viernes, 15 de mayo de 2020

Teatro y pandemia




La agencia Atlas News informa que el gobierno chino anunció la semana pasada la reapertura de todos los teatros (faltaba los de Wuham, que ya están funcionando con medidas de precaución). ABC y Público, de España, recogen la noticia: “el personal se prepara ya para recibir a los primeros espectadores. Tras controlar los contagios, China ha dado luz verde a la reapertura de cines, instalaciones deportivas y teatros. Ahora bien, nada volverá a ser como antes. Al menos durante un tiempo habrá que acostumbrarse a los geles desinfectantes. También los termómetros digitales que miden la temperatura de los asistentes antes de entrar a las salas”. Agrego que también se está controlando el código de salud en los celulares y que los teatros han sido desinfectados previamente, como vemos en imágenes del Gran Teatro de Wuham.

Tras cuatro meses de cierre en este teatro, se acumularon muchos estrenos y acaso más de una de las más de siete mil salas del país (la mayoría ya funcionando desde antes), hayan preparado desde enero o previsto, alguna reposición de La Peste de Camus (desconozco adaptaciones chinas pero puede haber traducciones de otras que sí conozco) o alguna performance de El Teatro de la Peste de Artaud, o Ginevra Degli Almieri, una obra de Giovachino Forzano, sobre la peste en la Florencia a fines del 1300, que hicimos con dirección de Eduardo Cervieri en el Instituto Brasileño de Cultura en 2018.

Ginevra cae desmayada al final del primer acto por la fuerte emoción de volver a ver a su amado. “Florencia está amenazada, allí se muere, pero yo retorno porque al menos podré morir cercano a ti”, le ha escrito él. Toda la familia de Ginevra cree que ella se ha desvanecido por la peste. Mandan llamar al médico Simón, tan temeroso de la peste, que usa un largo bastón para tocar con la punta a los enfermos sin acercárseles y así certifica la muerte. “Cada señal de vida, de ella ha desaparecido… ¡Sálvense, señores, es la peste!”, grita el médico. Ginevra amanece al día siguiente en un sepulcro, rodeada de flores…

La versión operística en el teatro Nacional de China, “El huevo” de Beijing, con sus 6.500 localidades hoy pondría al público a aplaudir de pie cuando Ginevra le dice al obispo, “enviad a Simón a otra ciudad a medicar y en Florencia no queda nadie por enterrar”.

Es de esperar que el público concurra sin miedo, porque todos esos controles y, en especial, la big data, le indican que el teatro no es lugar de contagio de coronavirus. He visto videos donde, sin tapabocas, llenan restaurantes normalmente. También es de esperar que lo haga ansioso, tras cuatro meses de abstinencia, al Gran Teatro de Wuham. Yo hoy iría al Solís, aunque no fuese más que por volver a ver la sala.

Un amigo, abstinente de fútbol, hincha de Nacional, confesó que hoy vería por televisión Basáñez-Alto Perú y gritaría los goles. Yo, que soy de Mar de Fondo y hasta por televisión lo he visto, en un hipotético Basáñez-Alto Perú, sólo gritaría los goles que le conviniesen a mi cuadro y eso después de percatarme cuál de los dos está usando camiseta de alternativa para la televisión, pero sí, seguro que lo vería.  En la C, cuando toque volver, es posible que volvamos todos los clubes, pero en el fútbol y el teatro profesionales es muy improbable que podamos volver todos. Especialmente en el teatro.

¿Cuántas salas puede reabrir, después de haber pasado tantos meses sin ingreso alguno y pagando los servicios y el BPS las que mandaron a sus técnicos a seguro de paro? ¿Cuántos técnicos y actores sin cobertura pueden volver después de sortear la epidemia sin más apoyo que el de nuestro sindicato SUA-PIT-CNT y la solidaridad gremial y social, mientras el gobierno abanicaba a su “malla oro” y ahora le prepara las sábanas de seda, el calientacamas y el acolchado de plumas?

Y el público, ¿puede volver sin miedo? ¿cuánto tiempo va a llevar volver a la confianza, vieja o nueva?

Hace años, Arteatro me pidió una adaptación de cuentos del Decamerón de Boccaccio, esos relatos magistrales surgidos, según su autor, de una cuarentena por epidemia que asoló a Europa en el siglo XIV.. Investigando encontré este apunte de Vargas Llosa: “Desde la primera vez que leí el Decamerón, en mi juventud, pensé que la situación inicial que presenta el libro, antes de que comiencen los cuentos, es esencialmente teatral: atrapados en una ciudad atacada por la peste de la que no pueden huir, un grupo de jóvenes se las arreglan sin embargo para fugar hacia lo imaginario…”

Ajo y agua. A joderse y a aguantarse. Y a seguir ensayando igual aunque el estreno era el sábado pasado y no se sabe cuándo va a ser.

Aún sin teatros, fuguemos hacia lo teatral. Vargas Llosa (ya que lo cité) bien podría hacer mutis por foro en la bicicleta pinchada del “malla oro” de los lacayitos. Por mucho que lo cuiden al “malla”, esa chiva está pal desguace. Y por mucho que lo descuiden al teatro, no hay peste que pueda con él.
  


1 comentario:

Unknown dijo...

Chapeau Joselo!!! Clarito, clarito.