La agencia
Atlas News informa que el gobierno chino anunció la semana pasada la reapertura
de todos los teatros (faltaba los de Wuham, que ya están funcionando con medidas de precaución). ABC y Público, de España, recogen la noticia: “el personal se prepara ya
para recibir a los primeros espectadores. Tras controlar los contagios, China
ha dado luz verde a la reapertura de cines, instalaciones deportivas y teatros.
Ahora bien, nada volverá a ser como antes. Al menos durante un tiempo habrá que
acostumbrarse a los geles desinfectantes. También los termómetros digitales que
miden la temperatura de los asistentes antes de entrar a las salas”. Agrego que
también se está controlando el código de salud en los celulares y que los
teatros han sido desinfectados previamente, como vemos en imágenes del Gran
Teatro de Wuham.
Tras cuatro
meses de cierre en este teatro, se acumularon muchos estrenos y acaso más de una de las más de siete mil salas del país (la mayoría ya funcionando desde antes), hayan preparado desde enero o previsto, alguna
reposición de La Peste de Camus (desconozco adaptaciones chinas pero puede
haber traducciones de otras que sí conozco) o alguna performance de El Teatro
de la Peste de Artaud, o Ginevra Degli Almieri, una obra de Giovachino Forzano,
sobre la peste en la Florencia a fines del 1300, que hicimos con dirección de
Eduardo Cervieri en el Instituto Brasileño de Cultura en 2018.
Ginevra cae
desmayada al final del primer acto por la fuerte emoción de volver a ver a su
amado. “Florencia está amenazada, allí se muere, pero yo retorno porque al
menos podré morir cercano a ti”, le ha escrito él. Toda la familia de Ginevra
cree que ella se ha desvanecido por la peste. Mandan llamar al médico Simón,
tan temeroso de la peste, que usa un largo bastón para tocar con la punta a los
enfermos sin acercárseles y así certifica la muerte. “Cada señal de vida, de
ella ha desaparecido… ¡Sálvense, señores, es la peste!”, grita el médico.
Ginevra amanece al día siguiente en un sepulcro, rodeada de flores…
La versión
operística en el teatro Nacional de China, “El huevo” de Beijing, con sus 6.500
localidades hoy pondría al público a aplaudir de pie cuando Ginevra le dice al
obispo, “enviad a Simón a otra ciudad a medicar y en Florencia no queda nadie
por enterrar”.
Es de
esperar que el público concurra sin miedo, porque todos esos controles y, en
especial, la big data, le indican que el teatro no es lugar de contagio de
coronavirus. He visto videos donde, sin tapabocas, llenan restaurantes
normalmente. También es de esperar que lo haga ansioso, tras cuatro meses de
abstinencia, al Gran Teatro de Wuham. Yo hoy iría al Solís, aunque no fuese más que por volver a ver la
sala.
Un amigo,
abstinente de fútbol, hincha de Nacional, confesó que hoy vería por televisión
Basáñez-Alto Perú y gritaría los goles. Yo, que soy de Mar de Fondo y hasta por
televisión lo he visto, en un hipotético Basáñez-Alto Perú, sólo gritaría los
goles que le conviniesen a mi cuadro y eso después de percatarme cuál de los
dos está usando camiseta de alternativa para la televisión, pero sí, seguro que
lo vería. En la C, cuando toque volver,
es posible que volvamos todos los clubes, pero en el fútbol y el teatro
profesionales es muy improbable que podamos volver todos. Especialmente en el
teatro.
¿Cuántas
salas puede reabrir, después de haber pasado tantos meses sin ingreso alguno y
pagando los servicios y el BPS las que mandaron a sus técnicos a seguro de
paro? ¿Cuántos técnicos y actores sin cobertura pueden volver después de
sortear la epidemia sin más apoyo que el de nuestro sindicato SUA-PIT-CNT y la
solidaridad gremial y social, mientras el gobierno abanicaba a su “malla oro” y
ahora le prepara las sábanas de seda, el calientacamas y el acolchado de
plumas?
Y el
público, ¿puede volver sin miedo? ¿cuánto tiempo va a llevar volver a la
confianza, vieja o nueva?
Hace años,
Arteatro me pidió una adaptación de cuentos del Decamerón de Boccaccio, esos
relatos magistrales surgidos, según su autor, de una cuarentena por epidemia
que asoló a Europa en el siglo XIV.. Investigando encontré este apunte de Vargas Llosa: “Desde
la primera vez que leí el Decamerón, en mi juventud, pensé que la situación
inicial que presenta el libro, antes de que comiencen los cuentos, es
esencialmente teatral: atrapados en una ciudad atacada por la peste de la que
no pueden huir, un grupo de jóvenes se las arreglan sin embargo para fugar hacia
lo imaginario…”
Ajo y agua.
A joderse y a aguantarse. Y a seguir ensayando igual aunque el estreno era el
sábado pasado y no se sabe cuándo va a ser.
Aún sin
teatros, fuguemos hacia lo teatral. Vargas Llosa (ya que lo cité) bien podría
hacer mutis por foro en la bicicleta pinchada del “malla oro” de los lacayitos.
Por mucho que lo cuiden al “malla”, esa chiva está pal desguace. Y por mucho
que lo descuiden al teatro, no hay peste que pueda con él.
1 comentario:
Chapeau Joselo!!! Clarito, clarito.
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