Muchos se sorprendieron
cuando trascendió que Ernesto Talvi dejaría Cancillería por discrepar con el
Presidente sobre ¡Venezuela!
No es tan
difícil de entender. Uruguay es un país muy inmediatamente susceptible a la
política internacional, la verdadera política. Inmediatamente exógena fue
nuestra constitución en Estado (cartas entre Canning y Ponsomby) y por ende la
Constitución (censista, por supuesto, antiartiguista visceral) de 1830. Campo de lucha antiimperialista o base de
agresión imperialista desde sus inicios (Leandro Gómez y Andrés Gómez o La
Triple Alianza) a Uruguay se le llamó durante el primer batllismo “La Rusia de
América” al influjo de las revoluciones leninistas alabadas por Batlle y el “alto
de Viera” coincidió con la intervención de las potencias contra el Ejército
Rojo. Apenas ascendió el nazifascismo en el mundo, la Policía uruguaya, con el
entonces coronel Alfredo Baldomir de Ministro del Interior, dio un golpe de
Estado de derechas. En cuanto Hitler se estancó en el sitio a Leningrado, el
propio Baldomir, ahora General, con el Ejército, dio un golpe de izquierdas. A
Uruguay se la llamó durante el segundo batllismo “La Suiza de América”. No hubo
fuerza endógena que detuviera el Plan Cóndor para la región, aunque se lo
retrasó y se lo hirió de muerte con la resistencia, pero fue el Brasil de
Geisel la propia piedra en el zapato del yanqui y cuando ya en Argentina
gobernaba Alfonsín, recuperamos en Uruguay la democracia. El Frente Amplio
alcanzó el gobierno inmediatamente después que Lula en Brasil y Kirchner en
Argentina. También la derrota electoral del Frente se dio inmediata al ascenso
de Bolsonaro en Brasil y a la misma hora
de una definición ambigua en Argentina, poquitos días después del golpe a Evo
en Bolivia. Talvi decidió repentinamente pasar a apoyar las negociaciones en
Venezuela (el gran negocio político de Maduro) cuando tal vez Iglesias les hizo
constatar que esta guerra del COVID ya la ganó China. Venezuela es el aliado de
China que más se beneficia en Sudamérica.
Desde luego,
Talvi argumentó con el “profesionalismo” tras replicar la andanada de
prejuicios al uso contra el chavismo, pero su factual viraje (que el mundo
titula “desacuerdo en Uruguay entre el Presidente y el Canciller por el tema
Venezuela”), llega tras el quinto buque iraní rompiendo el bloqueo yanqui a
territorio bolivariano.
Y ESO QUE SANGUINETTI NO LE HABLA…
Talvi
pretendió interponerse entre el hijo de Sanguinetti y un cargo de gobierno,
pero si eso cortó el diálogo entre los dos cabecillas máximos del Partido
Colorado, no significa que la información de Sanguinetti no llegue a Talvi. No
olvidemos que, susceptibles al repliegue yanqui en el Cono Sur (Documentos de
Santa Fe), en 1985 fue el Canciller de Sanguinetti, Enrique Iglesias, quien
reanudó nuestras relaciones estatales con Cuba.
Por el otro
costado de la coalición, Manini Ríos no puede no coincidir en este punto con su
archirrival el “batllista”, Sanguinetti, porque ya había expresado su rechazo a
una intervención yanqui en Venezuela. El Partido blanco, que
reiteradamente queda en medio del fuego
cruzado entre colorados y cabildistas, en semejante cuestión estratégica como
es la política exterior, es blanco de disparos desde ambos flancos. Los une el
antifrenteamplismo, el antipitcenetismo, el antipueblo, vuelos de cabotaje de
la política nacional, pero ya están repartidos los cargos, no hay más nada que
ofrecer en reparo de la interna. El gobierno es el Presidente y Zuasnábar.
LOS ALIADOS
Tampoco el “viraje”
de Talvi es, ni mucho menos, una virazón. Apenas si se arrima a la chantapufi pedagogía
democrática de Felipe Solá, pero ni se suma al ALBA ni al Grupo de Puebla ni se
va del Cartel de Lima. Tiene de Solá la demagogia, el cartel y el oportunismo. No
el grupo, aunque no lo sabemos a ciencia cierta. Talvi es el primer ministro
renunciante del mundo a plazo y sin fecha.
Cuando
Baldomir pasó de la “dictablanda” al “golpe bueno”, se veía que entre los
aliados que iban a ganar la guerra a partir de Rusia, llegando el Ejército Rojo
soviético a Berlín, USA iba a quedar el mejor proyectado hacia un futuro
cercano, menos dañado y todavía en ventaja geopolítica, pero todo cambió
velozmente a punta de tecnología e innovación.
Hoy es
imposible para el reaccionario gobierno uruguayo quebrar la línea Danilo Astori
en comercio exterior. Así lo determinan los resultados de esta fase biológica
de la guerra bacteriológica inserta en la zona irregular de la guerra híbrida
que desató el Imperio del Caos con la Presidencia de Obama, para declararla con
la de Trump. Incluso, el aliado de China que salió primero y mejor parado fue
Vietnam, el que le entregó a Astori el Honoris Causa de la Universidad Ho Chi
Ming, el único premio y título formal creíble y plausible que obtuvimos.
Por eso
Talvi, por el resultado bélico, mucho más acá de doctorados, porque se anuncia
la segunda ola epidémica en USA convulsionada, porque están cerrados los
puertos del Pacífico del atún económico, porque la soja sale y si Trump sigue
visitando el bunker, hasta podríamos sustituirle algunas exportaciones
agrícolas y ganaderas que nos vendrían bien (especialmente les vendrían bárbaro a los estancieros que abraza Talvi), hoy piensa que Venezuela no es
tanto más dictatorial que Vietnam y que China, incluso que “no hay por qué
andar diciendo oficialmente si es o no es una democracia”. ¡¿Qué te metés,
Solá?!
Bueno, a
todo esto es preciso reconocer que el Presidente ya al asumir trancó el
manubrio respecto a Maduro. Ahora no puede consentir a Talvi ni en su más suave
corrección de rumbo, pero es justo decir que el Presidente nunca dijo que China
es una dictadura. No vayamos a creer que por temor al gigante y falta de agallas.
Al contrario, ni en la línea endurecedora ni en la reblandeciente coincide con
Mao.
Mao decía
que la República Popular China es una “Dictadura Democrática de todo el Pueblo”
y sobre la guerra que es “la política con derramamiento de sangre y la política
es la guerra sin derramamiento de sangre”. La sangre no siempre derrama hacia
afuera. Cuando deja de circular por las venas por efecto de un arma, aunque sea
microscópica, “se sabe cuándo empieza pero no cuándo termina”. Nosotros apenas
hemos sufrido algunos de sus efectos colaterales, porque fue la primera guerra
verdaderamente mundial, y, aunque no haya terminado, hoy se circunscriba a
medio mundo. También con el medio mundo en paz al que estamos asomando, tenemos
que negociar. Sí o sí.
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