La tarde del
16 de abril no parecía otoñal sino veraniega. La temperatura superó a las
promediales del verano. Pudo haber sido el calor entonces y no los estragos de
la pandemia, pero lo cierto es que al leer que Jeremy Alters, aseguraba que
"los líderes de China deben rendir cuentas por sus acciones", no sentí
lo mismo que todas las anteriores veces que el Deep State se había puesto en
víctima.
Cuando se
dejó atacar las torres gemelas, el 11 de septiembre de 2001, mi respuesta fue
prepararme para las manifestaciones contra la escalada bélica en el mundo y
particularmente en Asia Occidental. Todos sabíamos lo que había pasado cuando
se autoatacó el Maine y cuando Pearl Harbor, incluso cuando se declaró “amenazado
inusual y extraordinariamente por Venezuela”, por ridículo que sonase, pero el
16 de abril, por primera vez, el Deep State, me hizo sentir culpable.
Sabía que lo
más probable era que USA, veterano de las guerras biológicas magnicidas y genocidas, que llevó a
Guatemala, a Vietnam, a Cuba, al Asia Occidental, a tantos Arafat envenenados, hubiera
llevado este virus a Wuahm y quién sabe a Irán e Italia. Sabía que siempre se
había puesto en víctima para hacer temblar al mundo y nunca lo atacaron en su
territorio; o sea, siempre todos nos defendimos de él contraatacándolo en
nuestras patrias, pero mi respuesta no fue racional. Sentí culpa por el mundo
entero.
No le di
bola a Benedetti: “todavía nos deben como un siglo de insomnios y garrote/ como
tres mil kilómetros de injurias/ como veinte medallas a Somoza/ como una sola
Guatemala muerta// Sentí mala conciencia. No es inocente haber enojado al
monstruo y sus tizones cuando no puede ganar.
Ni le di
bola al Che: “a los yanquis no hay que creerles ni un tantito así… nada”. Les
creí. Creí que los están atacando y esta vez son víctimas de otros y de veras.
Es más, que el Deep State es víctima de nosotros y de mi persona personalmente.
¿Sería porque aquel “China debe rendir cuentas” me hizo acordar a Olmedo cuando
iba a reclamarle un aumento a Portales? Pero Olmedo no tenía bombas nucleares.
No recuerdo
si pensé primero en una Big Mac o en el pato Donald o en la botellita de 250 de
Coca Cola, pero mi sensibilidad y misericordia se desbordaron. Subí a la azotea
envuelto en una frazada térmica, tapado por entero con un grueso acolchado y al
sol de este abril pandémico y veraniego, bañado en sudor, me eché a llorar a
mares sobre el piso de hormigón ardiente, aún más refractario del fuego del sol por la capa de membrana asfáltica impermeabilizante y lloré y lloré hasta caer desmayado, por la mísera situación
geoestratégica del país de los portaviones.
Me dolió más
o menos como la muerte de mis padres, de mis hijos y de todos los amores de la
vida, como ver Hiroshima Mon Amour, como cuando me extirparon la muela del
juicio y digo “más o menos” porque sé que ante semejante suceso está prohibido
medir. La caída de USA es la muerte de todo.
Explicármelo
no pude y menos aun cuando, al día siguiente supe que el Deep State acusaba a
Rusia de maniobras para hundirle el precio del petróleo de esquisto. Volví a
subir a la azotea para llorar y sudar agregando silicios a mi calvario. Inundé la azotea. “Por mi
culpa, por mi grandísima culpa”, me golpeaba el pecho, la frente, los riñones, añorando a Rambo, a Jonh Wayne, a
Rock Hudson, pensando en las miles de bases militares que USA nunca volvería
a tener en el extranjero.
Recién hoy,
7 de mayo, comprendí cabalmente mis atribulaciones, al ver a Pompeo
victimizarse del gobierno venezolano por los dos mercenarios yanquis, ex boinas
verdes, que fueron arrestados tras incursionar en territorio venezolano,
contratados con la misión confesa de tomar el aeropuerto de Maiquetía. El Deep
State esta vez no miente. Lo están atacando y el contagio va más rápido que el SARS-COV-2.
Lo atacó
China, Lo atacó Rusia. Lo ataca Venezuela. Lo ataca el e-Reminbi. Lo ataca
Irán, que ayer puso otro satélite en órbita….
Que Tyson me
perdone la comparación, pero el Deep State está como él cuando empezó a perder
todas las peleas y ya cualquiera le pegaba. Va a terminar atacándolo hasta
Haití.
¿No lo
vieron a Clark Kent?
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