Desde hace
quince años, desde que cubrí para La Onda un evento internacional de altos
mandos militares en salones de la IMM, desde la primera presidencia de
Vázquez, abro, en correo electrónico, un informe semanal del Observatorio
Sudamericano de Defensa y Fuerzas Armadas. Es poquísimo lo que informan sobre
este tema los medios y rarísimo que alguna noticia del ámbito militar los
medios la repliquen. Por ejemplo, el informe del 9 de febrero de este año, trae
sólo tres numerales de Informe Brasil, en PDF, y ninguno tuvo luego seguimiento
mediático relevante. Cabe señalar que no por falta de registro de dicho
Observatorio, que se presenta minucioso y completo. Esta vez, sin embargo,
pensé que ocurriría a corto plazo un seguimiento. El tercer numeral refería a:
“Partidos políticos do centrâo querem ocupar cargos de militares nos
ministérios”.
Ayer leí en
Página 12 que el general Eduardo Villas Böas “reveló que la cúpula castrense
conspiró contra la liberación de Lula Da Silva…” cuando fue proscripto para las
elecciones presidenciales de 2018, que, según todas las encuestas, iba a ganar
en primera vuelta.
Pensé que
más acá de sus consecuencias (la revelación desacredita aún más a la Corte de
Justicia del lawfare que prevaricó el llamado Lava Jato, con el entonces juez
Moro cumpliendo instrucciones de EEUU (tal cual demostró Intercept), siendo
juez y sobre todo parte y luego asumiendo, sin tapujos, Ministro de Justicia de
Bolsonaro, para quien le robó la Presidencia a Lula; ahora Moro es abogado de
la empresa yanqui que se ha quedado con los restos del operativo económico
antinacional brasileño llamado Lava Jato), más acá de esa consecuencia, la
revelación de Villas Bôas sería replicada, pero la única replica que encontré
fue en Carta Maior y se titula. “Siêncio, medo y omissâo diante da confissâo do
general Vilas Bôas…”.
UN MUNDO DE
FANTASÍA
Luego
estudiaremos el caso concreto de estas operaciones mediáticas y militares en
Brasil, pero antes una consideración general. En esta parte del planeta nos
quieren hacer creer que vivimos en un mundo desmilitarizado, donde ni las
fuerzas armadas ni las mediáticas inciden en los “datos empíricos” que usan en
sus debates los polemistas de esta disneylandia, incluso cuando debaten sobre conspiraciones.
Parece que sólo Venezuela tiene fuerzas armadas.
Estoy
aludiendo al reciente debate entre Fernando Andacht y Daniel Chávez sobre si
existe una o dos o veinte conspiraciones planetarias sobre el coronavirus.
Recurren a “datos empíricos” casi exclusivamente académicos universitarios
sobre medicina, cual si una conspiración planetaria pudiese existir sin participación
imprescindible y principalísima de servicios de inteligencia, corporaciones
mediáticas, mandos castrenses, que son los verdaderos brazos ejecutivos de los
poderes económicos y, en menor medida, a veces, gobiernos.
No digo que
científicos de la medicina no conspiren, pero lo hacen principalmente en
instalaciones militares y según líneas editoriales de los grandes medios, si
del planeta se trata. A veces los académicos conspiran sin servicios, pero no
más allá de la trama de “Uniforme, casaca, camisón”, de Jorge Amado.
Y con Jorge
Amado volvamos a Brasil. ¿Por qué sale ahora Vilas Bôas a decir que su tuit del
18, amenazando a la Corte si liberaba a Lula, fue de consenso con todos los mandos
de tropa en el territorio nacional brasileño? ¿Por qué ahora que hasta el New
York Times desarma el Lava Jato y Moro ya no es candidateable y Bolsonaro lo es
miserablemente?
AQUEL TUIT
DE FALSA BANDERA
A grueso
modo, puede decirse que la embajada yanqui en Brasilia estuvo satisfecha con
los golpistas del 64 y con Collor de Mello. Su problema fueron Getulio, Goulart,
Geisel y Lula. Los militares nacionalistas tuvieron buena relación con Lula
hasta que Dilma los puso en el eje de un intento de cambio de agenda, ante la
ofensiva de Globo, pero en 2018 todo el sistema mediático-judicial-político
manejado por la embajada había decidido proscribir a Lula. El tuit de Vilas
Bôas fue totalmente innecesario. Salvo en operación de bandera falsa.
Mi hipótesis es que cuando los militares vieron crecer a Bolsonaro en las encuestas, le toparon fácilmente el Partido al Capitán expulsado y se hicieron con parte del gobierno por una dialéctica implacable. Globo y todo su entramado monopólico atacaba necesariamente siempre al PT y el antipetismo de su prédica no favorecía exactamente a los candidatos ideales del establishment (Gerardo Alckmin el principal del momento) sino a cualquier candidato fascista., a la sazón Bolsonaro Hoy la disputa es por la sucesión de Bolsonaro y las corporaciones apuestan al llamado “centrâo” para impedir el retorno de Lula. Entonces, releyendo el tercer numeral de aquel informe del Observatorio, de fecha 9 de febrero, “Partidos políticos do centrâo querem ocupar cargos de militares nos ministérios”, podemos descubrir cuál fue la verdadera bandera de aquel tuit y además, por qué los grandes medios no replican la confesión, dejándola morir en 24 horas.
Lula está
hoy, con vistas al año que viene, 2022, en la misma situación de aquel 2018,
pero entre las diferencias de circunstancias que constata Emir Sáder en su
columna “Brasil: razones y dilemas de Lula”, no es la menos decisiva que “Incluso
en sectores insospechados de ser
lulistas hay consenso para reconocer no solo su inocencia, sino también que
hubo un operativo expreso para evitar su elección. Que es una forma de
reconocer que hubo un golpe de Estado contra el Partido de los Trabajadores
(PT) y que la elección de Bolsonaro fue producto de una manipulación gigantesca”.
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