Había
recibido en mi trabajo a un periodista inglés editor de fútbol de la Enciclopedia
Británica. Simpatizamos. Lo invité a ir al día siguiente, que era sábado, a mi
casa a seguir charlando. Mi casa era entonces un monoambiente que compartía con
mi compañera en Pocitos. A mediodía salimos los tres a almorzar en La Pasiva de
Soca, a un par de cuadras de casa. Estábamos rodeados de lujosos edificios.
Lujosos para mí y para ella.
Mientras
comía un chivito, nuestro huésped nos contó que tenía problemas para seguir
viviendo en Londres por el costo de los alquileres, que intentaba comprar
vivienda pero una casa salía medio millón de dólares. “Por esa plata te comprás
acá dos apartamentos de esos”, le señalé un lujoso edificio enfrente mío a sus
espaldas. Giró la cabeza para mirarlo, luego la volvió hacia mí y me dijo,
“pero yo vivo en Londres”. Obvio.
“Soy un
desubicado” pensé y me quedé callado, sintiéndome gil, aunque se lo había dicho
entusiasmado, solidario, como avivándolo. Le había dicho en subtexto: “para qué
te vas a comprar una casa en Londres si acá, por la misma plata, podés
comprarte dos apartamentazos y mirá qué lindo es esto”.
Después
volvimos a casa. Seguimos hablando de política. Él había estado en una
manifestación en Londres contra la invasión a Irak, o al menos eso dijo, y
tratamos de explicarle la crisis económica que estábamos viviendo (era invierno
de 2004, de verdad con un cuarto de millón de dólares te comprabas cualquier
piso alto en Parque Batlle). Surgió el tema de la deuda, del default de
Argentina, la teoría de la dependencia… Entonces fue él quien se “desubicó”.
Preguntó para qué nos habíamos endeudado si no teníamos necesidad. Y entonces
fui yo el obvio. “Había cañoneras en el puerto”, dije, lacónico. Aceptó
comprensivo la respuesta, con un cabeceo similar al mío en La Pasiva.
Recuerdo en
particular la cañonera británica Narcisus, que saludó con salvas de cañón la
partida ignominiosa del buque San Román, al mando del General Pallejas, rumbo
al genocidio guaraní, con la “Triple Alianza”, financiada por La City.
Hoy,
aquellas cañoneras se llaman destructores y no son en su mayoría ingleses sino
yanquis. Tres de ellos salieron al encuentro de los cinco petroleros iraníes
que cargan gasolina para Venezuela. Ayer las coordenadas de las misileras
ubicaban a dos en el Atlántico Norte y una en aguas internacionales del mar
Caribe y el avión bombardero Poseidón (chozno de aquella Narcisus) sobrevolaba
la flota en su conjunto. Es un bombardeo caza submarinos. O sea que los yanquis
previeron que si bombardean la gasolina, la batalla puede ser con submarinos de
Irán, de Rusia o de ambos.
VIERNES 22 DE MAYO
El 13 de mayo, partió el Fortune, primero de los cinco cargueros desde el Puerto de
Bandar Abbas en el Golfo Pérsico frente al Estrecho Ormuz. Carga 800.000
barriles de Petróleo (127.000.000 de litros de gasolina), pero fundamentalmente
carga productos químicos para el arranque de producción gasolinera en Venezuela
(que, a causa del bloqueo, no puede destilar su abundante petróleo crudo).
Si llega el
Fortune, “no juega carrito como decimos los caraqueños” –informa en La Onda,
Iván Eguin. Venezuela puede refinar gasolina para tres años–.
El año
pasado cuando en Gibraltar le retuvieron un buque petrolero que iba a Siria,
Irán retuvo en represalia dos buques británicos en el estrecho de Ormuz y los
fondeó en sus puertos, obligando la liberación de su buque, que finalmente
alcanzó a descargar en su destino, y cuando Trump se declaró autor del
asesinato del general iraní Soleimani, Irán destruyó un par de bases militares
yanquis en Iraq. “Irán no anda con titubeos, cumple con sus advertencias y
amenazas, y eso Washington lo sabe, así que cualquier paso o acción que realice
contra estos buques, USA lo tendrá que pensar muy bien”.
Multimedios
oficial venezolano VTV, informa que una vez que los barcos iraníes entren en
aguas territoriales venezolanas, tendrán la escolta naval y aérea de las
Fuerzas Armadas Bolivarianas. O sea que los yanquis saben además, que si
esperan para atacar a que los barcos iraníes ingresen en jurisdicción
venezolana, la batalla es además con buques, aviones y helicópteros
venezolanos. Escribo estas líneas cuando el Fortune está llegando al mar Caribe
y se espera que arribe al Puerto José, en el estado Anzoátegui este fin de
semana.
SABADO 23
Parafraseo a
César Vallejo, si detienen al Fortune, digo, es un decir, pero si lo detienen,
si Venezuela no puede resolver su desabastecimiento de gasolina, ¡qué tanto más
dura va a ser la resistencia! ¡qué tanto más difícil a los pueblos del sur
liberarse! ¡Y qué tanto menos difícil al gobierno uruguayo imponer la LUC! La verdadera
política es internacional.
A punta de
cañoneras nos impusieron el comercio desigual; con el comercio desigual, el
comercio de deuda; con el comercio de deuda, los stand by, los
condicionamientos políticos, la entrega del patrimonio y la tierra, el
“liberalismo” y a punta de destructores y marines, las bases, los golpes de
Estado, Plan Cóndor, genocidios para imponer el “neoliberalismo”, invasiones,
bombardeos, lawfare, blackout y fondos buitres, pero hubo una excepción. Cuando
iban a bombardear La Habana, aparecieron misiles soviéticos en octubre del 62.
Fue poco después de que a los yanquis les falló el desembarco de mercenarios en
Bahía de Cochinos. “Aquí llegaron, aquí quedaron”, dice allí.
Hoy, a poco
de que el 3 de mayo les falló el desembarco en Bahía de Macuto, La Guaira, a
menos de que un día después el desembarco en Chuao, Aragua, fue contrarrestado,
esta “crisis de misiles” pone al planeta nuevamente en vilo.
Si la
retaliación de las retenciones es –y puede ser– el cierre del estrecho de
Ormuz, se paraliza el 75% del transporte de combustible mundial. Si la
detención es en aguas internacionales, no hay antecedentes desde que los nazis
impedían a petroleros venezolanos asistir a los aliados. Si es en aguas
venezolanas, empezó la “invasión” con “ejército” que amenazaron Trump y Pompeo
después del 3 de mayo.
Latino, si
entran en Venezuela, digo, es un decir, pero si los yanquis entran en
Venezuela, si le entran del agua para abajo, ¡qué intacto el corazón de Vallejo
envuelto en papel de diario!
Latino, bajá
la voz, que Chávez repartió Kalashnikov a cuatro millones de milicias, que
Maduro de pie figura un árbol inquebrantable y sentado son sus hombros, que la
resistencia la enseñó Guacaipuro y la contraofensiva la ordenó Bolívar, bajá la
voz, te digo, contené el aliento, que en las selvas instruyen vietnamitas,
pero, si el yanqui entra a Venezuela, digo, es un decir, latino, del mundo, ¡a
ver cómo sale!
Ahora veo un
video desde un caza de la aviación bolivariana escoltando al Fortune en aguas
venezolanas. A la espera del informe de Rodríguez Gelfenstein desde Caracas para
Resistencia, para cuando el arribo de los cinco buques a puerto nos afirme, sin
condicional, “no para carrito”.
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