Ya fue de Ernesto Vila |
Daniel y
Juan son mis dos cuñados con quienes me entiendo hablando de política a partir
de un millón de sobreentendidos. Nunca escribí para ellos. Si escribiera para
ellos no tendría que explicar nada de política, ninguna explicación política se
inmiscuiría en mis escritos y, por gafe de oficio, porque hasta hace pocos
meses fui profesional de la escritura, siempre alguna explicación deslizaba.
Siempre
algunos van a sobreentenderlo todo o casi todo, entre éstos, algunos amigos y hasta
desconocidos míos y un gurí que en vez de ir a jugar enseguida con los primos, él se quedaba a las sobremesas políticas, de tablón sobre caballetes, de nuestro grupo
de familia (hoy, además, grupo de whatsapp intergeneracional) pero los años son
los años; en el entierro de Daniel, le dije egoístamente a una de mis sobrinas,
“me queda tu padre”, por Juan, porque con Daniel y Juan fuimos construyendo
nuestros sobreentendidos desde antes que nacieran nuestros gurises. Puede sonar
y quizá sea machista que no incluya a las mujeres, pero ellas son seres
mitológicos, a los que jamás debemos presumir de entender y mucho menos de
sobreentender.
Hablando de eso Antenoche mi compañera estaba escuchando a Iva Zanicchi y le
dije “ese tema está en Grupo de familia,
una de Visconti; ya la vi dos veces, pero si querés la vemos”. Por edad no
accedió a los ciclos Visconti de Martínez Carril y recién está empezando a
conocer al lombardo alemán del CC del PCI. Un par de semanas antes habíamos
visto Note Bianchi. “No, dejá, si ya
la viste… la veo sola”. Sabe que si le digo "la vemos" es porque quiero verla, pero no
entiende, o sí entiende, por qué entonces le digo que ya la vi.
No pretendo
entenderla… “Resiste una segunda revisión”, le contesté y la vimos juntos.
Ayer le
dije: “qué casualidad, vimos ese personaje de Burt Lancaster en Grupo de familia que se parece a Juan,
porque Juan tomó la misma decisión de insiliarse años por motivos similares y
justo ahora…” –ahora Juan estaba internado con cáncer terminal y hoy murió–. “No
es casualidad; quisiste verla inconscientemente”, me dijo. Es psicóloga de
profesión.
Hace pocos
meses pasé a buscar a Juan por su ermita en el barrio Sur, a tres o cuatro cuadras
de mi apartamento. No tiene teléfono ni contesta el correo, más Profesor que el
Lancaster pero en un par de piezas alejadas del caserón de Visconti, con sus mismos
gustos clásicos, en discos de vinilo y todo el espacio de paredes sosteniendo
arte.
En cuatro o
cinco horitas, en la rambla, nos pusimos al día de política. A su manera Juan
Rosá seguía militando. Hacía proselitismo en la feria. Fue el fundador del
grupo Carpintería, un sector del FA, así llamado porque se constituyó en la
carpintería de Juan, que fue arquitecto por darle gusto a su padre napolitano,
pero se dedicó a carpintero por gusto propio y lo fue al tope y exitosísimo
mientras quiso. Daniel García Gutiérrez es bien distinto, ingeniero hidráulico
de carrera.
Daniel murió
siendo Gerente General de OSE. Cuando intercambió sobre bombas de servicio y riego con los chinos, éstos lo
reconocieron tan solvente, serio, responsable, inteligente y buen tipo, que le
fueron brutalmente sinceros. “pensamos comprar lo poco que necesitemos para
replicar y exportar, pero no
lo que necesitaríamos para sembrar, porque en nuestra provincia (eran de un buró
provincial) todavía tenemos campesinos que riegan a mano y una generación que no está capacitada como las nuevas”. Daniel sobreentendió
de inmediato que en el país más puntero en tecnología del mundo, sigue prevaleciendo el
dogma constitucional maoísta del pleno empleo.
Perdonen, yo
aquí tendría que explicarles algo de esa Constitución del 54, pero hoy estoy
escribiendo para Daniel y para Juan, que ya la saben, aunque ninguno de los dos me está leyendo y me siento muy solo, más solo, absurdo, que antes que nacieran los gurises,
cuando estábamos menos acompañados y sobreentendíamos menos.
Lo hago
porque pensar y armar frases es un vicio que satisfago en todos los momentos,
aún en los peores, aún llorando.
2 comentarios:
Gracias por tus palabras Josélo, excelente!! Un abrazo grande!!
¡Qué emotivo, por Dios!
No conocí a Juan y tampoco conocí a Daniel, quien hoy sería mi consuegro; pero si conozco a Felipe, a Maite y a Ana, y también a ti, Joselo, aunque solo de los cumpleaños; y podría decir que con esta muestra que no es solo un botón me bastaría para inferir qué personas eran, serían y son en el recuerdo estos cuñados amigos a los que dedicás este tan sentido y profundo texto, que me llegó mucho y por eso me atrevo a hacer este comentario. No dudo de que eran personas a las que me hubiera gustado mucho conocer. Mi Pîerito hermoso lleva estos genes y, aunque hoy no está, su abuelo Daniel estará de alguna manera presente en él. El poder de las palabras es infinito, y tú, sin duda, sabés cómo hacerlas hablar...
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