En vez de cumbre, la del Mercosur del jueves en Paraguay fue una especie de interinato, ya que los dos presidentes de los dos países claves del bloque tienen fecha inminente de caducidad, Bolsonaro en octubre 2022 –el 2 o el 30– y Alberto Fernández, si no antes, en agosto 2023 (después de las PASO, no compite) y, de todos modos, tienen para celebrar el fortalecimiento de un corredor económico, con récord de comercio interbloque, especialmente entre Brasil y Argentina.
El logro salió ahumado por la agenda publicitaria de Lacalle Pou “TLC con China”, pero precisamente con China, a través de la CELAC (que preside protémpore Fernández) está planteada la consolidación del corredor regional, con integración de países del ALBA (Venezuela, Bolivia, el cuadrángulo del litio –Bolivia, Argentina, Chile y Perú–, el canal interoceánico de nueva generación en Nicaragua…)
Chile es el centro de entrada financiera china en la región –recientemente el Banco Central chileno invirtió 2 mil millones de dólares en yuanes para el fondo Sur-Sur de la Iniciativa de Desarrollo Global y Perú, el centro de entrada comercial, en cuanto estabilice su panorama político y se concrete la carretera trasamazónica de Lima a Brasilia). China ya es el mayor socio comercial y la alternativa financiera para el Caribe y América Latina, pero los avances en ambas direcciones se tensan en la guerra de los corredores económicos que en el mundo se está dando.
En parte azuzada por las sanciones de Estados Unidos y Europa a Rusia desde la Operación Z, pero en general proveniente de un par de décadas atrás, la guerra de los corredores económicos, ha sido el motor de los más recientes movimientos políticos en el planeta.
Lo más nuevo que está ocurriendo en el mundo está en Rusia. La línea Sergéi Glaziev (nacionalización de activos, préstamos en rublos a bajo interés, cobro en rublos de las exportaciones, condicionamiento a la inversión extranjera, fortalecimiento de la conducción financiera del Estado y autosuficiencia económica regional con nuevos polos de desarrollo industrial complementarios al conjunto de Eurasia (la UEEA, China e India, pero también Sudeste asiático, Asia occidental y Turquía) se impuso en el Ministerio de Economía ruso (al ministro Anton Sulianov) y en el Banco Central ruso (a la presidenta Elvira Nabiulina) sin cambios de personal, con cuidado de la unidad del gobierno ruso en momento tan delicado, pero con firme decisión política.
De puño y letra de Glaziev, Ministro de Macroecomía para la Unión Económica de Eurasia (Armenia, Rusia, Bielorrusia, Kirguistán, Kazajistán, Tayiquistán, en consonancia con China), se lee incluso: “el nuevo orden económico mundial estará inspirado en la ideología socialista”. Parece retro pero es totalmente nuevo (ver https://joseloolascuaga.blogspot.com/2022/04/la-ultima-guerra-mundial-segun-glaziev.html)
PASOS CONCRETOS EN CORREDORES LIBERADOS
Un mes antes de la Operación Z, Gazprom se deshizo de su sociedad con Repsol (luego vino el derrame de petróleo de Repsol en el Perú de Castillo). Pocos meses antes, el fallido conato de golpe de Estado a Tokayev con vértice en Astana, produjo la cancelación de las prospecciones petroleras de la estadounidense Chevrón en Kazajistán, la sustitución por Rosnef y Gazprom y hoy las interferencias a la parte que activa la inglesa Shell en los gasoductos en Asia Central.
Hace dos semanas en la cumbre del Caspio, Putin en persona (en su primera salida de Rusia desde el 24 de febrero), en Ashabad, capital de Turkmenistán, despejó la ruta desde el mar Negro hasta el Golfo Pérsico (en la reunión participó por Irán el presidente Ibrahin Raisi, además de sus homólogos kazajo, azerí y, por supuesto, ruso y turkmeno), para suplir la autoimpuesta sanción europea de no permitir barcos rusos en sus puertos, con la dinamización del corredor Rusia-Persia-India (Mar Negro, Caspio, Golfo Pérsico, Océano Índico). El Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), ya en vigor, se ha estado gestando durante bastante tiempo: el acuerdo Rusia-Irán-India para implementar esta ruta comercial euroasiática más corta y económica a través del Caspio (en comparación con el Canal de Suez), se firmó por primera vez en 2000, en la era anterior al 11 de septiembre.
Ahora faltaba coordinar con Ankara, para la actual coyuntura, el desminado del Mar Negro por parte de Ucrania (en concreto del puerto de Odessa, minado por la fuerza armada ucraniana, porque el de Mariupol, ya fue desminado por la marina rusa). Recip Erdogan, presidente de Turquía, se reunió con Putin (bilateralmente y en cumbre trilateral por Siria, con Raisi, en Teherán, capital de Irán), en el especial momento en que la OTAN burló a Turquía incumpliendo los acuerdos de ésta con el corredor Suecia-Finlandia (por el que pasó el nazismo bajo palio en 1941: Suecia permitió que la Wehrmacht usara los ferrocarriles suecos para transportar (junio-julio de 1941) a la 163ª División de Infantería alemana junto con obuses, tanques y armas antiaéreas y municiones asociadas desde Noruega a Finlandia), para no vetarles el ingreso.
El arreglo en Teherán para la salida del grano ruso y ucraniano por el nuevo corredor fue rápido. Llevó más tiempo ponerse de acuerdo en el tema sirio (Idlib, la intercepción de las tropas yanquis y los recurrentes bombardeos de Israel), pero otros dos corredores económicos estaban en agenda de esta cumbre: los gasoductos turkstream y bluestream y el que fue a negociar la führer de la Unión Europea, Ürsula Van Der Leyen, a Bakú, capital de Azerbaiyán.
Turkmenistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, en Asia Central y parte de Asia occidental, son considerados por Turquía proyección de cierto espacio túrquico o “Turkestán” (que iría desde los Balcanes hasta Xinjiang, la provincia más occidental de china). No es poca la influencia de Ankara en Bakú. Si el costo del gasoducto corre por cuenta de Europa es dudosa su factibilidad.
Hoy Europa es un mercado en apuros en la periferia de la comunidad de destino de la economía china. El FMI le predice una caída de 6 puntos del PBI si las restricciones de gas siguen en aumento y las crisis políticas provocadas por la galopante inflación, devaluación del euro (que ha caído por debajo de la par del dólar por primera vez en la historia), el desempleo y la perspectiva de recesión. Ya han tumbado cuatro primeros ministros y sus respectivos gabinetes en dos semanas. El de Boris Johnson en Reino Unido, por la ristra de escándalos y ruina que dejó, el de Kaja Kallas en Estonia, por la salida de la coalición del Partido del Centro, que sería sustituido por el socialcristiano, pero responde a que Estonia está al tope de la inflación en el continente, que no es poco. El de Mario Draghi, en Italia, rechazado por su socio de gobierno, el Movimiento 5 Estrellas (una coalición estrafalaria que no podía terminar mejor) y por la Liga del Norte y Forza Italia, y, en proceso, el primer ministro Kiril Petkov en Bulgaria, con la salida del Partido Socialista, la censura parlamentaria (más que renuncia, destitución). De todos modos con el asentimiento de Bakú o no, suplantar la energía rusa, a Europa le puede llevar un par de años, al menos, con la excepción de aquellos países que siguen comprando en rublos bajo cuerda (cada vez más y en vista de que Estados Unidos también lo hace) y de los que abiertamente se oponen a las autosanciones y ganaron con luz sus elecciones presidenciales y legislativas, Serbia con Alexander Bucic y Hungría con Víktor Orban (para estos dos son vitales los gasoductos rusos que pasan por Turquía).
NO SÓLO DE CONECTIVIDAD ESTÁN HECHOS LOS CORREDORES ECONÓMICOS
Los verdaderos avances en prospectiva del Mercosur no se discutieron a discutir en Paraguay. Son el ingreso ya concretado de Argentina a la nueva ruta de la seda de China, la ampliación de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) precisamente con Argentina e Irán, la multipolaridad de este trayecto de una nueva globalización, con canastas de monedas de los países integrantes del BRICS ampliado, de la ASEAN, de la Organización de Cooperación de Shanghái (Rusia, China, India, Pakistán – cuatro potencias nucleares–, más sudeste asiático y eurasia). Lo nuevo es que se integran países que ya están asociados a estos polos en organizaciones regionales (por ejemplo Argentina a Brasil en Mercosur, Unasur y CELAC, Indonesia al ASEAN (los diez países del sudeste asiático principales socios de China, entre los cuales Indonesia es el de mayor crecimiento actual), Senegal, socio de Sudáfrica en la Unión Africana, pero también nuevas regiones, con Arabia Saudí e Irán en Asia occidental y, siempre misteriosamente, Turquía.
Sin olvidar a México. Con razón dijo Andrés Manuel López Obrador, que en la nueva globalización multipolar “ahora bendito México, que está tan cerca de Dios y no demasiado cerca de Estados Unidos”. México es otro de los dieciséis países con posibilidades muy ciertas de ampliar el BRICS.
No se trata sólo de conectividad, que también. En su triunfante campaña electoral, Lula ya anunció el Banco del Sur y éste se inserta en la Iniciativa de Desarrollo Global, impulsada por China, anunciada por el presidente Xi Jinping en la Asamblea General de la ONU el año pasado. La IDG es un mecanismo de apoyo de la estrategia general de la nueva ruta de la seda, tiene como objetivo la cooperación internacional para el desarrollo, complementando el financiamiento de una gran cantidad de organismos, por ejemplo, el Fondo de Cooperación Sur-Sur, la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el Fondo Asiático de Desarrollo (ADF) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM).
Entonces el proyecto euroasiático de nueva moneda de reserva mundial, de nueva mensajería de pagos global y, en definitiva, también de no pago de deudas en dólares o en euros, va tomando forma de mapamundi a excepción de lo que Estados Unidos y Europa llaman “la comunidad internacional” –ellos mismos, más, quizás y sólo quizás, Japón, Corea del Sur y Australia, que cambió de gobierno por uno menos pitiyanqui (firmó un acuerdo con China por las Islas Salomón); o sea, no más de un diez por ciento de la geografía y la población del planeta.
Estas son casi todas buenas nuevas sólo en sí mismas. Sus repercusiones son la desesperación de “Occidente” y un demasiado probable devenir nuclear de sus finalistas apuestas a la guerra.
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