Siempre los
acuerdos dependen de las correlaciones de fuerza. Si el gobierno ha hecho en
estos días un par de concesiones importantes a la oposición al programa de la
LUC, es porque sabe que el pueblo organizado va a plebiscitarla.
Por cierto,
también cuenta que la organización se moviliza, dialoga, negocia, procura ganar
cuanto antes el mal menor para los uruguayos, pero si se gana en el acuerdo es
porque la fuerza de la razón en lucha lo determina.
Por eso
plantear la obligación de los acuerdos por los acuerdos en sí, es, cuando
menos, canallesco. Si para lograr un acuerdo el pueblo se ata las manos y se
amordaza, está fallando en su compromiso fundamental, que es con su destino de
liberación.
Y cuando la
razón de la fuerza está siendo muy superior a la fuerza de la razón, el acuerdo
no sólo es inconveniente. Además es banal y falso. En Acerca de los compromisos el Pelado lo plantea así: si te ponen una
45 en el pecho, les das la guita que llevás, pero aún si te matan, tenés
colectivamente razón para salir a recuperar el fuego y “la bolsa” (dice él).
Si es un
acuerdo político, no hay que temerlo, siempre que te deja libre los brazos para echar
músculo y la voz para denunciar los intereses espurios de la fuerza a
debilitar. Nos conocen, saben que nunca nos atamos las manos, que dejamos
abierto el camino de lucha, en este caso el plebiscito. Lo que están midiendo
al poner y quitar de la LUC es qué armas le quedan a cada trinchera.
Vienen por
el Estado pero saben que el pueblo no va a dejarlos pasar sobre ANTEL y ANCAP,
por ejemplos. Necesitan evitar que esos temas estén en nuestra recolección de
firmas y posterior campaña electoral plebiscitaria (al menos necesitan
restarles agenda). Mejor si rinden algún aspecto de antemano. Es un logro de
la negociación, de la razón popular, pero con su fuerza de organización,
movilización, solidaridad y lucha actual y latente, determinando.
Ahora,
también es mejor para el gobierno (y cuanto mejor, mejor, negociamos para
ganar-ganar) porque puede enfocar más los temas que, con prejuicio, considera más trabajados por su razón de la fuerza: seguridad y educación.
EL TAMAÑO DE LA VERDAD
Hasta aquí
en abstracto, teoría revolucionaria que sirve de guía para la acción, pero
aprender, lo que se dice aprender, se aprende de la práctica, de la verdad
concreta que es la única que existe. Nosotros tenemos, fresquitos en el tiempo
y aún vigentes, los “pactos de la Moncloa” para aprender. Es bien fácil.
Tenemos que hacer exactamente todo lo contrario a lo que hizo Carrillo y así
jamás podremos equivocarnos.
Primero: no
desmovilizar nunca en pos de ningún acuerdo. Seregni nos lo enseñó cuando negociábamos en el Club Naval y la ola llegó hasta el paro nacional del
27 de junio de 1984, verdadera derrota militar a la dictadura (ésa sí fue
cuarentena drástica, no voló una mosca en todo el territorio). Carrillo, antes,
firmó un pacto social que lo desmovilizó en plena cresta de la ola.
Segundo: no dejar de
concertar para aislar al enemigo principal. Carrillo aceptó una
autolegalización impuesta, a cambio de presentarse sólo a unos comicios
marcando tamaño electoral menor para todo el tiro y lo peor, redactó (a través
de Solé Turá) una constitución monárquica, que le ató las manos por décadas,
hasta que el ayer fallecido Anguita, tuvo que empezar de nuevo por camino
leninista.
Pero si los
acuerdos dependen de las correlaciones de fuerza, necesitamos corregir cuanto
antes el mayor error de la historia de nuestro movimiento sindical. Y para
poder corregirlo es requisito previo indispensable, reconocerlo.
El compañero
Fernando Pereira es un grandísimo Presidente del PIT-CNT, del tenor histórico del
Pepe Delía, es además nuestro gato con más vidas revolviéndose ante los leñazos
del oligopolio mediático. Más de una vez apiló a periodistas televisivos
mordedores y dejó el tendal, pero cuando tapamos un mural con una consigna
sobre un muro en disputa, dijo que fue un error y que los errores se reconocen
diciendo la verdad. ¡Qué verdad enorme dijiste, compañero! Como un templo, como
el estadio Centenario. Y eso que se trataba de un error puntual, ni siquiera
táctico y en política reconocer un error tiene un precio muy alto sea cual sea
el error, pero más se paga la mentira cuando se tiene razón.
El problema
no es que los medios hegemónicos mientan.
50 a 50 que mientan todo lo que
tengan que mentir para defender los espurios intereses que defienden. El
problema es que mienten con un altavoz que tapa nuestra voz en ese umbral de
sonido.
El mayor
error estratégico de las fuerzas políticas y sindicales del pueblo uruguayo fue
morder el esparadrapo ante el oligopolio mediático. No haber gobernado, primero
en Montevideo con el cableado del 94 y después en la nación, para democratizar
la comunicación.
Y el PIT-CNT
en particular no haber puesto a funcionar el canal al aire que tiene en
licencia.
Es mentira
que fue por falta de dinero. Sólo un desconocimiento supino de los medios
globales y del potencial de nuestros recursos técnicos (desde actorales hasta
gráficos y audiovisuales, desconocimiento éste último que Fernando Pereira no tiene
porque es asiduo y lúcido partícipe en todo nuestro quehacer cultural artístico,
empezando por la base teatral colosal que tenemos), puede dudar que con ocho
sueldos y otros tantos contactos internacionales se supera por muerte el magro
empeño hegemónico. Y se le disputa la torta publicitaria.
Se temió
confrontar ante una imposible radicalización de los canales establecidos (no podían porque más
era meneallo). El FA ni siquiera contribuyó a quitarle el Polideportivo a Telemundo,
debilitamiento que ayudó un poco a que llegásemos al gobierno, y luego, en el
gobierno fuimos perdiendo correlación mediática con los ojos abiertos y la boca
cerrada, impávidos e inmóviles.
EL ACUERDO ANTE EL COVID-19
¿Se imaginan
con qué fuerza hubiese incidido un canal al aire del PIT-CNT, contrahegemónico,
con lo mejor de la TV mundial y marcando agenda propia, en acuerdos con el
gobierno para que la epidemia no la pague el pueblo, encerrado a merced de la tele y las conferencias oficiales? Si en portales de Internet
no pueden competirnos, si la calle y los muros son nuestros, si tenemos razón,
que es lo decisivo para convencer, no tenemos hoy voz propia en el umbral de
volumen de comunicación al que puede llevarnos la oligarquía. Mucho menos
agenda propia.
El paliativo
es anteponer siempre el programa. Insistir en el actual protagonismo del Estado, de lo público, del pueblo mismo, señalando todas las contradicciones de un gobierno
cantinflesco, repleto de ambigüedades sin rumbo, que ahonda su trasnochado
neoliberalismo en un mundo que demuestra el fracaso terminal de esa “ideología
de mercado”.
El gobierno
no sabe qué decir porque no sabe qué hacer, porque no pudo hacer lo que había
que hacer, porque yendo contra el Estado no puede hacerlo.
Entonces
dice cualquier cosa sobre el COVID, mientras solapa la LUC. Nada es drástico y nada es gratis. Baja el salario real
por inflación y juego cambiario en favor de la oligarquía. Te dice que te
quedes en casa, pero pagando lo que no podés pagar si te quedás en casa, y endeudándote con los
sectores del capital financiero que este gobierno representa. Está confiscando
los ahorros de las capas medias y aumentando la pobreza para no tocar al “malla
oro”.
Y además de injusto es iluso, porque el “malla
oro” pinchó. Se bajó de la carrera en el mundo.
Pongo cuatro
ejemplos: China, Vietnam, Islandia, Nueva Zelanda. Distintos sistemas pero
sociedades que saben que "drástico" es drástico y "gratis"
es gratis y tienen estados y gobiernos que de verdad lo garantizan. No son
neoliberales.
En China hace
dos meses que salieron a la normalidad, controlan fácil los remanentes, porque
son réplicas tomadas muy a tiempo. La cuarentena no es para los sanos, En Wuham
no había un supermercado ni un almacén abiertos, nada. Todo por delivery y ni
siguiera lo llevaban a tu casa. Lo dejaban en retenes donde ibas a buscarlo sin
hacer contacto.
Cien
millones en cuarentena estricta casi dos meses. Ahora pusieron 60 millones en
otra región, mientras en Wuham y todo Hubei mantienen ciertos cuidados, por
unos pocos casos, pero los otros mil doscientos cuarenta millones de chinos
hace dos meses que llenan restuarantes sin ningún temor al contagio. Están
hipercontrolados por tests y big data. La economía la planifican sin drama.
Reconvirtieron industrias. Están donando y vendiendo insumos médicos a 160
países. Y cabe destacar que al fin nuestro Ministerio de Salud le agradeció “a
Alí Babá”, más allá del error que corrigió, es Alibaba Group, el gigante chino del comercio electrónico. Es fácil equivocarse cuando ha corrido
tanta agua a los odres de los cuarenta ladrones… mientras al Instituto Pasteur
le quitan presupuesto para investigar, en plena epidemia.
Que El Gran
Hermano nos tiene completamente vigilados y desinformados, lo sabemos
oficialmente por las filtraciones de la NSA al menos desde 2001 y funciona
desde el siglo pasado. Lo nuevo es que entramos en una crisis, desde antes de
la pandemia, que no pueden resolver sus vigilantes. Así que no se asuste nadie
de la tecnología en vanguardia de la producción. De todos los miedos que andan
por aquí, es el más irracional. También esto depende de correlaciones de fuerza.
En este caso, global y el imperialismo la está perdiendo.
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