No somos
indiferentes a los matices. Seriamente, no fue lo mismo Carter que Bush, ni
Kennedy que Johnson, ni son lo mismo Sanguinetti que Manini o Sanders que Trump, pero ante la
guerra –y ante ella estamos– no hay matices entre el imperialismo y sus
víctimas. “La guerra no es cosa seria porque no es cosa de juego”, nos dijo Platón en sus Leyes..
El mismo
Lenin que en 1914 tachó de “socialtraidores” a los partidos de la II
Internacional que fueron a la guerra imperialista –entre ellos el laborista
ingles de Arthur Henderson–, pocos años después llamó a trabajar junto a los
laboristas contra los conservadores en Inglaterra, siguiendo la línea de “Dos
tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática”, para explicar a
las masas que “la dictadura del proletariado es mejor que la dictadura de la
burguesía porque la democracia de los soviet es mejor que la democracia de los
lores” (sic, en “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”). O
del British.
Ahora, en
Europa, no es fácil distinguir los caminos de acumulación de fuerzas para una
revolución democrática. Los matices existen pero no son lo que se esperaba.
Acaso en
España resulta más sencillo sólo porque la derecha tradicional es post, neo o
simplemente fascista (lo más terrorista del capital financiero imperialista),
puesta a prueba en Las Azores, aunque la de su alternante bipartidista, el
PSOE, haya presidido la OTAN (Javier Solanas) para bombardear Belgrado. A este contubernio ayudó la indiferencia del
PCE de Carrillo, que se aisló y apresuró a marcar tamaño electoral menor tras
los nefastos pactos de La Moncloa.
El día
siguiente a las elecciones del 28 de abril de 2019, cuando todos daban por
segura la formación de gobierno en España, cuando tanto Sánchez como Iglesias
aseguraban un gobiernos de coalición, dije que no habría tal gobierno hasta que
Sánchez no se viera en el callejón sin salida tras una reiteración de las
elecciones. "Cuando Sánchez sea un derrengado despojo al precio de no
pactar, es posible y plausible que medie y dialogue con cierta honestidad como
Zapatero en Venezuela, pero ahora está en la fase Zapatero en Montevideo
viniendo a hacer campaña con alardes de éxito por la baja de la edad de
imputabilidad o, más precisamente, como Felipe González cuando venía a
entrevistarse con Sanguinetti y pasaba de largo por donde nuestros compañeros
Reynaldo Gargano y José Díaz, como seguramente va a pasar de largo Sánchez de
Unidas Podemos mientras no se tope con la pared. Su decisión ya está
tomada." concluía.
Así fue
porque así era. Sánchez lo resumió en su frase de clausura de las negociaciones,
tan deudora de aquella de Fellipillo, "prefiero morir apuñalado en el
metro de Nueva York antes que vivir sano en Moscú". Y aunque hoy Unidas
Podemos de Moscú nada, Sánchez lo sintetizó con idéntico anticomunismo cerril:
"No dormiría tranquilo si hubiera formado un Gobierno de coalición con
Unidas Podemos".
"Que
pruebe a hacerlo en la cama de una celda por haber convocado a un referéndum”,
le contestó Quim Torra, Presidente de la Generalitat de Catalunya, dirigente de
Ezquerra Rerpublicana Catalana.
Las últimas
elecciones no cambiaron sustancialmente los resultados. Reforzaron a Vox por
derecha, al independentismo vasco y catalán por izquierda, hundieron a
Ciudadanos por donde se lo mire y nada más. Esta coalición obligada, que
después de meses de diálogo fracasado se concretó a primera vista de los
resultados, es un parto no deseado, con un Presidente condenado al insomnio.
¿Y DONDE ESTÁ EL PILOTO?
Por cierto,
Oriol Junqueras y las otras autoridades catalanas encarceladas por el
franquismo actual (léase pacto PSOE-PP por el 155 de la Constitución firmada
con la pistola de franco sobre la mesa), duermen efectivamente muy tranquilos
de consciencia, con la mayoría absoluta de sus compatriotas votando la
autodeterminación, la soberanía, la libertad y la independencia de Catalunya.
Cuantos más años de reclusión les quieren imponer los fantoches de la Audiencia
(13 a Junqueras), más temprano el pueblo catalán movilizado los va a liberar,
liberándose definitivamente a sí mismo.
La coalición
que Sánchez quería era con Ciudadanos, pero las elecciones clausuraron la
posibilidad y hasta la utilidad de obligar a Rivera a aceptarle esa coalición al
guaidoísta Sánchez (el primer europeo que proclamó a Guaidó Presidente de
Venezuela), para decepción de los poderes económicos oligárquicos,
imperialistas y del Borbón, que, sin embargo, siguen siendo los poderes del
Estado español.
No somos
indiferentes al matiz que pueda pintar Unidas Podemos en alguna parte del
gobierno, ni dejamos de celebrar que los de Iglesias hayan roto el bipartidismo
hace ya unos años, pero ¿dónde insistirá Josep Borrell, el de las maniobras
desesperadas para que la UE no difiriera su pronunciamiento sobre Venezuela el
23 de enero de 2019, el que en la presidencia del desacuerdo señalaba Hong Kong
y Xinxiang a la manera gif de Luis Almagro en la OEA?
LA GUERRA ES EL ENEMIGO
Las tropas
imperialistas estaban ocupadas en Medio Oriente y todavía no había asumido
Obama para pelearse con el mundo entero. La guerra es muy cara al imperialismo,
es el aire que respira, aunque últimamente le resulta poco redituable y demasiado
costosa.
Con
Obama-Hillary se dio el “pivot a Asia” para cercar a China de bases militares
yanquis e intentar detener su implacable avance comercial y económico,
absurdamente se declaró a Venezuela “amenaza inusual y extraordinaria para a la
Seguridad de USA”, escalando la agresión a Nuestramérica, aumentaron las tropas
yanquis en Afganistán, no se retiraron de Irak, “sancionaron” a Rusia por
defender el Donbas y Crimea del inefable y fugaz Maidán de la CIA, insultaron a
toda Europa pero especialmente a Alemania, “fuck Europe”, por no volver a
lanzar sus tropas contra Rusia como en tiempos de Hitler, destruyeron Libia,
intentaron destruir completamente Siria, todo sin mayor beneficio para nadie
que no fuese el complejo militar y el caos para interrumpir o perturbar el
trazado de La ruta china de la Seda, el único proyecto global humanista de la
actualidad. Lo que siguió fue Trump. El Imperio había fracasado pero podía
seguir haciéndolo con un psicópata mayor al frente.
Por su lado,
Europa siguió afianzando gobiernos de derecha, más sinceros en su definición.
¿Cuándo la Europa colonialista e imperialista fue otra cosa que la derecha
mundial, salvo en parte de su periferia nórdica hasta el asesinato de Olof
Palme, 151 días en la República Española o 21 días de Comuna de París? Matices
aparte.
Te hablaban
de "igualité" mientras ahogaban en sangre a Haití. Pero hoy, con
cierto margen para expresar algunas de las contradicciones geopolíticas
inexorables que tiene con USA, nuevos líderes de derecha europea, que no
firmaron las invasiones a Afganistán, a Irak, a Libia, a Siria, el
hostigamiento a Irán, se sienten irresponsables del aluvión migratorio consecuencia
de esas invasiones y hasta se atreven a mencionar las causas que lo originaron.
Con matices,
los otros líderes europeos, los que provocaron, con sus guerras neocoloniales,
la marea de refugiados, los supuestamente moderados de la derecha de siempre,
tampoco se responsabilizan, pero además callan.
Los nuevos
abren su comercio a China, a Rusia, a Eurasia, sin complejos y sin tanta
genuflexión a Trump. Y nosotros caemos en el error de decir que el mundo
(porque además seguimos creyendo que Europa es el mundo) “se vuelca a la derecha”,
cuando el gasoducto ruso y nórdico es festejado por la Angela Merkel más
sonriente de la historia abrazando a Mebvédeb, mientras Putin celebra en Estambul otros
mil kilómetros de gasoducto hacia Turquía, Bulgaria, Serbia, Hungría,
saltándose Ucrania en ambos casos, por su inestabilidad.
¿Cuál es la
izquierda? ¿El banco central de Portugal, regido por un gobierno “socialista” apoyado
por el PCP (uno de los partidos más admirables del siglo XX), que, por temor a
las sanciones de Trump, no devuelve los millones de dólares que le rapiñaron a
Venezuela ni gira los ya comprometidos para trasplantes de médula en Italia,
mientras el gobierno italiano, que se autodefine de derecha, cubre los gastos
de los trasplantes, aun temiendo la misma ira de Trump y sabiendo que Venezuela
no podrá devolverle el dinero hasta que la Reserva Federal lo permita?
¿Izquierda o
derecha? El mundo son los 144 países que reconocen a Maduro. La derecha son los
54 países que reconocieron a Guaidó (hoy quedan reconociéndolo, nominalmente,
50;, en marzo se suma Uruguay, en la práctica, ninguno), entre ellos, ese
estafador gobierno de Portugal (indigno de sus Capitanes de Abril), que, por
orden de Trump, se ha quedado con miles de millones de dólares y sus intereses
expropiados por sus bancos al pueblo de Venezuela (más de 6 mil millones en
toda Europa).
¿Pedro
Sánchez de Leopoldo López y el Borbón?, ¿el beatle amarillento que asumió en
Inglaterra imitando el anaranjado de Trump?, ¿El ultra neoliberal Emanuel
Macron, represor de los chalecos amarillos y de la huelga contra el recorte de las pensiones?, ¿el abatatado gobierno griego? Lo
más parecido a una izquierda que gobierna en la vieja Europa, es Merkel,
insumisa a USA con fina sutileza. Aceptó con responsabilidad un millón de
refugiados aunque no fue ella la principal culpable de los crímenes de la OTAN
provocadores de los desplazamientos. Nunca hace declaraciones contrarias a
Israel (pragmatismo y complejo de la mano), pero el 11 de enero va a estar en
Moscú entrevistándose con Putin, también sobre Asia suroccidental y el “Gran
Medio Oriente” que nombró el general Sharon, el “creciente árbol de la
resistencia” que dijo el Presidente iraní. Un hecho político a favor de la paz
más fuerte que las declaraciones.
La paz es el
aire que respiramos nosotros pero la historia indica que, cuando el Imperio
entiende finalmente que no puede respirar, nos lleva a todos a su tumba. De
varios modos es lo que está haciendo el imperialismo desde que existe como
última –no superior– fase del capitalismo. Al costo que sea.
Mientras
tanto resistimos. Quizás hallemos la manera de atarle las manos al corazón de
la bestia.
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