Un militante
político clandestino (1) escribe de memoria en un pedacito de papel, tal hora,
tal lugar y un par de señas y contraseñas. Pliega el papel hasta dejarlo del
tamaño de un chicle pequeño, lo recubre de varias capas de cinta adhesiva, se
lo da a un compañero que se lo lleva a la boca.
El compañero
(2) traslada el chicle por la ciudad hasta dárselo a otro compañero (3), que le
quita la cinta adhesiva, despliega el papel, lo lee, lo memoriza, le prende
fuego, arroja los restos a un wáter y tira de la cadena.
No hay Big
Data, no hay Internet, no hay encierro sanitario. Ni siquiera teléfono celular
ni, por supuesto, correo electrónico. Hace de esto cuarenta o cuarenta y cinco
años, pongamos.
Si a la tal
hora en el tal lugar, 1 comparece y 3 no comparece y no hay “ratonera” (no
capturan a 1 en ese lugar), 1 debe creer que 2 “cayó” (fue secuestrado) y se
tragó el chicle –por eso no hay ratonera–, pero debe creer además que a esa
hora los fascistas están torturando a 2 y que 2 está declarando.
El fascismo
implica tortura, violencia física, dictadura de lo más terrorista del capital
financiero imperialista (Dimitrov dixit). Todo lo que se parezca a eso, es
parecido a eso, pero no es eso. Si a
todo le llamamos fascismo, cuando ocurre el fascismo carecemos de categoría
política para designarlo con exactitud. El control social por Big Data,
satélites, seguridad sanitaria, etc, puede ser autoritario, molesto, abusivo,
pero no es, por sí mismo, fascista.
Fascista es
el Estado de Piñera, que secuestra, tortura, mata, ciega, para seguir
imponiendo el miserable modelo económico y la Constitución de Pinochet, la
doctrina militar de la “Seguridad Nacional” al servicio del imperialismo,
contraria a la “Defensa Nacional” por soberanía.
El
protofascista gobernador Gerardo Morales de Jujuy dijo “…les vamos a poner una
faja en la casa. Y le vamos a decir a los vecinos de la cuadra y de la manzana
que esa familia, la familia Pérez, García, Morales o la que fuera, está en
cuarentena. Y que, si sale, puede contagiar a alguien”. Big data sin Internet y
con resabio de pogromos.
2 puede
estar resistiendo la tortura, pinochetista o bordaberrista o videlista, en
cualquier país del plan Cóndor, pero 1 debe creer que no, debe creer que a 2 lo
quiebran los torturadores y por eso 1 no debe volver a los lugares que
habitaba. Debe “saltar” (quedar “a monte”).
1 concurre,
despistando posibles seguimientos, a un lugar desconocido por 2 (de otro
compañero –4–), tras comprobar por contraseña preestablecida, que 4 no ha caído
y 1 avisa, a través de 4, a la resistencia, de la caída de 2 y del riesgo de
que caiga 3 (si 2 se tragó el chicle, el enlace no llegó a 3, pero 2 conocía
una locación de 3 y puede estar declarándola., La organización debe tomar las
medidas de seguridad correspondientes a las normas conspirativas, pero si la
Inteligencia militar y policial hubiese tenido Big Data, si hubiese tenido drones y satélites en los
tiempos del Cóndor, si nos hubiese aislado sanitariamente controlando la calle
y cada reunión, no se hubiese podido resistir de aquella manera. Hubiésemos
quedado todos “congelados” y “desenganchados” de esa manera, igual que hubiese
quedado 1 si 4 no respondía la contraseña.
El chicle es
de grado 1 tecnológico. La faja en la puerta es el grado 0. Hoy la tecnología
está a mil y la resistencia sube incluso el umbral tecnológico (en los
coletazos de la “Primavera Árabe”, los
gobiernos asediados desconectan Internet).
Todos
sabemos y Snowden aportó todas las pruebas fehacientes, que El Gran Hermano
orwelliano está omnipresente desde hace al menos un par de décadas, así que
todos nuestros datos son públicos, no tenemos privacidad. ¿Cuál es el problema
de que se utilice Big Data para defensa de un ataque bélico biológico y para
contraataque de seguridad social y sanitaria, con discreción?
Pregunto,
aparte de que aquellos tiempos eran mejores sólo en que yo era más joven.
EL DESPISTAJE POR SEGUIMIENTO
CIBERNÉTICO
Hoy llegó a
Buenos Aires un vuelo con toneladas de ayuda solidaria china en equipos médicos
y en cada caja de almacenamiento traían, debajo de las banderas nacionales,
inscripta la frase del Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos porque esa es
la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea”. Cuando
mandó donaciones a Italia, China lo hizo con un poema de Séneca: "Somos
olas del mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mismo jardín". A
España con el proverbio: "Las buenas fuentes se conocen en las grandes
sequías, los buenos amigos en momentos de necesidad", pero China,
además de la poesía clásica, domina el 5G y la inteligencia artificial.
No dudó,
cuando se vio agredida en Wuham, de aplicar el seguimiento cibernético caso por
caso, hasta cortar la transmisión del virus, pero además de volar en ingeniería,
caminó el territorio y ahora la tierra entera.
Los yanquis
mandaron Big Data con Steve Bannon para las elecciones, para los Bolsonaro,
para las fake news indiividualizadas, caso por caso, segmentadas para el law
fare y, en plena pandemia, las únicas coordenadas que están transmitiendo son
las de las posiciones cubanas y venezolanas a hostigar en el Caribe y, si les
fuera posible hacerlo sin fracasar, a invadir.
Pero aunque
Uruguay no es China, aunque nuestro gobierno no quiere a China ni a Rusia ni a
Cuba ni a Venezuela ni a nadie que pueda ayudarnos y aunque China nos ayuda
igual sin ningún reconocimiento del gobierno que la detesta, no podemos
resignarnos a seguir modelos que han fracasado, el inglés que propone Asqueta,
o el del patrón Trump, que cada día cambia la consigna.
Podríamos
seguir el método chino, que es el exitoso, podríamos hacer lo que hizo
Venezuela, que hoy, con 33 millones de habitantes, diez veces más que Uruguay,
tiene el mismo número de infectados y de muertos que Uruguay (los que creen que
los gobiernos mienten estas cifras por carecer de información, pueden fijarse
en la de test realizados –cifra clave– y en el aumento de la cantidad de
muertos por cualquier motivo respecto al mismo mes del año anterior. En Estados
Unidos ese aumento en marzo fue el doble de la cifra que se reporta de muertos
por COVID-19).
Venezuela,
aún con desabastecimiento de gasolina, a causa del bloqueo, siguió exactamente
todo lo que China le recomendó. Despistaje cibernético y casa por casa,
reconversión industrial y de abastecimiento, bienes y servicios garantidos
mientras dure la emergencia, la mayor cantidad de testeos y el mayor cuidado al
personal de la salud.
Podemos
hacerlo. Tenemos industria nacional de software suficiente, tenemos UDELAR,
Pasteur, ALUR, MIDES, Sistema Integral de Salud, ANCAP, ANTEL, UTE, todos
servicios públicos estatales, Central de Trabajadores única, con programa
consecuente y preciso. No tenemos que estar como USA esperando cuál contrato
multimillonario, si Microsof o Aple, se quedará con el negocio de la pandemia
para proporcionarle el seguimiento por Big Data.
Si se
cierran los puertos enemigos, los de quienes mandaron cañoneras a nuestro
puerto para imponernos comercio desigual y la coyunda de la deuda, más temprano
que tarde debemos recurrir a los amigos.
LA ÚNICA DEMOCRACIA PLENA
Nuestra
libertad individual, nuestra privacidad, nuestra democracia, nuestra plenitud,
no está en “denunciar” que China enseñó a México y a Venezuela (entre otros),
solidariamente y entre todas las solidaridades que les envió, a usar el despistaje
cibernético (López Obrador le dio bola parcial y total reconocimiento; Maduro,
todo total –ya sabemos que la unión cívico-militar venezolana es totalitaria,
je–).
Nuestra
libertad, privacidad, democracia parcial e imperfecta es la humildad de sabernos
vigilados por todos los poderes. Somos
carne de algoritmos para empresas comerciales, policiales, imperiales,
sectarias, logísticas, incluso algunas resistentes al imperialismo, entre las
cuales Cuba no es la menor. No depende de redes sociales ni de megavatios de
contrainformación.
Hubo un
tiempo en que la privacidad podía pasar por el aparato digestivo, protegida por
sustracción en un envoltorio de cinta engomada, lúbrica. Hoy puede permanecer
en nubes virtuales, saturadas de datos y
una alfiler o una aguja encriptada , desapercibida entre desinformaciones por
sobreoferta de perfiles apócrifos o clonados, relacionablles e inabarcables,
pero estamos hablando de una privacidad conspirativa, porque naturalmente, hoy
tienen más vida privada los árboles que las personas en general.
Hace unos
tres años, leí un informe sobre Venezuela de un general ruso que había
comandado la asistencia a Al-Asad. No recuerdo el medio. Lo citaba Rebelión. El
ruso detallaba los pro y los contra de la República Bolivariana ante una
eventual invasión yanqui. Hincaba el pie en los contra. Los pro apenas los
reseñaba, pero la reseña terminaba con una frase que me hubiera parecido
increíble si no hubiese escuchado, más de una década antes, a un Contralmirante
uruguayo que fue agregado militar en Egipto, decirme que después de la CIA, en
los años setenta quienes mejor descifraban el mundo eran los cubanos.
El general
ruso escribió, “también estamos nosotros y están los cubanos, que son los más
competentes”. Se me erizó la piel. Recordé al Che en la entrevista con Liza
Howard, cuando ella le pregunta si la indiscipllina militar y la burocracia son
los dos principales problemas del gobierno cubano y él le responde, “nuestros
dos principales problemas son el imperialismo y el imperialismo”.
No me gusta
andar por ahí diciendo que hicimos del Uruguay “la única democracia plena del
mundo”, porque nos tituló así el New York
Times y el Washington Post. Es un
problema nuestro.
Nosotros
sabemos que nuestro pueblo no gobierna ni a las distribuidoras de alimentos ni
al oligopolio de los medios, ni en el campo (la ARU y afines dice que “dona” lo
que le hace poner al gobierno y casi todo se lo hace sacar de fondos esenciales
(INIA, INAC) y el gobierno ni derecho a desmentir tiene), ni mucho menos en el
capital financiero (porque yo le creo a Astori cuando dice que al capital
financiero no lo podemos tocar, sé que no podemos, no tenemos esa fuerza, pero
¿no habrá sido "plutocracia plena" lo que quisieron titular?).
Y sabemos,
desde los “Documentos de Santa Fe", que vivimos bajo amenaza, si no bajo
tutela, de militares al servicio del Pentágono.
No vayamos a
donde más gobierna el pueblo –democracia quiere decir eso, “gobierno del
pueblo”–, a donde le expropiaron al Imperio trillones de dólares en proyección
a 2030, a decir que 18 elecciones en 20 años son poco, que “Venezuela tiene que
ser más democrática”. Todos tenemos que serlo. Y estamos lejos todos.
Procuremos
que el Frente Amplio vuelva, pero que vuelva con la garantía de que el
multimedio hegemónico con base en El País,
no nos va a apretar de nuevo para quitarle deudas y darle nuevos créditos…
intentemos volver con más chance de avanzar la democracia.
No pretendo
que el yanqui nos declare “amenaza inusual y extraordinaria”, pero cuando
analice la Big Data que no diga, mascando chicle de goma, “ouu, estous muchachous
soun incouuurregibles”.
Hicimos
mérito para que nos tomara el pelo. Quince años sin atrevernos a nombrar al
imperialismo por su nombre.
Además, ¿qué
cosa vendría a ser la democracia plena, literalmente plena, o sea: máxima, sin
límites? ¿Fusilar acaso a los que suscribieron la donación burlesca, por
ejemplo? No me parece virtuoso ni plausible. Ni Venezuela, ni Cuba ni China son
democracias plenas. Ni lo fue la Rusia de Octubre, porque ni Mao, ni Lenin, ni
Chávez ni Fidel eran maximalistas, porque rechazaban el terror.
La única
democracia literalmente plena, máxima, sin límite, fue la de Maximilien
Robespierre y Saint-Just. Procuremos otra cosa, una democracia más avanzada,
progresista, sobre nuevas bases, y dejemos que de la plenitud se encargue Alain
Badiou.
Hagamos
mérito ahora para volver mejores. Ahora que el lobo no está, que está
ocupándose de mentiras menos distendidas pero lo mismo burlonas, diciendo que
despliega la flota en el Caribe para que el aumento de la demanda de cocaína
por la pandemia en USA, no lo satisfaga un cártel que no existe, en un país que
no produce cocaína.
El grupo
perseguidor de Bolsonaro (el malla oro en las Rutas de América del Sur para no
solucionar la pandemia), es Chile, Ecuador, Perú, Colombia, Paraguay, Uruguay y
Bolivia, causalmente “El Grupo de Lima”, pero Uruguay es un recién llegado a
ese grupo perseguidor, todavía podemos rezagarnos bastante y refugiarnos en el
pelotón donde tiran los chinos.
Si el
gobierno uruguayo dialoga, articula con las fuerzas sociales y políticas, en un
mapa cuyas paridades le permiten una fácil salida nacional, si tiene voluntad
de hacer sustentable el aislamiento social necesario, "no hay intención de
doblarle la muñeca", dijo bien Fernando Pereira.
Ahora, si
nos censuran el Primero de Mayo y su orden es seguir reprimiendo a balazo de
goma las ollas populares, paliativas indispensables ante el desamparo de los
más vulnerados, por un Estado que al gobierno no le dio el tiempo para hacer
añicos, si los gallos van a aprovechar la medianoche para sacar la LUC que haga
impune la represión…
Ministro de
gobierno Jorge Larrañaga, recuerde la señal del plebiscito que perdió, porque
va a volver a perder.
Sabemos que
está acostumbrado a perder, pero también sabemos que todas sus unánimes
derrotas, no fueron batallando contra la Constitución. Mídalo. Lo que van a hacer es inconstitucional.
Preferimos
mil veces ganar debatiendo con tiempo y si es necesario volver a votar su
“Vivir sin miedo”, sin miedo a que usted una vez gane.
Usted perdió
el plebiscito en que el pueblo no le dijo SÍ a que se hiciera lo que usted
ahora quiere hacer igual, lo que ya está haciendo si es orden suya seguir
reprimiendo las ollas. Y no nos venga con el ponchazo de Sanguinetti de que
"el que gana las generales gana todo", porque se parece demasiado a
aquel Almirante que dijo “a los que ganan no se les piden condiciones”.
Wilson
profetizó de aquel militar: “la historia no se va a acordar siquiera de su
nombre, pero la historia nunca va a olvidar su frase…”. Y la verdad es que recuerdo
el grado militar y el apellido pero no el nombre de aquel sujeto y la verdad
que es una frase, y una seña, que conviene no olvidar.
Seña,
contraseña, lugar y fecha. “Almirante Márquez. La Vuelta Ciclista. El jueves en el parlamento”. Ahora que es
legal, con todo lo que nos costó que lo sea.
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