El gobierno
insiste, hasta la demencia, en que lo peor de este Coronavirus es que nos
impide andar por las calles de la vida abrazando a todos los empresarios tal
cual ordena el Canciller.
El COVID-19
nos dio una coartada para desobedecerle evitando el contagio.
Pero todas
las medidas que tomó el gobierno, todas, antes y después del “aislamiento
voluntario”, fueron contra el trabajo y a favor del capital. Y todo el discurso
y la carga simbólica que nos echan encima, va en dirección a dividirnos.
Si tuviesen
la dicha de gobernar una plutocracia más históricamente reaccionaria, hubiesen
dicho como Bolsonaro. “Derecho a despedir sin indemnización ni seguro de paro
durante los cuatro meses o más que dure la pandemia”, o directamente como el
ministro de Macri, maestro de estos maestritos, “derecho a bajar sueldos y a
despidos sin causal ni coberturas para siempre”.
La reciente, insistente y desesperada patraña de
lacayito, en forzada agresividad a todo tic y trancazo gestual, es intentar
poner al trabajador privado contra el trabajador público, con una maniobra,
cuya mera parafernalia televisiva, leguleya, institucional y política, cuesta
más cara que los míseros doce millones que dice Arbeleche van a recaudar con
ella, de los cuatrocientos millones de dólares que dicen que se necesitan,
quedándose, preocupantemente cortísimos, porque no se está resolviendo ni la
cuarta parte de lo que debemos resolver para una cuarentena.
Los
descuentos a trabajadores públicos, para que aplauda la tribuna de
imbecilizados y arrastre redes a capturar desinformada gente de pueblo, no
representan ni el uno por ciento de lo que se precisa en el combate nacional, ni
ahorra un peso, porque ya se gastó en la maniobra para dividir trabajadores.
Con sus
propias palabras negó lacayito que estuviese dispuesto a donar parte de su
sueldo. “No voy a bajar mi estándar económico porque tengo que conservar mi nivel de vida” respondió cuando le preguntaron
si iba a hacer como Mujica, que donaba el ochenta por ciento de su sueldo.
Ahora, ante
esta magnífica oportunidad de dividir al pueblo, un veinte por ciento de quita
al sueldo presidencial se recupera, si es para desprestigio del Estado y de lo
público, si es para estigmatizar a los que luchan en primera línea, no sólo de
la salud, de la ciencia en general, de todos los servicios esenciales, nacionales
y municipales, agua, luz, gas, Internet, e incluso de las gendarmerías que
pueden llegar a tener que colaborar en un estado de sitio si llega a hacerse
imprescindible.
Todo lo que este
gobierno siempre pensó recortar y achicar, sigue haciéndolo aún en plena urgencia
de más Estado y un veinte por ciento del sueldo de lacayito, para él se
recupera fácil.
CLASE CONTRA CLASE, ¡LAS PINDONGAS!
Doce
millones y mucho más se llevan por día los propietarios de grandes superficies
que están medrando con la crisis sanitaria, doce millones y mucho más se
llevaron en el juego cambiario los apostadores informados con el dólar Uriarte
y, ni qué decir, del sector exportador, que
antes de las elecciones lloraba a lágrima viva para después celebrar que había
sido su año de mayores ganancias y nos habían garcado, una vez más, para
retomar un gobierno que, abrazo mediante, nos obligase a besarles los
mocasines.
A principios
de marzo, ya retornó China, salida de la crisis, para volver a comprar. En
Uruguay los sectores enroscados al imperialismo para los que lacayito gobierna,
doce millones los echan en cada palada a las carretillas donde se las llevan.
La banca
imperialista, sus CEOs, sus ejecutivos, sus gerentes, esos no. Esos se las
llevan en transatlántico.
¡Si será
osado! Parecen juegos de un niño de diez años. Pretende dividir dentro de la clase trabajadora, cuando no pudo, el
jueves 19, oponiéndose al acuerdo entre los obreros de la constru y los
empresarios constructores, dividir clase y sector de clase nacional o
nacionalizado. Al día siguiente bastaron (se dice fácil “bastaron”, pero es
organización con décadas de acumulación del SUNCA en todo sentido), quince
minutos de paro para que los bolsillos retomaran las conciencias y la
contradicción primaria se abriese, por el principio de resolución de lo
fundamental, patria o imperialismo, pueblos-oligarquía. ¿Se imaginan si tuviésemos el poder? No sólo
volver al gobierno, volver con más vocación de poder ¡Nuestro Frente
policlasista liberaría las fuerzas productivas vertiginosamente! Sería cuestión de menos de quince minutos de un viernes.
Sin embargo,
el poder popular construido secularmente por nuestra nación, permitiría, si
el gobierno de verdad pensase en los más vulnerables, actuar en consecuencia.
En Argentina Alberto Fernández decretó la suspensión del cobro de tarifas y
Edenor sigue cortando servicios en Provincia. Aquí OSE, ANTEL, UTE, ANCAP, ASSE,
UDELAR… son glorias evidentes como templos a esta hora de los hornos, por muy literalmente
duro que salga lacayito a estigmatizar a nuestros trabajadores.
¡¿Y pretende
que la solidaridad de los trabajadores públicos con los privados sea un pleito?! ¡Por favor! Alcanzó para empezar a mandarlo a las mpqlp y punto. Tanto fracaso, sólo para tratar de ocultar que, cuando la vida está en juego,
es lo público y lo estatal lo que salva de la muerte que plantaron los
financieristas, cuyos CEOs se están contaminando entre ellos, porque, aislados,
se abrazan solos, con entusiasta fervor talviano.
Talvi ordena
que abracemos a Trump, el Presidente empresario imperialista de reality show.
Así les fue a Johnson y a Bolsonaro por abrazar a Trump. El presidente
empresario, pensando siempre primero en la ganancia del capital, como lacayito,
destruyó el sistema sanitario de ese pueblo y ojalá pudiese ganar Sanders para
sacar a USA de tan lamentable primer puesto en contagiados por COVID-19 y
abandonar la criminal doctrina Monroe.
“LOS SINDICATOS” NO, YAMANDÚ
Canal 4,
preparando la miserable maniobra divisionista e ideológica fallida que estamos
explicando, emitió un mensaje del compañero Orsi, quien se olvidó, precisamente,
de mencionar al PIT-CNT entre las fuerzas de la solidaridad nacional. Dijo “los
sindicatos”.
Los
sindicatos en este país tienen una Central única. Costó esfuerzo el Congreso
del Pueblo del 58, la CNT desde el 64 y sobre todo, muchas vidas costó sacarla
unida en PIT-CNT de una dictadura fascista, para que ahora, cuando el Imperio
quiere poner en Uruguay trabajadores contra trabajadores, te prestes a la
confusión, Yamandú.
No es
traición. Nos avisaste que aprendiste de Felipe González, más otanista que la
NATO, más realista que el Borbón, más de la CIA que la CIA, pero con un Almagro
nos bastó y sobró demasiado, Yamandú. Cambiá de maestro Splinter.
En Uruguay
la división entre trabajadores no puede ni siquiera ser planteada
descarnadamente, por muy estratégica que la ordene la embajada, porque existe
el PIT-CNT, con toda la capacidad de unir y sostener un programa popular,
defender sus conquistas históricas e incluso fundamentar la suma de todas las
organizaciones sociales populares y asumir un rol determinante en la fuerza
política del pueblo.
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