El pastor
mentiroso era aquel que gritaba por joder “¡viene el lobo!, ¡viene el lobo!”,
todos se asustaban hasta que veían que era joda del pastor que se cagaba de
risa, pero cuando de verdad vino el lobo, el pastor gritó y nadie le creyó. La
historia de esta pandemia en “occidente” es parecida pero no es igual. “Occidente”
se pasó gritando “¡guerra contra las drogas!”, “¡guerra contra el terrorismo!”,
todas mentiras, ni drogas ni terrorismo, eran guerras de saqueo, pero esta vez
ni siquiera gritó “¡guerra biológica!”, porque el lobo es él, ya sabemos que el
lobo es el pastor, anda con el rabo entre las patas y además pensó que ya nadie
le iba a creer. El resultado fue el desconocimiento, pero por omisión.
La omisión
es peor en este caso que la mentira. Cuando el pastor miente, de algún modo toca
el tema, algunos lo estudian aunque no le crean al pastor, otros no dan bola
pero bastantes lo estudiamos precisamente porque no le creemos al pastor.
Ahora, cuando el pastor omite, el tema no está, se hace un vacío y el vacío de
contrainformación o desinformación o información, lo llena la “naturalidad”.
Entre los
algunos y los bastantes somos lamentablemente elite en “occidente”. Investigamos
en el fárrago de insumos para elite, cuál fue el diseño del diseño del virus,
cuál es la hipótesis de conflicto exacta de esta guerra biológica actual, pero
las mayorías, las masas, no entienden que es una guerra, que el mundo está en
guerra irregular y esta es una batalla bélica. En “oriente” sí, en “oriente” los pastores movilizaron los
ejércitos, dieron órdenes y señales claras, China recurrió incluso al big data,
hizo inteligencia militar, desplegó todas las reservas del gigante país,
reconvirtió toda su industria al servicio del combate, Putin mostró ante
cámaras cómo se vestía de “astronauta”, dio el ejemplo, todos se mostraron con
barbijos, Rusia penó con cinco años de cárcel efectiva a quien desobedeciera la
cuarentena allí donde se impuso, cerraron de inmediato las fronteras, no les
importó detener la economía totalmente donde era innecesaria, pasaron a manejar
cien veces menos contenedores de intercambio y ningún pastor la mencionó
siquiera.
Inna
Afinogenova se pregunta por qué en “oriente” se controló la pandemia mientras
en “occidente” se desmadra. Se responde que en “oriente” son obedientes y en “occidente”
no, pero ¿cómo se puede medir la obediencia si a unos les dieron órdenes y a
otros les hicieron exhortaciones? A unos les dieron órdenes que se pueden
cumplir, porque el Estado se encarga de todo y a otros, para no tener que
encargarse a costa del capital financiero, nos hicieron exhortaciones al pedo.
¿cómo vas a comparar la disciplina en estas circunstancias? Cuando te dan una
orden, podés obedecer o no. Cuando no hay orden, sale congreso de surfistas,
sale nos movemos de la ciudad a la costa, de la costa a la ciudad, del super de
acá al super de allá, agitamos otras casas, otras calles, otros ámbitos.
Da muchísima
pena el caso de Uruguay. En esta semana de turismo estamos echando a perder todo el esfuerzo que hicimos, quienes lo hicimos, desde mediados de marzo. Y
básicamente por la omisión de los pastores, de Trump y todos sus lacayos, que
están pensando en las finanzas y lo hacen con la estupidez crónica del
capitalismo. Si paraban dos meses después podían reanudar, como China, pero no,
el capitalismo no piensa, es un perro de Pavlov babeando por la ganancia
inmediata.
El 18 de
marzo escribimos “Guerra biológica, elija su teoría de la conspiración”. Para
el criterio científico posible en ese momento, cerraba mejor la de la
Cancillería China, el ejército USA llevó a Wuham el virus creado en sus
laboratorios (lo avalaba Redfield, funcionario de Trump que luego fue arrestado,
como fue degradado el Capitán del portaviones USA con el virus amenazando
exterminar a sus marineros, que alertó al mundo hasta obligar al Departamento
de Estado que le permitiera atracar, aplaudido el Capitán por sus tripulantes,
pero igual servía la teoría opuesta (el virus mutado en el laboratorio de
Wuham, China ocultando las cifras hasta que se esparció por el mundo y ahora
exportando material sanitario a doquier), con tal de que se entendiera que es
una guerra biológica.
El 21 de
marzo escribimos “Convencer a Lacalle de la necesidad de cuarentena”. Subimos
el tono con el correr de los días pero ni a grito pelado nos escucha. Ni
siquiera lo cuidan a él, que es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas,
por ridículo que sea. Sale sin mascarilla, se aglomeran los ministros en la
puerta de la sala de conferencias. El del Interior (el de Gobierno) “esorta”
con “s” y no ordena nada porque las órdenes son secretas, inescrutables, porque
las dan “los mercados”, una entelequia, un mando descerebrado porque no sólo no
es humano, es una maquinaria hostil al planeta, absurda e inhumana.
Cuba,
Nicaragua, Venezuela, Checa, Albania, algún otro país de Europa del Este y
alguno nórdico, si los consideran “occidente” son excepciones. En Argentina
C5N, al menos un medio masivo, dice la verdad. Eso ayuda, pero Uruguay lo tiene
todo para salir de esta crisis airoso, ALUR
para el alcohol en gel, el MIDES para tabla de salvación de millares de
personas, el Plan Ceibal para las clases en línea. El cable submarino para la
mayoría de los trámites con el Estado por internet y el teletrabajo, sin salir de casa, a gran velocidad de conexión, el Sistema Nacional Integrado de Salud, la inclusión financiera para evitar mucho
efectivo que propaga virus, 15.000 millones de dólares en reservas del Banco
Central y líneas de crédito abiertas en todo el mundo, tiene todos los sectores estratégicos de los servicios públicos estatizados, pero no tenemos al
doctor Vázquez ni al contador Astori en el gobierno. Es para agarrarse de los
pendejos y tirar para arriba como en un hirsuto dibujito animado.
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