Murió Mijail Gorbachov |
Sus últimas palabras políticamente utilizables fueron para confirmar que Ronald Reagan, Jimmy Carter y George Bush le prometieron que si él disolvía el Pacto de Varsovia, ellos no iban a expandir nunca la OTAN hacia el Este. Dice un gran artista plástico que en “arte todo es inocente menos el resultado”. La Política es un poco más compleja. En política tampoco la inocencia es inocente.
Bastante se ha escrito sobre la mancha de Don Quijote. La connotada. Que la denotada La Mancha es territorial, pero en el quijote tiene al menos un significado más: la mancha del converso. Sancho Panza le enrostra varias veces que él sí es cristiano viejo. La mancha en la cabeza de Gorbachov era biológica pero era, además, la mancha del converso: había sido comunista ideológico browderista. Con el tiempo, después que Yeltsin se declaró bersteiniano y proscribió al Partido Comunista, Gorbachov le jugó el juegueo de la alternancia fundando, en 2007, a la par de Rusia Unida, la Unión Socialdemócrata. No lo votaron ni los molinos de viento. Le fue peor que a Novick, porque Gorbachov no tenía empresas. Se dedicó a dar conferencias y entrevistas con los logos de sus anunciantes a sus espaldas. Y hacer él mismo la publicidad, cual rock star retirado. Por ejemplo, el de Pizza Hut y el de la Coca Cola. Fue un ruso que les cayó bien a los occidentales, en las tandas de la televisión.
Esa mancha tenía la forma de Afganistán, donde Brézhnev había intervenido militarmente en 1980, a pedido del gobierno de izquierda electo, mortificando a los persas que habían hecho una revolución el año anterior contra los EEUU y cayendo inocentemente en la trampa de Zbigniew Brzezinski, el consejero de Seguridad Nacional del gobierno del presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, artífice, junto a Henry Kisssinger, del “G2 con China”.
Yuri Andropov, Jefe de Putin en la KGB hasta noviembre de 1982 y luego Secretario General de Partido por 15 meses, dejó escrito que prefería de sucesor a Mijail Gorbachov, pero éste tuvo que esperar dos años a cumplir el último deseo de Andropov, porque el Politburó, dominado por Constantin Chernenko, recortó a tijera el documento del ex Presidente de la KGB. Gorbachov se quejó entonces de que si hubiese podido aplicar dos años antes la NEP, hubiese llegado a tiempo. Él había comprobado el éxito de Deng Xioaping (ver “La NEP –Nueva Política Económica– de Lenin y la reforma económica de Deng Xiaoping” por Wei Xiaoping –se puede leer en línea pero es de pago–). El problema era que en la URSS, la “NEP” ya la había hecho la mafia. En tiempos de Brézhnev –y de su yerno– Yeltsin ya era Secretario del Partido de Moscú. Y, para peor, a la NEP económica de Deng, Gorbachov le agregó la política que Deng había descartado. Gorbachov le llamó Perestroika. Era una partitura en blanco y Gorbachov un director de orquesta sin batuta, según lo supo describir Manuel Vázquez Montalbán.
Para colmo agregó la glasnot –transparencia–, que informó a los trotkistas que Stalin no los persiguió especialmente a ellos. Fusiló diez veces más no trotkistas e incluso antitrotkistas, que trotskistas. En fin... fusiló al 80% del Comité Central del 34 y entre los históricos del 19 purgó a todos los nepistas y a todos en general.
EN LA CUEVA DE MONTESINOS
Deng Xiaoping salió de Moscú en 1927, habiendo colaborado muy estrechamente con la NEP, en tiempos en que Félix Dzerzhinski, muerto en julio de 1926, le había dado continuidad a la NEP leninista, enseguida de la muerte de Lenin, cuando en febrero de 1924, Dzerzhinski pasó a presidir el Consejo Supremo de la Economía Nacional, organismo responsable de la industria. Dzerzhinski fue el bolchevique que sobrevivió a las mayores torturas zaristas, estuvo más años preso y clandestino y formó en diciembre de 1917 la Checa (Comisión Extraordinaria Panrusa para la Lucha contra la Contrarrevolución y el Sabotaje), antecesora de la KGB. Era defensor acérrimo de la Nueva Política Económica, rechazó la industrialización a ultranza a costa del sacrificio del campesinado. En su nuevo cargo administrativo, tuvo violentas disputas en materia económica con José Stalin, a la vez que contra la "Oposición de Izquierda" de León Trotsky. Conocido por mantener un estilo de vida muy austero pese a los privilegios que podía recibir como líder importante, Dzerzhinski fue y es odiado por los enemigos del bolchevismo, que lo consideran responsable de represiones, arrestos y ejecuciones. El monumento en su honor, en la Plaza Lubyanka de Moscú, fue derribado en tiempos de Yeltsin. Vladimir Putin ha repuesto la estatua de Drzerzhinzki en el Ministerio del Interior, mientras el gobierno de Bielorrusia, presidida por Aleksandr Lukashenko, ha erigido un monumento en su recuerdo.
Después de colaborar con la obra de Dzerzhinski, Deng participó de La gran marcha, de la guerra, de la entrada en Beijing (fue el “cuarto hombre” del Partido Comunista de China; el “tercero” desde la muerte de Shou De), sobrevivió incluso a “la revolución cultural” de “la banda de los cuatro” y en 1978, cuando de todos sus compañeros de aquel Moscú ya hacia treinta y siete años que habían asesinado al último (Alexandra Kollontai había sido desplazada al servicio exterior y Mijail kalinin represaliado con el destierro a Siberia de Ekaterina Kalinina; Inessa Armand (la primera ministra de Estado de la historia universal) había muerto tres años antes que Lenin; Kámenev (1936), Zinóviev (1936), Berzin (1938), Bujarin (1938), Krestinski (1938), Miliutin (1938), Rikov (1938), Smilga (1938), Lómov (1938) Sokólnikov (1939), Bubnov (1940) fueron fusilados; casi ninguno de estos líderes históricos era estrictamente trotskista, aunque probablemente querían volver a tenerlo de Jefe del Ejército Rojo dadas las circunstancias; incluso Kámenev y Zinóviev, quienes habían sido claves para relegar a Trotsky, lo querían en aquel rol; a Trotsky lo asesinó un sicario de Stalin en México (1940) e Ioffe se suicidó.
De todos los integrantes del Comité Central y el Politburó del 1919, que habían ganado con luz la guerra del 18 al 22, el único que asistió al desfile del aniversario del día de la Victoria en 1946, fue Stalin. La blitzkrieg que lo sorprendió y el tardío recurso a Zhukov, aumentaron en varios millones el costo en vidas de la Gran Guerra Patria. Las purgas stalinistas otro tanto. Es controvertido que la colectivización forzada del campesinado y la industrialización forzada hayan sido más efectivas que la NEP. En mi opinión, si Lenin hubiese vivido 20 años más, la NEP hubiese impedido que Rusia fuese nuevamente invadida. En circunstancias diferentes, Deng implantó la NEP cincuenta años después de su salida de Moscú, en Beijing, a donde Shou Enlai le hizo volver tras el confinamiento de la Revolución Cultural y Mao Zedong lo designó para que le sucediese.
Gorbachov dio a luz todos los documentos que habían ocultado Jruchev y Brézhnev (ambos ucranianos) y heredó también las regiones rusas incorporadas a Ucrania por Jruchev (Crimea, Donestk, Lugansk, Odessa, el este y el sur) y las polacas por Stalin (principalmente Galitzia). A la hora de los tickets alimentación, le dio por cerrar la canilla del vodka, entre otras, pero si algo supo ser, fue Gattopardo, aquel personaje de Lampedusa, hacer que todo cambie para que todo siga igual.
Bajaron unas banderas, subieron otras, cambiaron los escudos, los nombres de los partidos y hasta de algunos países, pero con excepción de Rumania (Ceaucescu, no estalinista, cayó por lucha armada), 19 muertos en Lituania, un golpe incruento en Polonia (Jaruzelski), ningún desmantelamiento de aparato represivo, prácticamente los mismos hombres, con y sin uniforme, al mando de los nuevos y viejos países. Y todos más o menos concomitantemente, transitaron de la crisis económica al consenso neoliberal de Washington, hambreando a sus pueblos (en la Rusia de Yeltsin los indigentes llegaron a ser 20 millones a fines de 1999, cuando Vladimir Putin fue proclamado Primer Ministro y al año siguiente Presidente, desplazando al viejo choborra).
Ya para entonces Gorbachov dormía en la cueva de Montesinos, donde al caballero andante en la novela de Cervantes, le asaltó un profundo sueño.
POR LA VÍA ELECTORAL
La Constitución soviética del 24, especialmente los artículos redactados por Lenin, habilitaron a que este proceso se diera en forma sorprendentemente pacífica. Eso explica el posterior crecimiento continuo de Asia Central, de la propia Rusia de Putin, y los ciclos de Europa central y oriental de los que es paradigmático Víctor Orban (Hungría), quien fue secretario de la Unión de Juventudes Comunistas de su región, luego fundador de un partido neoliberal y ahora presidente nacionalista, amigo de Putin, al igual que el serbio Aleksandar Bucic.
Pero a esta altura de los resultados, habría que ver quién fue más inocente, porque George Kennan, el arquitecto original de la política exterior de EEUU en la Guerra Fría, embajador demócrata de Harry Truman en Moscú desde 1945, autor del famoso “Telegrama largo”, ya en 1998, cuando el primer movimiento de la OTAN hacia el este, advirtió: «Creo que la expansión de la OTAN es el comienzo de una nueva guerra fría. Creo que los rusos reaccionarán gradualmente de forma bastante adversa y esto afectará a sus políticas. Creo que es un trágico error. No había razón ninguna para esto. Nadie estaba amenazando a nadie más”. George Kennan murió en 2006, reiterando sus advertencias: “Por supuesto que habrá una mala reacción por parte de Rusia y entonces quienes amplían la OTAN dirán que siempre les dijimos que los rusos son así, pero eso es simplemente un error de cálculo».
Y Henry Kissinger, el más notable ex-Secretario de Estado de Estados Unidos, republicano, en 2014 agregó: «Para que Ucrania sobreviva y prospere, no debe ser el puesto de avanzada de ninguna de las partes contra la otra, sino que debe funcionar como un puente entre ellas. Occidente debe comprender que, para Rusia, Ucrania no puede ser nunca un simple país extranjero”.
Y digo que “habría que ver”, porque para las noches del próximo invierno en Europa es muy en condicional que se vea algo, con la austeridad energética obligada.
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