Trece alertas de la experiencia de Argentina:
1) La derechización la gana la derecha (ya lo habíamos advertido cuando Dilma se tiró al centro y cuando Moreno se presentó de centro y siguió de largo a la derecha).
2) Un candidato que hace toda su campaña en los medios de derecha, es porque les es afín. Magnetto lo sabe, la embajada lo sabe, el pueblo lo sabe y, por su puesto, lo saben Fernández y Massa, clarinistas, más o menos sedicentes peronistas. El peronismo es complejo. Difícil de entender en toda su profundidad. Igual que cualquier otro movimiento político que quiera ser entendido en profundidad con toda su complejidad.
3) Alberto para insultar a un empresario los insultó a todos y, no sólo no pidió disculpas a los otros, sino que terminó permitiéndole a Rocca (Techint) los despidos. Y encima le pagó la mitad de los sueldos, la mayor parte del “gasto”, a todos los grandes empresarios, una transferencia de riqueza del pueblo a la oligarquía, aún mayor que la que efectuó el mismísimo Macri. Lo primero para hacer con las derrotas es leerlas. ¿Qué nos trajo hasta acá?
4) La famosa “grieta” de la TV hegemónica argentina, que en mi barrio se llama lucha de clases y en todo el mundo es estructural, con Milei se va a profundizar. Nunca estuvo cerrada ni lo va a estar mientras haya Imperio. Por eso, cuando Alberto, Solá, Beliz, Cafierito y cia saltaron al lado de Piñera, con Bolsonaro, con Añez, con Vizcarra, con Lacalle Pou, con Uribe y, lo peor, con Bachelet y Borrell, en el voto contra Venezuela en Ginebra, no cerraron la grieta. La cruzaron, igual que Massa cuando propuso “unidad nacional”, con Morales, Larreta, libertarios y al propio Milei, en pleno debate presidencial televisado. La “unidad nacional” es un chascarrillo brincador.
5) Así Massa salió a ganar el voto de Brandoni y de Etchecopar. Por un par de votos de viejos burgueses reaccionarios, perdió la juventud y las villas, que lo percibieron “el político profesional por excelencia”, lo peor que se puede percibir a alguien cuando pasó el dólar de 60 pesos a novecientos y la inflación al 135 % anual y creó dos millones más de pobres en poco más de un año de ministro de economía, entre el 40 % de pobres, récord del gobierno de Alberto, con 10 % de indigentes y 60% de pobreza infantil. ¿Y qué esperaban? ¿No perder aunque fuese con un psicópata que prometió terminar de pudrirlo todo de una vez? En los balotajes no se vota a favor. Se vota en contra.
6) Alberto-Cristina-Sergio Tomás (más allá de los discursos de izquierda de Cristina que siempre terminan en candidatos de dercha) profundizaron la crisis económica macrista sin embargos, sin bloqueos, sin medidas coercitiva unilaterales de USA, sin que Venezuela fuera a Ginebra a pedir que sancionaran a Argentina, sin que le secuestraran aviones ni les robaran buques. El desastre de la macroeconomía no se los indujeron, ni a De la Rúa. Al único que realmente desde el norte “le bajaron la palanca” fue a Alfonsín, quien se quebró y concilió. Es una cuestión de clase. Las mismas contradicciones y limitacioneas de las burguesías nacionales.
7)El quiebre de Cristina, más literario, de texto y contexto, trató en subtexto a sus militantes de cornudos, patéticos y ridículos, cuando les dijo “el acuerdo de Guzmán con el FMI es un desastre, vamos a renunciar a la jefatura de diputados para no votarlo y después, en las elecciones, vayan a votar a Massa, que no sólo votó el acuerdo desastre inflacionario sino que fue el principal operador para que la oposición lo votara aprobándolo en el congreso”. La lealtad debería ser recíproca. Pero parece que los dirigentes la conciben sólo de abajo hacia arriba.
8) Esta acción discursiva, se enmarcó en una nueva caracterización, postgramsciana, de la militancia. Literalmente, “la militancia es la gilada que siempre nos va a votar igual enrosquemos a quien enrosquemos a la presidencia”. Fue refutada por la Provincia de Buenos Aries. La gilada no votó a Massa presidente, pero se aseguró a Kicillof gobernador. Los tontos son tontos porque creen que los que no son tan tontos son giles.
9) Magnetto humilló a Alberto. Lo obligó a fingir intento de expropiación de Vicentín, lo obligó a simular reforma judicial, pero lo sacó de las casillas cuando le dijo que aumentaba las tarifas y que tampoco le aceptaba un congelamiento de tarifas en el futuro. Ya había logrado que Alberto avalara toda la deuda de Macri. Y cuando en las elecciones de 2021, la izquierda se convirtió en la tercera fuerza política argentina, Magnetto y además los medios peronistas, la ningunearon, ni la mencionaron, para renombrar en todos los ámbitos al fantoche que había entrado cuarto, hasta convertirlo en la estrella rutilante y más vista de la televisión y de todas las agendas, para que desplazase a la izquierda del lugar de expresión del descontento. Hicieron de Milei un espantajo y el esperimento les salió bastante fallido. Sólo a Milei podía ganarle Massa, pero sólo a Massa podía ganarle Milei, Finalmente, Frankenstein le ganó a Drákula.
10) Tras hacer suya la deuda con el FMI y condonar políticamente a Macri, Alberto, con el asesoramiento de Beliz. Secretario de Estrategia, antiguo compañero de Alberto en las listas electorales encabezadas por Domingo Cavallo, el ídolo de Milei (listas que incluían a Santilli, el vice de Larreta), Alberto le dijo al periodista Novaresio, que el mejor preparado para gobernar era Massa. Sucesor perfecto, en pleno debate televisivo, Massa acató la orden yanqui de alineamiento incondicional con Israel contra Palestina. No hay por qué asombrarse de que el pueblo comulgue con quien le llama “casta” a la casta. Milei es casta superlativamente, pero al menos durante un tiempo intentó disimularlo.
11)Perón tuvo el gobierno en dos épocas distintas y pudo aplicar la política económica de Gelbard, la Junta Nacional de Granos y el control de precios con Revestido –su Ministro de Hacienda en la primera época–, pudo transformar necesidades en derechos, lema común del Manifiesto y de Eva, la Constitución del 49… Néstor tuvo el gobierno y pudo recuperar el país, liderar lo mejor del continente y dejar planteados los ejes de avance… Cristina tuvo el gobierno y pudo consolidar derechos que faltaban, enfrentar y derrotar la prepotencia oligárquica del macrismo, pero Alberto fue impotente, melifluo, cholulo en su eurocentrismo, por lo tanto colonialista e imperialista, del mismo tipo que Lusteau y que Massa. La diferencia de Milei es que piensa lo mismo pero sin parafernalia. Massa es más yanquicentrista que eurocentrista. En eso se parece a Milei. Y en que ambos son seguidores de Rudolph Giulliani, el abogado de Trump por el golpe de Estado en el capitolio. Pero Massa en el debate presidencial, le ganó a Milei el título de mayor discípulo de Giulliani, “lo apliqué en Tigre y voy a aplicarlo en la nación”. “Me parece bien”, contestó Milei, concesivo, tolerante, consensual incluso, “ pero te estás metiendo en juridicciones provinciales; no violes la ley” (se dio el lujo de un fino cinismo).
12) Victoria Villarroel es aún peor que Milei. El kirchnerismo, que fue constantemente agraviado en los debates ante 30 millones de televidentes, durante más de diez horas, sin que nadie lo defendiera (se ensañaron contra Cristina igual que si estuvieran hablando de Hitler, de algo indefendible y vituperable por sentido común), ha perdido credibilidad. Cuando Cristina haga discursos antiimperialistas, de izquierda, su audiencia se va a preguntar si es para terminar votando a Rubinstein o acaso al propio Milei para que no gane Villarroel en caso de que (es probable) a la agenda, al espectro y a la cultura política argentina, la sigan corriendo a la derecha para que a Milei, lo suceda en la presidencia, quien si no Victoria Villarroel. Crearon un Frankenstein pero en realidad son dos Frankenstein. Ya tienen para el próximo balotaje. Ojalá que no puedan. Ojalá que esté Bregman para contestar “son treinta mil y fue genocidio”. Massa no lo contestó.
13) Lo del principio, pero con especial énfasis para Uruguay: La derechización la gana la derecha. Nos pasó con Daniel Martínez, a nuestra escala, en menor medida, con resultado menos catastrófico y más reñido, pero nos pasó. Son alertas.
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