La flamante
secretaria general del PIT-CNT, la compañera maestra Elbia Pereira, dice, y es
título de tapa de Voces a ocho columnas, que, “perder el referendum no es el
fin del mundo”. Escriben referéndum sin tilde, inusual para una maestra, pero
ni la falta ni el título son responsabilidad de ella.
Lo
importante no es el episodio. Es que la percepción de derrota del referéndum se
está instalando desde la enorme mayoría de los medios en la sociedad.
La
percepción es importantísima. Muchas veces he oído a dirigentes frenteamplistas
decirnos que perdimos el gobierno porque el pueblo no percibió nuestra muy
buena gestión. Coincido en que nuestra gestión fue muy buena, pero no pienso
que el pueblo no la haya percibido. Pienso que es muy perceptivo y también
percibió nuestra carencia de poder.
Hubo gestos
simbólicos muy fuertes para demostrar que sólo podíamos si el imperialismo y la
oligarquía nos permitían. Por ejemplo, la ley de medios, que en términos de
poder era la nada misma, un tiquiñazo en un hombro, pero demostraron que ni eso
podíamos. Quince años trancada e incumplida para ahora mutar contra el pueblo
en términos que sí afectan al poder popular, especialmente a Antel.
Otro
ejemplo, el cobro de las bolsas en los supermercados. Las grandes superficies
esperaron la última encuesta del 19 para permitirle al gobierno que se
aplicase. ¿Porque les reducía las ventas? En nada. ¿Porque aman el plástico?
Tampoco.
Te estaban
diciendo que si no les podés obligar a vender una bolsa, menos podés hacer el
ferrocarril o democratizar los medios o bajar la renta a los terratenientes,
porque son los mismos capitalistas de las cuatro cosas, del transporte de larga
distancia, de las grandes superficies de supermercadismo, del rentismo rural,
de las corporaciones mediáticas y de las otras cosas con poder de amenaza de
caos, de paralización de cadena de abastecimiento, de góndolas vacías, de corrida
bancaria, de hiperinflación e hiperdevaluación inducidas, etc. Entonces hicimos
muy buena gestión, pero sin afectar mayormente ninguno de los poderes fácticos
oligárquicos e imperialistas, más allá de algún disgusto que les dimos por
cierto prestigio populista del “pobrismo” y bueno, es cierto, no prohibimos el
pangasius y le ganamos a Philip Morris. Bien Astori (doctor honoris causa de la
universidad Ho Chi Ming) y bien el Taba, que además reinició los consejos de
salarios, que inciden decisivamente. Quiere decir que, si de verdad se quiere,
se puede. Son gestos simbólicos de poder popular, trascendentales, pero en el
contexto general del oligopolio mediático, la plutocracia sistémica, la
impunidad judicial y la vocación de “alternancia” para que en cinco años nos
desarmen lo muy bueno que hicimos en quince, contexto general que nos granjeó
el título del Times, “única democracia plena del sur”.
Quienes
creen que el pueblo no lo percibe, subestiman al pueblo y subestiman a los
poderosos que se toman la molestia de pensar, planear y ejecutar sus gestos
reaccionarios.
EL
REFERÉNDUM SE GANÓ
Por
supuesto, los medianos y pequeños productores rurales, al percibir que no podés
tocar al financierismo terrateniente y no les podés bajar la renta del campo,
que es lo que en verdad los agobia, se pliegan al “posibilismo” de la ARU, que
les anuncia que sí puede bajarles impuestos, y, sólo la experiencia de lucha,
les enseña a los productores que cuando gobierna la ARU, el negocio es
únicamente para los grandes agroexportadores y para el capital financiero. Lo
mismo aprenden los medianos y pequeños comerciantes e industriales y las capas
medias en general.
También
aprenden que es verso lo de “la lucha contra el crimen organizado”, que, un
porcentaje inestimable del crimen organizado, va al lavado, a la banca,
inestimable por inmenso, porque es el propio imperialismo el crimen organizado.
Uno escribe que los pueblos de las grandes urbes libres de la DEA, respaldan
sus revoluciones por razones más altas que la seguridad, pero duda que no sea la
seguridad la razón mayor.
Por ese
aprendizaje, además de por otros factores subjetivos, logramos la hazaña de
ochocientas mil firmas en las mayores dificultades objetivas. Con las firmas
obtuvimos el referéndum y con éste, nueve meses de contención del ajuste del
gobierno, al menos en un ochenta por ciento de las medidas que se proponía
tomar en estos meses.
Ayer, martes
30, publicó Mario Vergara Senados en su página oficial de Facebook así llamada:
“Gracias a vos, militante de a pie, que fuiste parte de la hazaña de reunir las
casi 800.000 firmas, hoy no suben los combustibles”. Elocuente.
Nueve meses
es muchísimo en los tiempos políticos de la restauración neoliberal completa.
Cuando Orsi dijo que no iba a juntar firmas porque la LUC “no afecta la vida
cotidiana de la gente”, dijo un disparate, porque ser desalojado en dos patadas
siendo buen pagador, no poder pagar el gas o que un vecino te mate a tiros,
confundiéndote sin problemas con un ladrón, afecta no sólo la cotidiana, afecta
a la vida misma de la gente, pero las firmas además sirvieron para apagar nueve
meses el motor de la sierra de Alfie. Al menos hasta marzo la usan
desenfhufada.
“El pueblo
uruguayo es muy antiimperialista, aunque muchos no se den cuenta”, me dijo una
vez Lauro Marauda, quien, por su experiencia de cuarenta años de tallerista en
casi todos los barrios y ciudades del país, conoce a fondo el alma paisana,
“nos viene de Artigas”. Se ve en la enseñanza pública, en la ANCAP, en los
Seguros del Estado, en el BROU, en ANTEL, en UTE, en lo que fue y luchamos para
que vuelva a ser el MIDES, y en toda la soberanía que hemos sostenido y hoy
quieren arrebatárnosla los de la papeleta del NO.
Muchos no se
dan cuenta, pero el pueblo sabe que, para defender la soberanía, tenés que
pelearte con el matón yanqui del barrio global. Tenés que aguantarle la
confrontación, pero, si cuando desembarca mercenarios en Chuao, no te animás a
señalarlo y encima le das vida a Almagro y sus tizones, está visto que tampoco
lo vas a enfrentar cuando el capital financiero te apreta con la renta o te
marcan agenda condicionante los canales de televisión. Está visto que vas a
claudicar.
El
referéndum no depende de las encuestas. Depende de nosotros mismos. Y nosotros
mismos, juntando las firmas, ya henos derrotado a las encuestadoras.
CUANTO
MEJOR, MEJOR
Por otra
parte, esa percepción de poder, de que el Frente hacía si le dejaban hacer,
hizo verosímil la promesa de campaña lacallista, de que no iba a tocar los derechos
que había conquistado el Frente. Promesa que este gobierno ha incumplido,
aunque no siempre ha podido revertirlos ante la resistencia de los colectivos
organizados y la campaña de firmas.
Después de
todo, esos derechos los había conquistado un gobierno al que habían limitado
aparentemente a voluntad. Y si se creía esa apariencia, más allá de los votos
en contra en el parlamento, era creíble que podían mantenerlos y que podían
más.
Es
pertinente la autocrítica que nos hicimos en el Congreso: que gobernamos “para
el pueblo, pero no con el pueblo”, aunque se formuló así de abstracta, cuando
la verdad es concreta.
Pero algunos
derechos los conquistó el pueblo con nosotros. Los militó el pueblo y nosotros
legislamos, particularmente en el período de Mujica (salud reproductiva,
matrimonio igualitario, desmafiosización de buena parte de la marihuana, entre
otros que fueron militados por la sociedad bastante antes de conquistados) y
algunos desde antes del gobierno del FA, por la clase trabajadora, con su
convención, su plenario y por otras organizaciones sociales. Esos derechos resisten
mejor.
Contra el
trabajo de zapa de los medios oligárquicos, de separar las conquistas de
quienes las conquistamos, la verdad concreta es que en muchas ocasiones no nos
atrevimos a poner sobre la mesa el poder popular para contrarrestar las
amenazas de los poderes imperialistas.
Salir a
juntar las firmas fue un muy acertado atrevimiento, y también lo hubiese sido si
no hubiésemos alcanzado la cantidad necesaria de firmas. Lo mismo aplica al
referéndum.
Cuando gane
la papeleta del SÍ vamos a ganar bastante más aún. El resultado y decididamente
el camino son la victoria, porque es el modo plebeyo. El ejercicio de pensar en
condicional es siempre provechoso después y antes del partido, pero a la cancha
se entra a ganar.
En
condicional, tenemos presente y futuro que, si no hubiese referéndum con
cualquiera de sus posibles resultados, estaríamos y habríamos de estar,
muchísimo peor.
A los
oportunistas les queda el anquilosado argumento de “cuanto peor, mejor”, contestado
por Lenin en “¿Qué hacer?”: “La socialdemocracia revolucionaria siempre ha
incluido e incluye en sus actividades la lucha por las reformas”. Reformar la
LUC, anulándole los 135 artículos más perniciosos para el pueblo es responsable
y “la responsabilidad siempre es revolucionaria” (Eduardo Bleier). O, dicho por
Rosa, “la lucha por las reformas no genera su propia fuerza independientemente
de la revolución. Durante cada período histórico, la lucha por las reformas se
lleva a cabo sólo en el sentido indicado por el ímpetu de la última revolución”
(“Reforma o Revolución”, Rosa Luxemburgo).
Ir por la
anulación de los 135 nefastos artículos de la LUC, no implica cambios
estructurales, pero impide que empeoren aún más la vida cotidiana de nuestra
gente y eso es revolucionario, “en el sentido indicado por” nuestra revolución
nacional y democrática, que “nos viene de Artigas”. “Que los más infelices sean
los más privilegiados” y no “que los más privilegiados sean los malla oro”.
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