viernes, 23 de diciembre de 2022

¿Quién quiere ser Presidente?


 

Existe un juego de mesa llamado “¿Quién quiere ser presidente?”. En sus instrucciones se presenta “político-satírico donde los jugadores asumirán roles de presidente y gobernadores para llevar a cabo duras negociaciones con el fin de obtener dinero, votos y poderes que representan los puntos de victoria para ganar la partida. Las mecánicas principales son la negociación, el take that y la votación”. El juego en realidad, es un ejercicio performático de la tan manijeada por el poder “opinión antipolítica”, que no es otra cosa que la opinión política reaccionaria, en este caso recurriendo en su título, con cinismo, a una paráfrasis del de la taquillera película “¿Quién quiere ser millonario?”.


El juego, bien promocionado, tiene éxito en todo el occidente colectivo y entre las capas acomodadas de Perú no es la excepción.


Pedro Castillo Terrones hoy todavía es Presidente de Perú por el voto popular de hace nada más que 18 meses, pero está preso. Un fiscal pidió 18 meses de preventiva, uno por cada mes que fue presidente, aunque el poder económico (¿qué millonario quiere que haya presidente?) no lo dejó gobernar ni un sólo día de estos dieciocho meses. Apenas gobernó quince minutos para decirle al pueblo que todavía recordaba bien la piedra de toque del programa que el pueblo le mandató: asamblea constituyente. Quince minutos después lo vacaron.


Otro fiscal pero en Argentina pidió para Cristina Fernández de Kirchner 12 años de cárcel, uno por cada año del gobierno popular y nacional del Kirchnerismo. Cristina, vicepresidenta de Argentina, finalmente fue condenada a seis, condena algo menor a la que tuvo preso a Lula, por ser presidente contra los intereses de USA, o a la que tiene en el exilio a Rafael Correa por idem, o a tantos otros presidentes elegidos por voto popular que quisieron cumplir con sus pactos electorales y por eso los destituyeron desde las sombras del lawfare o, mejor dicho, de “la mafia mediático-judicial del plutocrático Estado paralelo” (no menos de veinte en los últimos veinte años en nuestra América, hoy presos, asesinados o suicidados. Ocho en Perú, no sólo de izquierda; cualquier detalle que al imperialismo no le guste es causal de destituciones: no da el espacio de esta columna para ir caso por caso).


Para las próximas elecciones, en cualquiera de nuestros países, salvo en Cuba, Vemezuela, Nicaragua, que por algo USA no las considera democráticas, la pregunta es ¿quién quiere ser presidente para cambiar algo desde el “gobierno democrático”? O dicho de otro modo: ¿Quien tiene ganas de ir preso, que lo maten o que lo suiciden?


El Estado paralelo está montado además para disciplinar.


Seamos “pragmáticos” y preguntemos en el rango de lo “posible”. ¿Quien quiere ser un subgerente de tercera línea del capital financierista con el título de presidente de una república?


EL JUEGO EN PERÚ


Carlos Marx no estuvo de acuerdo con la revolución de los comuneros de París hasta el 18 de marzo de 1871 cuando se concretó la insurgencia. Entonces se puso en su primera línea hasta la muerte. Pensaba que una revolución que no es capaz de defenderse es mejor que no se haga. Efectivamente, la Comuna no fue capaz de ir contra los versalleses y la ahogaron en sangre, pero de su experiencia extrajo Marx “la forma política al fin descubierta que permite realizar la emancipación económica del trabajo”. El 30 de mayo de 1871, apenas dos días después de concluida la Semana Sangrienta, Marx escribió una férrea defensa de la experiencia comunera, en la que sólo entre líneas es posible leer la crítica a la demora de las milicias en marchar sobre Versalles. El mérito histórico de la Comuna consistía en su propia existencia. Primer ensayo, fallido pero heroico, de gobierno obrero.


Pedro Castillo Terrones no fue capaz de defender la victoria electoral que lo hizo presidente, hasta concluida su experiencia presidencial con los votos de la vacancia asegurados para la oposición el 7 de diciembre. Ahora algunos cronistas dicen que su primer ministro Aníbal Torres le hizo creer a Castillo que los votos ya estaban para impulsarlo a la disolución del impopularísimo congreso y el llamado a elecciones con poder constituyente para que elaborase una nueva constitución en menos de 9 meses, pero la oposición sólo necesitaba 87 votos y obtuvo 101, apenas unos minutos después. Torres está preso con Castillo. Es más probable que esas crónicas apunten a deslegitimarlo en momentos en que el pueblo ha salido a las calles, a las rutas, a los aeropuertos y a la toma de oficinas públicas, porque si Castillo Terrones resiste, si él se defiende, se defiende la revolución.


Otros cronista, entre ellos Ricardo Belmont, dicen que el golpe y la cama que le hicieron Castillo, lo planificaron la vicepresidente Dina Boluarte con la comandancia de las fuerzas armadas y no sería extraño, porque Castillo, poco antes de su mensaje de disolución del Congreso y llamado a elecciones, había hablado con el comandante del ejército, .Walter Córdoba Alemán.


Si algo no tenía la presidencia de Castillo era fuerza política. Un partido de izquierda con alta especificación teórica, Perú Libre, lo llevó al gobierno con un 18% de los votos de primera vuelta. No fue el caso del MAS boliviano, del PSUV venezolano, del Frente Amplio de Uruguay o del Partido Comunista de Cuba, por poner casos de fuerzas políticas organizadas mayoritarias en que se apoyaron otras opciones de gobierno desde la izquierda.


Dina Boluarte, la vicepresidenta, que hasta dos semanas antes había jurado acompañar a Castillo si era vacado y cumplir así el mandato electoral, quien, a su vez, tenía también un proceso de vacancia abierto con el mismo abstracto argumento de acusación que a Castillo, de “incapacidad moral permanente”, o “corrupción”, una semana antes de la destitución de Castillo fue notificada por el congreso del archivo de su causa.


El 7 de diciembre Boluarte asumió la “presidencia”, con un discurso de “unidad nacional” y un ya cocinado gabinete de cuarta fila de tecnócratas de derecha, línea prevalente Pedro Pablo Kuczinsky, cuando no fujimoristas, en resurrección de dos de los gobiernos derechistas que la antecedieron.


Pero si algo tiene hoy la fuerza política del pueblo peruano es liderazgo. El del propio Pedro Castillo Terrones, quien, con dos cartas desde la cárcel, señaló con exactitud “al monstruo y sus tizones”.


NO TODOS SON LO MISMO


En una serie de mensajes compartidos en redes sociales, Pedro Castillo dijo que no ha renunciado a su cargo de presidente de Perú y rechazó la convocatoria a nuevas elecciones que planteó “la usurpadora”, Dina Boluarte.


A través de su cuenta de Twitter, Castillo compartió una carta en la que afirma que ha estado "humillado, incomunicado, maltratado y secuestrado".


Pidió a los peruanos no caer en el "juego sucio de nuevas elecciones" que, expuso, es una "estrategia de las fuerzas políticas de derecha peruanas".


En la segunda carta desde prisión, el presidente acusó a la embajadora de Estados Unidos en Perú, Lisa Kenna, de coordinar el uso de las fuerzas militares durante su encuentro con Dina Boluarte.


Los gobiernos de Colombia, México, Argentina y Bolivia habían expresado el lunes 12 "su profunda preocupación por los recientes sucesos que resultaron en la remoción y detención de José Pedro Castillo", a quien describen como víctima de un "antidemocrático hostigamiento" y luego de una persecución judicial que viola la convención interamericana de derechos humanas.


"Para el mundo no es novedad que el presidente Castillo Terrones, desde el día de su elección, fue víctima de un antidemocrático hostigamiento, violatorio del artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de Costa Rica, aprobada el 22 de noviembre de 1969, para luego ser objeto de un tratamiento judicial de la misma manera violatorio del artículo 25 de la mencionada convención", dice el comunicado de los cuatro países.


Si bien no demandan la restitución de Castillo y reconocen su "remoción y detención", piden a los "actores involucrados" que "prioricen la voluntad ciudadana", se abstengan de "revertir la voluntad popular expresada con el libre sufragio" y se "respeten a cabalidad los derechos humanos del presidente Pedro Castillo."


Para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, Castillo sigue siendo el mandatario de Perú, ya que fue electo por la vía democrática.


Sobre el gobierno que que representa ahora Dina Boluarte en Perú, el mandatario mexicano dijo que a su país no le corresponde otorgar o no un reconocimiento, aunque acotó que la relación está en pausa en espera de que haya una salida democrática. Asimismo, señaló que mantendrá la embajada de México en Lima. Acto seguido, Boluarte expulsó al embajador mexicano en Lima.


En las calles la insurgencia ha costado ya más de 30 muertos, ante la salvaje represión ordenada por los poderes fácticos ante el campesinado y los pueblos indígenas del Perú profundo.


En todos lados es lo mismo” dijo un compañero comunicador refiriéndose a la fata de poder del gobierno en Argentina, a la debilidad de su Estado y al vacío, en definitiva, de la incidencia del voto popular. “Los que no tienen plata van de alpargatas, todo sigue igual”.


Pero existen gobiernos que gobiernan, Estados respetados y pueblos soberanos. Son la mayoría del mundo, aunque no del occidente colectivo, donde ¿Quién quiere ser presidente? no es sólo un satítico juego de mesa, sino además una realidad igualmente satitica. Para peor con los dados cargados.


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