viernes, 26 de noviembre de 2021

Elecciones bolivarianas: razón de pueblo profunda


Así quedó el mapa electoral de Venezuela tras las regionales del domingo

 

“Arrasó el chavismo” fue el trending topic del domingo tras las elecciones regionales venezolanas en las que participó todo el espectro político.

Fueron avaladas por más de 500 observadores internacionales, entre ellos la Unión Europea, el Centro Carter y la ONU. “Poca participación en elecciones venezolanas”, tituló El País (el de Montevideo; es justo reconocer que el título de El País de Madrid, a su pesar, fue “Arrasó el chavismo”).

Ese mismo domingo hubo elecciones generales, presidenciales y legislativas en Chile y no tuvieron más participación que las regionales venezolanas, “42,26 % es un porcentaje de participación magnífico según estándares internacionales para elecciones regionales o de medio término no obligatorias”, dictaminó el observador internacional veedor Héctor Díaz Polanco. Todos los medios en Uruguay ningunearon los resultados hasta el miércoles de bajada de línea de Bruselas y muchos medios, nacionales e internacionales, sostuvieron el ninguneo ad eternum, porque todas las falsedades del desinforme no alcanzaban a opacar la victoria chavista.

“Solidez, transparencia, confiabilidad”, son atributos que reconocieron unánimemente los observadores internacionales del sistema electoral venezolano. “El más garantista del mudo”, según Carter. La jefa de la comisión de observación electoral de la Unión Europea, Isabel Santos, sin poder contener el llanto (y “nos has hecho llorar a todos” le dijo una integrante de su equipo, a micrófono abierto, enseguida de la conferencia de prensa de la UE), reconoció su derrota, la de su “presidente” venezolano de la UE, Juan Guaidó a quien fueron a “acompañar” según palabras del canciller de la UE, Joseph Borrell.

Guaidó, a último momento, viéndosela venir, dejó “en libertad” a sus seguidores “para que voten por los candidatos que propusimos o se abstengan”. Vistos los números no hicieron ni lo uno ni lo otro, porque la abstención fue 10 % menos que en las legislativas y los candidatos del Partido de Guaidó no hicieron mucho más que molestar a otros opositores, impidiéndole en algún caso alguna gobernación, para que el PSUV la obtuviese sin mayoría absoluta.

Y los candidatos del 4G integrado por Guaidó y más ampliamente de la Mesa de Unidad Democrática, sólo ganaron en dos estados, Cojedes y Zulia. La MUD tenía cuatro gobernadores desde las elecciones de 2017 y perdieron los cuatro: en Táchira Leidy Gómez (el Táchira fue recuperado por Freddy Bernal, del Partido Socialista Unificado-Gran Polo Patriótico Simón Bolívar, chavista). Barreto Sira en Anzoátegui, quien quedó tercero, detrás del nuevo gobernador del PSUV-GPPSB y de José Britos, de Alianza Democrática (la oposición que inició el dialogo con el gobierno en 2018 y obtuvo la gobernación de Nueva Esparta). Precisamente en Nueva Esparta (donde está Isla Margarita), Alfredo Díaz también perdió su gobernación, quedando tercero detrás del ganador de Alianza Democrática, Morel Rodríguez y del PSUV-GPPSV. Finamente, Ramón Guevara, también perdió su gobernación, en Mérida, a manos del PSUV-GPPSV. Y eso era todo, aparte de Narnia presidida por Guaidó.

Pero el penúltimo ridículo de Guaidó jugando al presidente fue en la conferencia de la noche electoral, cuando se le cayó el escudo venezolano del decorado detrás de él. La conferencia tiene menos de 200 visualizaciones en YouTube, pero los memes con el momento del video en que se le cae el escudo se hicieron virales.

De las 24 grandes elecciones regionales (23 estados y el distrito de Caracas), el chavismo ganó 20 o 21. 19 ya asignados antes del miércoles, Apure asignada el miércoles a Eduardo Piñate, del PSUV y todavía en disputa Barinas, por menos de un punto entre Argenis Chávez Frías, del PSUV y Freddy Superlano, de la MUD. De 322 alcaldías asignadas, 205 son chavistas. Quedan 3 por asignar. En Caracas ganó Carmen Menéndez, del PSUV. De los seis gobernadores que ganaron por mayor margen, cinco son chavistas, encabezados por Lizeta Hernández en Delta Amacure con el 60, 53% y el que ganó por menos de los 24 fue Miguel Rodríguez, también PSUV, en Amazonas, con el 40,23%. El candidato opositor más votado detrás de Nicolás Maduro en las presidenciales de 2018, Henry Falcón, de Alianza Democrática, salió segundo en Estado Lara, detrás del PSUV-GPPSV, pero obtuvo en torno al 40% de los votos, tres puntos debajo del PSUV. Le impidió la gobernación el candidato guadoísta Florido.

De las once ciudades más grandes de Venezuela, diez las ganó el chavismo, diez de las once alcaldías más importantes.

El mundo mira asombrado, desde Al Jazzera hasta el New York Times, la decisión de un pueblo cercado, desabastecido por el bloqueo, con largos apagones por el blackout del imperio, que duró un mes y luego por falta de gasolina, con falta de agua a causa de los apagones, hostigado por atentados, invasiones, intentos de magnicidio, de golpes de Estado, agredido por todos los medios de comunicación masiva del “mundo occidental” y por todos los cuerpos diplomáticos del ámbito imperialista, un pueblo que sigue resistiendo al grito de “¡Chávez vive y vive: la patria sigue y sigue!”

 

LA OPOSICIÓN QUE NO QUISO GOBERNAR

La oposición en 2016 ganó la mayoría parlamentaria, pero no quiso ganar todo el gobierno en 2017 y 2018. Comenzó una deriva en la que fue dividiéndose y atomizándose.

Prefirió ir por todo el poder. Fraguó al mes de instalada la asamblea legislativa de 2016, un golpe por impeachment al presidente Nicolás Maduro, estilo el brasileño contra Dilma, inconstitucional en Venezuela, no menos que en Brasil.

Instigada por EEUU, parte de la oposición se extremó, desconoció al poder constituyente bolivariano votado en 1999. Forzó una vía violenta. Quemó vivos a militantes chavistas o que parecían chavistas por su color de piel. Pidió invasión yanqui, robó los activos en el exterior. Se retiró por propia voluntad durante tres años de las contiendas electorales (en declaración injerencista, la UE dice que no había representantes de la oposición en el anterior consejo electoral, pero los había de la oposición pacífica; de Guaidó no había porque él no quiso).

Contrató mercenarios ex invasores yanquis en Irak, para intento de desembarco en el Chuao. Contrató a los mejor pagos del jet set maiamero para concierto previo a la invasión armada en la batalla de los puentes. Intentó magnicidio con drones… En 2017, cuando arreciaron las “guarimbas”, escribí, “tenían el gobierno prácticamente ganado el año próximo, pero cuando vuelvan al cauce electoral después de fracasar estas aventuras, ¡vamos a ver si llegan al gobierno…!”

El gobierno no les interesó. Prefirieron los negocios mil multimillonarios con los aportes de la USAID, la NED y otras agencias gringas.

Arrastraron a la ridícula autoproclamación presidencial de Guaidó en una plaza, a un Grupo de Lima ya desaparecido y al alma colonialista de los europeos.    

También es explicable el llanto de la Unión Europea. Al descubrirse la verdad, debe devolver los miles de millones de dólares que le robaron al pueblo de Venezuela bancos españoles y portugueses, con la fea excusa de las “sanciones” de Washington, que debe devolver CITGO desde EEUU y Monómeros desde Colombia. Y Londres debe devolver el oro. Las del domingo en Venezuela fueron las elecciones del billón de dólares.

“Curiosa dictadura la bolivariana”, ironizaba Galeano. Realizó 29 procesos electorales en 20 años. El chavismo ganó 27 y perdió 2, pero cada una de estas elecciones, así sean regionales, tienen más importancia que las regionales de cualquier otro país, porque en ellas se juega la reputación de todas las izquierdas del mundo. Digamos lo que digamos, somos siempre acusadas de chavistas.

 

SI VAMOS A HACERLO…

Cosas que tiene la vida.

En Chile, Gabriel Boric, el candidato de izquierda que pasa a segunda vuelta junto al ultraderechista José Antonio Kast, que lo adelantó por dos puntos en primera vuelta, puede encontrarse en una situación crítica que deploró en el pasado, descalificando a Maduro por “dictador”.

Le fue explicada dicha situación en una carta personal de Pablo Sepúlveda Allende, nieto del Compañero Presidente, pero, apretado por la agenda antichavista que impuso Kast con todos los medios a su favor, Boric volvió a recular en reiteradas entrevistas durante la campaña. Kast es un pinochetista, nazi, al estilo de Trump y Bolsonaro. Ataca a Boric por “comunista”, “chavista”, ataca la “ideología de género”, y relaciona todo con el narcotráfico, poniendo hipócritamente a la “inseguridad” en el centro de su campaña.

En mi pronóstico, Boric gana bien la segunda vuelta, aunque los números de la derecha sumada, el domingo dieron 53% y de la izquierda, más centroizquierda, más centro, apenas 47%. Gana bien porque sabe bailar la cueca como hacía Frei (y si no sabe, Orsi le enseña).

Si alcanza la Presidencia, tal cual preveo, Boric va a tener que bailar con el parlamento opositor surgido del 21-N. Él supone que perdió porque no le prestó suficiente atención al voto rural, así que a bailar la cueca por el Sur donde no votó bien, el Bío-bío, Los ríos, e incluso votó poco en Concepción, tradicionalmente de izquierda, especialmente Lota, en cuya plaza principal el monumento al prócer es a José Martí (si precisa le mandamos en serio a Orsi, que es bailarín de danzas folklóricas), pero después de ganar, se va a encontrar en una situación que, a tenor de Kast y de los devenires y usos de ultraderecha continentales, muy posiblemente lo pongan en la disyuntiva de jugarse por la Constituyente ante un parlamento destituyente.

Entonces, si fuese coherente, tendría que renunciar. Es más, si fuera coherente no se presentaría a la segunda vuelta, porque al forzar ese enfrentamiento entre Constituyente y presidencia contra la democrática Asamblea General, ya se está convirtiendo, según su propio criterio, en un “dictador”.

En su discurso de noche electoral y de lanzamiento de campaña al balotaje, Boric pareció retomar la mística allendista, el perfil heroico y la percepción de poder que le habían dado el triunfo en las internas de Apruebo Dignidad, que, dicho sea de paso, logró el regreso del Partido Comunista de Chile, con dos senadores, Claudia Pascual y Daniel Núñez, con más del 16% de los votos, al Senado, donde no estaba desde el golpe de 1973, cuando era senador Luis Corvalán –cargo que Pablo Neruda ejerció entre 1945 y 1950–.    

Está bien, Boric, dijiste para finalizar tu discurso y a la vez culminarlo, que ante Kast “ni un paso atrás”, pero ¿vos sabés qué quiere decir eso? Preguntáselo a Maduro. Te depara una victoria arrasadora. Si vamo a hacerlo… vamo a hacerlo bien. 

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