El sábado
murió el Ministro de Economía de Hesse, Alemania, Thomas Schaefer,
"profundamente preocupado" por las repercusiones del coronavirus en
la economía alemana, según informó el primer ministro de este Estado federado,
Volker Bouffier.
Schaefer, de
54 años, casado y con dos hijos, pertenecía a la Unión Demócrata Cristiana de
Alemania, partido de la canciller Angela Merkel. Era una figura central del
gobierno regional, donde desde hace una década estaba a cargo del Ministerio de
Finanzas, y sonaba como sucesor del actual Primer Ministro Bouffier. Schaefer
trabajaba "día y noche" para ayudar a las empresas y empleados a
adaptarse a las repercusiones económicas de la pandemia, declaró Bouffier.
"Llevaba días dedicado exclusivamente a combatir la crisis generada por el
Covid-19” en el Estado donde se encuentra la ciudad de Frankfurt, centro
financiero alemán, sede del Banco Central Europeo y de grandes bancas alemanas.
Schaefer se
suicidó sin estar infectado de COVID-19.
El lunes el
periodista argentino Diego Fucks tuiteó, “Cuando te pregunten qué es demagogia,
mostrales esto", y adjuntó el posteo de la noticia sobre los descuentos a
funcionarios públicos que el gobierno de Luis aplica en los próximos
meses para crear el “fondo del coronavirus”.
Hoy me
entero que el “ahorro” que Arbeleche anunció “de U$S 12 millones”, no llegaría
a seis, muy por debajo del costo de instrumentación total de una medida de
diseño que no es sencilla ni rápida de aplicar, pero es un gesto, un
señalamiento al sector público, precisamente a esos cargos que la coalición de
derecha siguió dejando vacantes después del 1 de marzo, porque no encontró en
sus filas profesionales que agarraran por menos de la mitad de lo que cobran, o
cobrarían, en el sector privado.
Conocí unos
cuantos profesionales, del Frente y anteriores, que se quedaron en los entes
públicos pese a ofertas muy superiores de empresas privadas, no por su personal
seguridad, sino por la pura gratificación de la seguridad pública, por amor a
un Estado que quiso ser de bienestar.
Conste que
esto lo escribe un anarquista. Es más, un convencido de que la libertad plena
llega con la extinción del Estado y la desaparición de todo gobierno.
La verdad
concreta para la situación concreta hoy nos exige elegir: Estado que pueda
planificar o muerte.
Y no sólo
ante la pandemia. Ante la crisis de la economía mundial imperialista.
Quienes
tenemos por objetivo final la anarquía con cualquiera de sus utopías
milenaristas (“pan, vino y rosas” u otras fórmulas más completas pero siempre
para todos), hace siglos que discutimos sobre períodos de transición
socialistas, comunistas, tales o cuales dictaduras, democracias de clases o sectores,
masivos o elitistas, acción anarquista directa, pero este es otro asunto: El
capitalismo derrapó su última fase con la mayor catástrofe y sólo estados
nacionales muy fuertes y Naciones Unidas de verdad, nos pueden salvar la vida
para poder seguir discutiendo.
“NECESITAMOS CAPITALISTAS”
El gobierno
uruguayo va en la dirección exactamente opuesta a la salvación. Fanatizado por
el dogmatismo neoliberal a ultranza del Presidente y del Canciller, puesto a
ejercer la venganza oligárquica tras quince años de populismo, desecha
fortalecer el Estado que el populismo conservó y se obstina en achicarlo,
aunque la absurda propaganda privatista cueste vidas.
Ahora sí es
urgente la consideración para una ley, ahora sí una ley de urgente
consideración cabe en una verdadera crisis económica en Uruguay, pero la LUC
que iban a votar en el Parlamento los coaligados multirreacción, es cada día
más indefendible e impresentable. Todas
sus propuestas van a contramano de la historia.
“Necesitamos
capitalistas –dijo Lenin durante la NEP–, porque necesitamos capitales; pero
capitalistas productivos, bajo nuestra dirección, al servicio de y con la
protección del Estado Socialista”. El gobierno neoliberal de lacayito sólo
protege al capital financiero y financierizado (y, sobre todo, viceversa: el
imperialismo protege a este gobierno lacayo), mientras a las PYMES y medianas
empresas las están dejando morir, con medidas insuficientes y con mayor costo
para los trabajadores –porque el Seguro de desempleo lo sostienen
principalmente los trabajadores–, cuando no engorrosas y tardías.
En China, a
partir de 1978, Deng Xiaping aplicó la fórmula de Lenin. Entonces en
“occidente” empezaron a construir el imaginario propagandístico de que China es
neoliberal.
Lo rompió un
poco Trump cuando en su campaña electoral pasada tuiteó ingenuamente “¡que
China se abra a la banca privada!”, pero terminó de romperlo la inocultable
información sobre “la guerra de todo el pueblo” en Wuham y la urgente
industrialización conjunta cubano-china, en territorio del gigante asiático, de
Interferón cubano, en inmediato internacionalismo proletario.
Estamos en
el terreno de las teorías. O sea, en cierta medida de las creencias. No hay
plenos acuerdos científicos sobre estos sucesos en desarrollo, pero en el
devenir de los hechos, hoy se refuerza la falta de credibilidad de los
vacilantes gobernantes imperialistas.
EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN
Un
antecedente a tener en cuenta es la deriva de la OMS:
“En el año
2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) fabricó, difundió, gestionó una
pandemia inexistente, de una gripe que tuvo varios nombres: aviar, gripe
porcina, gripe HN1.
La amenaza
real no existió. Fue una operación de marketing planificada durante años.
Incluso hubo que redefinir lo que es una pandemia. Todo fue un gran negocio de
la OMS y el BigPharma, nombre con el cual se conoce a las transnacionales del
medicamento” (desarrolla Claudio Iturra en esta nota de Resistencia,
https://www.facebook.com/notes/resistencia-medio-alternativo/la-oms-fabric%C3%B3-una-falsa-pandemia-de-gripe/125098038972180/)
Pero son
muchos los elementos a considerar.
Cuando la
OMS operó para las farmaceúticas había un claro beneficio económico en juego.
Ahora, ¿cuál es el beneficio de esta hecatombe económica en Estados Unidos y Europa?
No me parece que estén exagerando a costa del bolsillo. Intentaron salvar la
economía a costa de la vida. Así se pierde todo.
Tiene el
agua al cuello y a los manotazos, Trump levanta la cuarentena en medio del
mayor índice de contagio mundial. aunque los tanques de pensamiento gringos, en
su mayoría, se oponen, porque temen que sea peor poner a funcionar la economía
con COVID-19 que mantenerla paralizada. Especialmente para la propia economía.
Entonces Trump se desdice y vuelve a desdecirse.
Otros opinan
que el sistema de salud yanqui es tan inoperante que da lo mismo qué medida
tome el gobierno sobre la sociedad. Las mayorías están por fuera del sistema,
un tratamiento contra el COVID-19 cuesta decenas de miles de dólares y hasta
ayer un test costaba tres mil.
En el
terreno, por el momento insuperable de las teorías, la que cierra mejor es que
el virus fue plantado en los juegos militares, creado en Fort Detrick, guerra
bilógica, que, derrotada por China, colapsa los sistemas sanitarios en países
que hace décadas recortan presupuesto en salud y no tienen planificación. No
hicieron la revolución, no sustituyeron el Estado burgués privatista por un
Estado al servicio del pueblo.
Uruguay todavía
tiene el Estado del viejo Batlle,
admirador de Lenin, conservado por el Frente Amplio, pero vive la tragedia de
que hoy lo gobiernan sus peores enemigos, en Presidencia, en Cancillería, un
nieto de requeté, que del bisabuelo Herrera nada heredó y un Chicago Boy,
epígono de Ramón Díaz, el bloque histórico exactamente opuesto al del pueblo.
“El batllismo es el pueblo contra la oligarquía”, definió el viejo Batlle, gran
estatista, con el anarquista Domingo Arena de mano derecha.
La
cuarentena necesaria que el gobierno se niega a declarar porque no quiere tomar
las medidas económicas que la harían posible, es también para que la
paralización de la economía no sea indefinida.
Lo que
lograron los chinos y coreanos es posible en este país, pero se necesita
cambiar diametralmente el rumbo. Un gobierno de ultraderecha lo está haciendo
en Europa. Con ayuda china, rusa, cubana, venezolana, Italia empezó anteayer a
ralentizar los contagios. Albricias. Si nuestro gobierno, aún sin cambiar su
signo derechista, aceptara la realidad y actuase como ahora lo está haciendo el
italiano, lo aplaudiríamos. No estamos confrontando minucias. Son las grandes
prioridades lo que está en juego.
En España,
USA, Bélgica, Reino Unido y otros que se están incorporando al contagio por
importación, no se comprueba una solución, pero sí que la cuarentena da tiempo.
En USA e
Inglaterra, que priorizaron la economía, el contagio se disparó, dispusieron la
cuarentena tarde (más tarde aún que casi todos los países que la dispusieron
tarde pensando en los efectos económicos) y ahora no saben qué hacer.
En
Argentina, Alberto Fernández está dando la pulseada a favor del Estado, con un
85 % de aprobación pública, pero no es fácil, porque Martínez de Hoz, Menem, De
la Rúa, Macri y los genocidas históricos que integran el bloque de la embajada,
el antiguo bloque de Braden, desmantelaron el Estado y el gobierno casi no
tienen poder. Recuperarlo va a ser arduo, aunque se está intentando con valiosa
ayuda del Papa.
Debemos
seguir a la República Popular China. Los chinos aislaron completamente Hubei y
en Wuham fueron casa por casa asegurando la cuarentena, pero el resto del país
se puso a trabajar para Wuham, reciclaron fábricas, pusieron todas las empresas
públicas y privadas al servicio de Wuham. Pararon tres meses la economía,
pasaron de manejar 50 mil conteiners diarios a los 2000 imprescindibles para
servicios y bienes para solucionar la continuidad de la epidemia, así
resolvieron.
Ahora, ¿cómo
hacemos eso en países capitalistas? Leo que intendentes de Provincia de Buenos
Aires están aislando las ciudades que no tiene el virus para que no les entre.
¡Es al revés de lo que hicieron en China! ¿Cómo controlar el comercio de
alimentos si el Estado no manda? En Uruguay nos dice el Ministro de Salud que “la
muerte es parte de la vida”. No me tranquiliza. Seguro que Schaefer pensó lo
mismo.
En economía
de guerra, los bienes y servicios tienen que estar asegurados, la logística
primero. El mundo está en guerra biológica.
¿Cómo hacer
para aislar socialmente en los asentamientos? Johnson decía que contagiándonos
todos nos inmunizábamos. Comprobó que no es así.
Se necesita
conciencia popular de la hipótesis de conflicto acertada. ¿Estamos preparados?
Pienso que no hay enfermedad y remedio separados en términos de “salud o
economía”. Ninguno es peor que el otro porque son lo mismo. El virus y las
economías antipopulares.
Vamos a
tener que estatizar todo lo necesario para poder planificar. Es parte de la
guerra mundial irregular. Si no lo hacen los gobiernos, el pueblo se va a
plantear el tema del poder popular, y
cuando un pueblo se plantea un tema, decía Karlito, es porque puede resolverlo.
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