miércoles, 24 de marzo de 2021

Se completa el pánico de la “falsa pandemia”

 

El tiempo es implacable. El 13 de marzo del año pasado, cuando Uruguay entraba en “aislamiento social”, hace más de un año, en bastante menos de dos meses de “pandemia” (así declarada por la OMS), China lograba librarse del virus SARS-2 y “Occidente” se hacía retóricamente la pregunta

¿podremos nosotros? Occidente estaba seguro que podría. Si China había podido….

 

En Uruguay había un plan que sin duda hubiese podido. El obsesivo médico Tabaré Vázquez hubiese podido. Pero no era ya el Presidente. Su plan, en Torre Ejecutiva, fue ninguneado, como pelillos al mar.

 

¿Qué nos pasó, Rabbit, para que ahora Lacalle Pou cada quince días, en nombre de la “libertad” pateé la pelota un poquitito más para adelante, mientras un tercio del planeta ya se libró de verdad completamente del virus?

 

PROGRESISTAS VERSUS NO LIBERALES

 

En otro tercio del planeta había sectores económicos dominantes que no estaban dispuestos a perder dos meses ni cuarenta días en la competencia de mercado con otros sectores económicos no menos dominantes pero además beneficiados por las circunstancias epidémicas.

 

En concreto, el sector narco y el armamentista, el contrabando en general, las corporaciones de medios analógicos, el sector energético, principalmente petrolero y del fracking, que ya estaba a punto de explotar una burbuja financiera antes de la “pandemia”, los sectores del transporte aéreo y terrestre y los industriales exportadores de bienes no primarios, junto a los menos dominantes del turismo y el comercio de medianas y pequeñas superficies, iban a perder ante las tecnológicas de la comunicación, las ventas online, las grandes superficies, los conmodities de alimentos y, por supuesto, siempre iba a arbitrar el sector financierista, el que nunca perdió en el juego imperialista, la banca de la banca.

 

Hoy el sector financierista se posiciona en corto y a descubierto con el dólar y en largo y a cubierto con Asia, especialmente con China. Wall Street se refugia en los conmodities y, además de la especulación, la demanda del tercio del planeta libre del virus, les sube el precio, a los alimentos y también al petróleo.

 

Pero en aquel entonces se empezaron a mover los lobbies, los CEOs que en China ni se habían atrevido a plantearle al Partido Comunista, “mantenéme abierta tal fábrica en Wuham”, porque ya sabían la respuesta: “volvé en dos meses cuando nos hayamos librado del virus”, en Occidente amenazaron con una catástrofe ambiental.

 

En un santiamén el precio del petróleo pasó de U$S 30 a U$S -30. Según las bolsas de valores, las petroleras tenían que pagar treinta dólares por barril a quien se los comprara, pero aun así nadie los compraba, porque las necesidades de energía de un mundo semiparalizado estaban cubiertas, aparentemente las refinerías no tenían más cupo, no tenían dónde guardar el petróleo y ni para especular se vendían sus acciones, porque la tendencia a la quiebra de la mayoría de las empresas del sector era anterior a la pandemia.

 

Cundió el pánico. Dijeron que ya estaban desbordadas todas las piletas existentes, que cerrar los pozos era costosísimo, lento y a explosiones sólo superables en catástrofe ambiental, por el desborde de combustible a los campos y ciudades. Había que reabrir las economías aunque todavía ni por asomo se hubiesen librado del virus en ningún país de la órbita imperialista.

 

Así fue que tuvieron que empezar a justificar por qué no podían librarse de la Covid y debían alternar confinamientos interminables con aventuras de infección masiva para tan sólo mantener o amortiguar la curva de contagios sin que se hiciese exponencial o para intentar descabellada “inmunidad de rebaño”, propia de la cabellera de Boris Johnson, o ir pateando, de ambos modos, la pelota hacia adelante estilo Lacalle Pou en el país más fácil del mundo para evitar la epidemia.   

 

En este tercio del planeta, lo más fácil era ocultar la verdad de la milanesa, que el capitalismo no es apto para la sobrevivencia de la especie humana (de ninguna especie, porque a ninguna otra especie se le ocurriría el absurdo del capitalismo).

 

Más de un año después seguirían hablando de “olas” y “casos” y eligiendo a quiénes atender en CTIs colapsados y a quiénes dejar morir, mientras en China, desde mediados de marzo del 2020, estuvieron ocho meses con un solo muerto por Covid en un rebrote rápidamente controlado y ahora ni distancia corporal ni mascarilla, normalidad normal…

 

En Vietnam murieron por Covid apenas cien, en Cuba apenas trescientos y en Nueva Zelanda, aún menos. Era fácil ocultar la diferencia entre el progresismo y el no liberalismo mal llamado neoliberal, porque entre el lobby presionante estaban las corporaciones mediáticas.

 

“EL NUEVO ORDEN MUNDIAL”

 

Sé lo útil que es para generar miedo mostrar la imagen de la muerte, especialmente de la agonía. Fui cronista de sucesos en la época de la campaña contra el SIDA. Mostramos la horrorosa agonía del SIDA en modo visual, en la tele, en el cine, en los diarios. El temor hizo que se admitiese el uso del condón para frenar los contagios.

 

No fue por el placer de usar condón. Fue por temor al sufrimiento propio y de los seres amados.

 

Además, vi el miedo usado de arma política, con la alta rotación  de sensaciones de “inseguridad”, mostrando las imágenes de las cámaras de seguridad en asaltos, rapiñas, arrebatos, la mujer cayendo al piso, los rehenes boca abajo con armas apuntando a las nucas, los disparos...

 

Cuando “occidente” resolvió que no podría librarse del SARS-2, porque las presiones de grupos económicos dominantes (los “malla oro” de Lacalle Pou) se lo impedían, nadie vio una sala de CTI, ni un enfermo de COVID agonizando, ni la última corrida de una camilla con ventilador por un pasillo de hospital…

 

No hubo pánico de la Covid. Se habló mucho de la “pandemia” pero en términos de pánico de la “falsa pandemia”, una supuesta conspiración global y globalista, a la que sí habría que temer, porque nos traería un “nuevo orden internacional”.

 

Si a la pandemia sanitaria no te la mostraban, si te daban los números estáticos en una epidemia cuyo peligro es matemático por el riesgo al contagio exponencial, si lo sometían a polémica cual jamás sometimos al cuidado con el SIDA ni dejaron que se sometiera la sensación de inseguridad, el resultado tenía que ser un montón de excusas ideológicas para discutir si “cuarentena” sí  o “cuarentena” no, que en ningún caso era cuarentena, ni por el modo ni mucho menos por la interminable duración o recurrencia.

 

La más exitosa de las coartadas ideológicas para el pánico de la “falsa pandemia” fue su direccionamiento político hacia la ultraderecha, la vieja teoría proto nazi de la conspiración judío-comunista-masónica. Ahora los judíos no eran los proletarios de Europa central y oriental, sino George Soros, un traidor a aquellos, un canalla que señaló a sus compañeros de barrio en Budapest para que los nazis los llevasen a los campos de concentración. Los comunistas no eran la vanguardia de aquel proletariado, sino el Partido Comunista Chino, supuestamente aliado de Rockefeller (¿?) desde que Nixon visitó a Mao (¿?) y el masón era Bill Gates (¿?). Y entre ellos habían “inventado” la pandemia para crear el famoso “nuevo orden mundial”. El pánico a ese supuesto “nuevo orden mundial”, fue el verdadero miedo que crearon con imágenes, los chips en el cerebro y la manipulación del ADN, tomados de series distópicas de Netflix, el temor al 5G, a la inteligencia artificial, a la robótica, la media verdad de los doce bancos de la Reserva Federal de USA que, es cierto, monopolizan gran parte del mundo y controlan el sistema SWIFT, y los “nacionalistas” vinieron a descubrir recién ahora, a causa de la Covid.

 

Pero lo más enigmático de la trama, es que parecen creer que en ese contexto alucinado, la reencarnación de nuestro salvador Señor Jesús Cristo es Vladimir Vladimirovich Putin.

 

En serio.

 

¡De Vladimir Putin pienso que se reveló un estadista eficaz, consistente y sensato, pero hubiesen avisado antes que Rockefeller es filo comunista!

 

¡Con lo bien que nos hubiese venido una contribución de él en La Habana o en Pionyang o en Hanoi, en vez de las bombas sobre Corea, donde los yanquis bombardearon más que toda la Segunda guerra mundial y la invasión a Bahía de Cochinos, que la segunda generación de los Rockefeller, entre otros, financió y la guerra biológica contra Vietnam, napalm, agente naranja, fósforo blanco, igualmente financiados por la Fed de los Rockefeller!

 

¿Ahora Soros, operador de la cuarta generación de Rockefeller financia el feminismo y la legalización de drogas? Llegó más de cien años tarde. Sherlock Holmes y Clara Zetkin se le adelantaron.

 

A China no le trasladaron ni un dólar ni un puesto de trabajo, nada. Esa es leyenda urbana de Wall Street. Todo el desarrollo de China es obra de los chinos al romper la traba de las relaciones de producción antiguas.

 

Por eso le plantan cara al imperialismo y no le dieron bola a Trump cuando les exigió por tuit que se abrieran a los bancos extranjeros, y toda la tierra de la República Popular China es propiedad comunista del pueblo chino, usufructuada en muy diversos modos e hipotecable hasta en un 99 %, sin embargos pero sólo con el Estado (no votaron en la Asamblea Popular y Nacional la extensión de las hipotecas al 100% para que nadie se crea terrateniente; son orgullosos campesinos que este año, en el centenario del Partido que los distingue con la primera de las estrellas que orlan la principal en su bandera roja, han salido todos de la pobreza. 700 millones de humanos. La mayor cantidad sacados de la pobreza en el más breve período histórico).

 

Me consta que muchos compañeros se inhiben de relatar la evidencia del éxito de la revolución china, porque “nos comimos el boniato de la infalibilidad de la URSS”. Este gurí, que vivió la circunstancia de leer a Reich desde chico y no comió ese boniato, les señala que hace nada, cuando el Instituto Gamaleya de Moscú impuso el prestigio de la Sputnik V, que Biden no puede tapar por mucho que le hagan llamar “asesino” a Putin, éste comentó, para mi sorpresa: “pudieron destruir la Unión Soviética, pero no pudieron destruir el sistema de salud soviético” (¡!) y la actual unidad de Rusia, actual primera potencia militar del mundo, con el gigante asiático conducido por Xi Jimping, actúal primera potencia económica del mundo, es el hoecho geopolítico más importante de la historia universal.

 

Todos los pueblos revolucionarios triunfantes aquí mencionados, pagaron para beneficio nuestro, los mayores precios en sacrificios por la liberación. Ahora que Venezuela inauguró las efectivas vías electorales hacia una construcción de poder socialista en América La Nuestra, hagamos que el menor costo que transitarlas les signifique a nuestros pueblos, no nos quite la vista de Neruda.

 

“Ya podemos mirar la torre cristalina de nuestra poderosa cordillera nevada, porque en el alto orgullo de sus alas de nieve, brilla el fulgor severo de una nieve lejana, donde están enterradas las garras invasoras”.

 

Hizo bien Beijing en invitar a Serguéi Lavrov para informarle sobre la cumbre sinoyanqui de Alaska, para compartir la respuesta a la prepotencia imperialista. Cuando eran todos comunistas y no había Internet, no estaban tan unidos ni se requerían tanto presencialmente.

 

Tampoco tenían un Canciller de la estatura diplomática de Lavrov, dicho sin desmerecer al camarada chino.

 

Por cierto, las conspiraciones existen. A eso se dedican cientos de miles de profesionales, muchos en laboratorios militares para guerra biológica. Hace un año arriesgué que Donal Trump era el destinario por elevación de lo que la cancillería china había señalado un posible plante del virus por el ejército yanqui en las Olimpíadas Militares precisamente de Wuham 2019,. Dio en el blanco (en el anaranjado). Si no lograban colapsar China en el año nuevo 2020 (febrero chino), la fecha de más movilidad interna, objetivo no alcanzado, la propagación del virus exasperaría la política antiglobalista de Trump, hasta su extremo indeseado por éste y le haría perder las elecciones.

 

El vaticinio se cumplió. Antes de la pandemia, Trump ganaba cómodo la reelección según las encuestas y por lógica de algunas metas económicas alcanzadas a costa de las alianzas estratégicas yanquis en Europa y Asia Pacífico a mediano plazo.  USA al fin había crecido un 3,5 % anual, al fin un Presidente protestaba por tuit contra el escandaloso presupuesto militar del Pentágono, por fin un Presidente que, aunque insultaba, bravuconeaba, disparateaba yendo y viniendo, sin pudor, de una posición a su contraria, gastaba en bombas y soldados muchísimo menos que los “demócratas” y, de paso, menos que los anteriores “republicanos”, pero llegó la pandemia con su obligación de cierre económico y Trump no podía de ninguna manera manejarse en ese escenario.

 

Imitado por Bolsonaro en Brasil, eran dos monos con metralletas, de esos que, cada pocos días, aparecen en USA disparando contra todo lo que encuentran, en un cine, en una escuela, en una iglesia, en una disco, en un supermercado, donde sea… Dos países llenos de armas en las calles. Un Presidente antiderechos aupado por reality show y otro, aún peor, por lawfare. Los dos batieron récord de muertes e infecciones por coronavirus.

 

En Uruguay, lo reconocimos, el Ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, supo paliar las inacciones del gobierno, con eficacia al integrar actores científicos a la gestión, colaborando con UDELAR y Pasteur, entre otros. La constitución del GACH fue un acierto que hoy se limita a dar testimonio de lo que se debió haber hecho y no se hizo y de lo que debería hacerse y no se hace, pero la verdadera política es internacional, y Lacalle Pou empezó a gobernar pretendiendo reunirse con protocolo borbónico en La Tahona con muebles del Palacio Santos y, en pleno desastre pandémico, fue a visitar a Bolsonaro en el avión privado del mayor oligarca brasileño dueño de tierras en Uruguay. Mientras tanto se permeaba la frontera para que entrase a nuestro país, el resultado virósico del genocida Bolsonaro.


Ha pasado más de un año. China, Rusia e Irán se solidarizaron con los países que carecían de recursos médicos, por bloqueo imperialista o por falta de desarrollo sanitario público, entre estos últimos se incluyen los europeos y USA. Enviaron mascarillas, ventiladores y luego vacunas y gasolina, mientras los viejos colonialistas e imperialistas se robaban entre ellos mismos los insumos y las vacunas y prohibían exportarlas e interferían el abastecimiento a países con gobiernos que no les gustan. En eso volvió Biden con sus bombardeos y amenazas. 


"El nuevo orden mundial" es el mismo viejo desorden, que simula poder hacer todavía alguna corridita, pero se tropieza.

 

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