martes, 18 de febrero de 2020

El político César Vega





Cuando a la gente le hacen decir ¡que se vayan todos!, se sabe que no se refiere a todos los banqueros ni a todos los dueños de la televisión, ni a todos los monopolistas de las distribuidoras de alimentos, ni a todos los jueces, ni a todos los militares, ni a todos los estancieros, ni a todos los dueños de frigoríficos enroscados al capital financiero, ni a todos los servicios de espionaje imperialistas, no, no se refiere a todos ellos, porque todos ellos en definitiva son unos pocos y generalmente los mismos y porque simplemente son ellos mismos, los medios, sus monopolistas, sus inversionistas y sus supeditadores publicitarios. Todos sabemos a quiénes se refiere únicamente, exclusivamente y puntualmente y por supuesto que se refiere, al barrer, a todos los políticos, es decir, a los únicos que vos, Juan Pueblo, podés votar...
...Pero el imperialismo tiene sus propios políticos (y sus propios militares), que hasta hace menos de veinte años años eran la gran mayoría de los políticos (y militares) en América la nuestra, neoliberal imperialistas, social imperialistas, eco imperialistas, antipolítico imperialistas. Cuando el imperialismo juega a que se vayan todos es para que se vayan los que lo están molestando y casi siempre tiene una muestra de “corrupción” de cada palo y si no la tiene, la fabrica (lo hemos visto en cada caso). Con tal de sacrificar a todos, sacrifica incluso a los suyos, pero para que te vayas vos, ciudadano, para que vos te desalientes, te desilusiones y te resignes y te quedes solito, aislado y en tu casa frente a la tele y la soledad de las redes (que son como el silencio, tanto atan como desatan), a su merced, sin nada que puedas elegir, sin que te importe que el resultado sea volver al “consenso de Washington”, con el que estabas bastante peor en realidad hace quince años, pero el imperialismo sabe que tampoco va a importarte la realidad porque lo único que permite que te importe es la posverdad que arma en los juzgados y las productoras para sus sets televisivos en todo tipo de pantallas.
Escrita por ellos la palabra corrupción sería un chiste para reír a carcajadas, si no fuera trágico tal como el chiste de que César Vega, político, diputado, que se dedica a la política, vive de la política, eco televisivo, que corre el albur de ser el nuevo Pablo Mieres en la sobrerrepresentación mediática con que intentan ubicar en “centroizquierda”, cualquier opción de gobierno que no sea el Frente Amplio. .
Vamos a verlo todos los días en todos los canales y en todos anda repitiendo el sonsonete “los políticos”, con el oportunista desdén del sonsonete con que construyó sentido el imperialismo. Para el targuet de humo donde esconder el sistema económico e ideológico que no te dejan elegir ni a vos ni a tu perro ni a los monos.
Un consejo a los canales. Sobrerrepresenten todo lo que quieran pero mídanle un poco la exposición. El exceso de hipocresía termina haciéndose evidente y Mieres no hay uno solo.

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