martes, 24 de noviembre de 2009

Últimos remordimientos antes del olvido

Me enamoré de ese autor con Yo estaba en casa y esperaba que llegara la lluvia. La vi en dos buenas versiones: la de Levon y la de Baldomir. En otro registro, también me impactó El gran día, que dirigió Héctor Manuel Vidal, en el foyer del teatro Solís, con la Comedia Nacional. Trabajé con ese autor. Lo leí y en parte por admiración, le puse su nombre al protagonista de una novela mía. Jean Luc Lagarce es narrativa y de la mejor, pero a la vez produce un teatro de clima, muy jugado a los matices en los tonos y al canto general de la obra, música de cámara, minimalismo, anécdota mínima y, sin embargo, honda y poética indagación en la personalidad, teatro sin distensión.

Últimos remordimientos antes del olvido, el Lagarce que ha estrenado Teatro Circular hace quince días, encaja perfectamente en la línea del repertorio de Ernesto Clavijo, su director, una línea de sucesiones lógicas, desde Chejov y Strindberg.

La puesta de Últimos remordimientos confirma que Clavijo es un director que no defrauda, en base a trabajo y rigor. La trama es sencilla: Una casa es comprada por dos hombres y una mujer. Ellos la habitan; viven una turbia relación y después de mucho tiempo, ella y uno de los hombres deciden irse para “rehacer sus vidas”. La obra se inicia hoy, en esa misma casa. Aquellos tres jóvenes se reencuentran. La reunión tiene como motivo la venta de la casa. Todos deberán enfrentar el pasado, que se hace presente pero algo queda claro: es imposible volver a vivirlo.

El estreno evidenció que aún le faltaba bastante rodaje, detalles que suelen corregirse con el transcurrir de las funciones, ciertos acoplamientos y tiene la pieza un eslabón fallido, en la exigente cadena de actores de una obra donde ninguno de los tres protagonistas pesa menos que otro. Cristina Sartori no está en clave Lagarce, carece por momentos de la suficiente sutileza, amplitud de registros y cambios de ritmo necesarios para el juego de su protagonista.

Los otros dos protagonistas, Alvaro Correa y Gustavo Saffores y los esposos de los que vuelven a la casa, Laura de los Santos y Gabriel Hermano, sacan mejor partido a la riqueza del texto, con algunos pasajes brillantes en los tres actores. Alejandra Artigalás: una promesa a tener muy en cuenta. Clavijo se equivocó al elegir o no logró completar una perfecta dirección de actores, pero la obra es, con todo, ampliamente disfrutable, convoca al reconocimiento de los personajes y sus emociones y en los actores con mayor destreza es muy buen teatro.

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