Donald Trupmp
tuiteó una bandera de USA para reivindicar la autoría del atentado terrorista
contra Irán e Irak en el aeropuerto de Bagdad, con bombardeo aéreo, que asesinó
al general iraní Soleimani. Fue la manera en que Trump se hizo reconocer
yanqui, porque, pese al matonismo verbal y gestual del presidente de USA, el
mundo ya empezaba a dudarlo yanqui. Trump insultaba a cualquiera, empujaba a
sus pares para salir en el centro de la foto, bravuconeaba, “sancionaba”,
bloqueaba, cercaba (a tantos países que el cerco empezó a aislarlo a él mismo),
atacaba cibernéticamente, amenazaba con “fuego y furia nunca vistos”, pero hasta
este momento parecía que iba a convertirse en el único presidente de USA que, en
todo su “mandato”, no había invadido militar y directamente a otra nación (incluyendo
a las indígenas originarias norteamericanas).
La escalada
de la guerra de USA contra Irán a la invasión militar directa tiene motivos y
objetivos que sólo en parte se relacionan.
Un motivo –el
más cercano a Teherán– es Irak. Cuando Bush hijo invadió y ocupó Irak en 2003,
al costo total de dos millones de iraquíes muertos, en su gran mayoría civiles,
desde la guerra impuesta a Sadam contra Irán, el bloqueo y la horca económica
previa a los bombardeos a Bagdad y la represión de la resistencia después,
pasando por la invasión devastadora, la ocupación militar sin término desde
2003 y los sabotajes desde que asumió el gobierno chií en Irak, algunos de los
objetivos yanquis fueron controlar el petróleo, que no se negociara en otras
monedas que el dólar y que fuese USA mismo el que lanzase una ofensiva militar contra Irán desde la
frontera iraquí.
USA logró
muy pocos de sus objetivos y esos pocos sólo parcialmente. Por ejemplo, no
pudieron usar Irak nuevamente contra Irán, porque al derrocar a Hussein lo que
hicieron fue quitarle el gobierno a la minoría sunní para que se empoderara en Irak la mayoría
chií, la misma de Irán, que en poco tiempo estrechó sus relaciones hasta la
unidad actual de los gobiernos de Teherán y Bagdad. Tampoco pudieron los
yanquis controlar el petróleo a su antojo, porque no tenían todo el control del
gobierno (y el que tienen es en base al
hostigamiento) y la resistencia iraquí no cesó nunca, haciendo retroceder al
Daesh (creado por USA a partir de su anterior criatura Alkaeda), confinando a
los ocupantes a una embajada fortificada con posiciones militares alambradas y
encerrados sin chance de ejercer la ocupación efectiva del territorio, por
muchos efectivos que sumaron a la agresión en años posteriores y, últimamente,
hasta la influencia del dólar está debilitada, porque se le opone “el club de
los sancionados”.
Desde 2008, durante
la presidencia de Obama, el Departamento de Estado USA intentó sacar un pie del
berenjenal de Medio Oriente y “pivotear hacia el Este”, rodeó a China con más
de un centenar de bases militares, usó las guerra en todas las regiones primordialmente
para interrumpir la Ruta de la Seda (el proyecto chino de conectividad e
infraestructuras global, de comercio en igualdad ganar-ganar y cinturón de
seguridad para la paz mundial), pero USA siguió dependiendo de petróleo ajeno
porque no pudo hacer redituable el fracking.
Obama
invadió Libia, asesinó a Gadafi y el “eje hacia el Este” le quedó pendiente a
Trump para su juego de aranceles, pero tampoco terminaron nunca de controlar el
petróleo de Libia, que en este momento tiene un ochenta por ciento de su
territorio en poder del Ejército Nacional Libio, apoyado por Rusia, mientras
Turquía envía los restos del ISIS sirio a una ratonera en la asediada Trípoli.
Y lo más increíble para los yanquis: no pudieron entrar a Venezuela a saquear
petróleo, oro y otros recursos.
Entonces a
USA empiezan a sobrarle los motivos para el manotazo de ahogado más terrorista
de la historia: una “tercera guerra mundial”. Plan Cóndor 2 en América del Sur,
“fuck Europe”, salida unilateral del acuerdo nuclear de todas las potencias con
Irán, salida unilateral del acuerdo de París contra el cambio climático, guerra
a la OPEP y que se dispare el precio del petróleo para sustentar un fracking
que no es redituable a menos de 80 dólares el barril y ya no tiene la capacidad
de explotación que tuvo al comienzo, porque el terreno se degrada, aparte del
daño ecológico irreversible que produce. Y otro motivo, circense pero
igualmente terrible, es el impeachment a Trump.
Trump fue
condenado en diputados pero va a ser absuelto en el senado, aunque el precio
político que tiene que pagar es alto. Si no lo han boleteado es porque su
muerte favorecería en definitiva a Sanders (el candidato demócrata progresista
a quien va a ser difícil que puedan robarle otra vez las elecciones en el
partido de Biden).
Cada vez que
cometen magnicidio propio –lo hicieron tres veces en la historia de USA–, es
porque están seguros que a un Kennedy sigue un Jhonson, por ejemplo. Ahora a
Trump no le alcanza con su cara de muy poquitititos amigos para que la
población yanqui –adicta a la guerra, la más dura de sus muchas drogas– lo
vean como al duro republicano que desean votar.
Aunque sabe
que cuesta un dineral y puede arruinarle la recuperación económica que en parte
logró, Trump necesita guerra. El departamento de Estado ya le quitó los tres
halcones horripilantes con que lo había rodeado, Abrams, Bolton –ya renunciados–
y ahora Pompeo –el último Jefe de CIA Secretario de Estado, que dejó a Guaidó y
López colgados del puente Altamira con un racimo de bananas verdes y para
culminar en Ucrania potenció el relato de conspiración de Trump contra Biden,
en vez de “servidores del Partido Demócrata simulando operación rusa”–. Ahora
asumió directamente el mando el aparato industrial armamentista, Wall Street y
los ejércitos gendarmes del imperialismo (la OTAN, aún con reticencias de media
Europa). Trump había sacado sus soldados de Siria ante la amenaza turca. Las
Fuerzas Armadas lo criticaron públicamente y enviaron contingentes para
trasladar los restos del Daesh sirio a Irak e impulsar por enésima vez un
intento de “revolución de colores” contra Irán.
La respuesta
de la resistencia Irakí fue la multitudinaria toma de la embajada de USA en
Irak.
El atentado
contra Irán e Irak reivindicado por USA es la jugada apocalíptica más terrible
de cuantas ha sufrido nuestro planeta. Porque si se responde atentado estatal
contra atentado estatal, el resultado es “guatemallizar el conflicto universal”
(muerto por muerto, pero en este caso Estado-nación por Estado-nación), es el
corolario fatal de la lección de Gramsci: el pesimismo de la inteligencia.
Todos los
imperios en la historia recurrieron a todos sus recursos disponibles antes de
caer. El yanqui tiene arsenal nuclear y demuestra que está dispuesto a
cualquier cosa para evitar el multilateralismo.
OTRAS
RESPUESTAS POSIBLES
Rusia ya
anunció su apoyo a Irán ante cualquier medida que tome. También China, Pakistán
(potencias nucleares) Siria, Egipto e Irak respaldan las primeras declaraciones
de las autoridades de Teherán en el sentido de que “el martirio del general
Solaimani reforzará la resistencia iraquí a la ocupación yanqui”, pero USA
tiene sus aliados en la región (Israel y Arabia Saudita) que en un contexto de
escalada militar llevaría la guerra a las puertas de Europa.
La unión
sinorrusa va más lejos. Visto que las resoluciones de la ONU no tienen efecto
ninguno sobre USA ni sobre Israel, plantea trasladar la sede de la multilateral
a Europa o Asia, retirarla de Washington. No sería meramente simbólico. Europa
ya sufrió la migración siria provocada por decisiones de Washington con o sin la
OTAN, ya viró en sus relaciones comerciales hacia Rusia (gasoducto báltico,
entre otras) y China (socio estratégico de Italia, ya), Merkel es la mayor
piedra en el zapato yanqui a pesar de que la UE, que en gran medida conduce
Alemania, es más dependiente económicamente de USA que cualquier otra región
continental, y Macron, presionado por su pueblo, también enfila hacia la Europa
de De Gaulle (de Brest a Vladivostok).
Una guerra en
Medio Oriente a las puertas de Europa, multiplicaría el problema migratorio y
cohesionaría la isla global euroasiático africana, especialmente a través de
Turquía. A pesar de Inglaterra, el paterno aliado de EEUU y de los gobiernos de
Portugal y de España, que han sido en las últimas décadas, sin importar los
signos de izquierdas o derechas que exhiban, los más arrastrados del mundo ante
el imperialismo anglosajón.
En América
varias situaciones se definen este año, la continuidad o no de nuestra mayor vergüenza,
Almagro, en la OEA, las elecciones en Bolivia, la Constituyente en Chile y los
devenires que las acompañen, pero va a seguir sin solución el asedio a
Venezuela, más aún por cómo puede impactar en el precio del petróleo la
escalada bélica en el golfo Pérsico.
Irán no es árabe.
Es persa. No carece de historia civilizatoria dominante antigua ni de
consolidado y experimentado antiimperialismo reciente, centenario. No me parece
que vaya a tomar una decisión apresurada ni incauta. Preveo que va a aislar a
Trump, paso a paso, hasta en el corazón del Imperio.
Vamos a ver
qué se firma el 15 de enero en la Casa Blanca entre Trump y delegados chinos
(Xi no concurre en persona), como fase uno de un incierto (e imprevisible como
casi toda la deriva de Washington últimamente) pacto para desandar la guerra
comercial, que ya es global.
Si los
chinos, en etapa de confrontación estratégica con USA, deciden postergar las
compras a la agroindustria votante de Trump, la banderita del tuit puede
costarle la presidencia más allá del Impeachment. El Estado profundo USA
tendría que volver a reacomodar sus piezas visibles.
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