El nuevo desorden mundial tiene dos polos inesperados,
inauditos, no imaginados.
No es entre países ricos y pobres, ni entre izquierdas
y derechas, ni entre Oriente y Occidente.
Es entre los países que salen de la pandemia, a la
que, por lo tanto, no se puede seguir llamándole pandemia, por un lado; y por
el otro, es epidemia que persiste en los países que no pueden salir.
El desorden es dinámico pero contundente. No me
refiero a los que pretender poner a funcionar a pleno, “prender los motores”
dijera poéticamente Arbeleche, la economía. De esos el mundo está lleno. No se
diferencian en absoluto. Aludo al desorden dinámico de los que actuaron
drásticamente dos o tres meses y se sacaron el virus de encima; por ejemplo,
Singapur; y un mes después, por rebrote, tuvieron que volver al grupo 2. La
contundencia del desorden está en que si un país que se libró del virus no
puede abrir fronteras porque sus vecinos no se libran, debe procurar una
autarquía que va contracorriente de siglos globalizadores, para la que casi
ninguno está capacitado.
En todo este quilombo con distanciamiento corporal,
este desfile de sonrisas con tapabocas, no es natural ni es lógico pero algo
es, que el macrismo haya hecho –o haya convocado, porque parece que mucho no
logró hacer–, una manifestación “contra el gobierno comunista”. A falta de
mayor precisión, uno debería pensar que fue contra el gobierno chino o
vietnamita o cubano o, a lo sumo, contra el gobierno de la bolivariana
Venezuela, pero no; fue contra Alberto Fernández –contra Cristina Kirchner, por
supuesto, pero el Presidente es Alberto Fernández–.
En el grupo 1 está China. El pequeño rebrote en Wuham
ya es fácilmente detenido y el brote en la frontera con Rusia le encuarentena
nada más que a sesenta millones de personas, menos de la mitad que en
enero-marzo y sólo por muchísima precaución; no registra ni de lejos la
gravedad de entonces. Los otro mil trescientos cuarenta millones de chinos ya están
a full y sin alarmas. Las fronteras con Rusia, Singapur y Japón (grupo 2) están
cerradas, pero sacando totalmente a Australia (hecha un desastre y a las
órdenes de Trump), en parte los tres antes mencionados y algunos más, la
mayoría de los socios comerciales de China (Vietnam y Nueva Zelanda ejemplares,
Venezuela también, un par de decenas con cercanía), integran el grupo de los
que están saliendo de la epidemia.
Venezuela tiene el problema –problemas, por suerte, no
le faltan, pero me ciño al atinente a los dos mundos del nuevo desorden–, de
que todos sus vecinos fronterizos sufren la catástrofe del COVID-19 con
virulencia –para redundar–. Destaca Brasil, bolsonaramente y Colombia.
En Uruguay tenemos fronteras temibles y brote sin
picar, pero el daño económico es tan terrible y alentado por “al gran capital
no se lo toca” del gobierno, que la LUC para destruir los bienes públicos y
afanárselos, podría llegar a concretarse cuando no quede casi nada. La epidemia
le está haciendo en parte, y en parte robando, el plan de negocios al gobierno.
En Argentina tampoco se toca al gran capital. Existe
un proyecto de ley de Máximo Kirchner y Carlos Heller, para darle un tiquiñazo
en la oreja. Uno por ciento de impuesto por única vez. Está muy bien,
simbólicamente es muy importante, pero sin una buena patada en las bolas no lo
doblás al imperialismo.
Por eso las “masas” oligárquicas no están protestando
contra el peronismo. Al gobierno de Fernández no lo visualizan peronista. Sería
señalar en falso, porque todos saben qué es el peronismo. En cambio el
comunismo no saben lo que es. Podría ser Alberto tratando de sacar en la
guitarra canciones de Viglietti.
¿ALBERTO KERENSKY CHIANG KAISHEK FERNÁNDEZ O
COMPLEJAMENTE COBOS PRIMERO?
Perón fue muchas cosas. Fue colimba de Mussolini, fue
caudillo militar, fue líder de los trabajadores argentinos, fue el primer
Presidente de Argentina que puso de Ministro de Economía a un comunista, fue el
segundo Presidente de Argentina que puso de Ministro de Economía, más de veinte
años después, a otro comunista. Fue represor brutal de Partido Comunista
argentino (y de casi todos los que no fueran peronistas) desde que lanzó la
campaña “Braden o Perón”. Fue aliado del Partido Comunista argentino y de casi
todos, veinte años después, fue idólatra del Che Guevara, fue el que echó a los
imberbes guevaristas de la plaza, fue el que meó a los montoneros, fue el que
tuvo de mano derecha al fundador de la triple A (Alianza Anticomunista
Argentina), fue huésped de Franco, fue el enemigo principal de la CIA en el
continente, según documento desclasificado del Pentágono y fue todo lo
peronista que vino después de su muerte, fue la envidia de todos los catch all
de la política del mundo…. Lo único que Perón nunca fue, es socialimperialista,
eso que los socialimperialistas españoles llaman “socialdemócrata”.
Para ponerlo en nombres argentinos, Perón fue Perón,
fue Eva, fue Cooke, fue Balbín en más de un abrazo, fue Cámpora, fue Gelbard,
fue López Rega, fue Menem, fue Kirchner, es Cristina… Lo que Perón no fue ni es
ni puede llegar a ser, se llama Alberto Fernández, aunque lo pongan de
Presidente del Partido Justicialista.
Que el Presidente argentino esté rodeado de peronistas
de todo espectro (y de algún gorila propio, como supo estarlo Perón) no lo hace
peronista. Por eso la oposición no convoca contra el peronismo. Convoca contra
“el comunismo” que, cantó Silvio Rodríguez, “nadie sabe qué cosa es el
comunismo y eso puede ser parte de la aventura”.
Por supuesto, convocan contra Cristina Kirchner, en la
mira, pero si matan a Cristina está el Cuervo, si matan al Cuervo está Máximo,
si matan a Máximo está Pedro, Si matan a Pedro está Amado, si matan a Amado
está Fernanda... A todos no pueden matarlos. Ya probó Harguindeguy (General de la dictadura, Ministro del
Interior, que dijo que iba a matarlos a todos) y se le escapó un pingüino.
Alberto Fernández no va a retomar para el Estado los
servicios públicos, no va a estatizar los sectores estratégicos empezando por
YPF, no va a devolverles nunca a los trabajadores el 25% de descuento del
salario nominal que tranzó la CGT, ni mucho menos el salario real con el dólar
paralelo a 120 y la inflación desbocada. No va a intervenir los bancos ni la
distribución de bienes ni la “Justicia”. No va a imponer ley de medios; por el
contrario, va a los programas de Magneto-Goldman Sachs. No va a expropiar nada,
ni a Vicentín ni a nadie. No le va a dar la patada en los huevos al capital
financiero. No va a hacer nada que Kerensky y Chiang Kaishek no hayan hecho.
Va a seguir diciendo, como el ex vicepresidente
radical de Cristina, Julio Cobos, “mi voto no es positivo”. La complejidad de
la situación consiste en que Cobos era el segundo y Alberto es el primero.
El “neoliberalismo” (no liberalismo) en la epidemia
queda en flagrante fuera de juego. Si el juez no lo cobra, pedimos el VAR.
Los países del Primer Mundo (olvídese de USA, España,
Italia, Reino Unido, Francia, Alemania, Bélgica… ése no es el Primer Mundo en
el nuevo desorden mundial, porque entraron a la pandemia con gobiernos
neoliberales –políticamente de “ultraderecha”, “derecha”, “liberales”,
“conservadores” o “socialdemócratas”, pero todos económicamente “neoliberales”
y no van a salir de las epidemias incólumes), están en la tendencia estatista
de “derecha” a “izquierda”, de Nueva Zelanda o Checa a Islandia, pasando por
China o Vietnam o Venezuela, entre otros, pero estatista.
Alberto Fernández dijo en campaña que la salida de la
crisis argentina iba a ser a la uruguaya. Bueno… a la uruguaya es con el
noventa por ciento de la telefonía celular en manos del Estado, con toda la
telefonía fija, wifi, fibra óptica, transmisión de datos, el 94,4 % de tráfico
de red fija, todo el servicio eléctrico, sanitario, luz, agua, monopolio de la
distribución de combustibles, todo del Estado y salimos de la crisis de 2002
porque, preservando todo lo público en el plebiscito de 2003, ganamos el
gobierno en 2004 y cambiamos el comercio exterior. Rompimos dependencia de USA,
Argentina, Brasil y abrimos cien países más a nuestro comercio, especialmente
China, sin pedir permiso a Netanyahu ni a Trump y fortalecimos aún más el
Estado con el Sistema Nacional de Salud y los avances en educación, Plan Ceibal
y, muy especialmente, UDELAR, tecnología, innovación.... Parecía sincero
Fernández, pero de esta crisis Argentina no está saliendo a la uruguaya ni a lo
Perón y Néstor. No está saliendo.
Y Uruguay se está hundiendo en la Argentina de Macri,
tal cual era previsible y lo anunciamos, si ganaba Luis, admirador de Macri.
Los oligarcas mentales pelotudos que votaron este
gobierno uruguayo, ya se están dando cuenta que tienen que apagar el televisor,
salvo que sea smart y esté conectado al Primer Mundo actual, y preparar en las
redes a todo el pueblo, para salir a juntar firmas, en cuanto nos impongan
inconstitucionalmente la LUC y la Corte actúe cortesana…
…hayamos salido o no de la epidemia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario