siempre mucho cuidado con lo que digan y hagan esos otros, los del terror del Estado”.


Esos otros están llegando al gobierno en casi toda Europa, pero desde la debilidad. No tienen ninguna posibilidad (ejército ruso mediante) de repetir la hoja de ruta del mapa del 41 que están copiando en el color de los gráficos.


Y esos otros en Brasil, si osan golpear, van a durar menos que Jeanine.

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