Cuando a la gente
le hacen decir ¡que se vayan todos!, se sabe que no se refiere a todos los
banqueros ni a todos los dueños de la televisión, ni a todos los monopolistas
de las distribuidoras de alimentos, ni a todos los jueces, ni a todos los
militares, ni a todos los estancieros, ni a todos los dueños de frigoríficos
enroscados al capital financiero, ni a todos los servicios de espionaje imperialistas,
no, no se refiere a todos ellos, porque todos ellos en definitiva son unos
pocos y generalmente los mismos y porque simplemente son ellos mismos, los
medios, sus monopolistas, sus inversionistas y sus supeditadores publicitarios.
Todos sabemos a quiénes se refiere únicamente, exclusivamente y puntualmente y
por supuesto que se refiere, al barrer, a todos los políticos, es decir, a los
únicos que vos, Juan Pueblo, podés votar...
...Pero el
imperialismo tiene sus propios políticos (y sus propios militares), que hasta
hace menos de veinte años años eran la gran mayoría de los políticos (y militares)
en América la nuestra, neoliberal imperialistas, social imperialistas, eco
imperialistas, antipolítico imperialistas. Cuando el imperialismo juega a que
se vayan todos es para que se vayan los que lo están molestando y casi siempre
tiene una muestra de “corrupción” de cada palo y si no la tiene, la fabrica (lo
hemos visto en cada caso). Con tal de sacrificar a todos, sacrifica incluso a
los suyos, pero para que te vayas vos, ciudadano, para que vos te desalientes,
te desilusiones y te resignes y te quedes solito, aislado y en tu casa frente a
la tele y la soledad de las redes (que son como el silencio, tanto atan como
desatan), a su merced, sin nada que puedas elegir, sin que te importe que el
resultado sea volver al “consenso de Washington”, con el que estabas bastante
peor en realidad hace quince años, pero el imperialismo sabe que tampoco va a
importarte la realidad porque lo único que permite que te importe es la
posverdad que arma en los juzgados y las productoras para sus sets televisivos
en todo tipo de pantallas.
Escrita por ellos la
palabra corrupción sería un chiste para reír a carcajadas, si no fuera trágico tal
como el chiste de que César Vega, político, diputado, que se dedica a la política,
vive de la política, eco televisivo, que corre el albur de ser el nuevo Pablo
Mieres en la sobrerrepresentación mediática con que intentan ubicar en “centroizquierda”,
cualquier opción de gobierno que no sea el Frente Amplio. .
Vamos a verlo todos
los días en todos los canales y en todos anda repitiendo el sonsonete “los políticos”,
con el oportunista desdén del sonsonete con que construyó sentido el
imperialismo. Para el targuet de humo donde esconder el sistema económico e
ideológico que no te dejan elegir ni a vos ni a tu perro ni a los monos.
Un consejo a los
canales. Sobrerrepresenten todo lo que quieran pero mídanle un poco la exposición. El exceso de hipocresía termina haciéndose
evidente y Mieres no hay uno solo.
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