¿Este tipo
es de izquierda?, ¿de verdad?, se han de preguntar mis amigos en las redes, que
ven que jamás subo a mi muro nada de todo lo que mueve a la opinión pública
supuestamente a favor de la izquierda. ¿No le importa la Operación Océano? ¿No
le importa Moreira? ¿No le importa el clientelismo? ¿No le importan los
sobornos? ¿No le importa la corrupción? ¿Ni siquiera le importan los derrapes
de Puglia?
Bueno… me
importan mis compañeros. Si ellos suben cosas trato de acompañarlos. Les pongo
algún like y hasta algún comentario, pero nunca sigo la agenda.
Sólo me
importa lo programático, la verdadera política, que es internacional y la
agenda alternativa, que es internacional y programática. Decía Vallejo, “perdonen
la tristeza”.
Si menciono estas
cuestiones banas como a Susana Giménez o a quien sea o a lo que sea que esté en
el humo, es para disiparlo, hacia lo internacional y hacia lo programático.
No sé si se
dieron cuenta, pero, por ejemplo, durante el gobierno de Mujica había dos
grandes candidatos a renovar los liderazgos del Frente: Lorenzo y Sendic. La
agenda los extirpó quirúrgicamente. Independientemente de que hayamos ayudado o
no y de que el resultado a mediano plazo sea mejor: Andrade y Bergara,.
En tanto
cientos de denuncias de corrupciones mayores a los otros partidos, nunca
derribaron a nadie mayor.
Aprendí,
cuando trabajaba de periodista, que esa agenda depende decisivamente de los “servicios”
que no son de izquierda, pero los que la definen son los dueños de los medios
hegemónicos, los que definen la alta rotación de las “noticias”, llevándose
puestas a las redes.
La agenda de
la corrupción tiene tres objetivos generales. Instalar el “todos son iguales”,
hacer pasar por gajes del sistema la esencia del sistema mismo y el recurso del
boomerang.
Un objetivo
particular siempre posible es la extorsión, pero ése ya es terreno de finanzas
más directas.
Todos los
otros “casos Odebrecht” fueron residuales
del que usaron para “O mecanismo”, de Netflix, para sacar al PT del ruedo. Instalaron el “todos son iguales”, para sacar
al que pudo y fue distinto.
El caso
Epstein fue para encubrir a sus clientes, sus suicidadores, tal vez los mismos
que produjeron la serial. ¿Dónde está la cartera, más allá de Trump, el Clinton
ya lewinskyniado y el abogado que se puede defender? Hicieron pasar a Epstein
por el degenerado del sistema, cuando el sistema captó a Epstein para que a su
vez captara adolescentes para consumo de los poderosos esenciales del sistema.
Cada detalle
de corruptela del capitalismo, comentado en su mínima anécdota, es una
abstracción que encubre la verdad concreta de que la corrupción es el
capitalismo en sí, en su actual fase concretamente.
Por cierto
que he escrito y he subido contra el patriarcado, contra el comercio desleal,
contra la estafa de la deuda, es decir: contra el imperialismo y sus
antecedentes feudales y esclavistas, pero desde lo que hoy puedo graficar “estilo
Legítima Defensa”. Esto es, la estadística implacable de Joaquín Toledo, la
programática en conflictos de Rolando Abesrsún, la incursión de Federico Gyurkovits en verdadera política, la contra hegemonía, porque ésa es línea propia, agenda
propia.
El día que
se viralizó el caso Moreira, tuve la satisfacción de que un muy joven dirigente
socialista coincidió conmigo. “Esto lo revierten”, me enteré que dijo.
No se trata
de no contestar tal o cual cosa. Al contrario: se trata de contestarlas
únicamente a todas juntas.
El antiimperialismo
es el niño que jugando a quién más, termina diciendo “yo infinito”. Del
infinito no vuelve ninguna denuncia.
La
dificultad de llegar al infinito son las sanciones, los bloqueos, los cercos
mediáticos, pero pueblo que se queda por el camino pierde hasta la opción de
gobierno.
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