Alberto Fernández tenía los días contados. Lo publiqué y lo reprodujeron tres medios en octubre del año pasado. No pasa las PASO. En el discurso del domingo descartó, por transitiva, aspirar a un nuevo mandado en 2023.
Magnetto (el
CEO de Clarín) lo sabía, la embajada yanqui lo sabía, el pueblo lo sabe y, por
su puesto, lo sabe Cristina Kirchner. Alberto Fernández es el Kérenski-Chiang
Kaishek-Campisteguy perfecto. Cuando Cristina lo jugó de candidato presidencial
–“yo puedo ganar las elecciones sola pero hoy no puedo gobernar” dijo, después
del lawfare y el Cóndor 2–, uno de los motivos era que en el “Frente” sin
exclusiones que tenía que proponer contra Macri para mal menor, cargaba lastre
gordo de clarinistas, menemistas irredimibles, empezando por los traidores que
rompieron la unidad del gobierno de Néstor y de Cristina ante el latifundio oligárquico,
oponiéndose a la resolución 125, trancando la ley de medios y, luego, apoyando
el lawfare macrista.
Alberto fue la
figura que con mayor saña salió en los medios de Magnetto promoviendo el
lawfare, calificando de “idóneos” y “probos” a los dos camaristas que puso
Macri por DNU y diciendo de Cristina, con aires de don Corleone, “que no se
enoje; que explique”.
Pensaron que
la táctica 2019 de Cristina, al proponer a Alberto presidente en un “Frente”
con ella de Vice, había sido una jugada de Táctica Uno. Sin embargo, es de “Dos
tácticas…” y nada fácil. A Mao le llevó años con Chiang Kaishek. Y Batlle y
Ordóñez no pudo, desde que lo detuvo Viera, ni con Sosa ni con Serrato y tampoco
con Campisteguy.
Voy a
explicar las similitudes, advirtiendo que son más las diferencias. Una fuerza
política mayoritaria y popular, decisiva, no es suficiente para alcanzar y
mantener el gobierno sola, por las circunstancias, y tiene que pactar con una
fuerza menor y palaciega, provisoriamente decisiva. Cuando le ocurrió a Lenin
en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, resumió y proyectó su línea en
un folleto llamado “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución
democrática”. El mascarón de proa de aquella revolución terminó siendo
Aleksándr Kérenski, pero los bolcheviques eran la fracción mayoritaria del
partido decisivo, el POSDR.
También los
comunistas chinos fueron la fuerza más combativa, popular y mayoritaria en el
frente de resistencia a la invasión japonesa de 1931, donde se aliaron al
“nacionalista” Chiang Kaishek, un obstáculo que Mao pudo remover recién el 1 de
octubre de 1949.
Batlle y
Ordóñez sufrió, cuando su aparente correligionario Feliciano Viera, junto a
otros antibatllistas y anticomunistas (“Batlle quiere transformarnos en un
partido de soviets”, bramaba Viera), le detuvo las transformaciones en sentido
nacional y popular, una traición muy parecida a la que padeció Néstor Kirchner
cuando le trancaron la 125. A aquella se le llamó “el alto de Viera”; a ésta
“el voto no positivo”, porque un tonto pudor acomplejado que no llegaba a tener
vergüenza, llevó a Julio Cobos, el radical vicepresidente de entonces, el 17 de
julio de 2008, a votar por la oligarquía diciendo “mi voto no es positivo”. Fue
en vida de Néstor Kirchner, Presidencia de Cristina Kirchner y Jefatura de
Gabinete del melifluo Alberto Fernández.
Batlle tuvo,
desde “el alto”, y aún disputando palmo a palmo hegemonía mediática gracias a
su diario El Día, que remar una correlación de fuerzas que le obligaba, por muy
poco, a pactar candidatos con los sectores minoritarios del Partido Colorado.
Las “Dos tácticas…” de Lenin –mejor leído por Batlle que por muchos otros de sus contemporáneos
dirigentes, excepto Deng Xiaoping y Antonio Gramsci–, su modo plebeyo de avanzar sobre
los intereses palaciegos de la reacción, luego de contemporizar con Sosa (otro
escindido; ya había vierismo y sosismo aparte) y con Serrato, en semejante
complejidad, le hizo aceptar la candidatura del riverista Campisteguy, pero
Cristina no tiene tanto tiempo. Así, no resiste tres períodos presidenciales.
En una
guerra de resistencia, lo primero es enviar el armamento decisivo a la
profundidad. El hombre de la embajada (revelado por los cables en WikiLeaks)
Sergio Massa, a la cabeza con su ex jefe de campaña, Alberto Fernández. En la
profundidad están los presos políticos, quienes no fueron elegidos al azar por
la represión macrista. El tiempo no para, ya hace un par de meses que Julio De
Vido (Ministro de Planificación de Néstor y de Cristina, preso político del
lawfare macrista) dijo “Alberto Fernández se está kerénskizando”.
Máximo
Kirchner había propuesto candidato por Provincia a Santiago Cafiero (le hacía
exponer a Alberto su jefe de gabinete de confianza), pero Alberto tuvo una idea
aún más rendidora, la esposa de su mejor amigo, Victoria Tolosa Paz. Y en CABA
un radical, Leandro Santoro. Resultó un desastre electoral excesivo, incluso
para las PASO, que no son decisivas. Para noviembre el peronismo va a tener que
ponerse media pila.
Porque el peronismo
todavía no empezó a movilizarse. Pandemia mediante y no, prácticamente no movió
nada. “El hombre práctico”, que decía Perón, en este caso la mujer práctica,
Cristina, cuando movilice no va a ser para sostener a Alberto ni al PJ ni al
gobierno. Cuando el peronismo se movilice se desarma el tinglado, Milei
incluido.
La única
calle opositora es el Frente Izquierda de los Trabajadores, que obtuvo en estas
PASO la mejor votación de toda su historia.
DOS TÁCTICAS
DE LA JEFA
Cristina kIrchner
no ha hecho en estos años otra cosa que señalamientos puntuales
identificatorios acertados. En general, resuena aún mañana el resumen de su Plaza
de Mayo de diciembre 2015: “les dejo lo más importante: les dejo el poder
popular”.
El macrismo
tuvo en estas PASO los mismos votos que en las presidenciales de 2019. El voto
al poder en sí.
Más allá de
duro, blando, económico, político, mediático… el poder es que se puede y
Alberto, si algo demostró es que no puede. Ni contra Vicentín, ni contra la
Corte, ni contra nada de lo que, en su contrato electoral, firmó combatir.
De Cristina
sabemos que su gobierno y el de Néstor pudieron, que el kirchnerismo pudo ganar
elecciones solo y mejor que mal acompañado y gobernar contra la oligarquía. Lo
que define las “Dos tácticas…” es el modo plebeyo contra el modo cortesano, todo
al poder popular. La definición todavía no empezó, pero se están dando
condiciones para que sea una verdadera definición. Es mentira eso de que en
política todos son empates. Una condición es la derrota de Sergio Massa-Alberto
Fernández-Felipe Solá, tras la derrota de Macri.
Téngase en
cuenta que Massa perdió en Tigre y donde el kirchnerismo marcó tamaño, Lanús,
ganó y ganó el FdT.
El sosías de
Macri ya es Larreta. El símbolo del pueblo, Milagro Sala, lejos de Casa Rosada,
Secretaria General de la Tupac Amaru y diputada Parlasur por el FPV, de
Cristina Kirchner, hoy presa política en Jujuy, donde el FIT obtuvo el 24 % de
los votos.
Y sí, el modo
plebeyo requiere también simbología. Cuando la miseria periodística de Lanata
instaló el tema de la cartera Buitton de Cristina, ella dijo muy bien, “la moda
me puede, pero la política me puede más”. Bueno, mi amor, si la política te
puede más, meté dos mudas por año y listo, preciosa. Con un 40 y pico % de
pobres y las jubilaciones en la línea de indigencia, cualquier exhibición
innecesaria de riqueza es ostentación, aunque la culpa la tienen los milicos,
Menen, De la Rúa, Macri, Alberto y su ministro de Economía, el neoyorquino
Guzmán (que cubre todo el cupo de moda existente). La Jefa no lo necesita. Es
linda por su praxis y discurso políticos. El miércoles sus ministros y
funcionarios en el gobierno le presentaron renuncia a Alberto y el jueves, ella
escribió una carta esclarecedora, marcando los tantos y pidiéndole que haga honor a la voluntad del
pueblo.
“LA
DERECHIZACIÓN” Y “EL EFECTO PANDEMIA”
Las dos
excusas que presentó el albertismo para justificar la derrota del domingo son
falsas.
No es verdad
que todos los oficialismos hayan perdido en epidemias. Primero, porque los
oficialismos que perdieron elecciones, igual que los que están menguando en
apoyo popular, ya estaban perdiendo y menguando antes de la pandemia. Después
porque la más importante de las elecciones postpandemia, la ganó por muerte
López Obrador, en México, pasando de una gobernación a diez y sigue creciendo. Y
aquí mismo, en Uruguay, el oficialismo ganó las departamentales en pandemia.
Y también es
mentira que el mundo se está derechizando. Basta mencionar la alta estima
con que el Partido de Chicotazo saludó el Centenario del Partido Comunista de
China, más los 150 partidos de izquierda, progresistas, obreros y populares,
con gobierno u opción de gobierno y de poder, que enviaron sus principales
figuras a Beijing, al congreso internacional del PCCH.
El gobierno
argentino perdió porque tiene un ministro de Economía con un semestre de
superávit fiscal con el pueblo más pauperizado que nunca, una Arbeleche
cualquiera, en plena campaña electoral.
Y la
respuesta popular fue votar a los extremos (esa sí es tendencia global); en
toda Argentina, principalmente a la Izquierda, que se consolidó tercera fuerza
política nacional, pero si el 70 % de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires vota a
la derecha (desde casi siempre) es porque un bloque histórico de poder cipayo a
la vez que centralista porteño (incluido el PJ Capital), no lo arregla una
charla del gran Felipe Pigna. Si son sarmientistas, mitristas, sarrateístas, o
sea: antiartiguistas viscerales, si miran la televisión que miran (la que
ANDEBU nos hace ver a nosotros, en original o en réplica) es lógico que sean
gorilas neoliberales macristas, versión Heidi, versión Larreta o neoliberales
“libertarios” fascinados por las puteadas supremacistas de Milei y por su
estética, más europea que la del “europeísta” porteño Alberto Fernández (además,
¿qué es ser “europeísta”, Alberto? ¿hinchar por el París Saint Germain en una Intercontinental?
Porque en todos los otros ámbitos se trata de ganar-ganar o colonialismo e
imperialismo).
El pueblo
argentino es muchísimo mejor que la expresión electoral de estas PASO y que su establishment.
Incluso el pueblo porteño es algo bastante mejor que su 13 % a Milei. El viejo
topo de la historia hincha por Nacional y Peñarol contra el PSV y el Real
Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario